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domingo, 14 de diciembre de 2014

La navidad y el janucá

No se sabe exactamente que día nació Jesucristo. La Iglesia lo celebra el 24 de diciembre pero no significa que ese día sea su nacimiento. La Iglesia celebra eventos y no fechas. En los tiempos del paganismo, los romanos celebraban al sol como deidad llamándolo “sol invictus” desde el 22 hasta el 25 de diciembre. Cuando el cristianismo se despenalizo en el imperio romano, tras el edicto de Milán del año 313 d.C., los cristianos no tenían una referencia concreta para saber la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Por lo tanto, se reconoció a Jesucristo como el sol invicto.   
Hace algunos días leí una reflexión sobre la fiesta judía del janucá dada por un rabino. La fiesta judía de janucá conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén de los iconos paganos, en el siglo II a. C. Como católico cada diciembre aprecio la llegada de la navidad, mientras los judíos celebran en las vísperas el janucá, pero ¿Qué tiene que ver una fiesta con la otra, un credo con el otro?. 
Una de las leyes y costumbres de la iluminación de janucá es colocar la menorá (lámpara de siete brazos) en la ventana de las casas judías para que los transeúntes la puedan ver. ¿Por qué los rabinos querían promover la difusión de esta tradición?. Tal vez la respuesta se puede encontrar en las lecturas que los judíos leen en sus sinagogas en sábado al iniciar janucá. El rito inicia citado a Zacarías; "Grita de alegría hija de Sión! Porque he aquí, yo vengo, y habitaré en medio de vosotros - oráculo del Señor-. En ese día muchas naciones se unirán al Señor y convertirse en su pueblo, y habitaré en medio de ti. Entonces sabrán que yo era enviado por el Señor de los ejércitos” (2:14-15). El rabino Emmanuel Viñas expresa sobre este texto en la fiesta del januca; “La profecía es clara. La presencia de Dios habitara en medio de los judíos. El resto de las naciones sentirán la presencia de Dios, se sentirán atraídos y muchos se unirán. Quienes se añadan a Dios llegaran a ser tan judíos como el resto de los judíos (“para convertirse en su pueblo”). Esto es profetizado en la declaración "y habitaré en medio de ti" después de haber dicho que se unirán a Dios y serán su pueblo. Por último, la bendición más alta será conferida al pueblo judío - los Judíos se sentirán ciertos que Dios es el Dios verdadero y que sus profetas son verdaderos”.
Lo interesante es meditar en diciembre sobre aquello que señalan ambos pueblos; los judíos celebrando janucá, citando a Zacarías, anunciando que la presencia de Dios habitara en medio de Israel y que muchas naciones se añadirán al Dios de Abraham, por otro, el mundo cristiano celebrando en la navidad el nacimiento de Jesucristo, Dios habito entre nosotros y nosotros sin ser judíos nos sentimos parte del pueblo de Dios. Es verdad que la bendición más alta la han recibido los judíos, Jesús y la Virgen María son judíos. La gran incógnita es, ¿Cómo es que judíos y romanos concordaron en que diciembre seria el mes para proclamar que “Dios habitaría en medio de nosotros”, unos con el januca y otros con la navidad?. Esas son “Dioscidencias”.  


domingo, 30 de noviembre de 2014

Romper con el pecado

¿Cuántas veces tenemos que limpiar un mueble? Ò ¿Cuántas veces debemos lavar un pantalón?, ¿una sola vez, dos veces ò mas?, debemos limpiar las cosas cada vez que sea necesario, no hay cosa que no se ensucie y no hay porque creer que algo que está limpio no volverá a ensuciarse. Si el mueble y el pantalón siendo objetos inanimados necesitan aseo, ¿cuánto más nosotros que poseemos voluntad, ocuparemos asearnos por dentro y por fuera?.
Los necios piensan; “no necesito limpiarme por dentro, mi conciencia no me acusa de nada…”. San Pablo afirmaba; “si mi conciencia no me acusa de nada, eso vale poco, Dios es quien me juzgara y no mi conciencia”. Si nos fiamos del juicio de los demás que no nos acusa, el apóstol también decía; “si ustedes no me juzgan de algo, Dios es el juez y no ustedes”. Por lo tanto, si la comunidad ò nuestra conciencia no nos redarguye, eso no significa que seamos inocentes.
Cuando estamos aturdidos por nuestras maldades, nuestro orgullo nos ciega y no alcanzamos a vislumbrar que ese modo de vivir atenta contra los demás y contra el creador. El malvado, rechaza la religión porque no desea cambiar, se escuda en los defectos ajenos para no reconocer los propios, se conforma con su modo egoísta de vivir, sin obligaciones éticas, ni sociales. Un pensamiento judío expresa sobre esta ceguera; “Cuando dos hombres terminan de limpiar una chimenea, ¿Cuál de los dos se lava la cara?, el de la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara también está limpia. El de la cara limpia mira al de la sucia y piensa que su cara también está sucia, así que él se lava la cara". La realidad se interpreta a conveniencia de quien la percibe, la comodidad de la soberbia nos hará decir “estamos limpios”, meditar los textos divinos usando la humildad nos hará entender si estamos limpios ò no.
La persona que tiene formación religiosa sabe cuándo ha pecado, entiende y reconoce que no puede comulgar así. Para reconciliarse es necesario prepararse y presentar una confesión ante el sacerdote, no un protocolo como rutina social, sino como el acto de quien desea encontrarse con Dios, como el hijo prodigo que reflexiono, se arrepintió de sus malas acciones y emprendió una travesía para encontrarse con su Padre. Para romper con el pecado los hombres necesitan desear a Dios, anhelar encontrarse con su afecto en esa fiesta celestial de la reconciliación sacramental, esto brota es una conversión personal y no la parafernalia de un culto exterior. Dependiendo del estado en el que nos encontremos, vale la pena orar por nuestra conversión y orar por la conversión de los demás. Siempre es bueno volver a Dios.    
Es común que las personas posterguen la confesión, quizá por pena ò porque no encuentran el tiempo necesario en medio de las rutinas cotidianas. Los judíos dicen por su tradición; “Dios perdona las ofensas pero solo la parte que le corresponde, el resto corresponde al ofendido”. El hombre religioso debe buscar el perdón de arriba que procede de Dios, pero también el perdón de abajo que viene de los hombres.
Algunas personas no creen en el acto de confesarse ante un sacerdote. El papa Francisco I tiene una reflexión sencilla que nos hace comprender este acto; “cuando se ofende a Dios, a Cristo, también se ofende a la Iglesia que es su cuerpo, es necesario reconciliarse con el cuerpo de Cristo”.
La palabra “adviento” significa “llegada”, celebramos la llegada de Jesús al mundo, que esta época nos haga meditar sobre nuestras acciones para acercarnos aquel que se acerco a nosotros. El nos amo primero.




lunes, 17 de noviembre de 2014

Combatiendo al enemigo

Hablar de “Satán” despierta el morbo en muchas personas. Hollywood y los medios de comunicación han lucrado con este personaje, lo pintan terrorífico, lleno de esplendor maligno, como si la tierra fuese abrirse en dos y entre el fuego brillara su presencia con un rostro animal. El libro del apocalipsis hace alusiones a imágenes como “el dragón” y “la serpiente”, pero estos son recursos literarios para describir con imágenes una situación ò mas bien, a una persona; el enemigo de Dios y del hombre. Haciendo referencia a este personaje,  óptica del bautizado no puede limitarse solamente a los símbolos ò las películas. El enemigo no es alguien lejano a nosotros, tampoco se presentara con bombo y platillo cuando aparece, al contrario, es cercano, sigiloso, no causa pavor sino atracción, es persuasivo, es un excelente vendedor que manipula disfrazando el mal por el bien y el bien por mal. Tuvo la capacidad para convencer a los ángeles de que se revelaran contra Dios y habito en medio de los apóstoles de Jesucristo.  
El apóstol San Pedro describe al demonio como “león rugiente buscando a quien devorar” (1era, cap. 5, v.8).    
Dentro de las menciones que se hacen del diablo en los evangelios, una de ellas es la tentación de Jesucristo en el desierto. Habiendo ayunado el Señor por cuarenta días, tuvo hambre, el demonio se presenta maestría y le dice: “Si eres Hijo de Dios, dí a esta piedra que se convierta en pan” (San Lucas 4:3). En la primer parte del verso intento manipularlo por el orgullo; “Si eres hijo de Dios, di…”. El orgullo puede convertirnos en títeres de los demás, solo por demostrar algo que han puesto en duda, para que hagamos cosas que no queremos. Muchas personas son manipuladas porque prestan oídos a la insidia. En la segunda parte del verso, la tentación es romper el ayuno por el antojo del alimento: “que esta piedra se convierta en pan”. El diablo tentó al Jesús no con algo malo, sino con algo bueno aunque fuera de lugar, pedir que “las piedras se conviertan en pan” pueda sonar a caridad en medio del hambre, pero el diablo lo pide porque desea que se suspendan los ayunos a Dios. Imaginemos la cantidad de pretextos que cruzan por nuestra mente para no hacer ayunos cuando la Iglesia lo pide. Son tentaciones que lentamente alejan al pueblo de Dios de sus ejercicios espirituales.
El diablo no siempre se presenta con cuernos y cola, también se disfraza como una idea que ronda nuestra cabeza día y noche hasta convencernos, haciéndonos producir frutos malos que nos encadenan y traen enemistad, nos roban la paz convirtiendo nuestra vida un infierno. La oración, los sacramentos y meditar en las sagradas escrituras nos dan la fortaleza y la sabiduría para discernir entre el bien y el mal, optar por el bien.

El apóstol Santiago en su carta ofrece una excelente recomendación para combatir las asechanzas del demonio; “Sométanse a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes; acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Purifíquense las manos, pecadores; santifiquen sus corazones, indecisos. Reconozcan su miseria, laméntenla y lloren. Lo que les conviene es llanto y no risa, tristeza y no alegría. Humíllense ante el Señor y él los ensalzará” (S. cap. 4, v. 7 al 10).

domingo, 9 de noviembre de 2014

Los desterrados y el Mesías (1era parte)

Los primeros capítulos del libro de Génesis están llenos de símbolos de donde emanan enseñanzas. Muchos de nosotros cometemos el error de hacer lecturas literales ò creer que en todos los relatos de la biblia el orden cronológico es exacto como sucede en los libros modernos de historia. La biblia es un libro muy complejo, es un compendio de documentos que poseen estructuras distintas, en algunos se narran eventos históricos de la vida de Israel, en otros, se comparten relatos hebreos que expresan una teología.
En el Génesis se narra que Caín tuvo descendientes después de ser desterrado tras asesinar a su hermano Abel. El tercer hijo de Adán es Set y a partir de ahí, los textos se enfocan en Set y sus descendientes hasta llegar a Noé, después Abraham, Isaac, Jacob, el pueblo de Israel y concluir en Jesucristo. En los personajes de Set y Noé podemos encontrar símbolos de “la elección” que son pieza clave para dar promesa ò alianza, sin embargo, a la inversa, se contraponen los personajes no escogidos, los desterrados; Caín y sus descendientes, ò quienes no fueron parte de la familia de Noé cuando el diluvio, o quienes permanecieron en Ur de los Caldeos cuando Abraham atendió el llamado de Dios, dejo su hogar y recibió la promesa. De los no escogidos, la Escritura también los desterró de sus versículos y como destello de luz, Jesucristo aparece en la historia del pueblo escogido: Israel. Por consiguiente, se concluye que los no escogidos fueron aquellos pueblos alejados de la ciudadanía de Israel.
Dentro de las creencias judías, los rabinos cuentan hasta el día de hoy, que el papel del Mesías será congregar a todos los pueblos en torno a la Palabra de Dios. Tal facultad podemos encontrarla fácilmente en Jesucristo, si no fuese por él, el mundo desconociera por completo el decálogo de Moisés y el monoteísmo. La Iglesia no es otra cosa que la nación de bautizados que se compone de muchos pueblos, es “un pueblo que no es pueblo”.
Desde el antiguo testamento pueden leerse fragmentos de la experiencia de Jesús con los judíos y la relación del Mesías resucitado con los pueblos paganos, expresa el profeta; “Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí...” (Isaías 65:1). San Pablo explica en Romanos (cap. 10, v. 20,21) que los pasajes de Isaías se refieren a los paganos como “aquellos que no buscaban al Mesías pero lo encontraron”, y a Israel como el pueblo al que Jesús dijo “heme aquí, heme aquí…”. Desde el antiguo testamento Dios anuncia que será despreciado, a compartido su dolor desde los siglos sin renunciar a su sacrificio, el nos ama.  
La resurrección de Cristo y la evangelización, trajo consigo la reconciliación y adopción de los pueblos paganos, aquellos desterrados, expresa San Pablo: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por su sangre. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas (leyes del antiguo testamento), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:12-16).
El papel del Mesías en la historia de la humanidad es un llamado a la paz, una paz que brota desde el cielo y debe permear en la sociedad por el don que reciben los bautizados. Consideremos el costo del anuncio de esta paz: la cruz.
La semana pasada se escribió sobre el simbolismo que existe en los hijos de Adán: Caín, Abel y Set. El primogénito, Caín, asesina a su hermano y es desterrado, tiene descendientes y nace una cultura. Sobre el tercer hijo de Adán, por nombre Set, se levanta una descendencia que adorara a Dios. También, en los descendientes de Noé se marca este símbolo, uno de sus hijos por un acto no grato es desterrado, mientras que, los que no participaron de la expulsión trajeron consigo una descendencia, de ahí vendrá el pueblo de Israel. Estos personajes son símbolos de la cultura hebrea más antigua, dichos relatos no deben ser considerados estrictamente históricos, sino que, en su momento sirvieron como fundamentos para que los antiguos entendieran y explicaran el porqué de la división entre el monoteísmo y el paganismo politeísta; los descendientes de Set y los descendientes de Caín, los escogidos y los desterrados.
En el antiguo testamento, la relación entre Dios e Israel, sus promesas y alianza son el pilar, los pueblos aledaños no tuvieron gran participación hasta la llegada del Mesías y el nacimiento de la Iglesia. San Pablo expresa que los pueblos alejados de la ciudadanía de Israel, por Cristo se añaden a la ciudadanía del reino de Dios. El Mesías une a las naciones entorno a la palabra de Dios. 
Si bien, Dios estableció una alianza con Israel, entre los judíos existe la plena confianza de que son “el pueblo escogido”, pero el mundo cristiano sostiene que el mesías que los judíos esperan es Jesús y que la primera alianza está completa. Sin embargo, en el mundo cristiano existe esta división entre “escogidos” y “no escogidos”. Por un lado, sabemos por la biblia que Jesucristo solo estableció una Iglesia; la de los apóstoles y que los católicos podemos presumir la sucesión desde San Pedro hasta Francisco I, aunque no todos los bautizados estén de acuerdo con ello y nieguen la autenticidad católica.
Al encontrarnos con “el orgullo de la elección”, tanto judíos como católicos podemos caer en la arrogancia e ir si en contra del espíritu que emana de las escrituras; la humildad. Dios escogió a Israel, Jesús estableció una sola Iglesia entregando a San Pedro las llaves del reino de los cielos. Como católicos sintámonos escogidos por Dios para brillar en medio de una generación esclava de la injusticia. Que esta elección no despierte en nosotros ese sentimiento de superioridad sobre el resto de los credos, más bien, que nos haga estudiar el pensamiento de la Iglesia que Jesús estableció en los apóstoles.  

Termino citando una parábola de San Pablo que se exhorta a los primeros cristianos para que cuiden la elección que han recibido, llamándolos “injerto”, “olivo silvestre”, refiriéndose como “ramas naturales” a la generación de judíos que crucifico a Jesús. El apóstol menciona; “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Romanos 11:17 – 22). Dios es amor, un amor que en su bondad nos ha elegido y ese amor debe ser cuidado. 

Los desterrados y el Mesías (2da parte)

La semana pasada se escribió sobre el simbolismo que existe en los hijos de Adán: Caín, Abel y Set. El primogénito, Caín, asesina a su hermano y es desterrado, tiene descendientes y nace una cultura. Sobre el tercer hijo de Adán, por nombre Set, se levanta una descendencia que adorara a Dios. También, en los descendientes de Noé se marca este símbolo, uno de sus hijos por un acto no grato es desterrado, mientras que, los que no participaron de la expulsión trajeron consigo una descendencia, de ahí vendrá el pueblo de Israel. Estos personajes son símbolos de la cultura hebrea más antigua, dichos relatos no deben ser considerados estrictamente históricos, sino que, en su momento sirvieron como fundamentos para que los antiguos entendieran y explicaran el porqué de la división entre el monoteísmo y el paganismo politeísta; los descendientes de Set y los descendientes de Caín, los escogidos y los desterrados.
En el antiguo testamento, la relación entre Dios e Israel, sus promesas y alianza son el pilar, los pueblos aledaños no tuvieron gran participación hasta la llegada del Mesías y el nacimiento de la Iglesia. San Pablo expresa que los pueblos alejados de la ciudadanía de Israel, por Cristo se añaden a la ciudadanía del reino de Dios. El Mesías une a las naciones entorno a la palabra de Dios.  
Si bien, Dios estableció una alianza con Israel, entre los judíos existe la plena confianza de que son “el pueblo escogido”, pero el mundo cristiano sostiene que el mesías que los judíos esperan es Jesús y que la primera alianza está completa. Sin embargo, en el mundo cristiano existe esta división entre “escogidos” y “no escogidos”. Por un lado, sabemos por la biblia que Jesucristo solo estableció una Iglesia; la de los apóstoles y que los católicos podemos presumir la sucesión desde San Pedro hasta Francisco I, aunque no todos los bautizados estén de acuerdo con ello y nieguen la autenticidad católica.
Al encontrarnos con “el orgullo de la elección”, tanto judíos como católicos podemos caer en la arrogancia e ir así en contra del espíritu que emana de las escrituras; la humildad. Dios escogió a Israel, Jesús estableció una sola Iglesia entregando a San Pedro las llaves del reino de los cielos. Como católicos sintámonos escogidos por Dios para brillar en medio de una generación esclava de la injusticia. Que esta elección no despierte en nosotros ese sentimiento de superioridad sobre el resto de los credos, más bien, que nos haga estudiar el pensamiento de la Iglesia que Jesús estableció en los apóstoles.  

Termino citando una parábola de San Pablo que se exhorta a los primeros cristianos para que cuiden la elección que han recibido, llamándolos “injerto”, “olivo silvestre”, refiriéndose como “ramas naturales” a la generación de judíos que crucifico a Jesús. El apóstol menciona; “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Romanos 11:17 – 22). Dios es amor, un amor que en su bondad nos ha elegido y ese amor debe ser cuidado. 

domingo, 26 de octubre de 2014

El papel de la mujer

Dentro de una sinagoga, un alumno judío pregunta a su rabino; “¿Por qué el judaísmo no permite que las mujeres sean rabinos?”, el maestro respondió: “lo que sucede es que ser rabino impide ser mujer…”. Algunas personas critican a la Iglesia Católica porque no permite que las mujeres sean sacerdotisas, afirman que nuestra creencia “es machista” y que esto debe modificarse, no se detienen a meditar ¿que los llevo a pensar de esta forma?.
Como antecedente histórico, en el siglo XVI, en los orígenes del feminismo, las mujeres no lucharon por “la igualdad entre el hombre y la mujer”, ellas pelearon por algo distinto: “el derecho de la mujer”. Deseaban votar en las elecciones, no la igualdad entre géneros para ir a la guerra, la milicia era un asunto de hombres, no de mujeres. Hoy se considera “la igualdad” como el camino a seguir, aunque ambos géneros sean distintos.
En los medios de comunicación se proyecta a la mujer exitosa como: empresaria, independiente, líder, etc., no se asocia el éxito de la mujer con la maternidad, con el cuidado de la familia. Si una mujer universitaria se embaraza, hasta las mujeres clasificaran eso como un “error”, aunque fisiológicamente este en el mejor momento para tener un hijo. Una mujer joven que busca la maternidad está siendo valiente, esto debiera ser reconocido como un logro mayor a la obtención del rango académico.  
Es lógico que en estos tiempos surjan preguntas como: “¿Porqué la Iglesia Católica no tiene sacerdotisas?”. Si hiciéramos una lectura completa de la Biblia nos daríamos cuenta que la Iglesia jamás decidió, el antecedente es la historia de Israel. El 1er sacerdote que aparece en el antiguo testamento es Melquisedec (Génesis 14:17-24), a quien el patriarca Abraham reconoció como sacerdote de Dios. Cuando Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, el 1er sacerdote fue Aarón, instituido por Moisés tras la alianza del Sinaí (Éxodo cap. 28, 29). Los judíos sólo tuvieron sacerdotes varones, los paganos tuvieron sacerdotisas. La Iglesia nació de entré los judíos, no de entré los paganos, su raíz es judía. Jesús y los apóstoles eran judíos. Bajo mi lógica, los judíos sólo tuvieron sacerdotes varones en relación a la caída de Adán y Eva; La mujer comió del fruto prohibido del Edén y nada paso, la caída de ambos viene cuando Adán come (Gén. 3), por lo tanto, el varón ofrece sacrificio para expiar el pecado de ambos, ósea, el varón es sacerdote.
En la cultura judía, que es referencia al antiguo testamento, la mujer tiene un papel sumamente importante; la fe se transmite por la madre, no por el padre. En la fiesta de “purim” los judíos celebran la victoria traída por Ester. También, la mujer es comparada con la luna que brilla en medio de la obscuridad, porque las suplicas de la mujer que clama por sus hijos son superiores a las del conyugue. La mujer es el pilar al interior de la familia, el varón posee un rol más público. En el nuevo testamento, al interior de la sagrada familia, antes del nacimiento de Jesús, los textos se enfocan en la Virgen María y no en San José. La mujer posee un rol importante.  

Vivimos en una sociedad donde solo se valoran las cosas que se ven externamente, es natural que la mujer desee trascender en lo público, fuera del hogar, pero ¿Quién dijo que lo de afuera era más importante que lo de adentro?.              

domingo, 19 de octubre de 2014

La transfiguración y la fiesta judía de los tabernáculos

Cito el pasaje de la transfiguración; “Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: ¡Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. El no sabía lo que decía”. (San Lucas 9:28b-33)
Probablemente, la transfiguración ocurrió entre finales de septiembre hasta mediados de octubre, esto lo podemos saber por la declaración “hagamos tres carpas”, en otras versiones de Biblia se menciona “tres enramadas” ò “tiendas”. Esta práctica de construir chozas es común entre los judíos y se asocia a la fiesta de los tabernáculos ò sucot que se celebra en tales fechas. Ellos llaman “sucá” a la tienda construida para el sucot. Esta fiesta es una de las más importantes del judaísmo, fue solicitada por Moisés en el libro de Levítico; “Durante siete días ustedes vivirán en chozas; todos los hijos de Israel vivirán en chozas, para que los descendientes de ustedes sepan que yo hice vivir en chozas a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto: ¡Yo soy Yavé, su Dios!” (Cap. 23, 42,43). La fiesta siembra en el pensamiento judío la idea del peregrinar, vivir en una casa temporal que no posee muros, ni techos sólidos, una casa que no es permanente sino momentánea. Según las reglas judías, la choza del sucot debe tener un techo elaborado con ramas que permitan la entrada de la luz del sol, las estrellas deben ser vistas desde el interior. La choza debe ser así porque la filosofía judía sostiene que; las posesiones no deben limitar la visión, no debemos vivir en algo que impida ver que Dios ha creado los astros del cielo.
Sucot tiene enseñanzas para la familia y la persona; el hogar no son muros y techos sino la convivencia que se crea entre los miembros. Sucot implica el despojo por siete de las comodidades de una casa tradicional para vivir en una choza. La persona debe entender que todas sus posesiones y su propio cuerpo son también una “sucá”, todo en esta vida es temporal. La choza judía del sucot es también un símbolo que hace alusión al “tabernáculo de Moisés”, una carpa temporal que los hebreos usaron para adorar a Dios mientras peregrinaban en el desierto. En sucot, los hebreos adoran a Dios en una choza temporal, no en un templo.  


Existe una gran relación entre los símbolos del sucot judio y la transfiguración de Jesucristo. El Verbo al encarnarse y poseer un cuerpo como el nuestro también habito en una casa temporal. La transfiguración mostro la gloria de Jesús a los apóstoles, grandeza que recibiría después de su muerte, después dejar su cuerpo temporal para resucitar en un cuerpo permanente, glorificado. La fiesta del sucot sirvió para preparar al pueblo judío, no en balde, de los apóstoles instruyeron que; nosotros los bautizados somos peregrinos que buscan la tierra prometida: la vida eterna, de esto cito a San Pablo: “Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio” (Filipenses 3:17-21).

domingo, 12 de octubre de 2014

La gratitud

San Pablo menciona la gratitud hacia Dios a pesar de las adversidades de la vida; “Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios” (Filipenses 4:4-6).
Según el diccionario de la Real Academia, la gratitud es el sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera. Sin embargo, san Pablo solicita ser agradecido con Dios desde antes de que le hagamos alguna petición.
La gratitud es una retribución por algún beneficio, pero no es sinónimo de la deuda moral. Ambos sentimientos ejercen en nosotros el deseo de retribuir por la ayuda que recibimos, la deuda moral trae consigo el peso de la obligación. Las dos emociones conducen a diferentes acciones, la deuda moral retribuye la ayuda recibida aunque puede movernos a evadir a dicha parte, la gratitud en cambio retribuye y mejora la relación entre las partes.
La experiencia de la gratitud ha sido históricamente un foco de varias religiones del mundo. De acuerdo con la visión del mundo hebreo, todas las cosas vienen de Dios y debido a esto, la gratitud es extremadamente importante para los seguidores del judaísmo. La enseñanza islámica insiste en la idea de que aquellos que sean agradecidos serán recompensados. Un dicho islámico tradicional afirma que: "Los primeros en ser convocados al paraíso son los que han alabado a Dios en todas las circunstancias". La alabanza a Dios es gratitud. En el sentido cristiano, a Dios se le ve como el proveedor generoso de todas las cosas buenas. La gratitud de los bautizados hacia Dios debe ser el vínculo común entre las distintas ramas del cristianismo. La gratitud es uno de los pilares del evangelio, que ofrece la caridad hacia el prójimo como acción de gracias a nuestro Dios; “dar de gracia, lo que de gracia habéis recibido…”.
El principio básico de la gratitud hacia el creador es agradecer por la vida. En las Escrituras, Dios mismo se presenta como autor de la vida. Quien no da gracias solo por el hecho de estar vivo tiene corta visión, pues ¿cómo se atreve agradecer cualquier otro beneficio, si todo se disfruta por la vida misma?. Una sociedad que pierde la sensibilidad y no agradece el don de estar vivo deja de apreciar lo importante que es la vida, esta debe ser respetada, amada y custodiada. Por lo tanto, cada niño que nace fue creado a imagen de Dios y eso conlleva dar gracias.  
Para finalizar vale la pena compartir la anécdota del músico argentino Raly Barrionuevo; “la primer guitarra que mis ojos vieron fue a la edad de 8 años, traída nada más y nada menos que por Melchor, Gaspar y Baltasar, ¡recuerdo perfectamente el día!, fue un 6 de enero”. Estas expresiones recuerdan los pasajes sagrados que hacen alusión a la visita de los magos. La tradición cristiana de este acto, más allá de la entrega de regalos, nos muestra que cada niño es también un príncipe, hermano de Jesucristo, un don de Dios. Los regalos son un acto de gratitud por la vida que nos fue entregada en los niños para perpetuar la descendencia y la humanidad como expresa Benedicto XVI; “Cada niño que nace nos trae la sonrisa de Dios y nos invita a reconocer que la vida es un don suyo. Don que debemos acoger con amor y custodiar con cuidado siempre y en todo momento”.

Que nuestra boca no enmudezca cuando debemos dar gracias. Es importante agradecer la vida y no poner tropiezo a la vida que nace, la vida de quien desea entrar a este mundo. 

domingo, 5 de octubre de 2014

El rabino y el bautizado

Todo bautizado sin importar su denominación debe reconocer por el principio histórico que la Iglesia nació del judaísmo, los apóstoles eran judíos de nacimiento. Muchas de nuestras creencias nos vienen por los judíos. Por ello, tengo un gran interés por el judaísmo, no porque dude de mi fe en Jesucristo, sino al contrario, porque deseo dar apología de la fe católica en estos tiempos de sectarismo.
Los judíos no entienden la diferencia entre un testigo de Jehová, un mormón, un evangélico y un católico. Ellos nos ven como creyentes que afirman que “Jesús es el mesías” y usan “la Biblia”. Por el proselitismo cristocentrico que existe en occidente, es natural que los rabinos reaccionen de modo reacio ante los bautizados. La anécdota de un judío, maestro de una sinagoga en Nueva York lo ejemplifica muy bien; “Un testigo de Jehová con una biblia, me visito en casa para compartirme el plan de salvación, le comente “soy judío” y dijo “para no ser condenado al infierno debes creer en Jesús”, así que le dije; “tu usas una biblia que tiene el antiguo testamento, ese es un compendio de libros judíos, yo soy judío y estudio el antiguo testamento en su lengua original, el hebreo, ¿Cómo es que tu, usas una traducción al español de los libros de mi pueblo y vienes a condenarme porque no creo en lo que tú crees?”. Esta anécdota goza de una gran verdad, los bautizados consideramos la biblia como nuestra, cuando gran parte de ella la heredamos de los judíos. Jesús solo instruyo entre los judíos.
Desde la óptica de las sectas cristocentricas fundamentalistas, todo aquel que no crea en Jesucristo estará condenado al infierno, si analizamos los evangelios nos daremos cuenta que el juicio de Dios no solo considera la fe, sino también las obras de la persona sin importar el credo. Cuando el joven rico se presenta ante Jesús preguntando “¿Qué hare para heredar la vida eterna?”, el respondió; “los mandamientos sabes: no adulteres, no mates, no hurtes, no digas falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre…”. Ubicándonos en el contexto, el joven rico y Jesús eran dos judíos que tenían los mandamientos dados por Moisés a los Israelitas. Por lo tanto, hay que creerle a Jesús cuando afirma “los mandamientos” y la relación que estos tienen con la vida eterna.
He puesto como ejemplo la relación entre judíos y bautizados, y el cansancio que provoca el acoso de un proselitismo que no es evangelización. Si bien, nos sentimos privilegiados por creer en Jesús y quisiéramos que todos creyeran en El, es verdad que nos lástima que lo menosprecien. Debemos comprender que cada persona está en un proceso distinto, y por el bagaje no todos alcanzamos a ver lo mismo de la misma forma.

Deseo terminar con una anécdota. El rabino Pynchas Brener en uno de sus estudios se refería al tema “¿Qué debo hacer si no conozco a Dios?”, afirmando que “existe una ley natural que nos hace sentir mal cuando hacemos el mal y nos hace sentir bien cuando obramos bien. Si la persona no conoce a Dios, si sabemos cuál es el efecto de obrar bien y obrar mal”, confesando que, siendo rabino y maestro de judaísmo había muchas cosas que no entendía de su fe judía; la prohibición de mezclar leche y carne ò no comer algunos animales, pero encontraba en la Tora de Moisés, leyes útiles para guiar su vida y acercarse a Dios. Al escuchar esta confesión sincera, no dude en escribirle aquel judío para decirle; “sus reflexiones me han servido para conocer aquello que no conozco y amarlos a ustedes: los judíos. Nosotros, los bautizados, afirmamos tener un pacto con Jesús y nos guiamos por sus enseñanzas, pero al mismo tiempo, a Jesús lo definimos como "un misterio", así como usted no entiende porque la Tora le prohíbe “no combinar leche con carne", así también nosotros no logramos comprendedlo todo de nuestra fe. Lo que si sabemos de nuestra fe, es que para nosotros Dios es amor y el amor se entiende mejor compartiéndolo que explicándolo”.   

domingo, 21 de septiembre de 2014

Somos ovejas, no borregos

Los creyentes constantemente somos acusados de “borregos” por seguir un credo. Ser “un borrego” significa seguir al resto sin cuestionar, hacer lo que los demás hacen porque simplemente así es. Son pocas las personas que cuestionan la ideología propia antes de juzgar las creencias de los demás. Suele pasar que quien te acusa de “borrego”, también es “borrego”.  
Existen borregos de la política, las artes, los vicios, incluso, hay borregos del tipo de vida, que asumen y emulan una ideología ò moda simplemente porque creen que es lo mejor ò los hace verse mas superiores. Por ejemplo; tuve la oportunidad de platicar con una defensora del pensamiento homosexual, quien afirmaba que la relación hetero y homo deberían ser vistas como lo mismo, cosa que para mí, no es así y argumente: “si afirmamos que es lo mismo, entonces, que cualquier lesbiana tenga un noviazgo con un hombre, ¿homo y hetero es lo mismo, que no?. También, me resulta irónico que los gays adopten la bandera de la diversidad sexual, cuando en la homosexualidad no hay diversidad. El gay entabla relaciones con personas de su mismo género, la heterosexualidad si implica diversidad: hombre y mujer. Sobre la tolerancia de género, quizá la relación heterosexual es superior porque se requiere más paciencia y respeto para entablar una relación con una persona que posee un genero distinto al tuyo”. En fin, con esto ejemplifico que, una idea es sembrada en la gente: “igualdad y diversidad sexual”, pero no es común que aquel que acepta el ideal, lo cuestioné y subsecuentemente se cae en el vicio de juzgar la postura ajena antes que la propia.        
Jesucristo es un maestro que invita siempre a la introspección, por ejemplo; cuando los fariseos cuestionaron porque sus discípulos cortaban espigas en el día de reposo, cosa mal vista entre judíos, Jesús los hizo reflexionar con el caso del Rey David, que por hambre quebranto la ley de Moisés y comió los panes exclusivos para los sacerdotes y nadie lo condeno (San Mateo 12:1-8). Otro caso fue que en asuntos del matrimonio y divorcio judío, Jesús también llamo a la reflexión citando el texto judío de Bereshit ò Génesis, rompiendo la inercia ideológica de su tiempo: “dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24), ya que los judíos permitían el divorcio justificándose en un decreto de Moisés. Jesús hace énfasis en algo establecido en las creencias judías: “ser una sola carne”.  También como guía de sus discípulos, Jesús los hace cuestionarse de un modo directo; “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” (San Mateo 16:13-20). Ese modo de Jesús, directo y sin rodeos confronta pero no para destruir lo que pensamos, sino al contrario, para hacernos pensar. ¿Qué es lo que tú crees y porque?.
La enseñanza de Jesucristo constantemente nos cuestiona. No en balde, por esta constante interrogante que propicia el Mesías en la vida de los hombres, pastores evangélicos se han convertido al catolicismo, los homosexuales se hacen heterosexuales, los ateos se hacen creyentes, los enemigos de la fe se hacen evangelizadores, y muchas cosas más, inauditas para muchos, para aquellos que no están dispuestos a sacrificar su más alta creencia en la búsqueda de la Verdad. 

martes, 16 de septiembre de 2014

El varón perfecto

Cada vez que uno revisa los medios de noticias nacionales ò locales, se impresiona del grado de corrupción en el que estamos. El peculado parece no preocupar a ningún funcionario. La extinción del fuero es un tema tabú entre legisladores de derecha y de izquierda. El significado de la palabra “política” es buscar el bien común, pero en la actualidad parece que el problema de la “política” son los “políticos”. Hablar de política es como hablar de algo que no tiene solución, en donde los actores se aprovechan de cualquier cosa para conseguir sus intereses, si regalan un bolillo lo firman con su nombre y en cuestiones del erario, parece que solo ellos saben donde están las partidas especiales, los recursos a fondo perdido, etc. Sin duda, se necesitan hombres que imiten a Jesús en sus obras y no en sus palabras para que nos Gobiernen.
En las relaciones de pareja también se escucha un lamento. Las mujeres afirman “todos los hombres son iguales; mentirosos, mujeriegos, borrachos”, los hombres dicen; “las mujeres así son, interesadas y vanidosas…”. La castidad entre los jóvenes y los adultos parece ser un tema de historia medieval. El adulterio es solapado mientras no se descubra. Parece que el mundo cae en un juego donde nadie confía en nadie; desde la política, la prensa, el banco, el médico, la relación con tu pareja, hasta la leche que compras en la tienda no sabes si es autentica.
Aun así, en medio de este mundo tan enlodado, el hombre occidental tiene una vaga idea de lo que la perfección humana es, y aunque gran número de ciudadanos sean escépticos y apostatas  al cristianismo o se opongan, la idea del “hombre ideal” tiene una fuerte raíz bíblica.
Primero que nada, hay que aclarar que “hombre perfecto” no es aquel modelo expuesto por los medios; “varonil, atlético, exitoso en su trabajo, que tiene sentido de la moda y sabe complacer a las mujeres”, no, hasta las mujeres se quejan de ese tipo de hombre llamándolo “infiel, egocéntrico”. El hombre ideal es el hombre de fiar, cabal, que no se dobla por el dinero, ni falta a su juramento nupcial por sus apetitos. San Pablo, apóstol, escribe en el nuevo testamento la frase “hombre perfecto” refiriéndose a Jesucristo como el modelo a seguir. El “varón perfecto” según el pensamiento occidental, como ya mencione, sigue teniendo una fuerte raíz bíblica, aunque el ciudadano común desconozca el origen de este ideal.
El motivo de esta reflexión es informar para volver a la raíz del pensamiento occidental. El hombre perfecto es aquel que: es marido de una sola mujer (San Mateo 10:4-9), es prudente (Eclesiástico 21:17-25), no se entrega a los vicios (Proverbios 23:29-35), paga lo que es justo y no se enreda en fraudes (Proverbios 11:1, levítico 19:13), es actor de caridad y piedad (Proverbios 25:21), habla sin injurias (levítico 19:18), es humilde (San Lucas 14:8-11), no habla con mentiras (Éxodo 20:16), sabe criar a sus hijos a tiempo (Proverbios 22:6) y trata a los demás como desea ser tratado (San Mateo 7:12), esto solo por mencionar algunas características, pero a mayor entendimiento de las Escrituras, mayor discernimiento tendremos entre la degradación y la perfección humana, entre el bien y el mal.  

Démonos un tiempo para meditar en los textos sagrados y educarnos en ellos porque es necesario construir en nosotros: la bondad, la ética y la moral que tanto le hace falta a este mundo. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

Dios es amor

Cuando un niño ò un adulto nos pregunte; “¿El Dios de los cristianos puede manifestarse a los hombres de otros credos?”, podemos preguntar; “¿El amor puede manifestarse a cualquier ser humano?”. Si el amor puede manifestarse a cualquiera, Dios también puede hacerlo porque El es amor. Sin embargo, no todos los hombres viven y entienden el amor de la misma forma.
Estamos tan acostumbrados a escuchar la frase “Dios es amor” que quizá hemos dejado de ver la profundad de ello. Usamos la palabra “amor” e inconscientemente la asociamos al enamoramiento, a la pareja, al sentimiento que una persona despierta en nosotros, no obstante, refiriéndonos al amor de pareja, las nuevas generaciones atraviesan la crisis de las rupturas conyugales. Los jóvenes deben entender que el amor no es una eterna luna de miel. El amor debe madurar y trascender más allá de los estímulos de los sentidos. Cuando una pareja contrae matrimonio y viven sus primeras etapas todo parece ser felicidad, después cuando la emoción pasa y la atracción decae es cuando se cree que el “amor se acabo”, pero es precisamente ahí cuando el amor debe ser manifestado, no basado en la simple atracción, sino en el deseo de permanecer confiando en que el reto de vencer juntos la adversidad elevara la relación a un plano superior al anterior.
El amor hacia Dios no puede ser visto solo como la “luna de miel” que muchos buscan. El amor de Dios no es una experiencia basada solo en las emociones. En la actualidad, es común que las personas cambien sus creencias o posturas con tal de encontrar nuevas sensaciones para salir de su aburrimiento ò estancamiento. Esa clase de amor hacia lo divino pareceré más bien una aventura sin rumbo, como un adulterio ò una especie de poligamia. Un amor basado en emociones no perdura, perecerá cuando cese la emoción.
Sobre la relación que Dios establece con los hombres por medio de la oración, me sorprendió la postura judía en contraposición con el ideal de oración de los cristianos pentecostales, mientras los segundos anhelan alcanzar oraciones que muevan sus emociones considerándolas superiores, los judíos creen que las oraciones que buscan mover el sentimiento humano en el fondo son carnales, porque se está poniendo precio a las oraciones en base a las sensaciones corporales y nuestro cuerpo no es eterno. En cambio, los judíos consideran que el hombre que hace oración sin sentir nada posee mayor espiritualidad, pues se requiere más fe para orar sin sentir nada, que para orar sintiendo algo.   
En el cristianismo, el amor que Dios propone al mundo no es un “enamoramiento”, ni un éxtasis de emociones, su amor es una propuesta definida manifestada en la encarnación y pasión de Jesucristo. Es precisamente su sacrificio en la cruz lo que nos manifiesta un amor que no claudica cuando las adversidades se hacen presentes. Esa clase de amor trasciende porque está basado en la integridad y el juramento de la persona, en su deseo de afirmar “si” a pesar de no tenerlo todo a su favor. Entonces, si Dios habiéndose encarnado, siendo en Jesucristo poseedor de un cuerpo finito, habiendo participado de la muerte, no negó su obediencia al Padre y mucho menos su piedad a nosotros, confiamos en que el amor de Dios hacia el género humano es cabal y no una sensación pasajera.

Por nuestra parte, la experiencia que vivimos en El debe hacer brotar hacia los demás la presencia de Dios que está en nosotros, por ello, el cristiano debe amar aunque lo odien, porque Dios nos amo de igual manera, aun siendo pecadores nos amo, pues Cristo entrego su vida por nosotros. Consideremos que Dios nos ama de tal forma pero con un propósito; ser a imagen y semejanza de Jesús.    

domingo, 31 de agosto de 2014

La idolatría

Un día, Abram siendo joven, fue encargado por su padre Teraj para que atendiera a los clientes en la tienda familiar de figuras paganas. Teraj tenía que ausentarse. Un hombre acaudalado se hizo presente en la tienda y pidió un ídolo, el más caro que tuviese, como si su precio tuviese relación con el tamaño del milagro. Abram le facilitó la deidad más grande, costosa e inquirió: “Dígame señor, ¿cuántos años tiene usted?”, el hombre respondió: “cincuenta”. Abram dijo: “¿Y no tiene vergüenza de adorar la figura de barro de una deidad que tiene solamente un día de vida?, mi padre lo terminó de hacer ayer”. El hombre perturbado regresó su dinero al bolsillo y se marchó.
Después una anciana se hizo presente. Estaba triste y abatida porque unos malhechores habían irrumpido en su casa y se habían llevado sus dioses. Abram con mirada desafiante volvió su rostro hacia la anciana y de manera directa le dijo: “¿Ah sí?, si sus dioses fueron incapaces de protegerse a si mismos de los ladrones ¿cómo pretende que la protejan a usted?”. La mujer bajó la cabeza y se quedó pensando, al poco tiempo reflexionó e inquirió a Abram y le dijo: “Tiene usted razón. Pero ¿a quién hemos de servir?”. Abram respondió: “Al Creador de los cielos y la tierra, quien nos creó a usted y a mí”. La anciana se marchó sin llevar ningún ídolo.
Más tarde se hizo presente en la tienda una mujer con un recipiente lleno de harina para entregarla a los dioses como ofrenda. Abram tomó un hacha y golpeó las figuras hasta romperlas, destrozo todos los ídolos de la tienda excepto el más grande, el de mayor tamaño y puso el hacha recostada a un lado del ídolo. Tiempo después su padre Teraj regresó a la tienda y al ver el desorden le preguntó a su hijo acerca de lo ocurrido. Abram con mucha calma respondió: “¿Por qué he de ocultarte la verdad?, mientras estabas fuera, una mujer trajo harina para ofrecer a los dioses. Cada uno quería ser el primero en recibir la ofrenda. El grande recibió insultos, tomó un hacha y destrozo al resto de los dioses”. Teraj se molestó y con voz desafiante le respondió: “¿Qué tontería es esa?, tu sabes perfectamente que ellos no hablan ni se mueven”, a lo cual Abram replicó de inmediato: “¡Ah si!, te pido que pienses lo que dices, entonces, ¿Qué sentido tiene adorar a las deidades de barro?”. 
Abraham es considerado el padre del pensamiento monoteísta; “solo hay un Dios y no muchas deidades”. Aunque el relato es parte del pensamiento judío y en ocasiones los católicos somos acusados por las sectas protestantes como “idolatras” por tener imágenes, figuras de la Virgen María o los Santos, me sorprendió saber que los judíos no tienen esa opinión de nosotros porque saben que los católicos no consideramos a la figura de un santo como un dios mas. El término “idolatría” desde una óptica judía bajo el pensamiento de Moisés y las leyes del antiguo testamento significa en primera creer que existen otros dioses y darles culto. Los católicos no creemos que existen otros dioses, somos monoteístas, creemos en un solo Dios manifestado en tres personas distintas; Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Desde una óptica neotestamentaria, el pensamiento de los apóstoles afirma que el ser humano cae en idolatría cuando el amor por el dinero ocupa el primer lugar en su vida, su pensamiento, su ímpetu y su afán. Por la idolatría hacia el dinero las familias se dividen y las amistades se acaban. Entonces esto debe hacernos saber que la idolatría vista desde el nuevo testamento no se limita solo a una figura de barro, sino a los sustitutos que hacemos de Dios.   
Cuando Jesucristo en el evangelio menciona: “el que ama a su padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (San Mateo 10:37), en realidad está tocando el tema de la idolatría pues muchos familiares que no poseen el tesoro de la fe, querrán hacernos desviar de las enseñanzas de Jesucristo.

Amar a Dios por encima de todas las cosas creadas lleva consigo una  retribución; todo lo creado en finito, el amor de Dios hacia nosotros es infinito porque El es infinito. El es un tesoro que no se acaba jamás, respondamos a su amor por encima de nuestros miedos. 

domingo, 24 de agosto de 2014

¿Adán existió?

Hasta la fecha me sigue sorprendiendo la cantidad de bautizados que hacen de los primeros capítulos del génesis una lectura literal, como si los hechos narrados debiesen ser leídos como un libro de historia. Sabemos que las Sagradas Escrituras contienen la verdad refiriéndonos a la salvación del género humano. La biblia no fue escrita con el fin de revelar las verdades de la astronomía o la biología. El fin de la Escritura es la salvación manifestada en Jesucristo.
La biblia está compuesta por muchos géneros literarios. Por ejemplo, no es de sorprender que en la pedagogía de Dios, Jesús utilice parábolas donde el objetivo es dejar una enseñanza. La parábola es en esencia, un relato simbólico o una comparación basada en una observación verosímil.
La parábola del hijo prodigo y el sembrador son de las más conocidas, sabemos que estos personajes no existieron y no por ello demeritamos la enseñanza. Con estas parábolas conocemos parte de lo que Dios es.
Como cristianos no debería sorprendernos el hecho de que Adán y Eva fuesen quizá los personajes de una parábola, si esto fuese así, la enseñanza divina del pasaje prevalece; Dios otorgo al hombre un paraíso, es el hombre quien duda desde su inicio de la bondad de Dios.
Por el dogma del pecado original algunos creyentes defienden la idea de que Adán si existió físicamente, lo asocian al texto de San Pablo de la carta a los Romanos; “Porque así como por la desobediencia de un hombre (Adán) todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno (Jesucristo), muchos serán constituidos justos…” (Cap. 5, v. 19). Sin embargo, Moisés, autor del libro del génesis, no enseño nada acerca del pecado original. Bajo la óptica de los judíos, la trasgresión del huerto del Edén no se asocia a un pecado original, ni a una redención traída por el Mesías. En el judaísmo existen ritos para expiar los pecados de Israel. Los autores sagrados fueron hombres de su tiempo, inculcaron y escribieron cosas constérnenles a la vida y contexto de Israel sin una visión total de la salvación, son los eventos de la vida de Jesucristo lo que va revelando las verdades salvíficas ocultas desde el antiguo testamento.
Como creyentes, no debemos perder de visa que la biblia se enfoca en las verdades divinas, su rama es la teología, no la biología o la mecánica, ni las finanzas, cada rama del conocimiento y de la ciencia tiene distintos fines y lenguajes. Visualizar el génesis a los ojos de la ciencia es como exigir evidencias científicas de una poesía. Moisés, autor del libro, jamás pretendió dar un tratado científico a Israel, más bien, el motivo de los textos es anunciar que el pecado existe y hay un Dios que está interesado en el destino de la humanidad. Ese es el objetivo del libro.  
Como conclusión, no puedo afirmar que Adán existió basándome en el estudio de los fósiles, pero a la inversa, no puedo con el estudio de los fósiles entender el perdón y los estragos de la mentira, con el relato de Adán en Edén hasta los niños pueden entender.

Como bautizados no debemos enfrascarnos en una discusión con toques científicos y teológicos sobre la existencia física de Adán, porque ciencia y teología son dos ramas que persiguen distintos objetivos. Debemos mirar más allá del relato de Adán y prestar atención a que Jesús resucito y por él, la revelación posee verdad, una verdad que nos salva. Caminemos entorno a esa verdad, expresada en sus mandamientos. 

martes, 19 de agosto de 2014

¿Confesarse con Dios o con los hombres?

Es común escuchar a personas afirmar: “yo me confieso con Dios”, obviamente, deciden el día y la forma ignorando y restando peso a la historia de la salvación. Como analogía, supongamos que un hombre es culpable pero desea ser exonerado, y como no desea lidiar con las diligencias que le solicita el sistema de justicia, prefiere tener una cita a solas con el juez cuando a él le plazca. Esta persona, no solo es culpable sino que posee un ego enorme. En vez de agradecer que la justicia lo exonerara, prefiere su comodidad para ponerle reglas al juez.
Si dudamos de la legitimidad de la confesión de pecados, primero que nada tenemos que respondernos: ¿Quién nos dijo que el pecado existía? y ¿Quién nos dijo que Dios estaba dispuesto a perdonarnos?. Estas creencias vienen de la enseñanza divina desde el antiguo testamento. Entonces, si la revelación nos dijo que el pecado existe, que cuando pecamos somos culpables pero Dios está dispuesto a perdonarnos, porque dudamos cuando la misma revelación nos afirma que es necesario la confesión de las faltas. Lo que sucede es que lo ponemos en duda porque en el fondo preferimos nuestra comodidad, queremos ponerle reglas al juez.     
Citemos las creencias del antiguo testamento para comprender la pedagogía de nuestro juez. Todos los judíos del mundo celebran la fiesta de yom kipur o día del perdón. En esta fiesta practican la confesión pública de pecados en un rezo conocido como vidui, en donde no necesariamente reciben el perdón. El vidui es un punto en el tiempo donde un judío sumado al resto de Israel decide retractarse de sus malos caminos, seguir los mandamientos de Moisés, confiando en la misericordia de Dios. Aunque los judíos enseñan que Dios puede otorgar misericordia a Israel fuera del día de kipur, para el judaísmo, estos eventos no son tomados a la ligera. Para llegar al día de Kipur es necesario una preparación previa, por diez días los judíos hacen penitencia, ayunos y se meditan los textos de Moisés.
Desde el antiguo testamento, Dios solicito a los judíos un modo y un día distinto a todos los días para mostrarles su piedad. Esto debe hacernos reflexionar, Dios manifiesta desde la antigüedad que El decide “como” y “cuando”. Aceptemos que nuestro pecado nos alejo de Dios, y que por lo tanto, si estamos en pecado no tenemos derecho dictarle la agenda a Dios, ni las formas. Si la puerta de la salvación es estrecha como afirmo Jesús, precisamente es para inclinar nuestra frente y doblar las rodillas.  
Citando las creencias del nuevo testamento, el texto de San Juan pone las cosas en claro; “A quienes perdones los pecados, les son perdonados; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (cap. 20:23).

Dios se ha hecho presente en la historia de la humanidad, en la antigua alianza solicito a los judíos un día del resto del año para mostrar su piedad, en la nueva alianza no solicito un día, sino manifestó con “quienes”. La evidencia entre ambas alianzas es que Dios manifiesta su piedad de modo colectivo. Si bien, Dios no se negara a escuchar las suplicas de los hombres que contristan su corazón en lo individual por su ignorancia, pensemos que, más bien son los hombres que arrepentidos de sus malas acciones, otorgan mayor honra a Cristo cuando se añaden a los medios que El estableció. 

martes, 5 de agosto de 2014

El antes y el después

La historia de la salvación del género humano se puede distinguir en dos grandes pilares; antiguo testamento y nuevo testamento. 
Dentro del lenguaje de las Sagradas Escrituras existen “las prefiguras”, esto significa que un evento del pasado muestra en símbolos un evento del futuro. Por ejemplo, sobre el nuevo y antiguo testamento podemos observar prefiguras; para el pueblo de Israel, Dios estableció también dos pactos, el primero fue con el patriarca Abraham y tuvo como señal la circuncisión. El segundo pacto fue con Moisés en el monte Sinaí donde surgieron los diez mandamientos, pero también, dentro de la alianza del Sinai, los judíos distinguen dos acontecimientos; “las primeras tablas del decálogo y las segundas tablas del mismo”. Esto marco un antes y un después en la historia del pueblo de Israel. Ellos sostienen que las primeras tablas fueron rotas por Moisés cuando Israel peco de idolatría al adorar un becerro de oro, y que las primeras tablas ningún Israelita las conoció, las segundas tablas son una réplica de las primeras y poseen “la misericordia de Dios”, porque cuando Moisés descendió del Sinaí por segunda vez, descendió con la réplica de las tablas y con el perdón del pecado de idolatría. Para nosotros los católicos, el nuevo testamento posee mayor misericordia que el antiguo, por la redención otorgada por Jesús.  
Muchos de nosotros conocemos la frase bíblica: “los últimos serán los primeros”, la expresión está relacionada con el hecho de que el nuevo periodo es mejor que el anterior. La humanidad va recibiendo un mayor conocimiento de su creador, pero también las exigencias se van incrementando para perfeccionar a los escogidos. Si bien, el judaísmo del antiguo testamento poseía infinidad de leyes dadas por Moisés, el cristianismo desde el siglo primero poseía una moral más exigente que la judía, sin preocuparse tanto en la literalidad de los textos de Moisés. El adulterio ó el asesinato irían mas allá del acto físico, si Moisés enseño; “no desearas a la mujer de tu prójimo” y “no mataras”, Jesús lo profundizo; “quien desea a una mujer, ya adultero en su corazón”, los apóstoles inculcaron; “quien aborrece a su hermano, ya es un asesino…”. La frase: “los últimos serán los primeros”, es porque los últimos han recibido más y gracias a estos dones, la ruta al cielo se muestra de un modo más claro; fe, pureza de pensamientos, palabras y obras.
La segunda alianza o el nuevo testamento es mejor que el antiguo, porque recibimos de Dios la gracia para ser mejores, esta la alianza nos pide una purificación superior. Dios no nos ha dejado huérfanos para exigirnos mandamientos, El nos ha compartido su Espíritu para poder vencer.
Para concluir, podemos aprender de la pedagogía de Dios que por medio de los pactos va elevando la condición humana. Para la experiencia personal en la vida de fe, San Pablo lanza una exhortación y nos motiva a no dejarnos vencer, no retroceder, sino renovarnos en esta nueva alianza que Jesús nos dejo, el apóstol menciona; “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
Como leemos, en nosotros mismos existe un antes y un después, un tiempo en el que veíamos a la Iglesia desde fuera, es momento de vivir la Iglesia desde dentro revestidos de su gracia.   

El Rey, la Iglesia y América‏

Estas vacaciones de verano, me toco visitar la ciudad de Puebla en el centro de la Republica, y en una de sus tantas Iglesias leí la siguiente frase; “En el arco principal de esta fachada, estuvo colgada por orden de la Inquisición, la cabeza de don Antonio de Benavidez (el tapado), falso visitador de España, ejecutado el 12 de Julio de 1684”. El tema de la Inquisición es polémico, para poder distinguirlo hay que observarlo desde la teocracia: los súbditos debían abrazaban la fe del Rey por obligación. Si el Rey era católico, el pueblo lo era, si el Rey era protestante, el pueblo debía serlo.
En esa misma ciudad pude comprar el libro titulado “La Iglesia en el México Colonial”, que reúne la colaboración de diez historiadores, publicado por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Este material me ha sido útil para comprender la relación que existía entre el Rey de España, la Iglesia en Roma y la Iglesia establecida en América.
Aunque no me referiré a la Inquisición. Situándonos en el contexto histórico; tras el descubrimiento de América, la división en Europa entre protestantes y católicos, entre el 1493 y 1508, los Papas Alejandro VI y Juliano II, reconocieron a los reyes católicos de España como “señores del nuevo mundo”, cediéndoles el patronato de toda la Iglesia de América, a cambio de que la corona construyera las Iglesias, los conventos y se encargara de financiar la evangelización con la facultad de exigir diezmo.
 El rey de España se convirtió en el vicario del Papa en América, con facultad para nombrar obispos y establecer párrocos, teniendo Roma poca injerencia en las Iglesias de América. La injerencia del Vaticano era solo doctrinal. Reconociendo Roma las fiestas regionales que florecieron en la Nueva España como la Virgen de Guadalupe. Roma era en sí: mediadora entre el Rey y las órdenes religiosas que tenían cabeza en Roma, pero operaban en América.
Por la facultad recibida por los reyes católicos como “señores del nuevo mundo”, siglos después, en las disputas entre la Corona y el Vaticano, existieron bulas papales que fueron prohibidas en América por la corona Española. El papa Gregorio XV intento tener más injerencia en las misiones de América, pero las concesiones otorgadas a los reyes hicieron imposible cualquier intervención del papado, aunque muchas veces estos intentos y protestas del Vaticano determinaron la política de los Reyes.
Uno podría pensar que españoles y criollos poseían el control religioso en unidad con la Iglesia de América, pero no del todo, pues sólo ejercían esta influencia en la ciudad, mientras que, en los poblados, quienes poseían la mayor influencia en las cofradías eran caciques y nobles indígenas, ósea, había una aristocracia indígena que abrazo el catolicismo. Por la diversidad de raza e idiosincrasia, la religiosidad popular mexicana florecería y se manifestaba en la diversidad de fiestas regionales.

Como conclusión, la complejidad de la Iglesia católica en América difiere en mucho de lo que vemos en las películas ó escuchamos en los mitos urbanos.

La intercesión de los santos

Cito un texto de San Pablo; “Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó”. Romanos 8:26-30
En este fragmento de la carta a los Romanos, San Pablo menciona que el ser humano no sabe orar como conviene, sin embargo, el Espíritu conoce la voluntad de Dios e intercede a favor de los santos, estos son, quienes han podido reproducir la imagen de Jesús en vida, consagrados para las cosas de Dios, los cuales fueron glorificados por El, una vez que abandonaron esta vida.  
La intercesión de los santos es un tema polémico entre creyentes, algunos creen en ello, otros no, y la religiosidad popular mas la ignorancia provoca el culto a iconos que no forman parte del canon establecido por la Iglesia. Es necesario formarse en la autentica fe de la Iglesia para educar a otros.
Primero que nada para poder diferenciar entre Cristo y los santos, hay que señalar que el papel de Jesucristo es sacerdotal, su sacrificio es la ofrenda por el pecado, esto significa que a diferencia de los santos, el sacrificio de Jesús es expiatorio, trae la redención, el perdón de pecados. Los santos en cambio son hombres justos que velan por nosotros, ninguno de ellos trajo el perdón de pecados, solo Jesús. Los santos son servidores de Dios, y por ello, sirven al genero humano conforme a la voluntad de El.
Dentro de las creencias del antiguo testamento y el judaísmo, existe el papel del tzadik, este es un homologo del santo. Para los judíos, los tzadik son hebreos de renombre que en la otra vida interceden ante Dios por el pueblo de Israel o por alguna petición individual. Tzadiks son los patriarcas y los profetas del antiguo testamento. 
Sobre la intercesión, menciono una analogía para comprender el papel de los santos difuntos, supongamos que; la hija menor pide a su padre una cantidad de dinero, el padre se niega por considerarla una joven inmadura, la hermana mayor al ver que la petición beneficia a su hermana, insiste aunque propone una forma para asegurar que la menor no despilfarre el dinero, el padre presta oídos a la segunda hermana por considerarla madura, pero su idea no lo convence del todo, la madre al escuchar el alboroto y presenciar la petición de las hijas, conociendo a su marido de un modo profundo, le propone una idea mejor, el padre acepta porque confía en el criterio de su mujer, el sabe que su esposa no permitiría que sus hijas gasten su dinero de forma imprudente. 
Debemos de considerar que para judíos y católicos, el tzadik o el santo, es la persona que tuvo una vida espiritual superior a la nuestra y que por lo tanto conoce con mayor profundidad la voluntad de Dios. Nadie puede pedirle a Dios algo que ignora. Mientras no estemos glorificados consideremos ignorantes.

El Dios del antiguo y nuevo testamento

Es común que las personas que leen la Biblia sin tener preparación académica, encuentren discrepancias entre el Dios descrito en el Antiguo Testamento y el Nuevo, como si fuesen dos seres totalmente distintos uno del otro, el primero justiciero y el segundo piadoso. Es necesario poner en claro el porqué de estas diferencias, pues podemos llegar a pensar que la Escritura se contradice o caer en el fanatismo religioso por nuestra ignorancia.
Pondré un ejemplo análogo; tres hijos hacen una descripción de su padre. El más pequeño, un niño de 5 años afirmo que su papa “lo sabía todo” y era tan fuerte que “podía pelear contra Batman y vencerlo”. El segundo hermano, un chico de 15 años en plena adolescencia respondió que su padre “no sabía nada del mundo moderno” y que “parece alegrarse viéndome encerrado”. El hermano mayor, un joven estudiante de la Universidad afirmo que su padre “es comprensivo” y que “es un hombre tranquilo, que jamás defendería algo con los puños”. ¿Cómo pueden estos tres hermanos dar descripciones distintas hasta contradictorias de la misma persona?. ¿Cómo puede la misma persona “saberlo todo” y a la vez “no saber nada del mundo moderno”?, o ¿Cómo es que puede “vencer a Batman” y la vez “no defender algo con los puños”?, ¿están mintiendo los tres?. Ninguno de los tres está mintiendo, ni hay contradicción. Lo que sucede es que cada hijo distingue a su padre desde distintos ángulos: la niñez, la adolescencia y la edad adulta. El padre es el mismo, la descripción hecha por cada hijo está asociada al raciocinio y entendimiento que cada hijo tiene sobre su entorno.
Algo similar sucede cuando leemos las Sagradas Escrituras. Pareciera que se están describiendo a dos dioses totalmente distintos. Esto nos hace pensar que las Escrituras se contradicen, pero esto no es así.   
Dios siempre ha sido el mismo desde antes de la creación y después de ella. No existe un Dios distinto en el Antiguo y Nuevo Testamento. Dios no cambia, sino que es el pueblo quien escribe por el Espíritu un mensaje bajo el raciocinio y la cultura de su época. Si el pueblo es primitivo, la descripción será el testimonio de un pensamiento primitivo, como el niño de 5 años. En cambio, si el pueblo posee una cultura sofisticada, arquitectura compleja, urbanismo, una estructura de gobierno, ejército y sacerdocio, entonces la descripción que esa sociedad dará de Dios será más compleja y completa si se compara con la descripción dada por una comunidad primitiva.
Pongamos otro ejemplo práctico; todos sabemos que el amor es un pilar fundamental del matrimonio. Si nos trasladamos cien años atrás el amor de la mujer por su esposo se manifestaba en que ella debía permanecer solo en casa para atender el hogar, sus hijos y a el sin tener una vida pública, en cambio hoy, esta sumisión puede considerarse injusta y aunque atender el hogar si es un acto de amor, también es un acto de amor que el esposo respete los deseos de su mujer para su desarrollo profesional. El amor como virtud continua pero cada generación va profundizando en el concepto.
Por lo tanto, no será lo mismo una descripción de Dios dada por Moisés, a una descripción dada por un Apóstol, existen cientos de años de diferencia. Es por ello que nosotros al tener las enseñanzas de Jesucristo como referencia, consideramos al Dios del Antiguo Testamento como violento, pero los hombres de la antigüedad que escribieron tales textos no tuvieron la referencia las enseñanzas de Cristo, sino que escribieron inspirados bajo una óptica de su entorno distinta. La Biblia es la palabra de Dios escrita bajo las limitantes de cada autor. Jesús mostro la imagen perfecta de Dios Padre que estuvo oculta en los siglos anteriores. Considero que el amor de Dios excederá por mucho el raciocinio de cualquier generación.