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jueves, 27 de febrero de 2014

El funeral y el rezo por los difuntos

            Esta semana, un joven católico por la red social comento; “desearía poder defender profundamente la postura de 2 Timoteo 1:16-18 referente a la oración por los muertos. Alguien podría ayudarme”. Dicho pasaje expresa; “Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo, porque él muchas veces me ha reconfortado y no se avergonzó de que yo estuviera preso. Por el contrario, desde que llegó a Roma, no dejó de buscarme hasta que me encontró. Que Dios, en aquel Día, le permita alcanzar misericordia delante del Señor. Tú conoces mejor que nadie los servicios que él me prestó en Efeso”. Muchos sectarios cuestionan el rezo que los católicos hacemos por los difuntos. Daré argumentos para que sepamos defender esta creencia.  
            A mi juicio, muchas de nuestras creencias tienen al judaísmo como antecedente. Recordemos, todos los apóstoles eran judíos de raza. En el judaísmo, se llama "avelut" al acto del velorio por los difuntos, incluye rezos por varios días, aniversario, etc. Aunque muchas prácticas judías no están escritas en el Antiguo Testamento, no por ello, dejan de formar parte de la experiencia judía ante Dios antes de Cristo.  
            La veneración hacia los difuntos es principio básico de la tradición judía. Fue el propio primer patriarca, Abraham, quien estableció la tradición de tributar a los muertos el respeto merecido. En su trayectoria errante, Abraham no se olvidó, de fundar el “Mearat Hamajpelá” que sirvió de cementerio para su esposa Sara, para él mismo, para Isaac, Rebecca, Jacob y Lea.
            Para el judío, la procesión funeraria es simple. El oficiante recita salmos y una oración en memoria del difunto, los familiares pronuncian el rezo. En casa, los enlutados (avelim) encienden una lamparilla en memoria del difunto, se sientan en el suelo durante siete días (shivá); es cuando los familiares y amigos acuden para expresar el pésame y consolar a los enlutados. Durante esa semana, se ofician en la casa del desaparecido tanto los rezos matutinos como los nocturnos. Los deudos suspenden todas las actividades y se abstienen de salir de la casa, salvo en sábado o días de fiesta para asistir a los oficios de la sinagoga. Durante los primeros 30 días después del deceso, los enlutados no se afeitan ni se cortan el pelo. Cada fin de mes se oficia en la sinagoga o en la casa una plegaria en memoria del difunto. El duelo estricto dura todo un año. Luego, año tras año, se celebra el aniversario de la muerte. El sábado anterior al aniversario, los familiares más cercanos acuden la sinagoga, donde invitan al más allegado a leer la  “haftará” (segmento escogido de los libros de los profetas). Es costumbre visitar las tumbas en las fiestas judías ò en el aniversario de muerte.

            Habiendo mencionado estas costumbres hebreas entorno al funeral, vale la pena citar la muerte de Lázaro según los evangelios, para tener una perspectiva completa de lo que sucedió entre aquellos judíos y el Mesías; “Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su la muerte de su hermano” (San Juan 11:17-19). Sin duda, Jesús llega en el momento del “shivà” que es el duelo judío de siete días, en el funeral ò avelut de Lázaro. Aunque nosotros, no somos judíos, sino católicos, es bueno que conozcamos la historia de la salvación desde Israel hasta la Iglesia. El rezo por los difuntos es parte de la vida católica y judía. Siempre es bueno rezar por un vivo ò por un muerto.  

El antiguo testamento y nuestra fe

            Es común que la mayoría de los católicos sepa muy poco de Sagradas Escrituras. Aunque pueden entender con claridad el mensaje del evangelio en cada misa, los pasajes del Antiguo Testamento son más difíciles de entender para muchos.
            Algunos no encuentran una asociación clara entre: Biblia e Iglesia Católica, y seducidos por la propaganda de las sectas proselitistas acuden a sus cultos. Cabe señalar, fuera de la Iglesia Católica, el 85% de las Iglesias evangélicas están dirigidas por personas sin estudios teológicos. El 75% se ubica en África, Asia y América del Sur. “The Gospel Coalition” (TGC) es un movimiento cristiano, no católico, que desea poner fin a esta denominada “desnutrición teológica” del hemisferio sur. El sectarismo es un reto, no solo para católicos, sino también para protestantes y evangélicos.
            En nuestra fe, cada sacerdote católico cuenta con estudios de teología, a diferencia de otras creencias, nuestro principal reto es formar laicos para que estos se unan algún apostolado usando sus talentos. Pero, ¿Cómo invitarlos a formar parte, si muchos no encuentran esa asociación clara entre “Biblia e Iglesia Católica”?. Muchos católicos no encuentran en la Biblia; la misa, los sacramentos, algunas creencias y costumbres católicas ò una estructura religiosa definida, solo entienden a Jesús dando sus enseñanzas al aire libre rodeado de sus discípulos y los transeúntes.
            Me atrevo a decir que, para entender la Iglesia Católica hay que recurrir obviamente al Nuevo Testamento, pero también al Antiguo Testamento, al judaísmo, que es donde nació el cristianismo. Por ejemplo, el Apóstol San Pedro en su primera carta afirma; “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (Cap. 2, v.9, 10). El apóstol en realidad esta citando el libro del Éxodo (cap. 19, v.6) a los bautizados. Este antecedente es de suma importancia, es necesario conocer algo de judaísmo, porque la religión de los hebreos no era algo sin estructura, disperso ò abstracto, sino algo concreto, en su estructura compuesto de; el sumosacerdote, que poseía el rango más alto, era cabeza de los sacerdotes y ofrecía el cordero en el propiciatorio, incluso era juez. También, los sacerdotes que inculcaban las leyes, ofrecían sacrificios, comían de estos y según la fiesta hebrea compartían estas comidas sagradas con el pueblo. En la carta a los hebreos (cap. 4, v. 14,15), Jesús es comparado con el sumosacerdote del judaísmo. Esa es la estructura que posee la Iglesia católica, muy similar a la que aparece en el antiguo testamento; Jesús como sumosacerdote, sacerdotes y el pueblo.
            Llendo más allá de las Escrituras, podremos encontrar muchas similitudes entre la fe judía de la antigua alianza y la fe católica del nuevo testamento, por ejemplo, la tradición del luto en el judaísmo se llama “avelut”, que incluye rezos por varios días para el descanso del difuntos. El rezo judío se llama “tefila”, el “minyan” implica un rezo colectivo. El “tefilin” es un instrumento que los judíos colocan en su brazo y frente para rezar. El rito de “Benei mitzva” es el acto de la confirmación, cuando los niños judíos alcanzan la edad de 13 años por este acto declaran que abrazan la fe judía por su propia voluntad. En el judaísmo existe el concepto de “purgatorio”. La confesión de pecados se llama “vidui”. Aunque los judíos no tienen santos, los “tzadik” son los judíos honorables, vivos ò difuntos como patriarcas que interceden por ellos ante Dios. Los judíos también poseen un calendario litúrgico. En la cena pascual judía, el pan sagrado se llama “matza”, este fue el pan que Jesús uso para establecer la Eucaristía. 
            En fin, aunque el judaísmo no es un catolicismo, el paralelismo es impresionante y como antecedente histórico nos es muy útil para permanecer en la única Iglesia que Jesús estableció.  


El agua de la roca

            Uno de los pasajes de la Biblia que causa más controversia entre católicos, evangélicos y judíos, es el de “Moisés y el agua de la roca” (Números 20:1-13). En el pasaje, el pueblo hebreo errante en el desierto sediento solicita a Dios por agua, la orden de Dios fue que “Moisés hable a la piedra para que brote agua”. El agua broto de la piedra, pero profeta la golpeo, no le hablo. Por este acto, Moisés y su congregación no pudieron entrar a la tierra prometida de Canaán. Parece injusto que el gran legislador y libertador del pueblo de Israel quede fuera de la tierra prometida por este insignificante acto.
            Un rabino judío afirmo que golpear la roca significa “agredir la creación”, un acto de violencia para beneficiar al hombre y Dios no quiere tal cosa. No entraran a la tierra prometida aquellos que mediante la agresión pretendan servir a Dios.
            Cuando se hace un paralelo entre este pasaje, la liturgia judía y el cristianismo, podemos encontrar símbolos y enseñanzas importantes. El agua de la roca con Moisés tuvo la función dar agua al pueblo. Siglos después, en el antiguo testamento, en el culto del templo de Jerusalén “la piedra angular” es la roca donde se colocaba el arca de la alianza, en el lugar más sagrado del tempo, sobre esta piedra caía la sangre de los corderos sacrificados para el perdón de los pecados. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, San Pedro se referirá a Jesucristo como “la piedra angular”. Esta piedra no es un cimiento, sino que es la roca que ocupa un lugar único en el culto de Jerusalén, porque está relacionada con el sacrificio y el culto. En cambio, Simón será llamado “Cefas” por Jesús, esto significa “piedra” ò Pedro. Pero esta referencia de Jesús hacia el apóstol no es por “la piedra angular” sino como piedra de un cimiento: “sobre esta roca edifico mi Iglesia” (San Mateo 16:18).
            Jesús en muchas ocasiones afirmo ser “el agua viva”. En el pasaje del “agua de la roca” podemos apreciar los símbolos: “Moisés golpeando la roca para que brote agua” y en la pasión de Jesús “los judíos bajo las leyes de Moisés agrediéndolo para que dé el brote el milagro y se manifieste a todos como el Mesías”.    
            Ningún judío ò ningún otro hombre podrá entrar al reino de Dios agrediendo a la roca que es Cristo ò a su prójimo. Irónicamente en el pasaje de Moisés a pesar de que la roca fue agredida, el agua broto y el pueblo bebió. Esto significa que, a pesar de que encontremos en el mundo muchos hombres blasfemos, rebeldes, que agreden con su soberbia, aun así, Dios se compadece de ellos en este desierto de la vida, pero ninguno debe fiarse del todo, Moisés no pudo entrar porque golpeo “una simple roca”. Por lo tanto, Dios es amor pero también es santidad y justicia.      
            La influencia de Cristo en el mundo ha sido tan grande que hasta el judaísmo ha sido modificado gracias al mundo occidental. Los judíos de hoy ya no permiten la lapidación como castigo por transgredir las leyes de Moisés. Recordemos lo dicho por Jesús “quien esté libre de pecado, arroje la primer piedra”.
            Los bautizados que recurren a las intimidaciones ò chantajes para “hacer brotar agua” están negando la espiritualidad del cristianismo, si bien, podrán convencer a muchos y saciar la sed de algunos, esto no significa que su entrada a la tierra prometida esté garantizada. 



No todos los gays piden lo mismo

            La siguiente reflexión es una apología católica hacia el fanatismo gay. Citare algunos testimonios para que los católicos no se dejen persuadir por la predicación “fundamentalista pro-gay”, que en su afán de defender sus derechos pisotea y denigra burdamente el derecho del resto que no piensa igual.
            La realidad del mundo gay no es presentada como realmente es por estos grupos fundamentalistas y la prensa amarillista. Se nos hace creer que los gays son una totalidad unida en sus intereses cuando no es así. Dibujando el espectro tenemos los más radicales, activistas que desean modificar la ley, incluso, modificar el cristianismo. También, los que se asumen como gay pero no están interesados en las grandes reformas, pues están conformes con los valores occidentales. Otros son, los gays que no desean ser gays y tienen una lucha interior. Además están los gays que creen en Jesucristo. Sin olvidar, los que fueron gay pero han recobraron su heterosexualidad gracias al evangelio. Estos últimos a mi juicio son los más censurados; ni la prensa, ni los gays radicales desean darle voz, ni voto. Algunos ejemplos:
            El homosexual Xabier Bongibault, fundador y presidente de la asociación francesa “Plus gay sans mariage”, (“Más gay sin matrimonio”) se opone a la adopción gay señalando; “un niño tiene necesidad de un padre y de una madre. Respetemos este equilibrio familiar, que es tan necesario para el equilibrio de la sociedad: no podemos cambiarlo todo sin un mínimo de reflexión. Antes de resolver, que por lo menos haya un debate sobre las cuestiones que comprometen el porvenir de la sociedad, no solamente el de las parejas homosexuales”.
            Jo Jordán, lesbiana declarada, como legisladora del distrito de Hawaii voto en contra del proyecto de ley que permitía las uniones homosexuales, fue criticada por la comunidad gay, pero sostiene; “Soy un legislador en primer lugar, no estoy aquí para promocionar el orgullo gay. Tengo que cumplir con mi deber primero y no quiero parecer sesgada. Se trata de un trabajo de ley, de ver todos los problemas legales y lo que implica esta medida, he puesto mis preferencias a un lado".
            Jean Pier Delaume Myard, es un activista homosexual y cineasta, que se opone a la adopción gay: “no queremos que los niños sean privados voluntariamente de un padre o de una madre. Si los gay son a menudo discriminados, ¿Qué tipo de discriminación le esperara a un niño que es huérfano y fue adoptado por homosexuales?”. Myard declara que los medios “le han robado la voz a los homosexuales que no buscan tales derechos”. Jean Pier cree en Dios, afirma haberle dado gracias tras ayudarlo a superar una enfermedad en su adolescencia.
            Philippe Ariño, intelectual francés, autor de varios libros sobre la homosexualidad, es un ex homosexual ahora católico; “no estoy convencido de que la pareja homosexual sea lo mejor que le puede ocurrir a uno que se siente homosexual de forma duradera. A día de hoy, no me he topado con uniones homosexuales que de verdad sean sólidas, resplandecientes y satisfactorias a largo plazo. Por eso he elegido vivir la continencia, es decir, entregar mi homosexualidad para vivir en Jesucristo y su Iglesia. El camino católico es liberador. Para la Iglesia católica, una persona homosexual, aunque sienta una atracción física seria y real hacia otra persona del mismo sexo, siempre será libre de no dejarse reducir solo a la homosexualidad, a lo sexual, que plasma sus deseos en otra persona. Según el Magisterio católico, la diferencia entre sexos y la identidad de hijo de Dios, son los dos pilares fundamentales que definen al ser humano”.
            Como leemos, la discusión entre el mundo gay y el cristianismo no es un asunto de “o negro ò blanco”, hay una infinidad de matices ideológicas y puntos de encuentro. Que estos testimonios sirvan para que los católicos sepamos defender el modelo de familia católico y afirmar que “no todos los gays están a favor de contraer matrimonio y adoptar”. Como expresa Bongibault; la familia es el equilibrio de la sociedad, modificarla pone en juego su porvenir.   


El alma que pecare, esa morirá

            Dentro de las Sagradas Escrituras existe la palabra inspirada, pero también, los autores sagrados escriben bajo su contexto y su percepción, citando en ocasiones costumbres y creencias de la época que poco tienen que ver con el resto de las creencias si se analiza la totalidad de la Escritura. Por eso, es necesario considerar que dentro del antiguo testamento existen distintos periodos de revelación.   
            Una de estas creencias antiguas del pueblo de Israel era que “el pecado acarreaba maldiciones y estas eran transmitidas de los padres a los hijos y a las siguientes generaciones”. Esta creencia puede ser encontrada en los textos de Moisés (los 5 primeros libros de la biblia). Bajo esta creencia, los hebreos afirmaban que la esterilidad era una maldición de los padres y que por ello a tales personas “Dios no levanto descendencia”.
            Siglos después, el profeta Ezequiel entrega a los Israelitas una profundidad que Moisés no pudo entregar. Ezequiel por el Espíritu afirmo: “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:2-4), imputando la inocencia a las futuras generaciones del pecado de sus padres.
            En el mundo moderno, el pensamiento de Ezequiel debe hacer eco más que nunca para liberarnos de prejuicios entre grupos y no transportar la venganza a las nuevas generaciones como si esto fuese un acto de justicia. Ezequiel sostiene la idea que “el individuo que comete injusticia ese culpable”, deslindándolo del pecado de sus ancestros. Cada ser humano nace siendo inocente.
            Actualmente, en nuestro país se promueven discursos de odio para movilizar a las masas, se culpa al clero, al extranjero, al partido ò a la clase social, haciendo uso de la historia se citan injusticias pasadas para ser transportadas al presente, como si los culpables jamás hubiesen muerto. El ideal de Ezequiel es certero: “el culpable deberá pagar por su delito”, “los hijos son inocentes del delito de sus padres”. Es interesante la revelación de Ezequiel si nos apoyamos en ella para la reconciliación, dejando a la historia en los libros. 
            Es importante compartir una anécdota. En la pasada feria del libro, Ignacio Taibo II presento su libro “Yaquis”, donde narra una serie de vivencias e injusticias contra la tribu, perpetradas por caciques Sonorenses bajo el amparo del Presidente Porfirio Díaz. En la presentación, un joven lanzo la pregunta al autor: “¿Usted cree que somos Gobernados por la misma clase de gente, son sus descendientes, podría citar apellidos?”. La respuesta de Taibo II me impresiono, pues tiene fama de revolucionario y contestatario. Ignacio sostuvo: “cuidado, no podemos culpar a los hijos por las injusticias de sus padres, lo que si debemos saber es que, si el padre fue un desgraciado asesino y una de las calles de Sonora lleva su nombre, la historia no puede quedar oculta, la historia debe ser contada para no caer en los mismos errores”.   
            Cada generación que nace, nacerá siendo inocente, pero heredara conflictos ò beneficios. Benedicto XVI afirma que es obligación de cada generación conquistar los principios éticos y morales de su tiempo. Esta afirmación puede liberarnos de muchos temores hacia el futuro, pues, constantemente vemos la degradación sociedad y como bautizados sentimos que perdemos estas batallas. Es nuestro interés luchar para dar en herencia una sociedad con fe, principios y valores. La idea de Benedicto XVI propone que se levanten nuevas generaciones que aboguen y contagien la moral que nosotros no supimos defender.
            Dios no culpara a las nuevas generaciones de nuestras injusticias, “el alma que pecare esa morirá” y aunque la sociedad parezca haberse perdido, confió en que existen santos que un no han nacido. Las futuras generaciones por su inocencia cargan la esperanza, transmitámosles la fe, no los prejuicios, culpable es quien comete delito. 

La sede de San Pedro

            Fue el sacerdote Jorge Loring al primero que escuche dar argumentos sobre la presencia del apóstol San Pedro en Roma. Hasta ese entonces desconocía que el tema fuese tan debatido.
            Sé que muchos bautizados no católicos niegan la presencia del apóstol San Pedro en Roma, argumentando que “fue el emperador Constantino quien instauro el cristianismo en Roma como religión oficial y coloco ahí la sede movido por intereses del imperio Romano”. Sin embargo, si uno investiga en la historia de Roma, Constantino despenalizo el cristianismo en el edicto de Milán del año 313 d.C. Esto significo dejar el culto clandestino. Curiosamente, si seguimos dicha hipótesis anti católica, la sede religiosa del cristianismo debió haber estado en Constantinopla y no Roma occidental, porque casi cien años después del edicto, el imperio romano de occidente caerá al derrocar a Rómulo, último gobernador, mientras que, el imperio romano de oriente prevalecerá hasta el siglo XV, siendo Constantinopla el centro del imperio romano.  
            Otra hipótesis muy popular es: “¿porque la sede está en Roma, si los romanos persiguieron a los judíos?, la sede debe ser Jerusalén porque ahí Jesucristo predico”. Este argumento aunque suene lógico es absurdo. Bajo este criterio cuestionamos: “¿Por qué la sede debe ser Jerusalén si ahí los judíos crucificaron a Jesucristo? ¿No debería ser Belén donde la Virgen María dio a luz?”. El libro de los Hechos de los Apóstoles da motivos del porque los discípulos de Jesús no pudieron permanecer en Jerusalén. Para los apóstoles estar ò no estar en Jerusalén no era un asunto trascendente, por lo tanto para nosotros tampoco debe serlo.  
            Los sectarios cuestionan la permanencia de San Pedro en Roma para así poder negar la autoridad apostólica de la Iglesia. Pero, supongamos lo que ellos  afirman: “San Pedro nunca estuvo en Roma”, eso tampoco es crucial porque en el cristianismo las ciudades no reciben promesas, sino la persona: “Tu eres Pedro, y sobre esta roca edifico mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (San Mateo 16:18). La Iglesia puede mover su sede a su antojo como lo expresa el libro de los Hechos (primero los apóstoles se organizaban en Jerusalén después en Antioquia). En cambio, en el judaísmo la sede no puede ser movida porque la ciudad de Jerusalén tiene una promesa para los judíos, no para los cristianos. 
            Lo más importante es identificar si el sucesor de San Pedro esta ò no está en la ciudad que llamados sede, para esto citare la Biblia. En la carta escrita por San Pablo a Timoteo, el apóstol se despide de su discípulo enviándole el saludos de varios hermanos, entre ellos Lino (2da Timoteo 2:41). San Ireneo de Lyon afirma que este Lino es el 2do sucesor del apóstol San Pedro. Los estudiosos coinciden que la carta de San Pablo a Timoteo fue escrita en Roma meses antes de su muerte, entre el año 58 al 67 d.C. En la misma carta, San Pablo menciona su estadía en Roma (Cap. 1, v. 17).

            Espero que los siguientes argumentos sean de utilidad para no dudar de nuestra Iglesia, dado que hay quienes ponen en duda la autoridad apostólica católica romana con el fin de establecerse ellos mismos como autoridad. 

Cuando el siervo se cansa

            Se le llama “apostolado” a las acciones que los creyentes emprenden dentro de la Iglesia, que están relacionadas con el culto ò la enseñanza de Jesucristo. Estos servicios deben ser emprendidos por amor y vocación, dando satisfacciones a quien los realiza. Sin embargo, es natural que por las rutinas los servidores sientan desanimo por la carga de trabajo y duden si es conveniente seguir ò desistir. Aunque el apostolado no debe ser visto como una carga sino como una satisfacción, en ocasiones se vuelve difícil responder a las obligaciones de una vida normal sumándole las de una parroquia. Existen momentos de presión, frustración y cansancio. Es natural que, por presión las personas sientan decepción de sí mismas. Muchos sienten que al fallar en su apostolado le fallan al mismo Jesucristo, pero este modo de pensar solo añade más presión, aumenta los complejos y los sentimientos de culpa.
            Vale la pena citar una anécdota. Fui jefe de varios ingenieros. Era natural que tuviésemos mucha carga de trabajo. Creo que hoy en día, muchas personas se frustran por “la cultura de la excelencia”, pues, por la alta competitividad viven bajo la presión de perder su empleo y minimizan lo más posible sus errores ò no comparten su estado de ánimo para no mostrar debilidades. Como jefe, mi filosofía consistía en la eficiencia, pero la eficiencia no puede ser alcanzada sino somos sinceros con nosotros y con los demás, debemos reconocer la débil y aceptar que nos equivocamos. Como jefe entendía las debilidades de mis subordinados y las mías. Cuando los empleados compartían sus errores ò cansancios, el enfoque no era el reproche, ni el castigo, sino llegar a la solución entre todos como equipo, purificar los ánimos para salir adelante. Todos cometemos errores, tenemos dudas, miedos, etc. No es conveniente cargar con caretas, pues somos imperfectos.
            Desconozco hasta qué grado la cultura de la perfección se ha metido hasta en nuestras oraciones. Si usted falla bautizado ò se siente cansado de su apostolado antes de creer que “le ha fallado a Cristo”, descanse aceptando que estamos limitados por nuestra imperfección, el cansancio es algo natural que se presenta en todo ser humano y Dios lo comprende. No vale la pena negar nuestra debilidad, ni enfrascarnos en cosas que no pudimos resolver, lo importante es recobrar el ánimo y ser humildes hasta en la oración: no podemos jurarle a Dios una obediencia inquebrantable porque es una mentira y una vanidad, Dios lo sabe, mas bien, pidámosle el deseo de continuar, la fe para no desistir y hasta el descaro para presentarnos de nuevo después de haber prometido tantas cosas y no haber cumplido. Como hermanos, seamos compasivos con los que fallan, no murmuradores, ni intrigosos, consideremos que también nosotros podemos fallar ò cansarnos y nos gustaría ser recibidos con buen ánimo. Los apóstoles fallaron infinidad de veces, se cansaron, prometieron y no cumplieron, sintieron temor ò negaron la fe. No debemos olvidar que tenemos un Dios que nos ama y que formo la Iglesia con gente que se equivoca. Dios es Padre, antes de ser el dueño de la viña. Tampoco caigamos en la presunción religiosa de querer abarcarlo todo diciendo “si a todo” deliberadamente, porque eso también es vanidad, mejor como servidores enfoquémonos en aquello para lo cual tenemos vocación, digamos “si” y caminemos aunque parezca que es poco.       
            Tener un apostolado conforme a nuestra vocación es bueno, porque tenemos la oportunidad de vivir una vocación. Es ingenuo creer que “el mundo será color de rosa” cuando no lo es, vendrán fatigas y desánimos, también satisfacciones y alegrías. Como servidores, debemos alegrarnos en nuestras fatigas, porque hemos preferido fatigarnos para el Reino de Dios a gastar nuestro tiempo en nosotros mismos, ya vendrá la recompensa de todas nuestras fatigas. ¡Amén!. 

(Nota; estas es una reflexiòn de diciembre de 2013)