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domingo, 19 de mayo de 2013

La revelación de Apocalipsis


Los rabinos judíos expresan que en el tiempo del Mesías, la sabiduría del Dios de Israel se extenderá hacia todos los pueblos, porque el Mesías convocara a todas las naciones para que sirvan a Dios, llevándolos a El por medio de enseñanzas más profundas. Estos atributos podemos encontrarlos en Jesús, pues gracias a Él, occidente conoció el monoteísmo, los 10 mandamientos, las bienaventuranzas y el evangelio se sigue extendiendo. Dios se extiende morando en los corazones de otros pueblos. 
La semana pasada mencionamos la creencia del purgatorio como parte de las creencias judías y de la Iglesia católica. Vale la pena hacer referencia al libro del Apocalipsis. Primero que nada pondré en claro lo que los judíos creen sobre la vida después de la muerte usando un comentario del Rabino Emmanuel Viñas del centro de Estudios “Torat Emet”; “para los judíos no existe una creencia firme en el infierno eterno ò un cielo, esas son creencias cristianas, los judíos creemos en grados de purificación del alma una vez que partimos de este mundo, también creemos en castigos después de la muerte por nuestras injusticias terrenas, pero no en un infierno eterno. Esperamos al Mesías, mas no creemos en la idea de un Mesías que nos redime de los pecados ò que nos salva del infierno, estas son creencias cristianas y no son parte del judaísmo”. 
Creo que esta descripción dada por el rabí pone en claro que fue aquello que Jesús revelo en Jerusalén a sus discípulos sobre la vida después de la muerte: “el infierno es un castigo eterno, fue necesario su sacrificio en la cruz para el perdón de pecados y que por su labor todos estamos invitados a acceder a la gloria que es el cielo…”. Comprendo que los judíos pertenecen a un periodo de revelación anterior porque esperan que el Mesías muestre la profundidad de Dios y extienda la fe hacia el resto de los pueblos. Cosa que Jesús ya entrego a sus apóstoles enviándolos.      
Para referirnos al libro del Apocalipsis, imaginemos ese contexto del siglo I, por un lado el Imperio Romano bajo una percepción superficial de ambos credos no encontraba diferencia entre el judaísmo y cristianismo naciente. Fue el cristianismo quien rompió con las leyes de Moisés para abrir paso a las enseñanzas de Jesús y anunciar la Nueva Alianza. Los judíos veían a los cristianos no como un credo distinto, sino como judíos anunciando a Jesús.
 Actualmente, como bautizados al desconocer el contexto del libro no logramos distinguir lo revolucionario que fue para su época. Apocalipsis fue escrito en ese contexto, donde el judaísmo no afirma nada sobre “un castigo eterno, un cielo ò una patria celeste”, porque es Jesús quien revela estas verdades celestes. El autor de Apocalipsis nos muestra por medio de símbolos esa victoria celeste lograda por Jesús, el júbilo que abrazan los santos en el cielo y el castigo eterno para los injustos. Creo que los primeros discípulos se maravillaron de aquellas revelaciones que el judaísmo no pudo expresar porque estuvieron reservadas para ser anunciadas por Mesías.   
Si pudiésemos resumir Apocalipsis en un solo pensamiento citaría a San Pablo: “Nada son los sufrimientos de la vida presente, comparados con la gloria que nos espera en el Cielo” (II Corintios 4,17).