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lunes, 27 de mayo de 2013

La sucesión rabínica y apostólica


Estas semanas he estado compartiendo parte de los estudios de judaísmo en los que me he adentrado. Muchos de ustedes se preguntaran, ¿vale la pena conocer algo de judaísmo siendo que nosotros somos católicos?, desde mi perspectiva pienso que sí, pues me satisface saber que muchas de las cosas en las cuales nosotros creemos tienen un antecedente judío y más cuando el mundo moderno está impregnado de ideales sectarios y el relativismo.
Entrando al tema, los judíos afirman que la Tora fue entregada a Moisés en el monte Sinaí de dos formas: de modo oral y de modo escrito. Según el centro de estudios Judíos Torat Emet el hecho de que una persona conozca lo expresado en la Tora (los 5 primeros libros de la biblia) no es garantía de nada, ellos definen que es necesario conocer la interpretación oral de la Tora, el rabino expresa; “cualquiera puede memorizar textos sagrados pero es más importante saber cómo aplicarlos”. Lo más interesante es que los rabinos judíos reconocen que su rabinato esta “incompleto”, porque desde Moisés se perpetuo una sucesión rabínica que conocía el texto Sagrado y la interpretación oral que Moisés recibió en el Sinaí hasta la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. cuando los judíos fueron dispersados por el mundo. Los maestros judíos dan importancia a esta sucesión que se perdió. Según Torat Emet los rabinos de hoy “no son rabinos” porque perdieron la sucesión desde Moisés pero se dicen rabinos solo por ser judíos maestros de Tora. No hay una interpretación definida sino una general, por ejemplo: cuando el judaísmo desea conciliar la Tora con el mundo moderno, cada rabino de cada sinagoga puede proponer una “takana” que es un mandamiento pero no es aplicable a todos los judíos, sino que es un asunto de cada sinagoga, algunos rabinos locales se basan en enseñanzas de rabinos de renombre ò de mayor influencia aunque no es una obligación. Así el judaísmo subsiste.
Cuando yo escuchaba al rabino decir todas estas cosas no podía dejar de pensar en la Iglesia, la sucesión apostólica, la Escritura y la tradición oral, etc. La Iglesia tiene un pensamiento muy similar que sin duda lo heredo de los apóstoles que en realidad eran judíos bautizados. La Iglesia sostiene que el texto sagrado debe ir acompañado de la tradición oral del mismo, preservamos tal testimonio en la sucesión apostólica ininterrumpida en los últimos dos mil años. A veces como católicos se nos repite tanto “Obispo de Roma, sucesor de Pedro” que somos incapaces ya de saborear y disfrutar su importancia: una enseñanza milenaria que puede ser llevada a un mundo moderno sin caer al azar de la libre interpretación por aquella promesa de Jesús dada al Apóstol: “tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (San Mateo 16:18). Solo imaginemos el peso de esta cuestión “el rabino se dice incompleto” por haber perdido la sucesión desde Moisés que es donde se encuentra la enseñanza oral. ¿Cuántos bautizados echan en saco roto al sucesor de San Pedro siendo manipulados por el germen del sectarismo y la libre interpretación?, estos parecieran judíos que se conforman solo con Abraham y la circuncisión y no se lamentan por la sucesión en Moisés que se perdió. El rabino se siente incompleto.
Vale la pena concluir esta reflexión con la sucesión apostólica para Judas Iscariote; “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles”. (Hechos 1:21-26).

domingo, 19 de mayo de 2013

La virginidad perpetua de María desde el contexto judío


Todos los bautizados afirman que Jesús nació de una virgen por la descripción de los evangelios, pero, el tema de la virginidad perpetua de María es polémico. Haciendo uso de fuentes judías (centro de estudios judíos Torat Emet) sobre el matrimonio y el divorcio podemos entender que según la ley de los judíos María debe permanecer como virgen perpetua.
Primero aclaremos que creían los judíos entorno al matrimonio, porque ese fue el contexto religioso y cultural que vivió María y José. Para los judíos el matrimonio no terminaba con la muerte como lo creemos nosotros, ellos afirmaban que el espíritu del difunto marido reposaba en su esposa, en el matrimonio “son uno”. En la acusación de los saduceos a Jesús se muestra esta creencia como antecedente donde una mujer tras quedar viuda contrae matrimonio con su cuñado y sucesivamente enviuda de la totalidad de los hermanos. Los saduceos preguntan “¿Quién de los siete hermanos será su marido en la resurrección?” (San Lucas 20:33).   
 En el caso de las viudas sin hijos, las leyes judías permitían que la viuda tuviese descendientes con el hermano del difunto y estos serian considerados como hijos del primer marido, no del segundo. Para los judíos el tema de la descendencia y el linaje es muy importante. Lucas narra parte de esta creencia en el pasaje de Jesús con los saduceos: “Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano” (San Lucas 20:28). Sin embargo, este acto sexual no se consentía si la viuda no liberaba de su cuerpo el espíritu del primer marido para otorgarle el descanso. Para esto, debía acudir a una corte de mínimo tres ancianos y celebrar un rito especial.
Se llama matrimonio de “levirato” cuando los judíos contraen matrimonio con su cuñada viuda. Esta unión tenía como principal función “no desamparar a las viudas solas”. Si este judío ya tenía una primera esposa, tener a su cuñada viuda como segunda esposa se consentía, pero, los judíos en esta unión no consentían la poligamia. La función de esta unión era solamente “no desamparar a la mujer sola, esposa del hermano difunto” y estaba prohibido tener acto sexual con ella. Los judíos tenían una frase para aquellos que contraían matrimonio por deseo sexual con la viuda de su hermano: “se convirtieron en cerdos usando la Tora” justificados en el mandamiento del decálogo “no desearas la mujer de tu hermano” (Éxodo 20:17), pues, como mencione el matrimonio judío no concluía con la muerte y solo se justificaba el acto sexual para dar descendencia al difunto en caso de que la viuda no tuviese hijos.  
María al concebir del Espíritu Santo presenta un caso inusitado en las leyes y creencias judías. Para términos prácticos María es “una mujer sola que espera un hijo”, su marido está vivo aunque no esté presente en cuerpo y sangre. María no puede desprenderse del Espíritu de su primer marido para tener acto conyugal con otro porque ella no posee en su cuerpo el Espíritu de un difunto, su primer marido vive. Tampoco puede divorciarse de su primer marido para casarse con José porque según las leyes judías sobre el divorcio, quien da el acta de divorcio es el esposo y no la mujer. Se conoce como “guet” al acta de divorcio firmada por el hombre judío que es ratificada por los rabinos para disolver el matrimonio. En los casos donde la mujer judía desconoce el paradero de su esposo, aun así, no puede contraer matrimonio con nadie hasta que su esposo le otorga el “guet”. La mujer judía queda atada al “guet” del esposo.
Haciendo cita de las creencias y leyes judías, María queda literalmente como una “esclava del Espíritu”, el Esposo ya tiene descendencia, María posee el Espíritu del primer esposo y por lo tanto nadie la puede tocar. Para términos prácticos, la función de José es primordial para dar sustento y apoyo a la joven María en medio de una población de economía agrícola.                

La revelación de Apocalipsis


Los rabinos judíos expresan que en el tiempo del Mesías, la sabiduría del Dios de Israel se extenderá hacia todos los pueblos, porque el Mesías convocara a todas las naciones para que sirvan a Dios, llevándolos a El por medio de enseñanzas más profundas. Estos atributos podemos encontrarlos en Jesús, pues gracias a Él, occidente conoció el monoteísmo, los 10 mandamientos, las bienaventuranzas y el evangelio se sigue extendiendo. Dios se extiende morando en los corazones de otros pueblos. 
La semana pasada mencionamos la creencia del purgatorio como parte de las creencias judías y de la Iglesia católica. Vale la pena hacer referencia al libro del Apocalipsis. Primero que nada pondré en claro lo que los judíos creen sobre la vida después de la muerte usando un comentario del Rabino Emmanuel Viñas del centro de Estudios “Torat Emet”; “para los judíos no existe una creencia firme en el infierno eterno ò un cielo, esas son creencias cristianas, los judíos creemos en grados de purificación del alma una vez que partimos de este mundo, también creemos en castigos después de la muerte por nuestras injusticias terrenas, pero no en un infierno eterno. Esperamos al Mesías, mas no creemos en la idea de un Mesías que nos redime de los pecados ò que nos salva del infierno, estas son creencias cristianas y no son parte del judaísmo”. 
Creo que esta descripción dada por el rabí pone en claro que fue aquello que Jesús revelo en Jerusalén a sus discípulos sobre la vida después de la muerte: “el infierno es un castigo eterno, fue necesario su sacrificio en la cruz para el perdón de pecados y que por su labor todos estamos invitados a acceder a la gloria que es el cielo…”. Comprendo que los judíos pertenecen a un periodo de revelación anterior porque esperan que el Mesías muestre la profundidad de Dios y extienda la fe hacia el resto de los pueblos. Cosa que Jesús ya entrego a sus apóstoles enviándolos.      
Para referirnos al libro del Apocalipsis, imaginemos ese contexto del siglo I, por un lado el Imperio Romano bajo una percepción superficial de ambos credos no encontraba diferencia entre el judaísmo y cristianismo naciente. Fue el cristianismo quien rompió con las leyes de Moisés para abrir paso a las enseñanzas de Jesús y anunciar la Nueva Alianza. Los judíos veían a los cristianos no como un credo distinto, sino como judíos anunciando a Jesús.
 Actualmente, como bautizados al desconocer el contexto del libro no logramos distinguir lo revolucionario que fue para su época. Apocalipsis fue escrito en ese contexto, donde el judaísmo no afirma nada sobre “un castigo eterno, un cielo ò una patria celeste”, porque es Jesús quien revela estas verdades celestes. El autor de Apocalipsis nos muestra por medio de símbolos esa victoria celeste lograda por Jesús, el júbilo que abrazan los santos en el cielo y el castigo eterno para los injustos. Creo que los primeros discípulos se maravillaron de aquellas revelaciones que el judaísmo no pudo expresar porque estuvieron reservadas para ser anunciadas por Mesías.   
Si pudiésemos resumir Apocalipsis en un solo pensamiento citaría a San Pablo: “Nada son los sufrimientos de la vida presente, comparados con la gloria que nos espera en el Cielo” (II Corintios 4,17).






lunes, 6 de mayo de 2013

El purgatorio, creencia de Judíos y Católicos


En una ocasión leí un comentario del Rabino Andre Cheoraqui que afirmaba que el mundo Occidental tenía prejuicios contra los fariseos, pero, esta corriente del Judaísmo era la que más se asemejaba a las creencias cristianas en sus creencias: cielo, infierno, resurrección, juicio de la carne y purgatorio entre otras. El rabino afirmaba que tales creencias dentro el cristianismo son parte de la herencia del Apóstol San Pablo, que antes de su conversión al cristianismo fue un fariseo. 
El purgatorio es quizá una de las creencias más cuestionadas entre católicos y no católicos, algunos dicen: “es un invento medieval”, “no aparece en las escrituras”, etc., pero vale la pena hacer una defensa de nuestra fe conociendo el antecedente católico y judío. El “concepto” del purgatorio es parte de las creencias judías, pero esto no significa que ellos definan el purgatorio de la misma forma en que la Iglesia Católica lo define. Primero citemos lo que la Iglesia enseña para después mencionar las creencias judías. La Iglesia afirma que el purgatorio es el estado transitorio de purificación necesaria para aquellos que, habiendo muerto en gracia de Dios y teniendo segura su salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la santidad necesaria para entrar en el cielo. Esta purificación es totalmente distinta al castigo del infierno. El purgatorio es doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580).  “Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma” (Catecismo 1030).
El Rabino David Ben Israel explica la creencia judía: “el purgatorio es el lugar a donde son enviadas las almas de aquellos que pecaron. Existen allí siete niveles bien definidos, en los cuales se hospedarán las almas de los pecadores, de acuerdo a la gravedad de las faltas cometidas. Este purgatorio es un lugar que permite a las almas purificarse, para luego poder ingresar al Jardín del Edén y disfrutar de las excelencias que allí hay. La cantidad de tiempo que deberá permanecer el alma en este sito purificador depende de las faltas cometidas. Algunos deberán quedarse por espacio de treinta días, otros sesenta, noventa, seis meses, o un año. (Tana Dbei Eliahu 3: 3)”. Purgatorio en hebreo se llama "Gueinom" ò “Gejena”. Según el centro de estudios judíos “Tora Emet” de acuerdo al Talmud el proceso de purificación dura a lo más 11 meses. Por esa razón los judíos acostumbran decir el Kaddish (oración de duelo) por 11 meses, después de este proceso de purificación el alma se eleva.
Bajo el antecedente Judío podemos afirmar que la Iglesia en sus concilios “no invento el dogma del purgatorio”, sino que puso en claro una creencia heredada por los Apóstoles bajo los fundamentos de la nueva alianza.
Termino con la paráfrasis de la respuesta que dio el rabino Jag Urim Sameaj a un joven judío cuando se cuestiona la similitud entre ambas creencias en torno al purgatorio; “el hecho de que el cristianismo tenga similitud con la Tradición judía no me sorprende, ¿acaso ellos no usan el Tanaj y lo llaman Antiguo Testamento?, ò ¿Qué no sus apóstoles eran judíos de nacimiento y estaban circuncidados según las leyes de Moisés?, cuando ellos en sus concilios se refirieron al purgatorio deben saber que nosotros nos referíamos a él con anterioridad porque es parte de la revelación que recibimos siglos atrás. En parte está bien que adopten a Abraham, Moisés, a otros profetas y creencias judías como propias, por algo Israel es llamado el pueblo escogido”.