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domingo, 22 de noviembre de 2020

La sociedad del cansancio de Chul Han

 

            Estoy llevando clases de pensamiento social contemporáneo. Hace algunos días reflexionamos sobre la obra “La sociedad del Cansancio” de Byung-Chul Han. Para el autor hay dos tipos de cansancio en esta sociedad moderna: el cansancio que se asocia al agotamiento, improductivo (no produce humanidad), y el cansancio que se vuelve útil para renovarse, creativo, contemplativo. Curiosamente, Han al final de su libro refuerza su discurso citando el pentecostés de los hechos de los Apóstoles, cuando recibieron el espíritu. Chul Han imagina unos apóstoles cansados pero en estado creativo, sin estar obsesionados por el mañana; ganar dinero y pagar las cuentas.    

            Para Han los individuos modernos han perdido su colectividad por el cansancio que provoca la cultura del capitalismo: el producir. Chul Han, al mencionar la sociedad del rendimiento, describe una sociedad activa que está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad del dopaje, alterando sus capacidades para mantenerse positivos en miras de alcanzar todo aquello que creen poder alcanzar. Utilizando analgésicos para dormir y no dormir, para sentir y no sentir, para no entrar en ansiedad y drogas para poderse recrear en sus reducidos espacios. Es la sociedad en la que el aburrimiento y la reflexión escasean para vivir en una constante aceleración de hiperactividad de individuos negados a rendirse. Este agotamiento rompe las relaciones sociales por la carencia de tiempo y falta de estímulo para las mismas. Es un agotamiento del alma.

            A continuación cito parte de la reseña elaborada por Gabriela Quintero Camarena: "Para Hannah Arendt, la sociedad moderna es la del trabajo. En su libro La condición humana, el ser humano está reducido a ser un animal laborans, porque éste, a lo largo de su vida y ejerciendo la acción posible, abandona su individualidad y se concentra en funcionar. Pero las descripciones que hace Arendt sobre la sociedad y el animal laborans ya no sirven para explicar a la sociedad del rendimiento, porque el sujeto de rendimiento no se abandona al trabajo, es un ser que vive atomizado y es todo, menos pasivo. Se autoexplota y vive hiperactivo e hiperneurótico. El autor nos dice que la vida de la modernidad tardía es una vida sin creencias, condenada a la desolación, porque se vuelve efímera, que la convierte en una vida desnuda. Cuando la vida queda desnuda, la vida se convierte en el principal problema, porque al vivir en aislamiento, el sujeto sólo puede preocuparse por sí mismo y procurar una vida sana. “Ya lo dijo Nietzsche: tras la muerte de Dios, la salud se eleva a diosa”. En suma, para que el sujeto de rendimiento tenga que estar tan al pendiente de su propia existencia, como si sólo él viviera en el mundo, necesita cuidar su cuerpo y cumplir con todas las expectativas de su vida, porque al prescindir de poderes que se ejercen del exterior, como Dios, la vida se vuelve lo más valioso y las acciones que se lleven a cabo atienden a la individualidad, por eso el sujeto de rendimiento lleva a cuestas su propio campo de concentración. Para, Byung-Chul la vita contemplativa es aquella que entrena la mirada para ver con atención profunda y sosiego; es la única que puede hacer que el sujeto de rendimiento se dé cuenta de la absolutización de su vida activa (trabajo, obra y acción) y el nerviosismo que desemboca en hiperactividad."

            Para concluir, este tipo de lecturas –sin ser religiosas− colaboran para el diálogo con la sociedad moderna, y dar sentido a ambos, pues por estas tendencias sociales, la religión puede perder su espiritualidad volviéndose en ese ser hiperactivo, carente de contemplación y tiempo para los demás. Recordemos la virtud del cristianismo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (S. Mateo 11, 28).

domingo, 25 de octubre de 2020

Los símbolos y las liturgias

¿Qué sentido tiene ser miembro de una religión si lo principal es “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”?. Aunque parezca no tener sentido la religión, si lo tiene. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo es lo fundamental pero no es lo único. Estos mandamientos son el pilar fundamental que otorga sentido al resto de los mandamientos y a la religión misma.

            Explicaré la razón y sentido de la religión con varios ejemplos paralelos. Supongamos que usted está interesado en asuntos de ingeniería, se lee algunos libros y comprende el funcionamiento de algunas estructuras, y probablemente se siente motivado a construir algo pequeño: un pilar o una techumbre. ¿Cómo sabe usted que ha interpretado la información correctamente?, ¿Qué seguridad existe de que su construcción será eficiente en costos y en rigidez?. Si usted se asesora por un experto en la materia podrá ahorrarse mucho tiempo, dinero y no podrá en riesgo su seguridad. Del mismo modo, la religión se vuelve en un asunto de expertos en la cátedra cristiana, personas formadas para instruir, corregir y colaborar para el desarrollo de los individuos dentro de la Iglesia. Cualquier individuo puede adquirir una biblia y leerla completa, de la misma forma en que puede comprar un libro sobre resistencia de materiales y tratar de entender algo. El problema no está en la comprensión de lo que se lee sino en la interpretación correcta de los datos. Por esta razón, la instauración de la religión como escuela de la fe tiene sentido, del mismo modo que, las escuelas de ingeniería y construcción tutelan a quien tiene vocación de constructor. Son guías.

            Por otra parte, existen símbolos dentro de la religión católica que parecen carentes de sentido en la actualidad. Tales detalles al no ser comprendidos se consideran como intrascendentes o inútiles: acudir en domingo, encender velas, arrodillarse, las vestimentas, las imágenes, etc. Esto lo explicare con otro ejemplo. Supongamos que usted desea estudiar ingeniería y se inscribe en alguna clase. Usted sabe que le darán un horario, incluso, usted podría describir el aula sin conocerla: un lugar rectangular con pizarrón, escritorio y mesa bancos. En la primera clase usted podrá identificar al maestro por la expresión de su lenguaje corporal y el lugar que tomara dentro del aula –enseguida del pizarrón− e identificará a los alumnos –aquellos que se sentaron en las bancas. Usted sabe que al sonar la campana todos abandonaran el salón de clase. ¿Quién estableció esta liturgia? (aquí entendemos liturgia por su significado en griego: servicio). La educación está tan institucionalizada en el subconsciente de los individuos que estos símbolos, rutinas y expresiones, están dispuestas en la dinámica social de la educación. Cada acción social tiene cierta liturgia que es aceptada: una graduación, un cumpleaños, una reunión de amigos, salir de viaje, tomar un autobús o un avión.

            En el caso de la religión, los símbolos y las liturgias son el lenguaje no verbal que ayuda para actuar en orden dentro de la celebración. Por otra parte, los símbolos nos otorgan una identidad. Sabemos que estamos en un templo de otra religión por los símbolos que ahí vemos o no vemos. Los símbolos expresan la identidad y en algunos casos sirven como pedagogía porque se asocian a la teología.

            La religión católica es la escuela que nos enseña a ser mejores hijos de Dios.


domingo, 11 de octubre de 2020

El don de la fe

Nunca he escuchado decir, “tras convertirme en ateo deje las drogas, le soy fiel a mi esposa, atrás deje los pleitos y los domingos lo dedico a estar con mi familia para ir juntos a… al parque”. Con este argumento tan simplista pretendo hacer una defensa de la fe. El principal argumento es, ¿para qué sirve el ateísmo?, no lo sé, esa es una reflexión que deben hacer los incrédulos. Sin embargo, he puesto en la mesa un argumento que me parece importante: la fe le funciona a muchas personas. Existe una utilidad en el discurso de las religiones porque siembra en los seres humanos un paradigma: la salvación. Pero, ¿ser salvados de qué?. Ser salvados de cualquier mal que nos atormenta.

El mal es una situación real y el cristianismo le ha puesto autoría en la representación del demonio. El mal es algo que está en la vida de las personas, y, aunque el mal absoluto no puede ser erradicado en su totalidad, al menos, por la fe podremos discernir si el mal que nos lastima es en verdad un mal autentico o un simple tormento de nuestra propia sugestión. La fe cristiana nos ayuda a valorar lo realmente importante y a visualizar las vanidades de esta vida, para no sufrir tras quedar excluidos de las glorias fácticas y los espejismos sociales. El mundo tangible es valorado por medio de la subjetividad, por las expectativas sobre él. El cristianismo colabora para entender la verdadera importancia de la paz por encima de cualquier bien material y reconocimiento social.

Sobre el mal autentico, cito un ejemplo, conocí a un migrante salvadoreño que no pudo entrar a Estados Unidos, quedó en situación de calle en Hermosillo, enfermo de sida y murió en el Hospital General del Estado. ¿Que argumento le sirve más a este hombre: el ateísmo del científico o la frase “dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, si –dice el Espíritu- que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan” (Ap. 14, 13)?. Debo decir que, el ateísmo científico puede serle útil a muchos estudiosos porque les ayuda a observar la realidad sin antecedentes religiosos ni subjetividades, pero también esa realidad es vista desde sus ojos, y no desde los ojos de quién sufre. Por lo tanto, el que sufre y lleva una vida precaria necesita un argumento que le sea de utilidad sin importar si esté es razonable o no: le es útil para vivir en paz y eso le basta.

También, conocí a un hombre que al nacer fue abandonado por su madre, creció de aquí para allá, fue pandillero pero le llegó la fe y se apoyó en Dios. ¿Qué argumento le sirve más a este hombre: el evolucionismo de Darwin o el Salmo: “si mi padre y madre me abandonan, Dios me recogerá” (Salmo 27, 10)?. No estoy en contra de ninguna teoría científica, mas bien, hago notar que estas son utilizadas con otro fin: desacreditar la religión. La transformación de los individuos es el principal argumento para entender que la fe tiene un sitio y un lugar importante en la vida de las personas: les ayuda a ver el mundo con otros ojos, a tener una esperanza, buscar la paz y a luchar contra ellos mismos para guardar su integridad.

Hasta aquí, puedo argumentar que la ciencia podría ser absurda para sanar los dramas individuales de las personas; el niño abandonado, el migrante arriba de un furgón de tren, el anciano solo, la prostituta, etc. En tales situaciones, aferrarse a Dios resulta más viable, coherente y menos excluyente por ser algo gratuito.     

domingo, 27 de septiembre de 2020

La otredad, Iglesia y el nuevo testamento

 

Actualmente curso una clase sobre Otredad, Diversidad y Género. La palabra otredad es utilizada como concepto dentro de la sociología para referirse el reconocimiento de los otros, aquellos que son ajenos a mi identidad. Diversidad es una palabra que se describe por sí misma, y género es un concepto que en sus inicios fue utilizado por el feminismo para hacer notar las diferencias sociales entre los géneros biológicos –masculino y femenino−, pero también, posteriormente fue adoptada por colectivos de la diversidad sexual para referirse a sus preferencias e identidades auto percibidas.    

En primera instancia debo decir que, toda persona sentirá temor y aversión natural hacia aquello que le resulta desconocido, ajeno o es interpretado como su antagónico. Por ejemplo: las luchas por diferencias étnicas, la violencia ejercida por el racismo, el clasismo, las persecuciones por ejercer alguna religión, etc. Por un lado, tipificar a los individuos funciona para comprender al grupo, de donde provienen, que piensan y por qué son así, pero esta fórmula no debe ser llevada hasta el extremo para reducir a los individuos a la nada. Cada individuo es un ser distinto al otro aunque ambos provengan del mismo grupo.  

Este tipo de temas dan para mucho. Podríamos hablar de otredad, diversidad y género enfocándonos en la cristiandad: católicos romanos –europeos y sincretismo latinoamericano−, ortodoxos de oriente, protestantes, evangélicos y sin denominación.

En la actualidad, cuando hablamos de diversidad y género, el tópico queda reducido y limitado solo a la diversidad sexual, y se suele colocar a la Iglesia Católica Romana y al cristianismo como los antagonistas. Hay algo que debo citar, la ciudad del Vaticano despenalizó la homosexualidad en 1890, el país hinduista de la India lo hizo en 2018, los países protestantes de Reino Unido y Estados Unidos lo hicieron respectivamente en 1982 y 2003, y México en 1871. La sede de liderazgo pastoral del catolicismo romano es la menos interesada en tipificar la práctica como un delito civil.    

Para comprender la catolicidad debemos diferenciar dos situaciones importantes: el pensamiento de la Iglesia y los individuos que se adueñan de la Iglesia. En el nuevo testamento existe un reconocimiento hacia los otros. Esto se pone de manifiesto en la evangelización y en la diversidad étnica vivida en la Iglesia primitiva. Este fue un avance trascendental en la comprensión e interacción entre individuos de distintos pueblos, cosmovisiones y razas. En la expresión de San Pablo “Cristo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad…” (Efesios 2,14), se manifiesta que la fe ya no está ligada a una raza o etnia como lo estuvo en la antigüedad. Por otra parte, dentro del evangelio, cuando los fariseos presentan a la mujer adúltera y Jesús responde “quien esté libre de pecado que arroje la primer piedra…” (S. Juan 8,7), debemos comprender que la lapidación era el castigo tras caer en alguna práctica sexual descrita en el libro hebreo del levítico (cap. 20). Con este pensamiento, Jesús no solo libró a una mujer adúltera de ser asesinada sino a muchos otros que cometieron otras prácticas. Esta absolución de la lapidación, también tiene la intención de librarnos del pecado que habita en nosotros.  

La herencia más grande que ha dejado la Iglesia al mundo en asuntos de otredad, género y diversidad es tratar a los demás como deseas que te traten a ti (S. Mateo 7,12).

domingo, 23 de agosto de 2020

Visitar el sagrario

 

La semana pasada me tocó visitar el sagrario por primera vez después del primer llamado a la contingencia sanitaria. Me dio mucho gusto ver como mi parroquia optó por las medidas de precaución solicitadas: distancia entre personas, uso de cubre bocas obligatorio, toma de temperatura en el acceso con un dispensador de gel anti bacterias, registro de los visitantes y cordones que indicaban las rutas dentro del templo.

Al acercarme al sagrario me conmoví. No pude evitar pensar en el sentimiento que sintió Josué cuando después de tantas batallas y travesías logró pisar la tierra prometida. A fin de cuentas, el mundo estaba librando una gran batalla y, después de 60 mil muertos en México, Dios había permitido llegar hasta ahí, hasta el suelo santo, el sagrario. Es una bendición para cualquiera estar libre de cualquier enfermedad.  

Disfrute muchos aquellos pequeños instantes ante el sagrario. Cualquier incrédulo podrá decir: “no es necesario ir al templo para estar con Dios, Él está en todos lados y desde cualquier lugar se puede orar”. Pero la situación no es tal, desde casa oramos de igual forma aunque dentro de un ambiente distinto.  

Sucede que la fe es como las alegrías y las tragedias, es un sentimiento y anhelo mutuo que se comparte entre conocidos o desconocidos que se reúnen en ese lugar que consideran sagrado: el templo y el sagrario. La enseñanza de Jesús de “el fariseo y el publicano” inicia con esta descripción: “Dos hombres subieron al templo para orar…” (S. Lucas 8,10). En esa simple frase, Jesús reunió los elementos: los individuos, la acción, el sitio sagrado y la oración. Es un esfuerzo hecho por las personas para encontrarse con un Dios, rompiendo la comodidad de permanencia en la casa propia para acudir a la casa de oración. El templo es el espacio donde nos encontramos con la presencia de Dios y con el prójimo que reconoce a ese Dios que nosotros reconocemos.  

¿Por qué Jesús inicio el relato del publicano y el fariseo usando la frase: “dos hombres subieron al templo para orar…”?. Desconozco el motivo preciso pero distingo que en los tiempos de Jesús los publicanos no tenían buena fama entre los judíos. Ellos eran cobradores de impuestos designados por roma y, al estar Jerusalén bajo la jurisdicción de los romanos, sus cobradores eran detestados. Si alguien debía hacer oración en su casa era el publicano y por esta razón al entrar al templo de los judíos –en su vergüenza− ni se atrevía a elevar su vista al cielo. Pero Jesús en su paciencia y caridad inicia el relato diciendo: “Dos hombres subieron al templo para orar…”. Cualquier ser humano, sin importar su condición de vida tiene entrada al templo. El templo es la casa de Dios dispuesta para las personas.     

Quienes hacen oración en su casa no hacen mal. El templo es un sitio físico que nos otorga una cohesión social pues nos permite distinguir un proyecto común, una fe común. Quien solo hace oración en su casa reconoce su casa como propia, pero quien acude al templo reconoce dos casas, la suya y la casa común: el templo.

Los tiempos de pandemia y encierro han despertado el hambre de encontrarse con el prójimo, con los amigos, con los hermanos en la fe. Aquella cotidianidad que era inapreciable por la monotonía cobró una relevancia no vista tras la cuarentena, y acudir al templo para orar dejó de parecer algo común, lo siento como un regalo de Dios.

domingo, 9 de agosto de 2020

El aborto, una óptica distinta.

                ¿Qué es más fácil y rápido: comprar algo de 100 pesos en oxxo o acudir a una institución de salud pública para ser atendido?.

            Estoy rotundamente en contra del aborto, estoy a favor del bien mejor: la abstinencia sexual y su práctica dentro del matrimonio de modo responsable. Sin embargo, entiendo que no todos piensan a mi modo, ni desean vivir bajo mis creencias. A quienes están a favor del aborto deseo exponerles esta óptica financiera, dado que parte del discurso es: “aborto legal, seguro y gratuito”. Pedir la gratuidad significa con cargo al erario público, subsidiado por todos los contribuyentes o ciudadanos que de algún modo pagan un tipo de impuesto. Aquí se presenta la primera ironía del discurso abortista; se afirma “su cuerpo”, “es libre para decidir” pero se desea el financiamiento público para cubrir los gastos. ¿Si es suyo por qué debemos pagarlo todos?.  

            Esta reflexión va en contra del aborto desde el sentido pragmático de las finanzas públicas. Aunque los abortistas sostengan: “sale más barato abortar a los pobres, hay muchos niños en pobreza y estos terminaran como delincuentes”, si esto es así, el aborto dejó de ser un asunto de mujeres para ser un asunto de clases sociales, pues una clase dominante sostiene que el aborto debe ser legal porque “hay muchos pobres que serán futuros delincuentes”. Este argumento es clasista y criminaliza la pobreza. La realidad de los reclusorios puede reflejar otra cosa: los pobres tienen menos capacidad para pagar fianzas, contratar abogados y soportar largos litigios.

            Haciendo énfasis en el tema del gasto público en un análisis somero de los costos, señalo; el costo de un aborto en CDMX oscila entre los $2,800 - $9,620 pesos dependiendo de la etapa de gestación, una pastilla anticonceptiva en Farmacias del Ahorro puede ser adquirida desde $86 - $400 pesos, un paquete de tres condones puede ser adquirido en Walmart por una cantidad desde $45 pesos, y curiosamente, el pañuelo verde abortistas puede ser adquirido en Mercado Libre desde $55 pesos más gastos de envío. Esto me hace suponer que dentro de la realidad, una abortista tiene la opción de comprar un pañuelo o un paquete de preservativos por la misma cantidad y regalarlos. El pañuelo verde le sirve para manifestarse pero no evita ningún embarazo, en cambio, los preservativos ─a precio de un pañuelo─ pueden ahorrarle al erario público entre $8,400 hasta $28,860 pesos, si son utilizados de modo adecuado.

            Lo anterior me lleva al raciocinio de un pensamiento básico, ajeno a cualquier adoctrinamiento; ¿por qué debemos subsidiar el costo y el riesgo más alto pudiendo subsidiar el costo y el riesgo más bajo?, ¿por qué debo pagar entre $2,800 hasta $9,620 pesos si tengo opciones desde $45 hasta $400 pesos?. Resulta más barato como Nación subsidiar la prevención del embarazo que subsidiar el aborto. Para darnos una idea, en CDMX el 88% de mujeres que se practicaron un aborto en una clínica eran mayores de edad, solo el 0.77% eran menores de 14 años. ¿Esto demuestra que las adolescentes son más responsables con su sexualidad que las mujeres adultas?, no lo sé.

            El aborto debiese estar penado por motivos financieros para obligar a las personas a utilizar preservativos subsidiados por el Estado, distribuidos de distintas formas. La cobertura en tiendas de consumo ─Oxxo y otras─ es mucho más amplia que el sistema de salud y algunos preservativos ayudarían en la reducción de contagios de enfermedades sexuales, hay beneficios colaterales. Por otra parte, despenalizar el aborto provocará que mujeres residentes en localidades carentes de centros de salud se practiquen abortos precarios con la novedad de ser legales. La despenalización presenta esa paradoja: volverse permisible dentro y fuera del centro de salud al no tener forma de pagar el traslado para acceder alguno.  

            Entre todas las opciones posibles para evitar un embarazo prefiero la abstinencia, el aborto es presentado como meta pero no lo es, es solo una opción: la más cara y de mayor riesgo.

domingo, 26 de julio de 2020

La vida es hoy


            Esta semana falleció por coronavirus un tío y por anemia un amigo que es diabético, precisamente el día de las muertes regrese de Bahía de Kino acompañado de tres amigos. Me sentí culpable por salir de casa y disfrutar la playa el mismo día en que estas personas perdieron la vida. Al menos si pudiese estar en el funeral y en la misa de los difuntos seria una liberación para mí, pero ni eso, el coronavirus no lo permite. Resulta paradójico salir a la playa y no poder acudir al culto; en las misas celebradas entre semana la sana distancia es casi una garantía. 
            Estando en la playa mis amigos y yo dimos gracias a Dios por la salud y el momento, guardamos los protocolos sugeridos; sana distancia, cubre bocas, gel antiséptico. El viaje lo realizamos entre semana considerando que así habría menos afluencia de personas. Tratamos de ser responsables pero el riesgo de contagio es latente, incluso sin salir de la ciudad.
            Este tiempo nos ayuda a reflexionar y entender lo frágil que es la vida. Cualquier plan que anhelemos para nuestro futuro; invertir, ahorrar, viajar, puede verse trastornado por el riesgo de enfermar y morir. Pareciera que esto es el fin. La muerte ronda por todos lados y ronda entre nuestros seres cercanos. Estas muertes nos ayudan a valorar la vida cotidiana; ir a misa los domingos, acudir al parque, al cine, comer entre amigos y disfrutar lo que parece insignificante.
            Esta situación me hace recordar una reflexión hecha por el sacerdote Fortea. Antes del coronavirus él anunció varios momentos para la humanidad; el primer momento sería un espacio para la hermandad, pero una hermandad anticristiana alejada de Dios donde todos seriamos cómplices de la injusticia, la ausencia de la caridad, la vanidad y la inmoralidad. El segundo momento seria un espacio para la purificación; un dolor en donde la humanidad renacería a una conciencia nueva abriendo un nuevo periodo. Advierto que estas situaciones son recurrentes en las Sagradas Escrituras y es notorio encontrar estos periodos en la vida del pueblo de Israel expresada en el antiguo testamento: el pecado, la tragedia y la conversión.
            Fortea me parece muy preciso para advertir antes de la pandemia esa realidad espiritual que vivió el mundo. Siguiendo el guión de las Sagradas Escrituras pareciera que la gran inmoralidad antecede siempre a una gran tragedia: una sequia, una guerra, una peste, una pandemia. Debemos considerar que los autores antiguos atribuían la tragedia a la desobediencia, a un castigo divino, pero bajo una interpretación moderna y con un conocimiento mayor del creador no podemos afirmar tal cosa. Bajo una explicación sencilla de las causas es correcto que la inmoralidad nos lleve a la tragedia pues su origen es la corrupción; las negligencias sanitarias que provocan enfermedades, los daños al medio ambiente que causan mutaciones en las bacterias y virus, etc.
            Como creyentes podríamos optar por dos interpretaciones de la realidad sanitaria que vivimos; afirmar que esto es un castigo divino por nuestra inmoralidad ─cosa que no comparto del todo─ o creer que la creación ha sido sometida por Dios a las leyes naturales y que dentro de la misma habita el ser humano con libre albedrío. De ambas interpretaciones podemos entender algo del misterio de Dios; es preferible vivir en el amor que en el temor a vivir. De lo anterior puedo precisar, si Dios nos permitió vivir, vivamos en paz, sin rencor, sin maldad, vivamos el perdón. La vida es hoy, mañana no sabemos y a Dios nos encomendamos. Amén.

lunes, 13 de julio de 2020

Consentir a los hijos


            Tengo un sobrino muy amado de cuatro años de edad al cual se le consiente por afecto. Es el único sobrino que tengo y por lo tanto es el único nieto. Toda la familia se volcó hacia él por ser el único niño de la casa. Ha nacido en una casa donde hay abundancia, tiene acceso a las comodidades; una recamara para él solo en una casa frente a un parque grande, no ha compartido su cuarto con nadie y no sabe lo que es jugar en una calle con pavimento en mal estado rodeado de basura y casas invadidas; nunca lo han trasladado en transporte urbano ni ha conocido lo que es transitar en un automóvil sin placas y sin aire acondicionado; por internet tiene acceso a una lista inagotable de programas para niños disponible las veinticuatro horas del día, nunca ha tenido que esperar días para ver un programa por televisión. Aunque el niño es la luz de la casa se le está acostumbrando a esperar poco, recibir todo y no compartir nada.   
            Consentir es otorgar, proveer y permitir, es una concesión, pero también es malcriar, viciar, malacostumbrar, corromper. La educación va más allá de transmitir y recibir conocimiento, es también una ayuda para dominarnos, ejercitarnos en las virtudes de la paciencia, reducir el ego y llegar a la humildad. El individuo que lo tiene todo no está acostumbrado a recibir un “no” como respuesta. Esto me recuerda una anécdota: siendo la media noche llegue a una ciudad del sur, entrando al lobby del hotel conocí a su dueño. Él estaba con uno de sus empleados platicando y bebiendo, era un hombre muy ameno y me invitó unos tragos. Le conteste que en otra ocasión pues estaba cansado por el viaje y al día siguiente tenía que atender compromisos laborales en esa ciudad. Él insistió:
            ─La primer noche va por mi cuenta
            ─No, muchas gracias
            ─Te doy descuento para el resto de los días  
            Accedí a su oferta por respeto y entendí que los ricos no están acostumbrado a recibir un “no” como respuesta.
            En la vida ordinaria, Dios podría darnos todas las cosas y resolver nuestras angustias pero su abstinencia y su misterio nos educan para que nosotros aportemos algo a esa necesidad. Hasta el “no” de Dios nos beneficia. Dios nos ha dado toda la creación pero nos la entregó como si fuese una masa bruta que requiere un proceso: nuestra colaboración para procesarla y distribuirla. El libro del Eclesiástico contiene unos pasajes asociados a la educación de los hijos:      
            “Si amas a tu hijo, edúcalo y no dejes de corregirlo. Así el día de mañana podrás sentirte orgulloso de tener un buen hijo. Tus amigos se alegrarán contigo, y tus enemigos te envidiarán. Si educas bien a tu hijo, aunque mueras, nadie se olvidará de ti porque verán en tu hijo a otro como tú. Mientras vivas, te alegrarás al verlo; y cuando estés a punto de morir, no sentirás tristeza porque tu hijo te vengará de tus enemigos y devolverá los favores a tus amigos. Pero si malcrías a tu hijo tendrás que curar sus heridas y sufrir al oír su llanto. Si a tu caballo no lo domas, jamás lo podrás controlar; si a tu hijo lo malcrías, jamás lo podrás educar. Si malcrías a tu hijo y le das todo lo que pide, te llevarás dolorosas sorpresas. Mientras todavía sea niño, no le des mucha libertad ni pases por alto sus errores; al contrario, corrígelo siempre para que no se vuelva caprichoso y más tarde te cause problemas. Educa bien a tu hijo, y no tendrás que pasar vergüenza por causa de su rebeldía.” (cap. 30, 1-13)

domingo, 28 de junio de 2020

La institucionalidad de la fe


            Esta semana un familiar compartió en sus redes sociales un video sobre “el dios Spinoza”, una reflexión sobre un evento sucedido en una conferencia del científico Albert Einstein. El monólogo supone que Einstein creía en la versión de un dios propuesto por Baruch de Spinoza, filosofo racionalista del siglo XV que propone un panteísmo para encontrar a Dios dentro de la creación. Aunque las opiniones sobre Dios se respetan ─Einstein era judío y Spinoza un panteísta─ el argumento del video me parece falso por proponer a un dios sin reglas: Cómo puede ser creíble que Einstein y Spinoza propongan un Dios sin reglas si dentro de la creación abundan las reglas: las leyes de la física.
            El video parte del prejuicio de siempre: ¿para qué rezar?, ¿para qué ir al templo?, dios está en la montaña, en el bosque, en el rio, ¿crees que Dios quemará en el infierno a sus hijos que tanto amó?. Este video y tantos que circulan por redes sociales me parece simplemente el complejo de quienes en vez de vivir su panteísmo y disfrutarlo, prefieren dedicar su tiempo y esfuerzo demeritando la fe de los demás. Una persona espiritual que profesa otra religión no vive en conflicto con las liturgias de sus semejantes, ni increpando a las demás religiones, las respeta, incluso, es capaz de reconocer algo bueno de otras religiones sin sacrificar la propia. A la paz estamos invitados todos.
            El problema social se aprecia en la crisis de institucionalidad y no es un asunto simplemente de la Iglesia. Existe una crisis de credibilidad generalizada en las instituciones y esta es sustituida por el carisma de distintos actores sociales. Desde actores políticos: Donald Trump, López Obrador, Hugo Chávez, Evo Morales, hasta líderes religiosos y espirituales. Lo de hoy pareciera ser “el jalón”, la convocatoria y el carisma que conecta con la masa. Parece que ya nadie es fiel a la filosofía de un partido político ni a la cátedra de religión alguna. Esta crisis institucional se vive como una filosofía social y por esta razón es común ver este tipo de videos en redes sociales con mensajes que nos invitan a “liberarnos de las instituciones religiosas” para disfrutar la poca vida que nos queda. Como si no fuese posible disfrutar la vida ─y de mejor forma─ dentro de la institución.  
            Aunque los mensajes son atrayentes también son superficiales como “el populismo”. El motivo de institucionalizar la fe es precisamente para que ésta pueda ser vivida en comunidad, todo aquello que se institucionaliza es comunitario. La institucionalidad nos organiza y nos enfoca para un mismo fin, en cambio, la fe individualizada nos disgrega. Esto se puede exponer de una forma muy sencilla: si cada uno de nosotros sabe que los domingos es el día de reunión para la celebración, ese día nos reunimos porque todos lo sabemos. Pero si cada quien “se siente libre” para decidir el día y la hora solo queda el desorden, unos irán al norte otros al sur, otros a la montaña y otros en su casa: da lo mismo, cada quien hace lo que le venga en gana.  
            Es posible encontrar a Dios dentro de la creación y esa es una de las enseñanzas de San Pablo: los paganos incrédulos pueden encontrar al creador contemplando las maravillas de su creación. Sin embargo, también la creación requerirá ser interpretada y para eso la cátedra será útil y la institución necesaria. La creación no ofrece el cuerpo de Cristo, la misa si y en ella disfrutamos la esperanza común con los hermanos.  

domingo, 14 de junio de 2020

Un México para todos


            Estoy llevando clases de Pensamiento Social Latinoamericano con el Dr. Francisco Zapata, chileno, catedrático del Colegio de México. En términos generales la clase expone esta pugna entre la colonización ideológica que el primer mundo ejerce sobre Latinoamérica y los ideólogos latinoamericanos que buscaron dar una identidad a nuestros pueblos. En el caso del Perú, Mariategui reinterpretó el marxismo para llevarlo a la realidad del pueblo indígena, y, en el caso de México, Gamio, se enfocó en rescatar el pasado indígena de la nación apoyado por los revolucionarios mexicanos, Carranza y Obregón. A él se le debe el descubrimiento del templo mayor en la Ciudad de México. Estos descubrimientos arqueológicos darán a los revolucionarios de México elementos para conceptualizar ideales a inicios del siglo XX.    
            En la reconfiguración de los pueblos como naciones consolidadas la identidad es importante para dar unidad a los pueblos. En el caso de Latinoamérica, dentro de cada nación, no siempre existió la idea de ser “un solo pueblo”, más bien se era un solo territorio y dentro de estos límites se identificaban varios grupos sociales; indios, hacendados, migrantes, mestizos, criollos, negros, campesinos, la gente de ciudad.  
            Poco a poco, por medio de la educación, nos fuimos identificando como “ciudadanos” de una misma nación. La educación no fue gratuita desde el nacimiento de la nación, se fue construyendo y entregando como un derecho social por medio de cambios pacíficos o violentos. La educación no solo entregó conocimiento, nos enseño a ser ciudadanos; desde los honores a la bandera, el himno nacional, la identificación de los héroes de la nación y los límites geográficos de los Estados. Toda esta historia nos aporta para que entendamos lo que somos: mexicanos.
            En el mundo contemporáneo entendemos a México como heterogéneo. Dentro del país tenemos muchas diferencias físicas, lingüísticas, económicas y tecnológicas, pero entre nosotros nos identificamos como una sola nación. En la religiosidad México también es diverso, vivimos la libertad de cualquier culto o el ateísmo sin ninguna mortificación.   
            La Iglesia Católica en México es un hito histórico que representa la cosmovisión de muchos mexicanos, no es simplemente una expresión europea de la cristiandad sembrada en el país, es más bien “la expresión mexicana del cristianismo” y esto se ve y se vive en las fiestas de la religiosidad popular. Entonces me surge la pregunta, ¿somos un grupo religioso o somos también un grupo étnico?. Creo que visualizarnos como etnia también es válido porque muestra de modo más tangiblemente lo que somos; una comunidad que se identifica con creencias, costumbres y tradiciones inculcándolas a sus descendientes. Por lo tanto, es totalmente natural que sintamos repulsión por aquello que atenta contra los valores que nos identifican como esa gran etnia social que somos; los católicos de México.
            Para concluir, en la reconfiguración de México para el siglo XXI nos encontramos ante nuevas pugnas ideológicas y sociales que nos mueven para la construcción de un nuevo individuo. Como mencione; la educación pública no solo transmite conocimiento, también construye ciudadanía, ¿Qué clase de ciudadano se construye por medio de las instituciones públicas?. Sería injusto catequizar al pueblo de México desde la educación pública y de igual forma, atentar contra los valores de la catolicidad. ¿Cuáles son las fronteras ideológicas que no deben ser rebasadas por la educación pública y cómo construir un México para todos?.    


lunes, 1 de junio de 2020

Libertad, liturgia y sacramento


            A finales de mayo celebramos la fiesta del pentecostés y en medio de este encierro por la pandemia es difícil ─para el católico común─ advertir el calendario litúrgico. Me alegro porque la Iglesia lo muestra y podemos seguirlo desde casa por medios electrónicos. De esta experiencia me surgen dos reflexiones.
            Esa misma semana por las mismas redes sociales pude apreciar la fiesta de pentecostés de los judíos; ellos en la misma situación que nosotros por el coronavirus están en sus casas siguiendo las liturgias judías de su fiesta. De aquí me surge una primera reflexión. La Iglesia Católica nace dentro del pueblo de Israel en Jerusalén, por lo tanto, sus celebraciones tiene afinidades; tal es el caso del pentecostés católico y el pentecostés hebreo. Esto debe hacernos entender; así como la familia judía celebra a Dios por medio de las liturgias hebreas; el católico de la misma forma no puede desprenderse de sus liturgias.
            Dentro de la pandemia algunos señalan “no es importante reactivar la misa en físico porque se puede hablar con Dios desde casa”, este tipo de lenguaje parte desde un paradigma protestante; sin sacramentos físicos, sin liturgias claras; solo un lenguaje mental entre Dios y el creyente. Pero la fe bíblica, la fe que emana del pueblo de Israel y la Iglesia primitiva es una fe que se vuelve visible; “Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomen, esto es mi cuerpo” (S. Mateo 14, 22). El católico acude a misa para recibir el pan, el cuerpo del Señor. Este acto no se trata simplemente de “hablar con Dios” sino de participar en el cuerpo de Cristo que se entrega.
            La segunda reflexión gira en torno a la fiesta de pentecostés. Como mencione, la fiesta tiene un antecedente judío; ellos celebran la llegada del pueblo de Israel al monte Sinaí y la entrega de los diez mandamientos por mano de Moisés. En cambio, el pentecostés de la Iglesia celebra la ascensión de Jesús a los cielos y la entrega del Espíritu Santo. Por ambos eventos vale la pena meditar en el texto de Ezequiel; “Les daré un corazón nuevo y pondré en su interior un espíritu nuevo. Quitaré de su carne su corazón de piedra y les daré un corazón de carne.” (cap. 11, v. 19). El texto del profeta tiene una predicación para un contexto y situación específica; la conversión del pueblo de Israel y que sus hombres cambien la dureza de sus corazones.
            En un sentido más amplio, en esta predicación de Ezequiel podemos vislumbrar un preanuncio de la nueva alianza establecida por Jesús; el corazón del pueblo de Israel es la cátedra de Moisés y él escribió sus leyes en piedra, y, él corazón de la Iglesia es la eucaristía, donde Jesús estableció su alianza a carne y sangre. Por lo tanto ─entendiendo que Dios ha cambiado el corazón de piedra por uno de carne─ los católicos debemos vivir los mandamientos de un modo distinto y nuevo; no se trata simplemente de memorizar mandamientos y liturgias, sino de aprender a vivir los mandamientos y las liturgias a través de la libertad que nos da el Espíritu que hemos recibido. Seamos un pueblo recurrente de la eucaristía; corazón de carne entregado por Dios.  
            La pandemia y el encierro me han hecho valorar los sacramentos y los eventos litúrgicos; la confesión, la eucarística y la oración en comunidad. Pero también me han hecho ver la necesidad de un recluso privado de la libertad y lo importante que es llevarles los sacramentos.

martes, 26 de mayo de 2020

Religiones formales e informales


            Así como los hombres de ciencia investigan, estudian y dedican su tiempo para leer, comprender y contemplar la ciencia para acceder al conocimiento, de la misma forma, los hombres en la religión dedican su tiempo para leer textos sagrados, comprenderlos, asimilarlos y contemplar la creación para acceder a la sabiduría. Ciencia y religión no son lo mismo porque conocimiento y sabiduría no son lo mismo. La ciencia es un conocimiento que nos ayuda para la comprensión del mundo y la religión es un método que ayuda para el discernimiento entre el bien y el mal.
            Según Mario Bunge dentro de las ciencias existen aquellas que son informales, conocimientos que no son exactos, que se modifican dependiendo de la sociedad., por ejemplo; la filosofía y la sociología son ciencias pero no son exactas como las matemáticas y la física. Esta idea me hace pensar en la distinción que debiésemos hacer en asuntos de fe: religiones formales e informales.
            ¿Qué sería entonces una religión formal e informal?. La palabra “formal” bajo una de las definiciones de la  Real Academia de Española es el uso de símbolos definidos y estipulados en algún sistema. En la construcción de este concepto; religiones formales son el judaísmo, el islam, el hinduismo, incluso, el protestantismo y el pensamiento evangélico cuando poseen una estructura de símbolos ─estos pueden ser símbolos y estructuras para la interpretación de textos bíblicos: la interpretación adventista no es igual a la metodista o mormona─ todas ellas reconocen al lugar de reunión: sinagoga, mezquita, templo, bajo un liderazgo: rabino, imam o iman, sacerdote, pastor, etc. Pero ¿Qué es entonces una religión informal?.
            La palabra religión viene del latín “religio” y su significado se asocia con amarrar, dar unión. En este caso es una unidad entre los seres y Dios. Algo que se une sin fuerza su resultando es informal y no puede perdurar. Por lo tanto, toda religión es formal cuando posee elementos litúrgicos, teológicos, de tradición y de pensamiento para perdurar a lo largo de los siglos; la vida de Dios y la humanidad es eso, algo de siglos que no puede reducirse al criterio individual del “yo” pues Dios nos habla a todos.
            En la actualidad estamos plagados de la informalidad; alguien habla de las energías, de las vibras, del universo y la gente lo cree tras realizar ciertos ejercicios y recibir algún beneficio de paz en su interior. Las creencias informales no pasan de ser eso, creencias fincadas en mi beneficio inmediato; la paz y/o la tranquilidad, son como terapias des estresantes ─analgésicos para la conciencia─ que no profundizan en otras realidades del espíritu humano como la humildad, la castidad, el cumplimiento a la palabra empeñada, etc., virtudes que se logran mediante procesos de estudio y contemplación ejercitándose a lo largo de la vida dentro de doctrinas con cátedras formales. Las creencias informales se caracterizan por exigir poco porque su bagaje es poco y por eso mismo los resultados son pobres, superfluos.     
            Este paradigma de la informalidad se incrusta en muchos católicos ─nosotros también estamos inmersos en esa actualidad. De tal suerte que el creyente deseará resultados a los cinco minutos y de no obtenerlos afirmará que la religión no sirve. Por ejemplo; si usted acude al  gimnasio o la ciencia deberá ser constante para ver resultados. Lo mismo sucede en la religión formal y en todos los procesos de la vida; la constancia es clave de nuestra transformación.

domingo, 17 de mayo de 2020

La ciudad y el individuo


            “Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Henoc. Estaba construyendo una ciudad, y la llamó Henoc, como el nombre de su hijo…” Génesis 4, 17
            Es curioso que la biblia nos presente a Caín como constructor de una ciudad, esta visión como paralelo no es muy distinta a la realidad; muchas ciudades fueron edificadas por asesinos, por conflictos armados por la tierra. La ciudad de México es un ejemplo. La ciudad es un asentamiento humano que tiene una cosmovisión del mundo, por algo nos llamamos “mexicanos”, “hermosillenses”, pensamos de alguna forma, tenemos hitos, costumbres y tradiciones. La ciudad se impone e impone hasta el acento en el modo de hablar. ¿Por qué los de Veracruz no hablan igual que los de Hermosillo?. En el modo de expresar una palabra se manifiesta la visión del cómo debe sonar esa palabra; los de Veracruz dirán que somos nosotros los que hablamos raro y nosotros diremos que los raros son ellos. En la rebeldía de modificar la palabra “hijo” substituyendo la “h” por la “m” para decir “mijo” los individuos expresan su visión lingüística. Estos seres llegan a construir acuerdos mediante sus palabras y sus visión dentro de un territorio; la ciudad.   
            En la historia de la humanidad, la urbanidad y la ciudad, son formas relativamente nuevas. Fue después de la revolución industrial cuando los individuos migraron del campo a la ciudad, a los centros industriales, es ahí cuando vemos las fábricas y los suburbios habitacionales, y el nacimiento de la vida urbana nocturna y sus formas. Estas migraciones masivas y la expansión de la urbanización exigen a los ayuntamientos una mayor planeación en la distribución del territorio; vialidades, infraestructura, espacios, y sobre todo, exige a los ciudadanos controlar su conducta y sus pasiones en medio de la inmensidad que los absorbe; la ciudad.
            En la plaza de catedral podemos ver la diversidad, por un lado, el icono urbano de la catolicidad; catedral, frente al Palacio Municipal, la sede del poder laico que nos gobierna. En la plaza pública están los individuos con sus ideologías, sus historias y en medio de ese espacio convivimos y disfrutamos. Si expresáramos nuestros ideales probablemente resultaríamos antagónicos, pero en el disfrute del espacio público convivimos; religiosos, ateos, migrantes, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños. El espacio público nos ayuda para encontrarnos con los demás, con los otros, los que no comulgan con nosotros.  
            En la biblia y en otras religiones cuando los individuos quieren interiorizarse, buscar la paz, la espiritualidad, acuden a retiros alejándose de la ciudad. Esto es interesante pues la ciudad tiene modelos, formas e ideas; nos siembra paradigmas de éxito y fracaso, en ese espejismo nos hace creer que anhelamos cosas que en realidad no son anhelos propios sino que son cosas que vemos y las seguimos porque el grupo las sigue. La ciudad es la multitud de voces que confunde; voces políticas, de medios, de estratos sociales, de iconos. La ciudad absorbe al grado de restarnos individualidad y borrar lo que el individuo es y convertirlo en parte de esa multitud: los de Hermosillo, los de Nogales, los extranjeros, los del sur. Pero también, la ciudad nos ayuda a construir lo que somos; lo que comemos, lo que escuchamos, lo que nos identifica.
            En la ciudad existe el templo y el sagrario, un espacio que permite a locales, foráneos y extranjeros, identificarse entre sí bajo una misma comunión; la paz con Dios y con nosotros.  

domingo, 10 de mayo de 2020

El prejuicio


            Muchas personas cargan frustraciones y complejos, para desprenderse de estos males buscan culpables: la economía, algún partido político, grupo racial, estrato social o religión. Ellos construyen argumentos para justificar sus posturas y sentirse validados en sí mismos por alguna forma de pensar o modo de vivir, construyen ideales y siguen a esas figuras que los representan. Viven pensando que la sociedad debe cambiar sintiéndose visionarios por encima de los demás. Tan comprometidos están con ese imaginario que ellos mismos han alimentado que no toleran opiniones en contra, y, cuando se encuentran a ese individuo que resume todos los ideales antagónicos contra lo que ellos luchan lo atacan sin conocerlo. Son como animales irracionales que buscan la más mínima evidencia para lapidar a quien consideran su oponente. La realidad es que no existen oponentes, ni adversarios. Solo existe ese prejuicio que construyen y alimentan que les funciona como fortaleza para protegerse de ese complejo y temor que los atormenta y aterroriza. Esto puede manifestarse de muchas formas: clasismo, racismo, homofobia, heterofobia, repudio hacia alguna religión, hacia el capitalismo, hacia el socialismo, etc. Es simplemente un odio que está en el interior del corazón humano y se manifiesta contra alguien que represente tal cosa: el sacerdote, el pobre, el migrante, el rico, el homosexual, la mujer, el hombre, la prostituta, puede ser quien sea.
            La religión misma cae en esa tentación, convertirse en la fortaleza de esos corazones atormentados que buscan en ella los argumentos para lapidar a los otros; los impuros, los pecadores, los incrédulos, los otros. Es aquí donde se tiene que poner bien claro que la religión es un asunto que nace desde el juicio y el perdón interior para otorgar el perdón a los demás, a los otros que viven de otra forma. Las palabras simples de Jesús: “no juzgues y no serás juzgado”, “saca la viga en tu ojo…”.  
            Esta idea me recuerda a una película que vi tiempo atrás: “American Pastoral” (2016). El protagonista, Ewan McGregor, es un estadounidense emprendedor, ciudadano esforzado, de valores tradicionales, que lucha por mantener a su familia unida y sacar su negocio adelante; una esposa y una hija. ¿Hay algo malo en esto?. Aparentemente no, pero mirado bajo la óptica antagónica esta hombre es el hito que debe ser derribado por representar todo lo que un discurso político de odio vocifera; si es estadounidense es un privilegiado por encima del resto de muchas economías, si es blanco es un privilegiado por encima de la diversidad de colores de piel, si es emprendedor es un capitalista que perpetua un sistema que existe gracias a la explotación obrera, si sus valores son tradicionales es porque se opone a la diversidad sexual y si es hombre, padre de familia, eso le da un privilegio por encima de cualquier mujer. Visto desde el discurso político todas estas expresiones tienen algo de realidad pero llevado al individuo en lo particular probablemente no, es ahí donde se dan los conflictos entre los individuos; personas que se encuentran con otras personas y se miran desde sus ideales, desde sus prejuicios y estas ideas los limita para que puedan conocerse, relacionarse y saber que la realidad es más simple y vivible.             En nuestro día a día nos encontramos con cientos de personas, seamos pragmáticos para ver en ellos lo que existe –no lo que nosotros imaginamos de ellos. El que odia por prejuicio suele tener más fe que un religioso pues supone que sus prejuicios son verdaderos.     

domingo, 3 de mayo de 2020

Antonio Gramsci y la Iglesia


            Antonio Gramsci fue un pensador socialista italiano encarcelado por el dictador Benito Mussolini, sus ideas fueron revolucionarias y denunciaron la distorsión del marxismo. La importancia de Gramsci es su definición del concepto hegemonía. Para el pensador, la hegemonía es un sistema de dominación de masas, este sistema es integrado por gobierno, política, economía, cultura, medios de comunicación e iglesia. Aunque Gramsci nació en 1891 y falleció en 1937, sus ideas fueron retomadas con fuerza en la era de la globalización y en esta remembranza la iglesia católica vuelve a ser motivo de vituperio. El objetivo de esta reflexión es dar herramientas de juicio a los católicos ante esta idea social heredada de Gramsci; la iglesia como instrumento de una hegemonía.   
            Antonio Gramsci escribió desde su realidad, la Italia en tiempos del fascismo, muere en Roma, el epicentro del catolicismo, la sede del sumo Pontífice. Desde otra realidad,  en el México de aquellos tiempos, el movimiento de la contra revolución construía una hegemonía de una manera muy distinta sin utilizar a la iglesia católica, mas bien, oponiéndose totalmente a ella; me estoy refiriendo a la guerra cristera –de 1926 al 1929- un episodio obscuro dentro de la historia de México que la hegemonía excluyó de su instrumento; la educación pública y el libro de texto gratuito.      
            En un razonamiento muy simplista, la hegemonía mexicana se construyó de espaldas a la iglesia católica, substituyendo a la iglesia por el partido. Un antecedente importante para entender la guerra cristera es la historia previa; la lucha de Benito Juárez por lograr la separación entre la iglesia y el Estado (1855 – 1863). El Presidente Juárez lo logró pero solamente en el papel, en la ley. La visión del Presidente Plutarco Elías Calles (1924 – 1928) era deslindar a la iglesia católica de cualquier influencia y poder que pudiese tener en el país. Calles apoyo el sectarismo católico, promovió leyes que perjudicaban a la iglesia, estas acciones detonaron la guerra cristera en 1926. La guerra duro tres años y se estima que el conflicto armado cobro la vida de entre 50 mil hasta 250 mil personas. No existe una cifra oficial.
            Plutarco Elías Calles fue exiliado por el Presidente Lázaro Cárdenas. El Cardenismo construiría y consolidaría su proyecto hegemónico gracias a la expropiación petrolera reconstruyendo las interacciones entre el Estado y las organizaciones; campesinas, obreras, civiles y políticas. La relación Iglesia – Estado de los tiempos de Benito Juárez quedó substituida por la relación Partido – Estado tras el proyecto de Cárdenas, de 1940 en adelante. El ciudadano ya no conseguiría privilegios del Gobierno por medio de un clero sino gracias a la devoción a un partido político; el partido de Estado, el partido de Lázaro Cárdenas.
            Es curioso que nuestra Constitución esclarezca de modo claro y firme la división entre Iglesia y Estado pero en la relación Partido y Estado no resulta ser tajante. Esta última interacción define en mucho la percepción que tienen los ciudadanos al mirar los partidos y los gobiernos, su forma de operar, influir y tratar a sus opositores partidistas.  
            Para concluir, reflexionando en las ideas de Antonio Gramsci entendamos que él propuso sus conceptos desde su realidad: la sociedad construida por el fascismo de Mussolini. Hacer una interpretación arbitraria de Gramsci servirá para aquellos que tienen aversión al catolicismo y desean construir hegemonías anticatólicas. La experiencia vivida por Gramsci ante la represión ejercida por Mussolini no debe reducirse en la modernidad a un antagonismo religioso.  
            Nosotros somos sociedades del siglo XXI, nos comunicamos de otra forma y por otros medios. En la modernidad dentro de México existen muchos Méxicos y en la cristiandad existen muchas cristiandades. Hoy –casi 100 años después de Gramsci- no se distingue una visión única sino una multiplicidad de visiones. Por respeto a la pluralidad y en honor a los difuntos sintámonos libres para ser católicos.

lunes, 27 de abril de 2020

La biblia y sus líneas


Navegando por redes sociales una imagen llamó mi atención, en ella se citaba un pensamiento de Frederick A. Filby (premio nobel de física): “Ciertamente cuando más procede uno al estudio del Arca de Noé a lo largo de principios simples y sanos de interpretación bíblica y a la luz de descubrimientos científicos y arqueológicos, tanto más razonable se vuelve toda la historia”.
Es verdad que existe algo llamado “arqueología bíblica”, conocimiento especializado en la búsqueda y descubrimiento de sitios descritos en la biblia. Sin embargo, esta ciencia arqueológica es un complemento para entender mejor la realidad histórica de lo que es la Sagrada Escritura. En mi opinión personal, la arqueología bíblica no debiese utilizarse para validar o desacreditar lo que está inmerso dentro de la biblia. Esto lo afirmo desde la óptica de quien busca la sabiduría bíblica, es decir, que dentro de la biblia existen géneros literarios; novelas y cuentos –el libro de Job y Jonás- que no responden a situaciones históricas o reales pero entregan al lector un mensaje importante, así mismo, existen otros libros –Crónicas, Reyes, Evangelios, Hechos de los Apóstoles- que expresan eventos que si sucedieron.
Por ejemplo, dentro de la literatura universal, Esopo es conocido por sus fábulas –la liebre y la tortuga- esta manera de escribir se caracteriza porque su narrativa atribuye cualidades humanas a los animales o a las cosas inanimadas, construyendo historias con estos personajes. El objetivo es entregar al lector un mensaje utilizando una narrativa amena que despierte su imaginación. En los evangelios es común encontrar las parábolas de Jesús; narrativas breves y simbólicas donde se extraen enseñanzas morales. En este tipo de narrativas los detalles no son tan transcendentes, la meta es compartir un mensaje utilizando expresiones y símbolos simples que lleven a la audiencia a la comprensión del mensaje. Es muy importante distinguir el género literario de cada libro de la biblia para evitar así malas interpretaciones o fanatismos absurdos.
Particularmente los primeros capítulos del libro del génesis se caracterizan por dar descripciones simplistas de las situaciones, como si fuesen bocetos de eventos. La narrativa cambia y toma mayor sustancia cuando se da inicio a las genealogías para llegar al origen del patriarca Abraham. Es ahí donde se inicia otro tipo de descripción más puntual y precisa de las situaciones que vendrán sobre los descendientes del patriarca y sus sucesores; Isaac, Jacob y sus hijos. Cabe señalar, el autor de los primeros cinco libros de la biblia fue Moisés. Él escribió tomando como base las creencias de los hebreos que fueron transmitidas de modo oral de generación en generación. Por esta situación, asumir una realidad histórica al relato del Arca de Noé no tendría mucho sentido pues el mismo autor tampoco fue testigo de los acontecimientos (cosa que sí sucede con el libro Hechos de los Apóstoles escrito por San Lucas), y, aunque Jesús en los evangelios citó el relato de Noé (S. Mateo 24, 37-39) debemos comprender que Jesús utilizó una creencia conocida entre los judíos para exponerles el papel del Hijo del Hombre –Cristo, arca de salvación- a esa generación.
Creo que los tiempos actuales requieren una apología bíblica formativa mas allá de una discusión de calle que intente convencer a los incrédulos. Unos desearan evidencias para creer, pero ¿Qué mayor evidencia que la propia sabiduría que emana de la biblia?.       

domingo, 19 de abril de 2020

Marx, fariseos y cristianos


            ¿Qué caso tiene hacer oración si nadie se beneficia?. Estoy llevando una clase sobre pensamiento social clásico, esta semana realizamos una revisión del trabajo de Karl Marx. Aunque parezca un diálogo inútil y trillado, me siento motivado para reflexionar sobre este autor desde la óptica de un católico. En esta reflexión haré una asociación entre los pensamientos materialistas de Marx, la corriente de los fariseos y el mesianismo de Jesús.  

            A Marx se le atribuye la gestión del pensamiento que cimentó el concepto del Materialismo Histórico, esto es, la interpretación material de la historia, razonar la historia en base  a la relación que los pueblos tenían bajo sus deseos materiales; comprar, vender, tener, poseer, despojar, etc. Marx como hombre occidental no puede desprenderse de la idea del “hilo conductor de la humanidad”, esto nace de una idea aristotélica sobre el desarrollo de la humanidad; el individuo posee un anhelo que desconoce y lo mueve, ese ímpetu lleva a la sociedad a la superación. Aristóteles lo atribuía al espíritu humano, Kant lo atribuye a las leyes de la naturaleza, Hegel lo atribuye a la lógica y la razón, Marx lo atribuye a los bienes materiales. Esta idea del movimiento de la humanidad hacia un fin mejor aporta en Marx para la construcción de sus hipótesis; después del capitalismo vendrá algo mejor, terminaran las luchas de clases sociales para entrar en una nueva era, más equitativa y justa; se construye la base para el pensamiento comunista y socialista.
            En modo de sarcasmo escribiré; en estos postulados parece que no existe mucha diferencia entre creer en Marx y en el libro del Apocalipsis. Los dos plantean que existe una humanidad que avanza hacia un fin mejor, hacia una era de equidad, justicia y alegría. Meditemos un momento y miremos en la historia de la salvación. Judíos y fariseos también creían que la humanidad avanzaba hacia un fin mejor y que la llegada del mesías traería un tiempo de equidad, justicia y paz para el pueblo; el pueblo de Israel. Entonces, para el ejercicio de esta reflexión, idealicemos a marxistas y judíos como aquellos que esperan que la manifestación de la paz y la justicia en el fin último de esta humanidad sea expresada en la repartición de bienes materiales. ¿Acaso no son lo mismo?. El marxista pide la liberación del capitalismo del mismo modo en que el judío pedía ser liberado de Roma.
            Está claro que no es un error pedir equidad y justicia en la repartición de bienes materiales, nuestro cuerpo las necesita para cubrir las necesidades básicas. La ambición y el deseo material es una característica natural de los seres humanos. El cristianismo nos revela que incluso la abundancia de bienes puede ser la opresión del hombre y en la carencia el individuo también se perfecciona como ser humano. El mesianismo de Jesús no se reduce a la repartición de bienes materiales: ¿hasta dónde es suficiente para saciar los deseos humanos?. Jesús lo señaló de forma muy clara: “mi reino no es de este mundo”. El cristianismo intenta construir algo en el interior de los individuos.
            Termino la reflexión con la pregunta inicial: ¿Qué caso tiene hacer oración si nadie se beneficia?. Esta pregunta se hace desde la visión de aquel que tiene como paradigma los bienes materiales, si la actividad no concluye en la repartición de beneficios materiales no es útil. El cristianismo no se reduce a ser la religión del reparto de las cosas. La oración fortalece nuestro ser porque la libertad está en nuestro ser y no en nuestras posesiones. 

domingo, 12 de abril de 2020

La fase III, México


            En la conferencia del día 11 de abril, el sub secretario de salud, Hugo López Gatell, anunció que México está por entrar en la fase III tras el número de casos confirmados por coronavirus. La fase II se centra en restringir la “movilidad urbana”, salir lo menos posible a la calle, suspender actividades grupales en espacios públicos y privados. En la fase III el tema es “el hospital”. Esta inicia con la revisión de la infraestructura instalada, funcionamiento de los hospitales; sus instalaciones, sus equipos y la capacitación al personal. Como ciudadanía nuestra obligación es seguir los protocolos de la fase II. La fase III solo obliga a las autoridades en salud pública y privada. Los ciudadanos debemos seguir cumpliendo la fase II, permanecer en casa desinfectando nuestras manos, ropa, zapatos, evitando las salidas superfluas.
            Es el 12 de abril cuando escribo esta reflexión. Es este día cuando se entrelazan varios eventos; el domingo de resurrección, el fin de la pascua y el anuncio de la fase III. En primera meditemos en el origen de la pascua. Esta es una fiesta judía –celebrada a mediados de abril- que tiene su origen en la liberación de los hebreos esclavos en Egipto. Moisés como profeta y emisario de Dios anuncia al faraón el mensaje divino; “deja ir a mi pueblo para que vaya y me adore…”. En este episodio el fundamento de la libertad es la adoración; la libertad de culto. Tras la negativa del faraón Moisés anuncia diez plagas, una de ellas lleva por nombre la muerte de los primogénitos. Para evitarla se envío la instrucción de marcar con sangre de cordero las puertas de las casas a razón de ser salvados de la muerte. Esto fue un acto de fe que conlleva una instrucción para ser librados de la pandemia anunciada con anticipación por el profeta. Una vez que los hebreos consiguen su liberación, la tradición judía afirma que los hebreos salieron tan rápido de Egipto que no tuvieron tiempo para leudar la masa utilizada para elaborar el pan. Esta prisa y urgencia para salir de la esclavitud recuerda a los judíos que el pan que celebra el evento debe ser sin levadura.
            La pascua que celebró Jesús fue dentro de ese contexto de creencias judías, ese pan sin levadura que él consagró lo convirtió en su cuerpo; alimento que nos dará la vida que no vemos en medio de esta vida que vemos, y conseguirá en nosotros la reconciliación para vencer esta muerte y resucitar al modo de Jesús.   
            Si miramos nuestra realidad, cómo no asociar esta plaga del coronavirus con las plagas bíblicas. ¿Debimos pintar cruces en nuestras puertas en el domingo de ramos para evitar así la plaga del coronavirus?. Debemos poner atención a los relatos bíblicos porque el tema centrar no es “una magia bíblica” desatada por Moisés, sino la capacidad que tienen los individuos para escuchar a los hombres que hablan con la Verdad y el conocimiento de los hechos que vienen. En el caso del relato bíblico es Moisés anunciándole al faraón, en el caso de nosotros, son las autoridades quienes hablan con verdad y nos advierten la realidad que viene y que podemos evitar o reducir si por la fe utilizamos la razón para proteger nuestra salud y nuestra casa. La fe no es una magia, la fe es también fiarse del que sabe para que construyamos lo mejor.
            Esperamos nuestra liberación. Que Dios nos libre de la rebeldía para que honremos la vida que Él nos da y aportemos cada uno con ciencia para la salud de todos.