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domingo, 26 de febrero de 2017

Convierte la piedra en pan ó golpéala

No cabe duda que Satanás es el maestro de la mentira, me atrevo a decir que uno de sus intentos para acabar con la Iglesia será la caridad; “di que estas piedras se conviertan en pan…”, así tentó el maligno a Jesús en el desierto pero el mesías se negó. En aquella tentación, convertir la piedra en pan parecía algo bueno, sin importancia, pero nada bueno puede salir de una solicitud hecha por Satán. El tentador usa cosas pequeñas para destruir poco a poco lo importante.
Muchos bautizados hacen la siguiente pregunta insidiosa; “¿de qué sirve orar e ir al templo si no haces el bien?”, esa parece ser una tentación, pero Jesús acudía al templo y hacia oración, el no condiciono el templo a las buenas obras. Estas insidias solo menosprecian el valor del templo y la oración, como si tales cosas no fuesen importantes por sí mismas. El secularismo influye en la ridiculización de lo sacro con un ligero menosprecio a lo litúrgico, como si estos actos no valiesen nada. Algunos bautizados influenciados por el mundo, con sus actitudes despojan al culto de su solemnidad, como si este despojo nos hiciera tener un Dios más cercano –cuando ya lo tenemos. Creo que quitarle solemnidad al lugar de culto nos alejara del Espíritu, terminaremos convirtiendo el templo en algo secular.
Cuando algo es sagrado merece tal distinción, recordemos la zarza ardiendo y como Dios exigió a Moisés quitar las sandalias de sus pies porque aquel suelo era santo (Éxodo 3:5), ó como Jesús ya resucitado dijo a María Magdalena “no me toques porque aun no he subido al Padre…” (S. Juan 20:17). Aquello que parecía común a los ojos de Moisés ó María Magdalena debía recibir un trato sagrado. Para hacer oración y recibir el sacramento esta el templo, su suelo es sagrado, no es como cualquier otro lugar.
Si heredamos de la Iglesia una liturgia, no veo porque nuestros hijos no deban heredarla como tal, ¿Por qué debemos intentar cambiar algo que ha sido establecido de un modo en la casa de Dios?. Recordemos el error de Moisés, cuando golpeo dos veces la piedra cuando Dios pidió que le hablara a la roca (Números 20), por ese detalle el gran profeta no entro a la tierra prometida. En el proyecto divino, existen cosas pequeñas que parecen intrascendentes pero Dios no da lo pequeño en vano, por algo estas cosas están ahí, si las quitáramos solo nos estaríamos privando de algún beneficio que hoy no conocemos. Si amas a Jesús y crees que hay algo de la Escritura, la Liturgia y los Sacramentos que no vale la pena, es preferible no modificarlo, “no convertir la piedra en pan, ni golpear la roca dos veces”, es preferible la paciencia del discípulo hasta que podamos entender porqué las cosas son así. Es necesario estudiar la fe y orar.    

Como pecadores estamos llamados a la conversión y la gracia, no estamos llamados a quitar ó poner creyendo que Dios lo valida aunque la Iglesia no lo confirme. El proyecto de Dios -la Iglesia- fue establecido así, quizá existen cosas que nos gustan y cosas que no nos parezcan, pero también pensemos, en la construcción de una casa todas las piezas son importantes, es verdad que los cimientos, los muros y la estructura dan soporte, pero ¿Quién no ha sufrido cuando pierde una llave ó una bombilla?, ¡cómo es que una cosa tan pequeña puede ser tan importante!. Si estimamos así las cosas de casa, ¿Por qué creer que en el proyecto divino y casa de Dios hay cosas intrascendentes?.