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martes, 17 de diciembre de 2013

La espiritualidad en familia

             La cultura judía está llena de tradiciones que propician la unión familiar. Por ejemplo, ellos apartan el día sábado para acudir a sus sinagogas a escuchar la Tora, pero no solamente eso, ese día, los judíos se abstienen de hacer toda obra, incluso de entrar en actividades cotidianas como cocinar ò hacer cualquier tipo de esfuerzo. El sábado judío está asociado a 30 leyes de 613 leyes de Moisés. En tiempos modernos, los judíos en sábado no usan internet, ni encienden sus celulares, tampoco escuchan música, ni ven televisión. Esto podría parecernos una costumbre exagerada y hasta ridícula, pero el fin de esta tradición judía tiene como objetivo “abstenerse de todo para propiciar la presencia de Dios”. Los rabinos afirman “en la ausencia de todas las cosas, la familia judía crea la presencia de Dios en sus hogares”, ya que, al deslindarse de todas sus obligaciones y entretenimientos cotidianos, la familia judía no tienen otra opción más que acudir a la sinagoga y platican con la familia, mientras el día sábado pasa.
            Como católicos lo podemos comprender de una forma sencilla: “las familias judías por obligación, hacen de cada sábado un retiro familiar”. Pensadores judíos afirman que gracias a la observancia del sábado, las familias judías han prevalecido a lo largo de la historia: “¿son las familias judías quienes guardaron el sábado ò fue el sábado quien guardo a las familias judías?”.   
            Como católicos, ningún bautizado está obligado a guardar el sábado, tampoco, los judíos hacen proselitismo de sus creencias. Los rabinos están consientes que las leyes judías son para los judíos. El concepto del sábado ò día de reposo es bueno.
            Debemos reflexionar en estos tiempos modernos de rupturas familiares, si nos conviene abstenernos por un tiempo del entretenimiento y las obligaciones cotidianas para simplemente vivir un día para Dios en compañía de la familia. Tener espiritualidad en familia, abstenernos de todo para experimentar la nada y en esa nada crear la presencia de Dios al interior de los hogares. Los tiempos actuales son duros y difíciles, si las familias no viven una espiritualidad en grupo, cada miembro se debilitara en su interior y tarde que temprano se levantaran barreras invisibles dentro de la familia que dividirán a los hijos de los cónyuges y la paz no será disfrutada en grupo.
            Muchos católicos conocemos la frase “la familia que reza unida permanece unida”, usada para promover el rezo del rosario. Dentro de nuestra fe existen muchos elementos para propiciar la espiritualidad en familia: el bautismo, la primera comunión, la confirmación, la misa, las celebraciones como la navidad, la semana santa ò el día de la Virgen María, los rezos, etc. Por desgracia, en tiempos modernos, nos falta espiritualidad porque nos falta fe y nos falta fe porque no vivimos la espiritualidad. Por la modernidad estamos acostumbrados a “correr” y esperar poco, deseamos obtener resultados rápidos y contundentes. Este modo de vida vertiginoso donde por la tecnología tenemos todo al instante, ejerce su influencia en el hombre moderno que busca la espiritualidad, deseamos que Dios atienda nuestras oraciones al instante y de no ser así, buscamos otro método: nueva era, otro credo ò mesclas.
            Es necesario formar la espiritualidad familiar y disfrutar la fe en familia, la responsabilidad de los tutores no es solo monetaria. El centro de la vida familiar moderna es la televisión, incluso, el centro de la vida de muchas personas es su teléfono. No sé cuantas personas cuando compran televisiones y teléfonos se preguntan si esa decisión afectara o beneficiara la comunicación entre los miembros de la familia.
            Para terminar, comparto un comentario de Carlos Slim. Cuando un reportero norteamericano visito la residencia de este millonario, se sorprendió porque la casa del Sr. Slim no parecía la casa del hombre más rico del mundo, y le pregunto: “¿Por qué vive en esta casa tan convencional?, su estancia y su recamara parecen las de un norteamericano de clase media alta, ¿Por qué no vivir en una mega mansión?”. Slim contesto: “veo poco a mis hijos, si viviera en una casa de extensas dimensiones sin duda los vería menos”. Es bueno abstenerse en beneficio de la familia.

El pleito entre la carne y el espíritu

            En una ocasión escuche una interpretación judía de “la caída de Adán”. Se afirmaba que, el pecado original en el jardín del Edén introdujo en la creación “la separación”. El ser humano que estaba en comunión con Dios, se separo de Él. La muerte entro en la creación por ser la separación entre nuestro  espíritu y nuestro cuerpo. Desde entonces, nuestra carne y nuestro espíritu entraron en disputa al interior de nosotros.  
            El apóstol San Pablo, en el Nuevo Testamento enseña que los deseos del cuerpo, la carne, son como los de un animal salvaje que debemos domar, si no, terminaremos convertidos en esclavos los deseos irracionales: los celos, los pleitos, las soberbias, los egoísmos. En cambio, el espíritu humano que entra en comunión con Dios por su gracia, vive en búsqueda de “las cosas de arriba”, esto es la paciencia, la bondad, la piedad, la compasión, lo justo y lo correcto, etc. San Pablo afirmaba que la ley de Dios es buena, santa y procede del Espíritu, pero su carne también ejercía un dominio sobre él, para seducirlo a obrar el mal que no deseaba, mientras que, el precepto divino le ponía en claro aquello que es santo y justo, para luchar e ir en esa dirección sometiendo sus deseos carnales.
            El apóstol se refiere a la rebeldía de nuestra carne como “el pecado que habita en nosotros” (Romanos 7:10-25), que se aprovecha de nuestra debilidad y nos hace caer quebrantando la ley santa de Dios, llevándonos a obrar el mal.  
            El apóstol se lamenta de este pleito que existe en el interior humano, pues, si damos rienda suelta a la rebeldía de la carne quedaremos condenados cosechando el fruto de nuestros desordenes. Pero, San Pablo agradece también el hecho de que Dios en Jesucristo tenga compasión de la humanidad, ya que, por el arrepentimiento y por la gracia alcanzaremos las promesas.
            Ningún ser humano puede jactarse de no quebrantar la ley de Dios jamás, habiendo domado por completo su carne. Por el pecado de Adán, hemos heredado esta enemistad en el interior de nuestro ser, convirtiéndonos en seres contradictorios. En el interior deseamos el bien pero no obramos todo el bien que deseamos pues por la carne quedamos limitados. Algo dentro de nosotros se opone a que demos rienda suelta a nuestra bondad. Nuestra carne hace que la Palabra de Dios se convierta en una cruz, que por la rebeldía de la carne nos trastorna para que no la carguemos, en cambio, es la misma Palabra de Dios donde encontramos paz para nuestro espíritu y por la gracia domamos nuestra carne.      
            Por muchos años llegue a pensar que “no existía reconciliación entre mi carne y mi espíritu”. Sin embargo, hasta hace poco conocí lo que los judíos esperan de la obra del Mesías. Ellos sostienen que el Mesías traerá la reconciliación entre la carne y el espíritu, haciendo del cuerpo humano una unidad plena y pura ofrecida a Dios. Aunque los rabinos judíos lo expresan y lo esperan como si “la llegada del Mesías trajera en automático la purificación de toda la raza humana”,  esta creencia judía no se opone a lo que nosotros como católicos creemos. En la encarnación del Verbo vemos el cumplimiento, según el evangelio: “el Verbo de Dios se hizo carne y habito entre nosotros…” (San Juan 1:14).
            El Mesías trajo la reconciliación entre la carne y el espíritu, en su resurrección queda de manifiesto que “la separación” entre ambas, ósea, la muerte, no prosperara, sino que la unidad total del ser humano prevalecerá: “carne y espíritu” sin rebeldía para beneplácito de Dios. Acudamos a los sacramentos para recibir la gracia y domar nuestra carne, por la purificación. ¡Amén!.  

El génesis y la creación

         Hace poco, en una reunión de amigos salieron a relucir los temas religiosos, en la retorica, uno de los asistentes afirmo que creía en la evolución, supongo que lo menciono como antítesis del relato de “la creación” que aparece en el libro del génesis.
            Es común que, cuando se toquen temas religiosos se mencione la ciencia, pero, hasta la fecha, me sigue sorprendiendo que no se distingan las diferencias entre el lenguaje religioso y el lenguaje científico. El primero tiene que ver con el Espíritu, el segundo con las evidencias y la comprobación. Como ejemplo, para distinguir diferencias de lenguajes, citare el pensamiento del escritor Eduardo Galeano: “la ciencia de me dijo que los hombres estaban formados de partículas, pero la vida me demostró que los hombres estamos formados de historias”. Galeano en su reflexión toca una realidad humana que la ciencia no puede abarcar, la historia detrás de cada persona marca lo que la persona es. La filosofía, la religión y la ciencia son expresiones enriquecedoras.   
            Sobre “la creación” del génesis, primero debemos partir de algo fundamental en toda lectura: “¿Quién es el autor y quiénes son los destinatarios?”. El autor de los cinco primeros libros de la biblia es Moisés. Originalmente el destinatario era Israel, el libro era exclusivo de la religión de los hebreos, llamado en el judaísmo como “Bereshit” que significa “en el principio” (génesis).  
            Moisés no escribe para una sociedad moderna como la nuestra, ni se basa en la arqueología, ni trata de dar una explicación científica del origen de la creación, sino que, se apoya en las creencias de los hebreos para hacer un compendio de la fe de su pueblo, que hasta ese momento compartía el credo de modo oral.
            Si hoy leemos “la creación” sin poner atención al contexto, podemos perdernos la riqueza del pasaje. “La creación” propone algo sumamente innovador para su tiempo, contiene una espiritualidad invaluable, y estamos tan acostumbrados a los conceptos que emanaron del texto que no somos capaces distinguirlos, porque están casi en el subconsciente de cualquier persona.
            Moisés en tiempos del politeísmo propone el monoteísmo: “en el principio Dios creó…” (Génesis 1:1-31), no son dioses los cielos y los mares, ni las creaturas, ni el sol, ni la luna como afirmaban las culturas paganas. Por lo tanto, no ameritan culto y mucho menos sacrificios humanos como acostumbraban los pueblos paganos circunvecinos.
            La revelación traída por Moisés sostiene que todos los hombres somos iguales, porque tuvimos un mismo origen: “Adán y Eva” (Gen. 1:28, 3:20). Entabla una hermandad entre toda la especie humana, a pesar de que los paganos no pensaran de la misma forma e hicieran distinciones entre etnias.
            Afirma que la creación fue hecha en siete días, mencionando un día de descanso para Dios (Gen. 2:2,3). Lo trascendental del texto no es “si Dios se cansa”, sino la introducción del día de descanso en el mundo antiguo. Hoy, hasta los ateos descansan un día a la semana, lo consideran un derecho de todo ser humano, pero el mundo antiguo no pensaba así, los hombres eran dueños de la vida de los hombres, esclavos.    
            También sostiene que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (Gen. 1:27), otorgándonos un lazo especial entre el creador y los hombres por encima de toda la creación. Aunque el sol sea el centro de nuestro universo, las aguas se conviertan en grandes océanos, toda la raza humana tiene un sello que lo caracteriza por encima de todo lo creado.
            Para mí, el gran milagro del génesis es la capacidad que tuvo el pueblo hebreo para entregar desde el tiempo antiguo tal grado sabiduría, esa es la divina revelación, el pensamiento expresado en el monoteísmo, la hermandad entre todos los hombres, el derecho al descanso y la semejanza con el creador. ¡Amén!.

La ausencia de Dios

Cuando una persona experimenta una conversión, la visita de Dios nos satisface, hemos encontrado el tesoro de la vida y gozamos de dicha plenitud confiados en que el camino que hemos tomado es mejor que nuestra anterior forma de vivir. Sin embargo, después de un tiempo, tales emociones decrecen ò hasta son nulas. Parece como si Dios se hubiese apartado de nosotros.
            En la historia del pueblo de Israel se narra el pasaje de la liberación de Egipto por medio de los milagros hechos por mano Moisés, emisario de Dios. Este pasaje es un símbolo de la “ausencia de Dios” que experimenta todo creyente, aunque Israel lo vivió de modo colectivo en el éxodo.
            Los milagros de Moisés, llenaron de alegría al pueblo hebreo esclavo del Faraón, sacándolos de Egipto hacia una nueva tierra. Sin embargo, ya en el peregrinar y lejos de aquellos poderosos signos, el pueblo hebreo flaqueo y dudo del futuro prometido por el profeta. De tal suerte que, siendo errantes, el pueblo por temor a la incierta libertad anhelo la seguridad que Egipto representaba a pesar de que eso significaba volver a la esclavitud.
            El Nuevo Testamento hace referencia al peregrinar del éxodo hebreo para motivar a los cristianos a no claudicar y seguir avanzando en el camino de la fe, no retroceder por el desanimo hacia la vida deslindada de Dios, sino construir en nosotros las virtudes y sobre todo la pureza.  
            Si sientes que Dios "te abandono" y a pesar de que no tienes carencia de bienes materiales ò mortificación aparente, pero sientes que espiritualmente te falta esa satisfacción que tenías cuando empezaste a creer, no pierdas el ánimo. Me atrevo a decir que Dios hace ese tipo de cosas: se muestra para que lo disfrutemos y después se oculta sin motivos, con el único fin de hacer madurar nuestra fe. ¿Por qué el creador nos haría algo así?. Como seres humanos somos guiados por el intelecto pero también por las emociones. Esta “ausencia” debe llevarnos a confiar en Dios y dejar de prestar atención en nuestras emociones, porque los sentimientos están condicionados a los momentos, a los ánimos, mas nuestra fe esta fincada en la promesa, su cimiente no es una emoción. Aunque  sintamos ese abandono como "Israelitas perdidos en el desierto", la fe esta fincada en la promesa divina.
            Curiosamente, la liturgia hebrea celebra en diciembre la festividad de Jánuka ò la fiesta de las luces. Ellos cada año encienden velas cada noche, recordando con esto que su credo prevaleció a pesar del aplastante imperio helénico, que por mano del emperador Antíoco Epífanes deseo acabar con la esperanza del pueblo que esperaba al Mesías (siglo II a.C.). Precisamente, cuando los judíos terminan de encender su última vela del Jánuka, la Iglesia enciende la primera vela de adviento, recordando nuestra liturgia que la promesa se cumplió, el Mesías se encarno, llego y llegara nuevamente.
            La liturgia de adviento, encuba elementos que nos recuerdan la importancia de permanecer y el cumplimiento que Dios dio a su promesa anunciada desde la antigüedad. Ojala esta navidad sirva para recordar la promesa de Dios cumplida en la encarnación del Verbo y no ceder al desanimo del momento. Dios sigue estando ahí y sigue siendo el mismo, es amor, a pesar de que lo interpretemos equivocadamente basándonos en nuestras mortificaciones.
            Termino con una paráfrasis de una reflexión de Benedicto XVI sobre la venida del Mesías: “si leemos los textos del Antiguo Testamento sobre el día del Señor en Jerusalén, podemos leer que los antiguos entendían tal llegada con temor, mas la venida del Mesías significó la llegada de un tiempo mejor. Así nosotros, cuando esperamos la segunda venida de Jesucristo debemos aferrarnos a la esperanza del bautismo, la visita de Dios siempre traerá cosas mejores para sus hijos”.

Escribiendo sobre el suelo

Uno de los pasajes bíblicos más conocidos es el de “Jesús y la mujer adultera”, donde un grupo de fariseos usan de pretexto esta acusación para tentar a Jesús confrontándolo con las leyes de Moisés. Mientras que Jesús se inclina para escribir frases desconocidas en el suelo.

            Dicho pasaje se encuentra en el evangelio de San Juan, escrito de tal forma: “Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?. Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?. Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. (San Juan 8:1-11).
            Aunque la respuesta de Jesús es sabia, pues en su contexto judío no invalida la ley de Moisés, sino más bien, es la desobediencia de todos a la totalidad de la ley de Moisés lo que impide la lapidación de la adultera: “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. El cristianismo nació bajo este pilar: “todos somos culpables de algo”, por lo tanto, no podemos tirar la piedra a nadie, podemos acceder al perdón divino por medio del arrepentimiento.
            Pero, la duda de muchos es, ¿qué escribía Jesús en el suelo?, ¿era alguna costumbre judía?, ¿era un dibujo?, ¿un mensaje ò qué?. Aunque podemos especular, no existe una afirmación exacta sobre el texto que Jesús escribió. Podría decir que “el Verbo encarnado escribía en tierra la ley del perdón”, ò que “la tierra de Jerusalén quedo escrita por el dedo de Dios”.
            Como no sabemos “que fue lo que Jesús escribió”, podemos analizar el acto. Lo interesante es el acto físico, el inclinarse hacia la tierra cuando las personas presentan acusaciones contra otro. Si hubiésemos estado en los zapatos de Jesús habríamos experimentado satisfacción de que los maestros de la ley acudan ante nosotros para decidir en las leyes del Antiguo Testamento. Esta visita conlleva reconocer la influencia y la autoridad de Jesús como maestro en Jerusalén. Si Jesús hubiese sido un rabino intrascendente, los fariseos lo hubiesen ignorado. Sin embargo, Jesús ante la visita no se enaltece, más bien, se inclina para escribir un texto desconocido en el suelo.
            Mirando más allá de la enseñanza “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”,  debiésemos imitar esta actitud y recibir a los acusados de tal forma: inclinados, en un nivel más bajo. Este sentir es muy acorde a lo que San Pablo enseño: “No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos” (Filipenses 2:3).
            ¿Es común que en la religión, los letrados y los devotos sientan ciertos privilegios ante Dios por encima de los pecadores?, ¡si, es común!, quizá si ponemos nuestra presunción de cuclillas más personas se acercarían. ¡Amén!.

lunes, 2 de diciembre de 2013

La salvación y el fundamentalismo

            Desde hace años participo en foros de debate cristiano por medio de internet. En estos espacios virtuales convergen infinidad de opiniones y creencias. He notado que existen posturas moderadas y extremas entre no católicos y católicos. El fundamentalismo católico no es común, pero existe. Sin embargo, debe ponerse en claro que nuestra Iglesia Católica no es fundamentalista.
            Existen verdades de fe que nuestra Iglesia custodia, pero nadie se salva por conocer ò custodiar la doctrina correcta, ni tampoco alguien se condena por no tener la plenitud de la fe transmitida por los apóstoles. La gente se condena por su pecado, por su corazón no arrepentido y por su falta piedad para con los demás. La piedad es necesaria para no caer en el fundamentalismo.
            Es cierto que, los sectarios mal interpretan la biblia, pues por su ignorancia la deslindan del contexto y de la sucesión apostólica. Pero, los fundamentalistas católicos mal interpretan los Concilios establecidos por esta Iglesia y hacen lecturas incompletas.
            Quizá el dogma más mal interpretado entre ambos fundamentalistas es “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación”, es correcto es un dogma de nuestra Iglesia, pero debe comprenderse en el contexto que se escribió. El decreto fue usando contra la rebeldía dentro de la Iglesia y no fuera de ella. Se refiere a los bautizados que habiendo recibido y conocido la fe de los Apóstoles, reniegan de la misma y abrazan sus propias doctrinas promoviéndolas como verdades del cristianismo. No habrá salvación contra aquel que siendo miembro activo del cuerpo de Cristo, lo destrocé y lo divida por sus herejías. Señala el Catecismo de la Iglesia que: “esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa propia, no conocen a Cristo y a su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir vida la salvación eterna” (CIC 847).
            Sobre el protestantismo aclara el punto 817 del Catecismo; "en esta una y única Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el apóstol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones más amplias y comunidades no pequeñas se separaron de la comunión plena con la Iglesia católica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes". “Tales rupturas lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo (se distingue la herejía, la apostasía y el cisma)…”. Mencionando en el 818 y 819 que: “Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas "y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separación y la Iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos... justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor". Además, "muchos elementos de santificación y de verdad" existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica: "la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles". El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a Él y de por sí impelen a "la unidad católica".
            Es bueno conocer esto para que la Iglesia Católica no sea injuriada por los ignorantes y sepamos disfrutar sin temor la libertad que tenemos en nuestro credo, pues nuestro Dios no se cerrara las puertas de su Reino a los hombres que por la limitación de su entendimiento ò su cultura están lejos de la Iglesia, pero que buscan de sincero corazón encontrarse con El.

                                                                                            

Mi amiga, la lesbiana

            Empecé a salir con una mujer por algún tiempo, había simpatía entre ambos e interés de mi parte. Desgraciadamente, tras unas vacaciones ella inicio una relación con otra mujer, confesándose como lesbiana. Nunca antes me había sucedido algo similar.        
            Dado que a los católicos se nos acusa de “homofóbicos” por el credo, en ningún momento discrimine ò me deje llevar por prejuicios ò miedos, más bien, pude apreciar a esta mujer como un ser humano, con virtudes y errores. Tras despertar su confianza, me confesó que su vida lésbica no había sido del todo satisfactoria, en su anterior relación hubo infidelidades. Mientras relataba sus decepciones amorosas, me sorprendía escuchar como el amor gay vive una crisis similar al amor heterosexual: infidelidad, vicios, manipulaciones y mentiras. Por desgracia, los movimientos “pro-gay” promueven este estilo de vida como “idílico”, como si la “felicidad” brotara fácilmente, basta solo “salir del closet”. La realidad es más complicada. La efervescencia de la infidelidad, el vicio y la mentira no es un asunto de preferencias sexuales, sino de una descomposición social que permea hacia todos sus individuos. Cualquier adolescente que tenga dudas sobre su sexualidad y desee llenar sus huecos afectivos, debe ser advertido de que el mundo gay no es una fraternidad dichosa como parece. Existen muchos clichés sembrados en la sociedad a favor de la cultura gay: “son buenas personas, también aman”, si, pero si somos capaces de ver a los gays como personas, debemos afirmar que toda persona posee defectos: ego, mentira, codicia, vanidad, odio, etc. El mundo gay no es perfecto, ni idílico, porque está formado de seres humanos y todo ser humano es imperfecto.
            A raíz de esta amistad, he leído mucho sobre el tema, puedo afirmar que “nadie nace así a causa de un trastorno hormonal”, porque si tiene utero ò glande ¿no es demasiado obvio que las hormonas hicieron bien su trabajo?. La ciencia en el estudio del cuerpo, aun no ha podido demostrar con certeza el origen de la homosexualidad, mientras que, la psicología y la psiquiatría lo atribuye a trastornos emocionales. En mis lecturas, encontré muchos testimonios de personas que dejaron estas prácticas para abrazar el cristianismo. Ronald G. Lee comparte su testimonio en www.aciprensa.com afirmando que la vida gay en varones es solo promiscuidad, se deslinda de la vejez porque no desea enfrentarse a esa realidad: “mientras seas joven y puedas ligar todo está bien”, añadiendo: “un anciano gay entra a un bar gay, los jóvenes quedan callados y el aire se tensa, nadie se acercaba a él para platicar. El viejo toma una copa, se va y el ambiente vuelve a la normalidad”.   
            Tras las confesiones de mi amiga, he meditado y reflexionado el hecho de “como ser católico y ser amigo de una lesbiana”. Primero, reconozco que entre bautizados existen prejuicios hacia la homosexualidad, por ejemplo, a muchos les asusta menos el sexo prematrimonial en sus hijos que la homosexualidad en ellos, siendo que, ambas situaciones están reprobadas por la Iglesia. Por lo tanto, es necesario verlos como pecadores al igual que nosotros y apegarnos a lo que dice el catecismo: “deben ser acogidos con respeto” (CIC 2357-59), no es útil recurrir a las burlas ò a la presión para propiciar una conversión. Segundo, todo pecador tiene derecho a una predicación del evangelio pura y sin concesiones. Si otorgamos concesiones estamos negando el hecho de que Jesucristo renueva. Es injusto para cualquier enfermo que pide ayuda suministrarle una medicina que no cura. Entonces, al homosexual que tiene hambre de Dios, hay que plantearle las cosas como son: “Dios lo ama, pero, en el cristianismo todos estamos lidiando con la negación de nosotros mismos, no serás el primero, ni el último. Por la gracia salimos librados de nuestras tentaciones, hay victorias y caídas”.

            Después que mi amiga confesó sus anécdotas ofrecí una misa para su conversión, le he solicitado a la Virgen María su intercesión. Probablemente jamás vea algún cambio, pero entiendo que las oraciones son como las botellas arrojadas al mar que guardan mensajes y en el momento menos esperado tocan tierra firme. ¡Amén!.           

Raquel y la Virgen María

            Es común que las sectas cuestionen a la Iglesia en las creencias sobre la virgen María y la salvación. Mientras el sectarismo niega el ideal católico afirmando que: “estas prácticas no se encuentran dentro de las Sagradas Escrituras”, nosotros afirmamos que estas son parte de la enseñanza oral y que en la historia de la salvación no solo existe la enseñanza escrita, pero ¿quién tiene la razón?. El sectarismo intuye: “¿existe algún versículo bíblico para poder creerlo?”, mientras, la fe católica cree a la cátedra oral y escrita recibida desde los Apóstoles.
            Para exponer el tema desde una fuente imparcial: no católica, ni protestante, abogo a las creencias judías para el caso de “la intercesión de la virgen María”. Teniendo conciencia de que Israel recibió de modo oral y escrito la revelación divina a la cual llamamos Antiguo Testamento, que es la base teológica para el surgimiento del cristianismo.
            El rabino Yehuda Ribco señala que el judaísmo considera la suplica a Dios sin intermediarios, no obstante, considera el papel de los justos (tzadik) vivos ò muertos para que recen a favor de los judíos. Los “tzadik” son hebreos de renombre por su conducta intachable, y se cree, que si el maestro llevo una vida de dignidad y justicia, su muerte también las posee. Existe integridad en la suplica de un tzadik, más que en la de un judío ordinario. Como legado de los judíos, el rico clama por misericordia al patriarca Abraham (tzadik) en el evangelio de San Lucas 16:24, siendo ambos difuntos. 
            En el judaísmo y en la catolicidad, encontramos un paralelismo de maternidad y suplica entre Raquel y la virgen María. El Rabino Itzjak Ginsburgh expone el papel de Raquel en un artículo publicado en conmemoración del día de la madre judía (11 de Jeshvan de 5774 ò 15 de octubre de 2013), el día de la muerte de la madre Raquel. El antiguo testamento expresa: "Se oye una voz en Ramá, lamento, llanto amargo, Raquel que lamenta por sus hijos; no se consuela por sus hijos, porque ellos no están. Así dice Dios: "Detén tu voz del llanto, y tus ojos de caer lágrimas, hay una recompensa por sus actos, dice Dios, ello retornarán del país de sus enemigos. Hay esperanza para tu destino, dice Dios, y los hijos volverán a sus fronteras". (Jeremías 31:14-16).
            El rabino señala; “en realidad, Raquel es la madre de sólo dos de las doce tribus de Israel. Sin embargo, es considerada por el profeta como la madre de todo el pueblo judío. Cada vez que los judíos necesitamos algo viajamos a su tumba en Beit Lejem (Betlejem) para suplicar a Dios allí. Hay muchas historias de oraciones judías que han sido contestadas allí, todo ello en mérito de la madre Raquel. Mientras Raquel llora por todos sus hijos, hay un niño en particular por el que reza más. Él es el hijo que se considera ausente, o el más distanciado del redil del pueblo judío. Con su poderosa fe en el eventual retorno de sus hijos a Dios y a su patria judía, madre Raquel trae a sus hijos al retorno. Desde el más "secular ", al creyente más “devoto”, en última instancia, todos los judíos esperamos reunirnos como una nación en la Tierra Santa.
            En la corriente Judía Jasidica, se señala un famoso Midrash (historia del Talmud), que narra; “Cuando el Beit Hamikdash (el gran Templo de Jerusalén) fue destruido, Moisés, las matriarcas y patriarcas rogaron al Altísimo para que los Judíos volvieran a la tierra de Israel. Desgraciadamente, los judíos habían pecado y el Altísimo selló el juicio en su contra. A pesar de que Abraham, Isaac, Jacob y Moisés intentaron, hablando de las grandes cosas que habían hecho en su vida, las puertas de la misericordia se habían sellado. Pero Raquel habló. En el mérito de su amor a su hermana Lea, y en mérito de no avergonzarla con gran sacrificio personal, el Todopoderoso anuló su decreto. El Altísimo le dijo: “Deja de llorar, porque tus oraciones han sido escuchadas”. Y continúan siendo oídas”.
            Es interesante considerar este antecedente, pues en la Nueva Alianza podemos dignamente llamar a la virgen María como la madre suplicante de todos los cristianos. “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.


El hombre resucitado

            En el evangelio, Jesucristo tras su resurrección se presenta delante de sus apóstoles mostrándoles las heridas, expresándoles “paz a vosotros”. En los textos no se mencionan reclamos, ni evasivas de parte de los discípulos. Los apóstoles abandonaron al maestro en su calvario, sin embargo, Jesús se muestra junto con ellos como si nada hubiese ocurrido entregándoles la paz.
            El evangelio señala: “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. (San Juan 20:19-22).         
            El hombre resucitado es aquel que presenta sus heridas a quienes lo traicionaron y expresa: “paz a vosotros”. Espero que sepa recoger la imagen del texto y pueda duplicar en usted tal actitud con quienes le fallaron y le fallan.
            El hombre resucitado es un ser que perdona de verdad, que no esconde la herida como un “az bajo la manga” para después mostrarla como una artimaña para sus chantajes. El hombre resucitado mira hacia el futuro, no se esclaviza de las tormentas pasadas que sucedieron, aunque las heridas estén ahí. El resucitado mira hacia el futuro porque tiene esperanza en lo que está por vivir y no en lo que ya vivió, el pasado infame está muerto y ningún provecho puede obtenerse de él, solo decepción.
            Que fácil hubiese sido para Jesús usar el chantaje contra los apóstoles, contra Pedro, aquel que dijo que daría su vida por él y que término negándolo tres veces. El hombre resucitado no capitaliza su martirio para su egoísmo.
            El hombre resucitado comparte la paz que posee: “¡paz a vosotros!”. Si deseamos la transformación, debemos asesinar en nosotros las malas conductas, mirar  hacia el futuro sin desamino, confiar que el pasado paso y el futuro puede ser vivido de una mejor forma: ¡paz a vosotros!.
            La boca del resucitado emana paz, no resentimientos, ni amarguras. Si no somos capaces de ver, ni reconocer nuestros males es entonces que no tenemos deseos de cambiar, ni ceder, ni descansar de la tortura provocada por el egoísmo. Nadie puede gozar de la paz trayendo a la memoria las fallas, citando reproches. La paz se logra entrando en el sacrificio del perdón.
            El hombre resucitado no es un ser estático sino que va al encuentro. Donde pareciera que las amistades terminaron para el resucitado no terminan del todo, sino que la ofrece: ¡paz a vosotros!.
            Jesús se muestra sin temor ante aquellos que le juraron fidelidad, pero fallaron. La iniciativa surge de él, no de sus detractores. El ser resucitado es libre para transitar entre los conocidos y los desconocidos, no se limita, ni permite que el error y la falta de los demás se conviertan en barreras que dividan a los seres humanos.
            Ojala podamos por la gracia gozar de tales libertades, vivir esos días nuevos sin cargar en nuestra memoria el resentimiento de un pasado que ya paso, para que nuestra boca hable con alegría, si hemos sufrido: ¡mira mis heridas!, mas no deseamos seguir sufriendo, ni hacer sufrir a otros: ¡paz a vosotros!.            


                                        

Atraer al creyente

            Como arquitecto participo en el proyecto de construcción de mi parroquia. Me interesa que el inmueble luzca ordenado, con estética digna, sin despilfarrar los recursos de la comunidad. Dentro de los fieles que acuden a mi parroquia he escuchado comentarios como “arreglemos la Iglesia para que venga la gente”, como si la llegada de congregantes estuviese relacionada con la estética del inmueble. Es correcto que debemos esmerarnos para que la Iglesia luzca lo mejor posible. En mi opinión, la Iglesia Católica no necesita llenar sus bancas con gente que acude a misa porque el inmueble luce bien, ¿Qué clase de fieles son esos?.
            Hace poco acudí a la plática del expastor evangélico Salvador Melara convertido al catolicismo. En el preámbulo, unos jóvenes tocaban música, danzaban e invitaban a levantar las manos y cantar. Sentía que aquello emulaba un culto evangélico. Por un lado supongo que estas formas están hechas para “atraer a la gente”. No estoy en contra de tener reuniones “avivadas”, con cultos donde la gente baile y grite. Sin embargo, creo que la Iglesia Católica no necesita llenar sus bancas con gente que va a las reuniones porque les gusto la música ò los bailes, pues el día que no tengan nada de eso lo más probable es que esa gente dejara de asistir, y ¿Qué clase de fieles son esos?.
            Los pastores evangélicos como Melara convertidos al catolicismo no vinieron a nuestra Iglesia por la música, ni los bailes, sino por la realidad y riqueza teológica que custodia la Iglesia.
            Cabe señalar. Una realidad entre las denominaciones de los hermanos separados es que cuando los fieles se aburren de la rutina del “avivamiento”, esto es, la música, el baile ò la predicación emotiva, los fieles se van y buscan otro grupo que los motive. Entonces, para mí, no tiene mucho sentido que los católicos se esfuercen por emular los cultos evangélicos, pues, a final de cuentas cuando la gente ya no le satisface el culto, emigra. En la Iglesia católica existe un fenómeno similar: cuando un católico se enfada de una parroquia se va a otra ò va siempre tras un sacerdote porque ese lo motiva y jamás echa raíz en una parroquia. Es un proceso natural de todo creyente, pero debemos decidirnos por crecer, hacer comunidad en una parroquia, dar frutos como servidores, maestros y apropiarnos de las obligaciones en la comunidad.  
            Sobre la nueva evangelización, me gusta el pensamiento de Francisco I: “al culto de la misa no necesitamos cambiarle nada para que la gente venga”. Yo añado, quien desee ir a misa vendrá sin importarle el inmueble, las canciones, lo rutinario y quien desea irse encontrara cualquier pretexto.
            Para atraer a la gente, la clave es el evangelio, no la música, ni el inmueble. La gente vendrá si lo vivimos, lo anunciamos y sobre todo, si pedimos a Dios que los añada. Si nos centráramos en el Espíritu, dejaríamos de preocuparnos por el “numero” que es una vanidad. ¿Qué importa si somos pocos?, lo que importa es el discipulado. 
            Francisco I tiene una reflexión sobre “la devaluación del evangelio”. Afirma que: “si un grupo católico convoca a una marcha anti gay ò anti abortista, los bautizados somos capaces de llenar calles completas”, pero añade: “cuando la Iglesia invita a evangelizar, a salir a las calles para proclamar el evangelio, los bautizados ya no van”, es irónico y decepcionante. Jesús nos llama para anunciar el evangelio, la moral es una consecuencia de la gracia. El centro es el evangelio. Lo mismo hacemos nosotros cuando queremos atraer a la gente con cosas circundantes al evangelio: “inmuebles, cantos, novedades y entretenimiento”, pero no con el evangelio en sí.
            La Iglesia del siglo I, encabezada por Pedro y los once, vivió en una sociedad más degradada que la nuestra. Sus únicas armas: el evangelio y el Espíritu Santo. Ellos lo vivían, lo anunciaban y la gente de buen corazón se convertía gracias al Espíritu Santo. No lo olvidemos.  

800 mil hambrientos

            Muchos conocemos el relato del buen samaritano (San Lucas 10:25-37), donde se narra que, un hombre tras un asalto queda moribundo rumbo a Jerusalén, un sacerdote del antiguo testamento lo mira, pasa de largo sin preocuparse, siendo un samaritano quien lo atiende y vela por su recuperación.             La enseñanza de esta narrativa es sencilla: caridad ante todo. Actualmente, muchos se niegan a practicar la piedad por el hecho de que justifican sus conductas en el mal obrar de algunos siervos de Dios, es común que se diga: “si el sacerdote no da, pues yo tampoco doy”. Sin embargo, quien desea haber el bien simplemente lo hará, sin justificarse en el error de algún sacerdote. La persona piadosa se preocupara por el bien del necesitado, mientras que, el egoísta con tal de no compartir pondrá cualquier excusa.
            En una ocasión, un inmigrante que mendigaba monedas se acerco a una pareja que cenaba en una plaza. El joven pregunto al pordiosero: “¿ya cenaste?”, este contesto que “no”, el replico “pide algo, yo lo pago”. Estando en confianza, el inmigrante les compartió: “la mayoría de la gente cuando me ve llegar comenta entre sí: -no le des-. Les agradezco la cena”. Antes de que el inmigrante los dejara, el joven dijo al pordiosero: “te pido, cuando hagas oración, pide a Dios por mi”. La gente del lugar volteo sorprendida a mirar aquel joven, el sabia que la oración de un hambriento tiene mucho peso ante los ojos de Dios, por eso dijo: “pide a Dios por mi”, no porque deseara bienes materiales, aunque la gente que no dio de cenar al hambriento si pensó eso.
            Hermosillo es una ciudad que aun no rebasa los 800 mil habitantes, pero, ¿sabía usted que en Sonora, la cifra de personas en pobreza alimentaria es de 800 mil según la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL)?. Entonces, imagínese contemplando la ciudad desde el cerro de la campana, si quisiéramos acomodar en ella a todos los hambrientos de Sonora quizá no cabrían en esa extensión. La cifra es de terror.
            Recientemente, el caso de José Sánchez Carrasco nos consterno a todos. Murió a las afueras del Hospital General de Guaymas, Sonora, luego de esperar cinco días por atención médica. El hombre registraba un caso de deshidratación severa, hipotermia, estaba desnudo y dormía sólo con un zarape. Tras la desgracia, el secretario de salud estatal removió de su cargo al director de dicho hospital por el escándalo, pero, la verdad es que ni los asegurados se fían de los servicios médicos públicos, acuden a ellos porque no tienen más. Las negligencias médicas y administrativas no solo ocurren en las banquetas.     
            Los medios y las redes sociales han dado vueltas al caso por la indignación, por desgracia, a Sánchez lo han promovido más de muerto que de vivo, y los que se conmueven hoy, no se conmueven ante cada Sánchez que existe en cada plaza. Más bien decimos: “no le des…”, pidiendo que se largue.               

            A José lo matamos todos poco a poco, desde su patrón que le robo, los funcionarios que trasgreden el presupuesto de salud, los empleados que acaparan suministros médicos, hasta aquellos ciudadanos de cualquier denominación cristiana, religión, secta, incrédulos ò ateos que vieron a José desnudo, tirado en la banqueta y no se dignaron si quiera para regalarle alguna prenda ò alimento. Si Sánchez no nos conmovió cuando estaba vivo, ¿cómo nos conmoverá ahora que está muerto?, bien dijo Juan el Bautista: “generación de víboras, ¿Quién les enseño a huir de la ira venidera?”. No seamos tan duros con los 800 mil hambrientos. Sr. Sánchez Carrasco, descanse en paz.      

Si lo niegas, El te negara

            Es común que por redes sociales ò correos electrónicos se compartan imágenes de Jesús con algún pensamiento ò frase, incluso, algunos deseando que estas imágenes sean compartidas recurren al ligero chantaje: “si eres creyente comparte esta imagen, recuerda que ”. Esta frase del evangelio cuando es citada imprudentemente suena más como una amenaza y no como una invitación a la fidelidad, desgraciadamente, el asunto quedara solo en una confesión del credo: “sí creo” ò “no creo” sin trascender, ósea: “compartí tal ò cual imagen religiosa no por deseo sino para no sentirme amenazado por algo”. Ese no es el Dios en el cual nosotros creemos.
            Dios no actúa moviendo a los creyentes por medio de las amenazas, sino por medio de la paternidad en el amor. Quien niega el amor se excluye de él, quien niega la piedad se excluye de la misma, quien niega el obrar de la justicia se condena y condena al mundo a vivir en la injusticia, quien niega la resurrección se priva de ir tras los regalos y los beneficios que están más allá de esta vida. El asunto no es solo de una confesión de fe, recordemos que la fe sin obras está muerta, no sirve para nada.
            Cito los versos completos: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (San Mateo 10:32,33).
            Citar el texto a la ligera puede ser superficial, porque este fue dicho y escrito en los tiempos de la persecución contra los cristianos. Sigue siendo una invitación para permanecer firmes en la fe, no fue dicha para hacer proselitismo.
            Si abundamos más en los textos Sagrados, leyendo la totalidad de los evangelios y no solo fracciones, podemos meditar en el hecho de que el apóstol San Pedro negó tres veces a Jesucristo y que no por eso Jesús “lo negó” tras la resurrección, mucho menos en el cielo. Si bien es cierto que el apóstol negó a Jesucristo, también es correcto que fue de los primeros en irlo a buscar y creer en lo dicho por las mujeres tras la resurrección. San Pedro no puso objeciones a la predicación de las mujeres que vieron al Señor resucitado, a diferencia de Tomas: “hasta no ver, no creer”. Entonces, citar el texto de una forma vana: “si lo niegas, El te negara” puede infundir temor, cuando no es ese el objetivo. La sustancia del verso se refiere a la fidelidad de Jesús ante el creyente: El no te olvidara si permaneces fiel, tu fe tan pequeña, aunque parezca insignificante llega hasta los oídos del mismo Jesús.
            Tratando de llevar más allá la interpretación literal del texto, si miramos alrededor de nosotros, podemos encontrar los portadores del rostro de Jesús: los pordioseros, los niños de la calle, las victimas, los enfermos, los marginados, etc. Cuando los negamos ò más bien cerramos nuestros ojos, pareciera que caemos en esa incredulidad de Tomas. Es irónico que como católicos nos pasemos defendiendo correctamente la Eucaristía: “Cristo está vivo en ella”, nos arrodillemos, rindamos culto, pero que, cuando un pordiosero nos pida algo para comer no alcancemos a distinguir el rostro del Señor y nos comportemos tan duros como Tomas: “Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, … no lo podré creer”. Lo correctos es hacer ambas cosas: reconocer la presencia de Jesús en la Eucaristía y reconocer que dar ayuda al necesitado es en realidad ayudar al mismo Cristo, por lo tanto, negárselo es negarle el bien al mismo Cristo.



Helloween

            Antes me oponía a la práctica del helloween afirmando que su pasado proviene de un rito no cristiano, tampoco soy un promotor, sin embargo, me he dado cuenta que si yo me opusiera a todas las cosas que provienen de ritos paganos tendría que incluir al mismo “tamal”, usado por sacerdotes prehispánicos donde la carne al interior de la masa eran viseras de hombres y mujeres sacrificados a las deidades. Hoy cuando comemos tamales jamás pensamos en su origen, mucho menos en dar culto a las deidades, ni en restaurar los sacrificios humanos. Tras la evangelización, el tamal quedo “purificado”, por así decirlo.   
            Sobre mi infancia y el helloween, recuerdo la primera vez que escuche de ello porque un amigo me invito: “esta tarde iremos a pedir helloween”, “¿Qué es eso?” pregunte y contesto: “nos disfrazamos y pedimos dulces de casa en casa…”. Al día siguiente me mostro todos los dulces que había juntado y quede impresionado, a partir de ahí, empecé a pedir dulces junto con ellos. Cuando llegue a la adolescencia deje de hacerlo por considerarlo una práctica para niños.
            Probablemente los cristianos en nuestra oposición nos convertimos en informantes de lo que el helloween fue: “una fiesta de brujos y adoración ocultista”, etc. Sin embargo, creo que los niños solo asocian el helloween con dulces y disfraces, porque es lo que les interesa, así como usted asocia el tamal a una comida mexicana y no a un alimento consagrado a los ídolos que implicaba canibalismo.
            Así como la evangelización purifico el tamal, nosotros estamos invitados a purificar todas las cosas. Ningún pecado veo en el hecho de que un niño pida dulces de casa en casa usando disfraz, incluso, ¿podríamos instruirlos de alguna manera?, buscar esa cultura del encuentro de la cual habla Francisco I para poder entablar un dialogo en el lenguaje de los niños. Por ejemplo, junto a los niños, podemos hacer oración por los dulces recaudados para que Dios los purifique y bendiga los hogares, ò usar la época para recordarles a los niños que por la resurrección el bien ha vencido al mal y asociarlo a la tradición de la piñata, introducir todos los dulces recaudados a una piñata tradicional de siete conos donde según la tradición de la piñata cada cono representa uno de los siete pecados capitales y darle de palos. También, ¿por qué no aplicar la ley del diezmo?, supongamos que, de todos los dulces que los niños junten, se aparte el 10% para que los niños los compartan con los niños enfermos que no pueden caminar.
            Estas ideas pueden ser aprovechadas desde la familia, sin ser un catecismo de parroquia. Cada parroquia tendrá su actividad acorde a la liturgia de la Iglesia. No hay que llevar el helloween a la Iglesia, sino más bien usar el helloween para propiciar actitudes cristianas en los niños. Dios no es un ser lleno de prohibiciones. Dios no está peleado con el acto de “pedir dulces y usar disfraz”, ni con el acto de “comer masa con carne de res”. Dios solo se opone al pecado, que es la maldad, la idolatría, al egoísmo, los vicios, la superstición, la brujería, etc.

            Hasta este punto, como adultos tenemos que ver la viga de nuestro ojo. Lo más fácil es prohibir y oponerse, sin hacer nada por encontrar ese punto que nos conecte con los intereses y deseos del otro. Lo más importante no es la prohibición del helloween, sino la obligación que tenemos como padres católicos para instruir a nuestros hijos en el camino de fe. Dios debe ser seguido por amor, el que ama por amor crece y se abstiene de aquello que no le conviene.   

martes, 8 de octubre de 2013

Los que están cerca y los que están lejos

En ocasiones las personas que acudimos con frecuenta a la Iglesia creemos estar más cerca de Dios que los demás. Sentimos que tenemos el derecho de hacer tal afirmación, porque estamos acostumbrados a vivir acudiendo a misa más de dos veces por semana, por las obligaciones parroquiales, algún apostolado ò porque hacemos oración todos los días. Quizá estemos en lo cierto ò quizá estemos equivocados. Creo que solo Dios puede saber quien está cerca ò lejos de Él. Cuando decimos “fulano ò mengano está lejos de Dios”, nos ponemos en la obligación de al menos hacer oración por él. 
De entrada la fe no debe ser vivida como si fuese una competencia: “yo estoy más cerca, tu estas más lejos”, en eso manifestamos una actitud que no es acorde a la santidad.  
En las Escrituras existen varios ejemplos de “personas que se creían estar cerca de Dios y resultaron estar lejos”. Sucede en el relato de los sabios de oriente llamados popularmente “reyes magos”, que pertenecían a los pueblos paganos, comunidades politeístas a las cuales los judíos llamaban “cerdos”, sin embargo, ellos sin ser del pueblo escogido entendieron la llegada del Mesías antes que los escogidos. En el relato del buen samaritano, Jesús compara la actitud de un hombre proveniente de samaria contra la frialdad de hombres judíos de culto (levita y sacerdote). Los samaritanos eran hebreos mestizos, vistos como “impuros” por haber mezclado su sangre judía con la de otros pueblos. Otro caso, el de Rahab, la prostituta que dio acilo a unos hombres de Dios en el antiguo testamento y que por este acto ocupa un lugar en la historia de la salvación. Aunque Rahab no era hebrea, cualquier devoto de la ley de Moisés hubiese pedido su lapidación, hoy no apedreamos a nadie, pero ¿Qué uso damos a nuestra boca?. 
Debemos entender que una persona que vive en pecado ò fuera de la Iglesia, tiene una condición distinta aquel que acude frecuentemente a la Iglesia y comulga, el primero tiene una noción vaga las cosas espirituales hasta incrédula, el segundo es movido por tal conciencia, sin embargo, muchos que se creen estar cerca, comulgan sin confesarse ò caen en la tentación de la vanidad dentro de la Iglesia. Algunos casos: existen aquellos que están fuera de la Iglesia y que por su condición el pecado los entristece. Existen los que estando dentro de la Iglesia la gracia de Dios no les alegra porque viven una fe vana. Existen aquellos que sin bautismo actúan como si fuesen bautizados. Existen los que se creen estar cerca y alejan mas a los que están más lejos. Existen los que llevan años estando cerca y no sirven en nada y existen los que llevan años lejos, se acercan y sirven. Lo que intento mostrar es que son demasiadas variables y resulta sin sentido afirmar algo sobre alguien en lo particular. Recordemos que “a quien más se le dio, también mas se le exigirá”. Quizá los están lejos han recibido menos que nosotros que nos decimos estar cerca. Cada ser humano está viviendo un proceso distinto y estima a Dios de distintas formas, aunque Dios sea el mismo para todos. No podemos pedir la misma estatura para todos los arboles.  
Son demasiados los factores por los cuales una persona puede vivir ò recurrir al pecado: decepción, depresión, resentimiento, pérdida del dominio, de la esperanza ò la fe. A todos nos puede suceder. Lo único que nos queda es amar, tratar de vivir como discípulos, ejercer la piedad mirándonos nosotros mismos como pecadores, que los demás no encuentren en nosotros esa presunción por ser devotos, sino mas bien esas virtudes inculcadas por Cristo perfeccionadas por la gracia.  


lunes, 30 de septiembre de 2013

El día del perdón

            El caso del sacerdote Aarón Cohen Tapiero de Venezuela es singular, es parte de la comunidad de “hebreos católicos” que está en comunión con la Iglesia Católica. Este sacerdote de origen hebreo afirma ser descendiente de sacerdotes hebreos, esto significa que es de las pocas personas que puede ejercer los dos sacerdocios: el de la antigua alianza que era por linaje ò el que ejerce actualmente por amor a Cristo sin parentescos ò genealogías.
            Aarón es un joven sacerdote católico, constantemente comparte por la red social fotos de fiestas y cenas hebreas que celebran en su parroquia. Aunque es una cultura distinta a la nuestra, la eucaristía y el Papa siguen siendo los mismos.     
            Recientemente Tapiero publico una foto del sagrario de su Iglesia, esta tenía la forma del arca de la alianza descrita en el libro del éxodo, pero en vez de tener en el interior las tablas de los diez mandamientos de Moisés tenia la Eucaristía. No pude evitar hacer un comentario: “creo que usted en ese sagrario ha resumido muy bien cuatro mil años de historia de la salvación”.

            Este 3 septiembre los judíos iniciaron su año litúrgico con la fiesta del Rosh Hashanna ò “día del juicio”, su segunda fiesta es Yum Kippur ò “el día del perdón” celebrada el 14 de septiembre. Aunque yo no soy judío sino católico, mi fascinación por la cultura judía nace por el deseo de conocer las tradiciones del antiguo testamento, es más que nada cultura general. Entre más conozco de los judíos más me reafirmo como católico.  
            Previo a la fiesta hebrea le escribí a Tapiero: “este 14 de septiembre los judíos celebrarán Yum Kippur, ese día quiero como católico unir mis oraciones personales a las de ellos. Ojalá podamos unirnos a ellos en oración, sin duda San Pablo unía sus oraciones a las de sus hermanos de raza”. Tapiero contesto de un modo sabio: “¡Shalom!, claro que si, ese día tendré confesiones en mi parroquia”.
            La fiesta de Yum Kippur conlleva ayuno, abstinencia y confesión de pecados, a diferencia de nosotros ellos tienen que esperar todo un año para confesar sus pecados en esta celebración, dado que son muy severos con su liturgia, los rabinos hacen una lista de todos los pecados que un judío puede llegar a  cometer para que no omita ninguno al confesarlo en Yum Kippur, según esta creencia del antiguo testamento “no hay redención de pecados sin la confesión”. Este rezo que los judíos hacen se llama Vidui, elevan su mano derecha dándose tres golpes en el pecho, muy parecido a lo que nosotros hacemos previo a cada misa: “yo confieso…”, “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”. En el Vidui judío se confiesan las faltas, pero no significa un perdón definitivo sino que es un punto en el tiempo en el cual el judío se retracta de sus malas acciones confesándolas, dejándose en manos de Dios. Interesante es la respuesta de Dios por medio de Jesucristo: “a quienes les perdonen sus pecados les serán perdonados” (San Juan 20:23). La redención llego con el Mesías.   
            En lo personal, como acto simbólico deseaba ir a confesarme en mi parroquia el día 14 de septiembre para comulgar ese día, sabiendo que ese mismo día todos los judíos del mundo están reunidos en sus sinagogas confesando sus pecados en el rezo del Vidui. El día llego y no me confesé por cobardía, quiero hacerlo.
            El año litúrgico judío y católico continúan, la Iglesia sigue invitándonos a los sacramentos, para los católicos cada misa es la fiesta de la redención plena. Es natural que sintamos vergüenza por haber pecado, pero acudamos centrados en el amor del Padre.  

La transfiguración y la fiesta de los tabernáculos

            De este 19 al 26 de septiembre los judíos celebraron “Sucot”, mencionada en los evangelios como “la fiesta de los tabernáculos”. Como católicos no estamos obligados a celebrar ninguna fiesta judía, sin embargo, por cultura es bueno conocer.      
            En esta fiesta, los judíos construyen cabañas con ramas para vivir ahí por siete días. El antiguo testamento establecía: “Durante siete días ustedes vivirán en chozas; todos los hijos de Israel vivirán en chozas, para que los descendientes de ustedes sepan que yo hice vivir en chozas a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto: ¡Yo soy Yavé, su Dios!” (Levítico 23:24). La palabra “tabernáculo” significa “templo móvil”. El principal motivo es habitar en una casa temporal, así los judíos se miran como peregrinos, adoran a Dios fuera de la casa habitual para reconocer que todas las posesiones permanentes son transitorias. 


            En el pasaje de la transfiguración de Jesús, el apóstol hace referencia a la tradición del Sucot guardada por judíos: “Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, levantaré aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.-” (San Lucas 17:4). La trasfiguración es mencionada en tres evangelios (San Lucas 9:28-36, S. Marcos 9:2-8, S. Mateo 17:1-13). En ella, Jesús muestra su gloria en su cuerpo mortal, estando en un monte a las afueras de Jerusalén en compañía de tres apóstoles: Pedro, Jacobo y Juan. Su figura se transforma estando a su lado Moisés y Elías que representan la ley y los profetas. Una nube los cubre mientras del cielo resuena: “este es mi Hijo amado, a El oid”. Recordemos que, Jesús es el nuevo templo. En su plática con los fariseos manifestó: “destruyan este templo y yo lo edificare en tres días” (S. Juan 2:19-22), los fariseos pensaban en el templo de Jerusalén, pero él se refería a su cuerpo como templo.
Asociar la transfiguración con la fiesta de los tabernáculos conlleva elementos en común, leamos los símbolos. La fiesta judía recuerda el peregrinar del desierto, el culto que ofreció Moisés en una carpa, mientras que, en la transfiguración encontramos los símbolos afines al éxodo: el desierto, la gloria de Dios que desciende, la nube, la ley y sobre todo el templo móvil, el tabernáculo.

            El hecho de que Jesús se transfigure en el tiempo de la fiesta de los tabernáculos no es un hecho aislado, sino que, Jesús mostro su gloria en su cuerpo transitorio en los tiempos de “Sucot”. Se concluye que, el cuerpo de Jesús tras su muerte paso de ser un templo móvil ò tabernáculo a ser un templo permanente por su resurrección. Esto debe darnos confianza en que Dios no obro al azar, pues dio plenitud a una celebración judía del antiguo testamento.   
Si miramos la totalidad de Cristo: “Yo soy el camino, la Verdad y la Vida” (S. Juan 14:6), debemos reconocer que aquel cuerpo que contiene tales atributos manifiesto su gloria en medio de sus escogidos: Moisés y Elías, pilares del antiguo testamento, Pedro y los Apóstoles, pilares de la Iglesia. El pueblo de la alianza permanece peregrino. Desde la antigüedad hubo escogidos para discipular a otros y otorgar sucesión para no errar en el camino hacia la gloria.
Nosotros somos templos móviles cada vez que comemos de la Eucaristía y recibimos los sacramentos. También permanecemos peregrinos en el desierto de la vida, buscando llegar a la tierra prometida. Tenemos el decálogo, los profetas pero sobre todo la sucesión apostólica para recibir dirección y establecer un rumbo.

Aunque nuestro cuerpo sea un templo débil y mortal, confiamos que un día dejaremos de ser transitorios para convertirnos en algo eterno. Somos peregrinos pero no estamos a la deriva. Dios guardo a Israel hasta el Mesías, Dios guardará a la Iglesia hasta cumplir en ella sus promesas. Sigamos adelante como templos vivos que somos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Una fe superficial

            Creo que si la Virgen María es nuestra madre los judíos son nuestros abuelos. Jesús, la Virgen y los Apóstoles fueron educados en la cultura judía y esas creencias son la antesala del cristianismo. 
            El pasado 3 de septiembre los judíos iniciaron su año nuevo (5774) con la fiesta del Rosh Hashanna, que es la celebración del “día del juicio”. Para ellos esto es motivo de fiesta y no de temor. En el inicio de cada año convocan a todos los judíos para que reflexionen sobre sus obras y entren en un periodo de penitencia que durara 10 días hasta Yom Kipur (14 de septiembre). Es interesante que el judío inicie su año litúrgico con un juicio, argumentan que en el principio Dios dio la vida y la juzgo pues dijo “que era buena”, también creo al ser humano que ese día se corrompió pero ahí es donde inicia el intento de Dios por rescatar al hombre. Para el judío la vida humana inicia con un juicio, esto se asemeja al pensamiento cristiano pues la vida después de la muerte inicia también con un juicio.
            El presidente Barack Obama por medio de la Casa Blanca dio un mensaje a la comunidad judía de Estados Unidos por motivo del año nuevo hebreo. El discurso de Obama inicia con la felicitación judía de ¡Shana Tova!, afirmando que “el inicio de cada año es una oportunidad para hacer las cosas mejor y reafirmar los mandamientos”, citando parte del discurso de un rabino de renombre: “cuando Dios dio la vida a Adán, dio vida a toda nuestra raza, al judío y al extranjero, extranjero no es un término geográfico sino un concepto que tiene implicaciones morales”. Irónicamente, en esos días Obama ponía a discusión en el senado de E.U. la aprobación para intervenir militarmente a Siria.
            Esa misma semana, el papa Francisco I desde el Vaticano convoco a una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, gesto que fue bien recibido por la comunidad Islámica de Siria, pues el líder musulmán Ahmad Badreddin Hassou deseo sumar su presencia en la plaza de San Pedro.
            Muchos dirán que los rezos “no sirven de nada”, pero vale la pena citar el pensamiento del Rabino Brener: “si leo un libro y no aprendo nada, perdí mi tiempo, si leo y aprendo me convierto en algo mejor, los hombres que rezan y no aprenden nada rezan de forma superficial, quienes rezan y aprenden se transforman”. Dios está en la oración, poner por obra sus mandamientos es una decisión humana.  
            Es una pérdida para la religión cuando vivimos una fe superficial porque la caridad de Dios no la hacemos presentes, echamos en saco roto los mandamientos. Los Presidentes de E.U. toman protesta jurando sobre la Biblia y en ella las tres religiones: “judaísmo, cristianismo e islam” podemos encontrar más coincidencias que diferencias. Los tres credos afirmamos: “hay un juez y existe un juicio”. No mataras es un mandamiento. Es tiempo que aquellos que nos llamamos “amantes de Dios” pongamos por estandarte la hermandad ante todo.  

            El discurso de Francisco I, el sábado 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro me pareció eficaz. El Santo Padre afirmo: “en cada conflicto militar renovamos a Caín con tecnologías más sofisticadas y un lenguaje sutil, pero el fin de Caín sigue siendo el mismo”. Al citar el caso de Caín tácitamente se convoca a un punto en común entre los tres credos: reprobar el asesinato del hermano. Todos somos descendientes de Adán. Creo que el papa Francisco I con sus acciones está abriendo puentes y sensibilizando al resto de los credos. Podemos tener la paz como unidad por encima de las diferencias entre países, razas, credos, ideologías políticas, amigos y familiares, pero si nuestra fe es superficial la paz será sin fruto.