Los rabinos judíos expresan que en el tiempo del
Mesías, la sabiduría del Dios de Israel se extenderá hacia todos los pueblos,
porque el Mesías convocara a todas las naciones para que sirvan a Dios,
llevándolos a El por medio de enseñanzas más profundas. Estos atributos podemos
encontrarlos en Jesús, pues gracias a Él, occidente conoció el monoteísmo, los
10 mandamientos, las bienaventuranzas y el evangelio se sigue extendiendo. Dios
se extiende morando en los corazones de otros pueblos.
La semana pasada mencionamos la creencia del
purgatorio como parte de las creencias judías y de la Iglesia católica. Vale la
pena hacer referencia al libro del Apocalipsis. Primero que nada pondré en
claro lo que los judíos creen sobre la vida después de la muerte usando un
comentario del Rabino Emmanuel Viñas del centro de Estudios “Torat Emet”; “para
los judíos no existe una creencia firme en el infierno eterno ò un cielo, esas
son creencias cristianas, los judíos creemos en grados de purificación del alma
una vez que partimos de este mundo, también creemos en castigos después de la
muerte por nuestras injusticias terrenas, pero no en un infierno eterno. Esperamos
al Mesías, mas no creemos en la idea de un Mesías que nos redime de los pecados
ò que nos salva del infierno, estas son creencias cristianas y no son parte del
judaísmo”.
Creo que esta descripción dada por el rabí pone
en claro que fue aquello que Jesús revelo en Jerusalén a sus discípulos sobre
la vida después de la muerte: “el infierno es un castigo eterno, fue necesario
su sacrificio en la cruz para el perdón de pecados y que por su labor todos
estamos invitados a acceder a la gloria que es el cielo…”. Comprendo que los
judíos pertenecen a un periodo de revelación anterior porque esperan que el
Mesías muestre la profundidad de Dios y extienda la fe hacia el resto de los
pueblos. Cosa que Jesús ya entrego a sus apóstoles enviándolos.
Para referirnos al libro del Apocalipsis, imaginemos
ese contexto del siglo I, por un lado el Imperio Romano bajo una percepción
superficial de ambos credos no encontraba diferencia entre el judaísmo y
cristianismo naciente. Fue el cristianismo quien rompió con las leyes de Moisés
para abrir paso a las enseñanzas de Jesús y anunciar la Nueva Alianza. Los
judíos veían a los cristianos no como un credo distinto, sino como judíos
anunciando a Jesús.
Actualmente,
como bautizados al desconocer el contexto del libro no logramos distinguir lo
revolucionario que fue para su época. Apocalipsis fue escrito en ese contexto,
donde el judaísmo no afirma nada sobre “un castigo eterno, un cielo ò una patria
celeste”, porque es Jesús quien revela estas verdades celestes. El autor de
Apocalipsis nos muestra por medio de símbolos esa victoria celeste lograda por
Jesús, el júbilo que abrazan los santos en el cielo y el castigo eterno para
los injustos. Creo que los primeros discípulos se maravillaron de aquellas
revelaciones que el judaísmo no pudo expresar porque estuvieron reservadas para
ser anunciadas por Mesías.
Si pudiésemos resumir Apocalipsis en un solo
pensamiento citaría a San Pablo: “Nada son los sufrimientos de la vida
presente, comparados con la gloria que nos espera en el Cielo” (II Corintios
4,17).