Mirando el proceso electoral que
actualmente se vive en el país, saltan las propuestas políticas llenas de
demagogia, apuestas inverosímiles e inviables que solo persiguen el voto a toda
costa. Los candidatos se vuelven “productos milagrosos”, sirven para acabar con
la corrupción, la impunidad, la delincuencia, la pobreza, la gripa, el dolor de
espalda y el mal de amor.
Pero, algunos políticos sin medir su
ambición toman para si los valores del evangelio con tal de identificarse con
la base votante cristiana, es aquí donde algunos creyentes incautos ceden bajo
el fanatismo. Por esto, me daré a la tarea de derribar algunos mitos para no
ser católicos incautos.
¿Cuál fue el apóstol que cuestionó
las comodidades de Jesús argumentando que era mejor vender eso para ayudar a
los pobres?, fue Judas Iscariote, el traidor. El evangelio señala que Judas no
estaba interesado en ayudar a los pobres, él administraba el dinero de los
discípulos, quería que Jesús vendiese un perfume costoso para robar parte del
dinero. Iscariote uso a los pobres de pretexto para robar (S. Juan 12:1-8).
¿Acaso no hay políticos y líderes que usan a los pobres como pretexto para
llegar al poder?, ¡claro!. Me gusta que el evangelio toque este tema, los
marginados son parte fundamental del evangelio pero atentos, no todo aquel que
“habla” a favor del pobre lo hace con buena intención.
Una enseñanza bíblica es “el que no
trabaje que tampoco coma” (2da Tesalonicenses 3:10), no podemos negarlo, esta
se escribió en un contexto donde algunos creyentes pudiendo trabajar no lo
hacían porque veían con agrado la caridad que recibían de la Iglesia. Hay que
saber distinguir entre “un necesitado y un perezoso”, porque los Gobiernos
también entregan muchas dádivas a los que pueden valerse por sí mismos y dan
facilidades, y esto, en vez de ayudarlos agrava su pereza y desapego por la
obligación. No se trata solamente dar por dar para comprar el agrado del
pueblo.
¿Podemos decir que Jesús estuvo a
favor de los oprimidos en todo?. Me parece que Jesús estuvo a favor de lo que
es justo y mucho más allá. ¿Qué habrá sentido el pueblo cuando él enseño; “Si
te obligan a llevar carga una milla, llévala dos”?, esta actitud no suena a la
de un revolucionario, parece que estar a favor del opresor. Estas son
enseñanzas escritas en el evangelio de San Mateo (cap. 5, v. 38-48), y son
opuestas a la ley del talión “ojo por ojo, diente por diente”. Lo que el
evangelio persigue es la reconciliación entre las partes, no una sumisión
injusta y sin sentido, advierte la valentía de no resistir al opresor sino de
tomar la opresión como protesta; “llévala dos”, solicitando orar por quien nos
oprime (v. 44). Un discurso político fincado en la lucha de clases sociales no
va de acuerdo con nuestra fé.
En las enseñanzas de San Pablo, en
la carta a Filemón, se expresa como un esclavo, Onésimo, es recuperado por su
dueño pero ya no como su propiedad sino como un hermano. Desde esta óptica debiésemos
mirar a nuestras autoridades, políticos y poderosos, como hermanos débiles,
seducidos por la ambición y el poder, que ejercen su autoridad y posición de un
modo injusto. ¿Cómo podemos hacer para que recuperen su alma y que este pueblo
camine en senda de justicia?. Si nuestra fé aporta en la construcción de un
mejor país, pongamos ese don a trabajar.