¿Tendrá
relación Moisés con la fiesta de Pentecostés?. Hace algunas semanas compartí
varias reflexiones sobre la vida de Moisés; su juventud, su exilio, su
matrimonio, su labor profética, pero por algún motivo olvide hablar de su obra
más importante, los diez mandamientos.
La vida
de Moisés es importante en el pueblo de Israel, él y sus leyes –la tora- son el
eje central de la religión judía, incluso, los rabinos consideran “falso
profeta” a todo aquel iluminado que no esté en concordancia con Moisés. Pero lo
más importante dentro de la vida de Moisés no fueron las plagas que desato en
Egipto ó que pudo abrir el mar en dos, lo más trascendente de su obra son los
diez mandamientos y en relación a ello se instauro la fiesta judía llamada
Pentecostés, evento que celebra la llegada del pueblo hebreo al monte Sinaí
cuando recibió la ley.
Entre los
judíos la celebración de Pentecostés es conocida como “Shavuot”, que significa
“semanas”, es una fiesta que se celebra un periodo y no un fecha, cada semana
los judíos ofrecen algo según lo manda su ley. La fiesta aparece en el libro de
levítico; “A partir del día que sigue al sábado en que habrán traído la gavilla
para ser mecida ante Yavé, ustedes contarán siete semanas completas. Al día
siguiente del séptimo sábado serán cincuenta días y entonces ofrecerán una
nueva ofrenda a Yavé” (cap. 23, v. 14,15). Al margen de esta reflexión y
conociendo el pasaje del antiguo testamento, puedo decir, la resurrección de
Cristo abre el inicio del nuevo Pentecostés cristiano pues el conteo de las
semanas inicia –como dice la ley- “a partir del día que sigue al sábado…”, ósea,
domingo hasta llegar a los cincuenta días.
Como
pueblo cristiano debemos hacer un paralelo entre la fiesta hebrea y la fiesta
cristiana del mismo nombre, ellos celebran el fin del peregrinar en el desierto
y la llegada al Sinaí para encontrarse con Dios y recibir la ley, mientras, la
Iglesia celebra la llegada del Espíritu Santo y la ascensión del Señor para
iniciar el peregrinar, la evangelización de los pueblos. Esto no es casualidad,
existe una pedagogía que Dios desea ofrecernos por medio de la historia del
pueblo judío.
Llevando
estas fiestas y símbolos a nuestro diario vivir, puedo afirmar, los hebreos
fueron liberados de la opresión en Egipto, esto es símbolo de la esclavitud del
pecado, pero ¿para qué fueron libres?, ¿fueron libres para no llegar al Sinaí?,
no, esta obra debía ser completada, debían peregrinar por el desierto hasta
llegar al Sinaí y recibir la ley antes de entrar a la tierra prometida en Canaán.,
ellos debían completar el proyecto. En un lenguaje neotestamentario, ¿recibir
el don de la fe nos cambia la vida para qué?, ¿nos cambia la vida simplemente
para ser prudentes y sobrios y no unos descarriados por el pecado?, la fe nos
cambia, si, nos ayuda, pero el proyecto no termina ahí, el proyecto es mas allá
del “yo”, el proyecto se avoca al “nosotros”, la Iglesia, que es el pueblo
dirigido y encaminado para llegar a la tierra prometida y llevar a otros., la
meta está arriba y no en este mundo. Ser liberados del pecado es una libertad
que no se limita solo a “mi libertad”, pues nadie es ser verdaderamente libre
si alguno de sus hermanos aun es esclavo.
No basta
ser liberados de nuestras tentaciones, hay que trabajar para llegar y para que
también otros lleguen al último encuentro con Dios, así como Jesús subió llegado
el día cincuenta de Pentecostés, es necesario que en nosotros se cumplan los días
necesarios para llegar al Padre.