Dios siendo dueño y Señor de todas
las cosas, pudiendo entregarnos lo mejor nos entrego la cruz, ¿Por qué
debiésemos tener aversión a tomar la cruz sabiendo que Dios es bueno y sabe dar
cosas buenas a sus hijos?. Los evangelistas señalan la siguiente afirmación de
Jesús; “El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo
mío” (S. Lucas 14:27). La cruz, partiendo de la crucifixión de Cristo, es el
símbolo que representa la negación de uno mismo a favor de hacer valer en
nosotros la Palabra de Dios, pero ¿Cómo podremos cargar la cruz si desconocemos
la Palabra de Dios?. Es
necesario esmerarse para conocer lo enseñado por Cristo y los apóstoles.
Algunos han querido sustituir la cruz
por las obras, ¿esto será eficaz?, no lo sé, San Pablo enseño; “Aunque
repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a
las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada” (1era de Corintios 13:3).
¿A qué amor se refirió San Pablo?, ¿una persona que entrega beneficios a los
pobres, es posible que carezca de amor?, si, es posible. El autor explica esta
clase amor versos después, enumerando una serie de pecados y actitudes
contrarias al Espíritu, estas nos hacen perder la gracia recibida y son esas
las que debemos crucificar para que el mal no permanezca en nosotros, San Pablo
señala; “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace
alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se
irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia,
sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta” (V. 4-7).
Si mi corazón tiene envidia ó busco
mi propio beneficio de nada sirven mis “obras buenas”, a fin de cuentas mis
pecados dañaran a otros en algún momento. Si no logro contenerme, ni me
esfuerzo por remediar mis males y actúo deliberadamente sin estimar la cátedra
de Jesús y los apóstoles, no he sabido cargar mi cruz, ó peor aún, si conozco
la Palabra divina con tal profundidad, me esmero en las cosas del Reino de Dios
y por esto me siento superior a los demás, superior al pecador mas podrido y
ajeno al evangelio, aun así, no estoy tomando mi cruz y mi pecado es la
soberbia.
Cargar la cruz es un acto doloroso
porque consiste en domar nuestro ser animal para conducirlo hacia algo mejor.
Aunque pareciera algo imposible, esta transformación es posible si recurrimos a
la gracia y practicas espirituales que permiten a nuestro ser interior, el
espíritu, crecer y nuestro ser animal decrecer. Cristo ha pedido que llevemos
la cruz sin dejarnos desamparados, ha entregado el Espíritu Santo para poder soportar
la cruz, incluso, puede liberarnos de conductas detestables pero estos logros
espirituales no serán posibles si no dedicamos tiempo a la oración, al estudio
de la Palabra, a la gracia, porque estas herramientas sirven para construir
presencia de Dios en nosotros.
Para poder cargar la cruz, primero
habría que preguntarnos a nosotros mismos de modo sincero si estamos dispuestos
a cargarla, esto se requiere una fe fuerte; decirle SI a la Palabra de Dios. Si
algo de la Palabra de Dios nos duele es porque hay algo que necesita ser
transformado, y esta transformación será motivo de alegría, Dios no nos ha dado
la cruz solo para sufrir, sino para que por medio de ella alcancemos el gozo máximo,
la vida eterna.