Todos los bautizados afirman que Jesús nació de
una virgen por la descripción de los evangelios, pero, el tema de la virginidad
perpetua de María es polémico. Haciendo uso de fuentes judías (centro de
estudios judíos Torat Emet) sobre el matrimonio y el divorcio podemos entender
que según la ley de los judíos María debe permanecer como virgen perpetua.
Primero aclaremos que creían los judíos entorno
al matrimonio, porque ese fue el contexto religioso y cultural que vivió María
y José. Para los judíos el matrimonio no terminaba con la muerte como lo
creemos nosotros, ellos afirmaban que el espíritu del difunto marido reposaba
en su esposa, en el matrimonio “son uno”. En la acusación de los saduceos a
Jesús se muestra esta creencia como antecedente donde una mujer tras quedar
viuda contrae matrimonio con su cuñado y sucesivamente enviuda de la totalidad
de los hermanos. Los saduceos preguntan “¿Quién de los siete hermanos será su
marido en la resurrección?” (San Lucas 20:33).
En el
caso de las viudas sin hijos, las leyes judías permitían que la viuda tuviese
descendientes con el hermano del difunto y estos serian considerados como hijos
del primer marido, no del segundo. Para los judíos el tema de la descendencia y
el linaje es muy importante. Lucas narra parte de esta creencia en el pasaje de
Jesús con los saduceos: “Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere
teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante
descendencia a su hermano” (San Lucas 20:28). Sin embargo, este acto sexual no
se consentía si la viuda no liberaba de su cuerpo el espíritu del primer marido
para otorgarle el descanso. Para esto, debía acudir a una corte de mínimo tres
ancianos y celebrar un rito especial.
Se llama matrimonio de “levirato” cuando los
judíos contraen matrimonio con su cuñada viuda. Esta unión tenía como principal
función “no desamparar a las viudas solas”. Si este judío ya tenía una primera
esposa, tener a su cuñada viuda como segunda esposa se consentía, pero, los
judíos en esta unión no consentían la poligamia. La función de esta unión era
solamente “no desamparar a la mujer sola, esposa del hermano difunto” y estaba
prohibido tener acto sexual con ella. Los judíos tenían una frase para aquellos
que contraían matrimonio por deseo sexual con la viuda de su hermano: “se
convirtieron en cerdos usando la Tora” justificados en el mandamiento del
decálogo “no desearas la mujer de tu hermano” (Éxodo 20:17), pues, como
mencione el matrimonio judío no concluía con la muerte y solo se justificaba el
acto sexual para dar descendencia al difunto en caso de que la viuda no tuviese
hijos.
María al concebir del Espíritu Santo presenta un
caso inusitado en las leyes y creencias judías. Para términos prácticos María es
“una mujer sola que espera un hijo”, su marido está vivo aunque no esté presente
en cuerpo y sangre. María no puede desprenderse del Espíritu de su primer
marido para tener acto conyugal con otro porque ella no posee en su cuerpo el
Espíritu de un difunto, su primer marido vive. Tampoco puede divorciarse de su
primer marido para casarse con José porque según las leyes judías sobre el
divorcio, quien da el acta de divorcio es el esposo y no la mujer. Se conoce
como “guet” al acta de divorcio firmada por el hombre judío que es ratificada
por los rabinos para disolver el matrimonio. En los casos donde la mujer judía
desconoce el paradero de su esposo, aun así, no puede contraer matrimonio con
nadie hasta que su esposo le otorga el “guet”. La mujer judía queda atada al
“guet” del esposo.
Haciendo cita de las creencias y leyes judías, María
queda literalmente como una “esclava del Espíritu”, el Esposo ya tiene
descendencia, María posee el Espíritu del primer esposo y por lo tanto nadie la
puede tocar. Para términos prácticos, la función de José es primordial para dar
sustento y apoyo a la joven María en medio de una población de economía
agrícola.