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domingo, 5 de junio de 2016

Los laicos en la Iglesia y la familia

En la Iglesia se le conoce como “laico” a la persona que no tiene una ordenación religiosa o sacerdotal. Durante muchos años ó siglos los laicos no poseían una responsabilidad dentro de la Iglesia, actualmente, ante la crisis de valores y de fe que vive el mundo, la Iglesia busca que los laicos tengan más participación y responsabilidad en la pastoral que emprende la Iglesia.
La vida de un laico es muy distinta a la de un religioso, el laico tiene obligaciones con su esposa e hijos, si es soltero tendrá en mente formar una familia y deberá abocarse a un trabajo para formar un patrimonio. En cambio, las personas que decidieron recibir una ordenación religiosa y entregarse de lleno a Jesús y la Iglesia no se mortifican por estas cosas, ni dedican tiempo a ellas.  
Desde el siglo I, San Pablo plantea un esbozó de las vicisitudes en la vida de un laico; “Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor. Si un hombre, encontrándose en plena vitalidad, cree que no podrá comportarse correctamente con la mujer que ama, y que debe casarse, que haga lo que le parezca: si se casan, no comete ningún pecado. En cambio, el que decide no casarse con ella, porque se siente interiormente seguro y puede contenerse con pleno dominio de su voluntad, también obra correctamente. Por lo tanto, el que se casa con la mujer que ama, hace bien; pero el que no se casa, obra mejor todavía” (1era de Corintios 7: 32-38).
Entonces, ¿Sera posible que un laico se entregue de lleno a una labor pastoral?, no le será fácil, dependerá en mucho en qué etapa se encuentre, la vida del laico es dinámica y distinta a lo largo del tiempo; buscar una pareja, casarse, el nacimiento de los hijos, verlos crecer, los nietos, etc., el laico debe aprender a definir en qué momento se encuentra, ofrecerse y domar su ego a sus limitaciones.
Si el laico es un hombre de fe y siente frustración por no poder emprender un proyecto pastoral tras las obligaciones laborales y familiares, debe comprender y no olvidar que la familia es un proyecto divino anterior a la creación de la Iglesia. Recordemos que lo largo de la historia de la salvación se hace énfasis en “la descendencia”, desde el Génesis “creced y multiplicaos…”, el caso de Noé y su familia, la relación entre Abraham y Sara “la estéril” en su anhelo de tener un hijo, ó las leyes de Moisés que retribuían la obediencia de los padres en los hijos, hasta la anunciación del Ángel a la Virgen María y el papel que ocupo de San José. La familia es raíz y pilar de la fe, se ocupan laicos para formar familias.  

El papel del laico es importante como pastor de su familia, siendo tutor en palabra y obra para mostrar la fe y los valores cristianos a fin de llevar a sus hijos a la gracia de Dios, hijos que también serán hechos hijos de Dios. Por la familia la fe prevalece y se perpetúa en las nuevas generaciones. Es importante que los laicos construyan desde casa el reino de Dios, pues de otro modo, ¿Cómo podrán manifestarlo al mundo?.