domingo, 26 de octubre de 2014

El papel de la mujer

Dentro de una sinagoga, un alumno judío pregunta a su rabino; “¿Por qué el judaísmo no permite que las mujeres sean rabinos?”, el maestro respondió: “lo que sucede es que ser rabino impide ser mujer…”. Algunas personas critican a la Iglesia Católica porque no permite que las mujeres sean sacerdotisas, afirman que nuestra creencia “es machista” y que esto debe modificarse, no se detienen a meditar ¿que los llevo a pensar de esta forma?.
Como antecedente histórico, en el siglo XVI, en los orígenes del feminismo, las mujeres no lucharon por “la igualdad entre el hombre y la mujer”, ellas pelearon por algo distinto: “el derecho de la mujer”. Deseaban votar en las elecciones, no la igualdad entre géneros para ir a la guerra, la milicia era un asunto de hombres, no de mujeres. Hoy se considera “la igualdad” como el camino a seguir, aunque ambos géneros sean distintos.
En los medios de comunicación se proyecta a la mujer exitosa como: empresaria, independiente, líder, etc., no se asocia el éxito de la mujer con la maternidad, con el cuidado de la familia. Si una mujer universitaria se embaraza, hasta las mujeres clasificaran eso como un “error”, aunque fisiológicamente este en el mejor momento para tener un hijo. Una mujer joven que busca la maternidad está siendo valiente, esto debiera ser reconocido como un logro mayor a la obtención del rango académico.  
Es lógico que en estos tiempos surjan preguntas como: “¿Porqué la Iglesia Católica no tiene sacerdotisas?”. Si hiciéramos una lectura completa de la Biblia nos daríamos cuenta que la Iglesia jamás decidió, el antecedente es la historia de Israel. El 1er sacerdote que aparece en el antiguo testamento es Melquisedec (Génesis 14:17-24), a quien el patriarca Abraham reconoció como sacerdote de Dios. Cuando Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, el 1er sacerdote fue Aarón, instituido por Moisés tras la alianza del Sinaí (Éxodo cap. 28, 29). Los judíos sólo tuvieron sacerdotes varones, los paganos tuvieron sacerdotisas. La Iglesia nació de entré los judíos, no de entré los paganos, su raíz es judía. Jesús y los apóstoles eran judíos. Bajo mi lógica, los judíos sólo tuvieron sacerdotes varones en relación a la caída de Adán y Eva; La mujer comió del fruto prohibido del Edén y nada paso, la caída de ambos viene cuando Adán come (Gén. 3), por lo tanto, el varón ofrece sacrificio para expiar el pecado de ambos, ósea, el varón es sacerdote.
En la cultura judía, que es referencia al antiguo testamento, la mujer tiene un papel sumamente importante; la fe se transmite por la madre, no por el padre. En la fiesta de “purim” los judíos celebran la victoria traída por Ester. También, la mujer es comparada con la luna que brilla en medio de la obscuridad, porque las suplicas de la mujer que clama por sus hijos son superiores a las del conyugue. La mujer es el pilar al interior de la familia, el varón posee un rol más público. En el nuevo testamento, al interior de la sagrada familia, antes del nacimiento de Jesús, los textos se enfocan en la Virgen María y no en San José. La mujer posee un rol importante.  

Vivimos en una sociedad donde solo se valoran las cosas que se ven externamente, es natural que la mujer desee trascender en lo público, fuera del hogar, pero ¿Quién dijo que lo de afuera era más importante que lo de adentro?.              

domingo, 19 de octubre de 2014

La transfiguración y la fiesta judía de los tabernáculos

Cito el pasaje de la transfiguración; “Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: ¡Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. El no sabía lo que decía”. (San Lucas 9:28b-33)
Probablemente, la transfiguración ocurrió entre finales de septiembre hasta mediados de octubre, esto lo podemos saber por la declaración “hagamos tres carpas”, en otras versiones de Biblia se menciona “tres enramadas” ò “tiendas”. Esta práctica de construir chozas es común entre los judíos y se asocia a la fiesta de los tabernáculos ò sucot que se celebra en tales fechas. Ellos llaman “sucá” a la tienda construida para el sucot. Esta fiesta es una de las más importantes del judaísmo, fue solicitada por Moisés en el libro de Levítico; “Durante siete días ustedes vivirán en chozas; todos los hijos de Israel vivirán en chozas, para que los descendientes de ustedes sepan que yo hice vivir en chozas a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto: ¡Yo soy Yavé, su Dios!” (Cap. 23, 42,43). La fiesta siembra en el pensamiento judío la idea del peregrinar, vivir en una casa temporal que no posee muros, ni techos sólidos, una casa que no es permanente sino momentánea. Según las reglas judías, la choza del sucot debe tener un techo elaborado con ramas que permitan la entrada de la luz del sol, las estrellas deben ser vistas desde el interior. La choza debe ser así porque la filosofía judía sostiene que; las posesiones no deben limitar la visión, no debemos vivir en algo que impida ver que Dios ha creado los astros del cielo.
Sucot tiene enseñanzas para la familia y la persona; el hogar no son muros y techos sino la convivencia que se crea entre los miembros. Sucot implica el despojo por siete de las comodidades de una casa tradicional para vivir en una choza. La persona debe entender que todas sus posesiones y su propio cuerpo son también una “sucá”, todo en esta vida es temporal. La choza judía del sucot es también un símbolo que hace alusión al “tabernáculo de Moisés”, una carpa temporal que los hebreos usaron para adorar a Dios mientras peregrinaban en el desierto. En sucot, los hebreos adoran a Dios en una choza temporal, no en un templo.  


Existe una gran relación entre los símbolos del sucot judio y la transfiguración de Jesucristo. El Verbo al encarnarse y poseer un cuerpo como el nuestro también habito en una casa temporal. La transfiguración mostro la gloria de Jesús a los apóstoles, grandeza que recibiría después de su muerte, después dejar su cuerpo temporal para resucitar en un cuerpo permanente, glorificado. La fiesta del sucot sirvió para preparar al pueblo judío, no en balde, de los apóstoles instruyeron que; nosotros los bautizados somos peregrinos que buscan la tierra prometida: la vida eterna, de esto cito a San Pablo: “Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio” (Filipenses 3:17-21).

domingo, 12 de octubre de 2014

La gratitud

San Pablo menciona la gratitud hacia Dios a pesar de las adversidades de la vida; “Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios” (Filipenses 4:4-6).
Según el diccionario de la Real Academia, la gratitud es el sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera. Sin embargo, san Pablo solicita ser agradecido con Dios desde antes de que le hagamos alguna petición.
La gratitud es una retribución por algún beneficio, pero no es sinónimo de la deuda moral. Ambos sentimientos ejercen en nosotros el deseo de retribuir por la ayuda que recibimos, la deuda moral trae consigo el peso de la obligación. Las dos emociones conducen a diferentes acciones, la deuda moral retribuye la ayuda recibida aunque puede movernos a evadir a dicha parte, la gratitud en cambio retribuye y mejora la relación entre las partes.
La experiencia de la gratitud ha sido históricamente un foco de varias religiones del mundo. De acuerdo con la visión del mundo hebreo, todas las cosas vienen de Dios y debido a esto, la gratitud es extremadamente importante para los seguidores del judaísmo. La enseñanza islámica insiste en la idea de que aquellos que sean agradecidos serán recompensados. Un dicho islámico tradicional afirma que: "Los primeros en ser convocados al paraíso son los que han alabado a Dios en todas las circunstancias". La alabanza a Dios es gratitud. En el sentido cristiano, a Dios se le ve como el proveedor generoso de todas las cosas buenas. La gratitud de los bautizados hacia Dios debe ser el vínculo común entre las distintas ramas del cristianismo. La gratitud es uno de los pilares del evangelio, que ofrece la caridad hacia el prójimo como acción de gracias a nuestro Dios; “dar de gracia, lo que de gracia habéis recibido…”.
El principio básico de la gratitud hacia el creador es agradecer por la vida. En las Escrituras, Dios mismo se presenta como autor de la vida. Quien no da gracias solo por el hecho de estar vivo tiene corta visión, pues ¿cómo se atreve agradecer cualquier otro beneficio, si todo se disfruta por la vida misma?. Una sociedad que pierde la sensibilidad y no agradece el don de estar vivo deja de apreciar lo importante que es la vida, esta debe ser respetada, amada y custodiada. Por lo tanto, cada niño que nace fue creado a imagen de Dios y eso conlleva dar gracias.  
Para finalizar vale la pena compartir la anécdota del músico argentino Raly Barrionuevo; “la primer guitarra que mis ojos vieron fue a la edad de 8 años, traída nada más y nada menos que por Melchor, Gaspar y Baltasar, ¡recuerdo perfectamente el día!, fue un 6 de enero”. Estas expresiones recuerdan los pasajes sagrados que hacen alusión a la visita de los magos. La tradición cristiana de este acto, más allá de la entrega de regalos, nos muestra que cada niño es también un príncipe, hermano de Jesucristo, un don de Dios. Los regalos son un acto de gratitud por la vida que nos fue entregada en los niños para perpetuar la descendencia y la humanidad como expresa Benedicto XVI; “Cada niño que nace nos trae la sonrisa de Dios y nos invita a reconocer que la vida es un don suyo. Don que debemos acoger con amor y custodiar con cuidado siempre y en todo momento”.

Que nuestra boca no enmudezca cuando debemos dar gracias. Es importante agradecer la vida y no poner tropiezo a la vida que nace, la vida de quien desea entrar a este mundo. 

domingo, 5 de octubre de 2014

El rabino y el bautizado

Todo bautizado sin importar su denominación debe reconocer por el principio histórico que la Iglesia nació del judaísmo, los apóstoles eran judíos de nacimiento. Muchas de nuestras creencias nos vienen por los judíos. Por ello, tengo un gran interés por el judaísmo, no porque dude de mi fe en Jesucristo, sino al contrario, porque deseo dar apología de la fe católica en estos tiempos de sectarismo.
Los judíos no entienden la diferencia entre un testigo de Jehová, un mormón, un evangélico y un católico. Ellos nos ven como creyentes que afirman que “Jesús es el mesías” y usan “la Biblia”. Por el proselitismo cristocentrico que existe en occidente, es natural que los rabinos reaccionen de modo reacio ante los bautizados. La anécdota de un judío, maestro de una sinagoga en Nueva York lo ejemplifica muy bien; “Un testigo de Jehová con una biblia, me visito en casa para compartirme el plan de salvación, le comente “soy judío” y dijo “para no ser condenado al infierno debes creer en Jesús”, así que le dije; “tu usas una biblia que tiene el antiguo testamento, ese es un compendio de libros judíos, yo soy judío y estudio el antiguo testamento en su lengua original, el hebreo, ¿Cómo es que tu, usas una traducción al español de los libros de mi pueblo y vienes a condenarme porque no creo en lo que tú crees?”. Esta anécdota goza de una gran verdad, los bautizados consideramos la biblia como nuestra, cuando gran parte de ella la heredamos de los judíos. Jesús solo instruyo entre los judíos.
Desde la óptica de las sectas cristocentricas fundamentalistas, todo aquel que no crea en Jesucristo estará condenado al infierno, si analizamos los evangelios nos daremos cuenta que el juicio de Dios no solo considera la fe, sino también las obras de la persona sin importar el credo. Cuando el joven rico se presenta ante Jesús preguntando “¿Qué hare para heredar la vida eterna?”, el respondió; “los mandamientos sabes: no adulteres, no mates, no hurtes, no digas falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre…”. Ubicándonos en el contexto, el joven rico y Jesús eran dos judíos que tenían los mandamientos dados por Moisés a los Israelitas. Por lo tanto, hay que creerle a Jesús cuando afirma “los mandamientos” y la relación que estos tienen con la vida eterna.
He puesto como ejemplo la relación entre judíos y bautizados, y el cansancio que provoca el acoso de un proselitismo que no es evangelización. Si bien, nos sentimos privilegiados por creer en Jesús y quisiéramos que todos creyeran en El, es verdad que nos lástima que lo menosprecien. Debemos comprender que cada persona está en un proceso distinto, y por el bagaje no todos alcanzamos a ver lo mismo de la misma forma.

Deseo terminar con una anécdota. El rabino Pynchas Brener en uno de sus estudios se refería al tema “¿Qué debo hacer si no conozco a Dios?”, afirmando que “existe una ley natural que nos hace sentir mal cuando hacemos el mal y nos hace sentir bien cuando obramos bien. Si la persona no conoce a Dios, si sabemos cuál es el efecto de obrar bien y obrar mal”, confesando que, siendo rabino y maestro de judaísmo había muchas cosas que no entendía de su fe judía; la prohibición de mezclar leche y carne ò no comer algunos animales, pero encontraba en la Tora de Moisés, leyes útiles para guiar su vida y acercarse a Dios. Al escuchar esta confesión sincera, no dude en escribirle aquel judío para decirle; “sus reflexiones me han servido para conocer aquello que no conozco y amarlos a ustedes: los judíos. Nosotros, los bautizados, afirmamos tener un pacto con Jesús y nos guiamos por sus enseñanzas, pero al mismo tiempo, a Jesús lo definimos como "un misterio", así como usted no entiende porque la Tora le prohíbe “no combinar leche con carne", así también nosotros no logramos comprendedlo todo de nuestra fe. Lo que si sabemos de nuestra fe, es que para nosotros Dios es amor y el amor se entiende mejor compartiéndolo que explicándolo”.