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lunes, 17 de septiembre de 2018

El funeral de Abraham


            Abraham es uno de los hombres pilares del antiguo testamento y es uno de los grandes patriarcas de los judíos. Él, siendo un anciano sin hijos, fue escogido por Dios para dejar su tierra y recibir una descendencia grande.

            Su esposa Sara, una mujer anciana y estéril, al dudar de esta promesa, ofrece a una de sus esclavas llamada Agar para que Abraham tenga un hijo con ella, creyendo que así se cumpliría la promesa de Dios. Se debe comprender que en este período de la historia la fe era primitiva, sin el conocimiento de mandamientos, simplemente una intuición del bien y el mal. Por esto Sara actúo así.   
            Cuando Agar quedó embarazada de Abraham, esta situación más que contribuir al cumplimiento de la promesa trajo discordia, Agar tuvo que dejar la tierra donde habitaba para morar en otro lugar. Es ahí cuando recibe una promesa para el hijo que espera;
            “Regresa donde tu señora, Sara, y ponte a sus órdenes con humildad”. El Ángel añadió: “Multiplicaré de tal manera tu descendencia, que no se podrá contar”. Y el Ángel le dijo: “Mira que estás embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Ismael, porque Dios ha considerado tu miseria. El será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él, y plantará su tienda frente a sus hermanos” (Génesis 16:9-12).
            Por esta razón, el hijo de Agar fue llamado Ismael. Este personaje es visto como pilar de la fe musulmana, Ismael se asocia a la palabra Islam.
            La madre de Ismael regreso a casa con su señora Sara, y permaneció en casa de Abraham. Cuando el niño cumplió trece años fue circuncidado al lado de todos los hombres de la casa de Abraham.
            “Tras el nacimiento de Isaac, hijo de Sara, Ismael fue apartado de la casa de Abraham; Sara vio que el hijo que la egipcia Agar había dado a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac,     y dijo a Abraham: “Despide a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de esa esclava no debe compartir la herencia con mi hijo, con Isaac”. Esto desagradó mucho a Abraham, por ser Ismael su hijo.     Pero Dios le dijo: “No te preocupes por el muchacho ni por tu sirvienta. Haz todo lo que te pide Sara, porque de Isaac saldrá la descendencia que lleve tu nombre. Pero también del hijo de la sierva yo haré una gran nación, por ser descendiente tuyo”. Abraham se levantó por la mañana muy temprano, tomó pan y un recipiente de cuero lleno de agua y se los dio a Agar. Le puso su hijo sobre el hombro y la despidió. Agar se marchó y anduvo errante por el desierto de Bersebá” (Génesis 21:9-14).        
            Cuando Abraham murió, Ismael e Isaac enterraron a su padre cerca de Mambre, junto a la tumba de Sara, su mujer (Génesis 25:9). Aquellos dos hermanastros que fueron separados por sus padres, en aquel funeral se reunieron. Existe madurez y justicia en Ismael, el hijo de la esclava, porque no guardo rencor contra Isaac, el hijo de Sara. Este Ismael es el patriarca del Islam e Isaac es el patriarca del pueblo judío; ¡Duro pleito entre ambos pueblos!.
            Hay que entender algo de estos personajes tan distintos; toda disputa familiar se resuelve en un funeral porque el dolor de la pérdida de un ser querido es más fuerte que el rencor que pueda existir entre familiares. Que la injusticia de las generaciones pasadas no sea en nosotros motivo para guardar resentimientos, es preferible estar unidos -al menos- en el dolor mutuo.