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sábado, 16 de junio de 2012

La meta del consumismo; "tener"


La meta del consumismo es “tener” y en la adquisición de bienes y servicios hay ya una segmentación de la sociedad, pues, no todos pueden comprar lo mismo porque están limitados por sus ingresos. Se habla de “poder adquisitivo”, siendo el “poder” una facultad para ejercer dominio sobre un bien: “lo compro”. Es de entenderse que todos deseemos elevar nuestro poder adquisitivo, en primera porque con ello podemos solventar las deudas y las carencias que son una mortificación y en segunda porque podemos acceder a mas comodidades. La meta consumista no solo termina con el acto de “tener”, sino en volver obsoleto aquello que se tiene y agregar prestigió intrínseco al acto de poseer. Así pues, las posesiones pueden convertirse en esas evidencias que dan testimonio de nuestro poder ante el grupo, estas hablan de nuestra facultad de poseer. La tristeza de poseer un ingreso elevado podría ser hacer de las posesiones un escudo que nos envuelve y nos protege ocultando ante los demás una pobre autoestima.

El consumismo impera en la modernidad y hace de los objetos metas y logros, calificando de “mediocre” aquel ciudadano que no se esfuerce por alcanzarlos. De aquí nacerá una frustración social de una población etiquetada por no tener acceso a tal “poder”, el poder de adquirir. La desigualdad social se medirá en el ingreso que es el reflejo del poder de compra. La libertad se asociara no solo a las condiciones jurídicas, sino, a la libertad en el sentido de la satisfacción de ejercer ese poder de compra. En muchos casos y por la hipnosis colectiva bajo el contexto consumista, la posesión de objetos puede llegar a ser más importante que el cónyuge y los hijos, que son el mismo fin del matrimonio. Dado que la meta del consumismo es “tener”, se supone equivocadamente que la responsabilidad conyugal queda resuelta cuando se satisface el estimulo de tener ó se cumple cabalmente con las necesidades básicas. Este principio simplista de representar la obligación en un objeto ó servicio trastorna las relaciones afectivas haciendo de ellas un trueque, donde el apego se pierde si se pierde la meta de “tener”.

Este concepto de libertad emanado del consumismo que reside en la disposición del individuo para adquirir posesiones y servicios supeditando su grado de libertad bajo su poder adquisitivo, siembra en él la idea de que su ser puede llegar a ser independiente en la medida en que este resuelva sus necesidades ó caprichos económicos. Esta idea de independencia subestima la idea de depender de otros, de no necesitar la aprobación de nadie si se tiene todo, convirtiendo al ser humano en individualista, protagonista y egocéntrico que al final por lógica termina sintiéndose afectivamente solo porque cree que no necesita de nadie. Dentro del pensamiento católico, la meta no es el objeto sino el prójimo. Dentro del matrimonio la meta no es el objeto sino el cónyuge. Es preciso encontrar en un contexto consumista como este una pareja y amigos que puedan conocernos desde la persona y no desde los objetos, que puedan tener una visión completa de nuestra realidad, imaginándonos fuera del espejismo otorgado por la seguridad que otorgan las posesiones. ¡Bendita la persona que es acompañada en su pobreza, porque en su abundancia no será abandonada!