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domingo, 29 de mayo de 2016

Jesús en el desierto

En el evangelio de San Mateo encontramos las tentaciones de Jesús en el desierto, el pasaje expresa: “El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan”. Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Después el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso en la parte más alta de la muralla del Templo. Y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues la Escritura dice: Dios dará órdenes a sus ángeles y te llevarán en sus manos para que tus pies no tropiecen en piedra alguna”. Jesús replicó: “Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios”. A continuación lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y maravillas. Y le dijo: “Te daré todo esto si te arrodillas y me adoras”. Jesús le dijo: “Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”. Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle” (Cap. 4, v. 1-11).
En la primera tentación, el demonio propone a Jesús convertir las piedras en pan, sabemos que Cristo es el pan que da vida a este mundo. En la segunda tentación, el enemigo propone un sacrificio para que se manifieste el poderío de Dios y se cumpla la Escritura: “tírate de aquí abajo, pues la Escritura dice…”, curiosamente, la vida de Jesús requerirá un sacrificio; la crucifixión. En la última tentación le ofreció los reinos de este mundo si lo adoraba, si nos fijamos, Jesús por la obediencia a Dios Padre resucita, y por ello, Jesús se convierte en Rey de Reyes, Señor de Señores. En esta secuencia de tentaciones podemos aprender que el proyecto del demonio es imitar la obra de Dios para oponerse al proyecto de Dios. El demonio lo imita en el desierto proponiendo: pan, sacrificio y señorío.
En el desierto, la discusión entre Jesús y el demonio se dio en términos de la Escritura. Satán es un erudito de la biblia, pues solo conociendo la Escritura podrá corromper a los hombres de fe. En este nivel, la tentación no se muestra explicita como un mal, sino que esta aderezada por el enemigo con textos bíblicos. Solo pensemos, cuando el enemigo ve los deseos que tienen los hombres por las cosas de la fe, los aparta de la Eucaristía usando textos bíblicos, de esta forma, esa vocación hacia Dios se ve corrompida cuando aquellos terminan en una secta, lejos y alejando a otros del pan Eucarístico y la Iglesia con la promesa en San Pedro.
Otro punto importante es, el relato inicia “El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuese tentado por el diablo…”, esto no significa que Dios atente contra Cristo, sino que, Dios aprovecha la condición rebelde de luzbel para fortalecer la humanidad de Jesús, meditémoslo, satán es un tentador sin importar el lugar donde se encuentre. Pero Dios actúa de un modo desconocido para que ejercitemos nuestra fidelidad, pues ¿de qué forma podremos mostrar nuestra obediencia al creador si no somos tentados?, y si caemos, ¿podremos acusar a Dios cuando El mismo ofreció a Cristo como cordero para perdonar el pecado del mundo?. Por lo tanto, aunque somos tentados no estamos desamparados, en el proyecto divino hasta la tentación tiene un propósito, Dios sabe sacar cosas buenas del mismo mal.

El punto más importante es la respuesta de Jesús, se limitó a saber esperar, decir no a todo ofrecimiento y dejar que el demonio pasara como se pasan las horas ó los días. Saber esperar y decir no es pilar fundamental para vencer toda tentación, seamos pacientes.