domingo, 31 de agosto de 2014

La idolatría

Un día, Abram siendo joven, fue encargado por su padre Teraj para que atendiera a los clientes en la tienda familiar de figuras paganas. Teraj tenía que ausentarse. Un hombre acaudalado se hizo presente en la tienda y pidió un ídolo, el más caro que tuviese, como si su precio tuviese relación con el tamaño del milagro. Abram le facilitó la deidad más grande, costosa e inquirió: “Dígame señor, ¿cuántos años tiene usted?”, el hombre respondió: “cincuenta”. Abram dijo: “¿Y no tiene vergüenza de adorar la figura de barro de una deidad que tiene solamente un día de vida?, mi padre lo terminó de hacer ayer”. El hombre perturbado regresó su dinero al bolsillo y se marchó.
Después una anciana se hizo presente. Estaba triste y abatida porque unos malhechores habían irrumpido en su casa y se habían llevado sus dioses. Abram con mirada desafiante volvió su rostro hacia la anciana y de manera directa le dijo: “¿Ah sí?, si sus dioses fueron incapaces de protegerse a si mismos de los ladrones ¿cómo pretende que la protejan a usted?”. La mujer bajó la cabeza y se quedó pensando, al poco tiempo reflexionó e inquirió a Abram y le dijo: “Tiene usted razón. Pero ¿a quién hemos de servir?”. Abram respondió: “Al Creador de los cielos y la tierra, quien nos creó a usted y a mí”. La anciana se marchó sin llevar ningún ídolo.
Más tarde se hizo presente en la tienda una mujer con un recipiente lleno de harina para entregarla a los dioses como ofrenda. Abram tomó un hacha y golpeó las figuras hasta romperlas, destrozo todos los ídolos de la tienda excepto el más grande, el de mayor tamaño y puso el hacha recostada a un lado del ídolo. Tiempo después su padre Teraj regresó a la tienda y al ver el desorden le preguntó a su hijo acerca de lo ocurrido. Abram con mucha calma respondió: “¿Por qué he de ocultarte la verdad?, mientras estabas fuera, una mujer trajo harina para ofrecer a los dioses. Cada uno quería ser el primero en recibir la ofrenda. El grande recibió insultos, tomó un hacha y destrozo al resto de los dioses”. Teraj se molestó y con voz desafiante le respondió: “¿Qué tontería es esa?, tu sabes perfectamente que ellos no hablan ni se mueven”, a lo cual Abram replicó de inmediato: “¡Ah si!, te pido que pienses lo que dices, entonces, ¿Qué sentido tiene adorar a las deidades de barro?”. 
Abraham es considerado el padre del pensamiento monoteísta; “solo hay un Dios y no muchas deidades”. Aunque el relato es parte del pensamiento judío y en ocasiones los católicos somos acusados por las sectas protestantes como “idolatras” por tener imágenes, figuras de la Virgen María o los Santos, me sorprendió saber que los judíos no tienen esa opinión de nosotros porque saben que los católicos no consideramos a la figura de un santo como un dios mas. El término “idolatría” desde una óptica judía bajo el pensamiento de Moisés y las leyes del antiguo testamento significa en primera creer que existen otros dioses y darles culto. Los católicos no creemos que existen otros dioses, somos monoteístas, creemos en un solo Dios manifestado en tres personas distintas; Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Desde una óptica neotestamentaria, el pensamiento de los apóstoles afirma que el ser humano cae en idolatría cuando el amor por el dinero ocupa el primer lugar en su vida, su pensamiento, su ímpetu y su afán. Por la idolatría hacia el dinero las familias se dividen y las amistades se acaban. Entonces esto debe hacernos saber que la idolatría vista desde el nuevo testamento no se limita solo a una figura de barro, sino a los sustitutos que hacemos de Dios.   
Cuando Jesucristo en el evangelio menciona: “el que ama a su padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (San Mateo 10:37), en realidad está tocando el tema de la idolatría pues muchos familiares que no poseen el tesoro de la fe, querrán hacernos desviar de las enseñanzas de Jesucristo.

Amar a Dios por encima de todas las cosas creadas lleva consigo una  retribución; todo lo creado en finito, el amor de Dios hacia nosotros es infinito porque El es infinito. El es un tesoro que no se acaba jamás, respondamos a su amor por encima de nuestros miedos. 

domingo, 24 de agosto de 2014

¿Adán existió?

Hasta la fecha me sigue sorprendiendo la cantidad de bautizados que hacen de los primeros capítulos del génesis una lectura literal, como si los hechos narrados debiesen ser leídos como un libro de historia. Sabemos que las Sagradas Escrituras contienen la verdad refiriéndonos a la salvación del género humano. La biblia no fue escrita con el fin de revelar las verdades de la astronomía o la biología. El fin de la Escritura es la salvación manifestada en Jesucristo.
La biblia está compuesta por muchos géneros literarios. Por ejemplo, no es de sorprender que en la pedagogía de Dios, Jesús utilice parábolas donde el objetivo es dejar una enseñanza. La parábola es en esencia, un relato simbólico o una comparación basada en una observación verosímil.
La parábola del hijo prodigo y el sembrador son de las más conocidas, sabemos que estos personajes no existieron y no por ello demeritamos la enseñanza. Con estas parábolas conocemos parte de lo que Dios es.
Como cristianos no debería sorprendernos el hecho de que Adán y Eva fuesen quizá los personajes de una parábola, si esto fuese así, la enseñanza divina del pasaje prevalece; Dios otorgo al hombre un paraíso, es el hombre quien duda desde su inicio de la bondad de Dios.
Por el dogma del pecado original algunos creyentes defienden la idea de que Adán si existió físicamente, lo asocian al texto de San Pablo de la carta a los Romanos; “Porque así como por la desobediencia de un hombre (Adán) todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno (Jesucristo), muchos serán constituidos justos…” (Cap. 5, v. 19). Sin embargo, Moisés, autor del libro del génesis, no enseño nada acerca del pecado original. Bajo la óptica de los judíos, la trasgresión del huerto del Edén no se asocia a un pecado original, ni a una redención traída por el Mesías. En el judaísmo existen ritos para expiar los pecados de Israel. Los autores sagrados fueron hombres de su tiempo, inculcaron y escribieron cosas constérnenles a la vida y contexto de Israel sin una visión total de la salvación, son los eventos de la vida de Jesucristo lo que va revelando las verdades salvíficas ocultas desde el antiguo testamento.
Como creyentes, no debemos perder de visa que la biblia se enfoca en las verdades divinas, su rama es la teología, no la biología o la mecánica, ni las finanzas, cada rama del conocimiento y de la ciencia tiene distintos fines y lenguajes. Visualizar el génesis a los ojos de la ciencia es como exigir evidencias científicas de una poesía. Moisés, autor del libro, jamás pretendió dar un tratado científico a Israel, más bien, el motivo de los textos es anunciar que el pecado existe y hay un Dios que está interesado en el destino de la humanidad. Ese es el objetivo del libro.  
Como conclusión, no puedo afirmar que Adán existió basándome en el estudio de los fósiles, pero a la inversa, no puedo con el estudio de los fósiles entender el perdón y los estragos de la mentira, con el relato de Adán en Edén hasta los niños pueden entender.

Como bautizados no debemos enfrascarnos en una discusión con toques científicos y teológicos sobre la existencia física de Adán, porque ciencia y teología son dos ramas que persiguen distintos objetivos. Debemos mirar más allá del relato de Adán y prestar atención a que Jesús resucito y por él, la revelación posee verdad, una verdad que nos salva. Caminemos entorno a esa verdad, expresada en sus mandamientos. 

martes, 19 de agosto de 2014

¿Confesarse con Dios o con los hombres?

Es común escuchar a personas afirmar: “yo me confieso con Dios”, obviamente, deciden el día y la forma ignorando y restando peso a la historia de la salvación. Como analogía, supongamos que un hombre es culpable pero desea ser exonerado, y como no desea lidiar con las diligencias que le solicita el sistema de justicia, prefiere tener una cita a solas con el juez cuando a él le plazca. Esta persona, no solo es culpable sino que posee un ego enorme. En vez de agradecer que la justicia lo exonerara, prefiere su comodidad para ponerle reglas al juez.
Si dudamos de la legitimidad de la confesión de pecados, primero que nada tenemos que respondernos: ¿Quién nos dijo que el pecado existía? y ¿Quién nos dijo que Dios estaba dispuesto a perdonarnos?. Estas creencias vienen de la enseñanza divina desde el antiguo testamento. Entonces, si la revelación nos dijo que el pecado existe, que cuando pecamos somos culpables pero Dios está dispuesto a perdonarnos, porque dudamos cuando la misma revelación nos afirma que es necesario la confesión de las faltas. Lo que sucede es que lo ponemos en duda porque en el fondo preferimos nuestra comodidad, queremos ponerle reglas al juez.     
Citemos las creencias del antiguo testamento para comprender la pedagogía de nuestro juez. Todos los judíos del mundo celebran la fiesta de yom kipur o día del perdón. En esta fiesta practican la confesión pública de pecados en un rezo conocido como vidui, en donde no necesariamente reciben el perdón. El vidui es un punto en el tiempo donde un judío sumado al resto de Israel decide retractarse de sus malos caminos, seguir los mandamientos de Moisés, confiando en la misericordia de Dios. Aunque los judíos enseñan que Dios puede otorgar misericordia a Israel fuera del día de kipur, para el judaísmo, estos eventos no son tomados a la ligera. Para llegar al día de Kipur es necesario una preparación previa, por diez días los judíos hacen penitencia, ayunos y se meditan los textos de Moisés.
Desde el antiguo testamento, Dios solicito a los judíos un modo y un día distinto a todos los días para mostrarles su piedad. Esto debe hacernos reflexionar, Dios manifiesta desde la antigüedad que El decide “como” y “cuando”. Aceptemos que nuestro pecado nos alejo de Dios, y que por lo tanto, si estamos en pecado no tenemos derecho dictarle la agenda a Dios, ni las formas. Si la puerta de la salvación es estrecha como afirmo Jesús, precisamente es para inclinar nuestra frente y doblar las rodillas.  
Citando las creencias del nuevo testamento, el texto de San Juan pone las cosas en claro; “A quienes perdones los pecados, les son perdonados; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (cap. 20:23).

Dios se ha hecho presente en la historia de la humanidad, en la antigua alianza solicito a los judíos un día del resto del año para mostrar su piedad, en la nueva alianza no solicito un día, sino manifestó con “quienes”. La evidencia entre ambas alianzas es que Dios manifiesta su piedad de modo colectivo. Si bien, Dios no se negara a escuchar las suplicas de los hombres que contristan su corazón en lo individual por su ignorancia, pensemos que, más bien son los hombres que arrepentidos de sus malas acciones, otorgan mayor honra a Cristo cuando se añaden a los medios que El estableció. 

martes, 5 de agosto de 2014

El antes y el después

La historia de la salvación del género humano se puede distinguir en dos grandes pilares; antiguo testamento y nuevo testamento. 
Dentro del lenguaje de las Sagradas Escrituras existen “las prefiguras”, esto significa que un evento del pasado muestra en símbolos un evento del futuro. Por ejemplo, sobre el nuevo y antiguo testamento podemos observar prefiguras; para el pueblo de Israel, Dios estableció también dos pactos, el primero fue con el patriarca Abraham y tuvo como señal la circuncisión. El segundo pacto fue con Moisés en el monte Sinaí donde surgieron los diez mandamientos, pero también, dentro de la alianza del Sinai, los judíos distinguen dos acontecimientos; “las primeras tablas del decálogo y las segundas tablas del mismo”. Esto marco un antes y un después en la historia del pueblo de Israel. Ellos sostienen que las primeras tablas fueron rotas por Moisés cuando Israel peco de idolatría al adorar un becerro de oro, y que las primeras tablas ningún Israelita las conoció, las segundas tablas son una réplica de las primeras y poseen “la misericordia de Dios”, porque cuando Moisés descendió del Sinaí por segunda vez, descendió con la réplica de las tablas y con el perdón del pecado de idolatría. Para nosotros los católicos, el nuevo testamento posee mayor misericordia que el antiguo, por la redención otorgada por Jesús.  
Muchos de nosotros conocemos la frase bíblica: “los últimos serán los primeros”, la expresión está relacionada con el hecho de que el nuevo periodo es mejor que el anterior. La humanidad va recibiendo un mayor conocimiento de su creador, pero también las exigencias se van incrementando para perfeccionar a los escogidos. Si bien, el judaísmo del antiguo testamento poseía infinidad de leyes dadas por Moisés, el cristianismo desde el siglo primero poseía una moral más exigente que la judía, sin preocuparse tanto en la literalidad de los textos de Moisés. El adulterio ó el asesinato irían mas allá del acto físico, si Moisés enseño; “no desearas a la mujer de tu prójimo” y “no mataras”, Jesús lo profundizo; “quien desea a una mujer, ya adultero en su corazón”, los apóstoles inculcaron; “quien aborrece a su hermano, ya es un asesino…”. La frase: “los últimos serán los primeros”, es porque los últimos han recibido más y gracias a estos dones, la ruta al cielo se muestra de un modo más claro; fe, pureza de pensamientos, palabras y obras.
La segunda alianza o el nuevo testamento es mejor que el antiguo, porque recibimos de Dios la gracia para ser mejores, esta la alianza nos pide una purificación superior. Dios no nos ha dejado huérfanos para exigirnos mandamientos, El nos ha compartido su Espíritu para poder vencer.
Para concluir, podemos aprender de la pedagogía de Dios que por medio de los pactos va elevando la condición humana. Para la experiencia personal en la vida de fe, San Pablo lanza una exhortación y nos motiva a no dejarnos vencer, no retroceder, sino renovarnos en esta nueva alianza que Jesús nos dejo, el apóstol menciona; “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
Como leemos, en nosotros mismos existe un antes y un después, un tiempo en el que veíamos a la Iglesia desde fuera, es momento de vivir la Iglesia desde dentro revestidos de su gracia.   

El Rey, la Iglesia y América‏

Estas vacaciones de verano, me toco visitar la ciudad de Puebla en el centro de la Republica, y en una de sus tantas Iglesias leí la siguiente frase; “En el arco principal de esta fachada, estuvo colgada por orden de la Inquisición, la cabeza de don Antonio de Benavidez (el tapado), falso visitador de España, ejecutado el 12 de Julio de 1684”. El tema de la Inquisición es polémico, para poder distinguirlo hay que observarlo desde la teocracia: los súbditos debían abrazaban la fe del Rey por obligación. Si el Rey era católico, el pueblo lo era, si el Rey era protestante, el pueblo debía serlo.
En esa misma ciudad pude comprar el libro titulado “La Iglesia en el México Colonial”, que reúne la colaboración de diez historiadores, publicado por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Este material me ha sido útil para comprender la relación que existía entre el Rey de España, la Iglesia en Roma y la Iglesia establecida en América.
Aunque no me referiré a la Inquisición. Situándonos en el contexto histórico; tras el descubrimiento de América, la división en Europa entre protestantes y católicos, entre el 1493 y 1508, los Papas Alejandro VI y Juliano II, reconocieron a los reyes católicos de España como “señores del nuevo mundo”, cediéndoles el patronato de toda la Iglesia de América, a cambio de que la corona construyera las Iglesias, los conventos y se encargara de financiar la evangelización con la facultad de exigir diezmo.
 El rey de España se convirtió en el vicario del Papa en América, con facultad para nombrar obispos y establecer párrocos, teniendo Roma poca injerencia en las Iglesias de América. La injerencia del Vaticano era solo doctrinal. Reconociendo Roma las fiestas regionales que florecieron en la Nueva España como la Virgen de Guadalupe. Roma era en sí: mediadora entre el Rey y las órdenes religiosas que tenían cabeza en Roma, pero operaban en América.
Por la facultad recibida por los reyes católicos como “señores del nuevo mundo”, siglos después, en las disputas entre la Corona y el Vaticano, existieron bulas papales que fueron prohibidas en América por la corona Española. El papa Gregorio XV intento tener más injerencia en las misiones de América, pero las concesiones otorgadas a los reyes hicieron imposible cualquier intervención del papado, aunque muchas veces estos intentos y protestas del Vaticano determinaron la política de los Reyes.
Uno podría pensar que españoles y criollos poseían el control religioso en unidad con la Iglesia de América, pero no del todo, pues sólo ejercían esta influencia en la ciudad, mientras que, en los poblados, quienes poseían la mayor influencia en las cofradías eran caciques y nobles indígenas, ósea, había una aristocracia indígena que abrazo el catolicismo. Por la diversidad de raza e idiosincrasia, la religiosidad popular mexicana florecería y se manifestaba en la diversidad de fiestas regionales.

Como conclusión, la complejidad de la Iglesia católica en América difiere en mucho de lo que vemos en las películas ó escuchamos en los mitos urbanos.

La intercesión de los santos

Cito un texto de San Pablo; “Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó”. Romanos 8:26-30
En este fragmento de la carta a los Romanos, San Pablo menciona que el ser humano no sabe orar como conviene, sin embargo, el Espíritu conoce la voluntad de Dios e intercede a favor de los santos, estos son, quienes han podido reproducir la imagen de Jesús en vida, consagrados para las cosas de Dios, los cuales fueron glorificados por El, una vez que abandonaron esta vida.  
La intercesión de los santos es un tema polémico entre creyentes, algunos creen en ello, otros no, y la religiosidad popular mas la ignorancia provoca el culto a iconos que no forman parte del canon establecido por la Iglesia. Es necesario formarse en la autentica fe de la Iglesia para educar a otros.
Primero que nada para poder diferenciar entre Cristo y los santos, hay que señalar que el papel de Jesucristo es sacerdotal, su sacrificio es la ofrenda por el pecado, esto significa que a diferencia de los santos, el sacrificio de Jesús es expiatorio, trae la redención, el perdón de pecados. Los santos en cambio son hombres justos que velan por nosotros, ninguno de ellos trajo el perdón de pecados, solo Jesús. Los santos son servidores de Dios, y por ello, sirven al genero humano conforme a la voluntad de El.
Dentro de las creencias del antiguo testamento y el judaísmo, existe el papel del tzadik, este es un homologo del santo. Para los judíos, los tzadik son hebreos de renombre que en la otra vida interceden ante Dios por el pueblo de Israel o por alguna petición individual. Tzadiks son los patriarcas y los profetas del antiguo testamento. 
Sobre la intercesión, menciono una analogía para comprender el papel de los santos difuntos, supongamos que; la hija menor pide a su padre una cantidad de dinero, el padre se niega por considerarla una joven inmadura, la hermana mayor al ver que la petición beneficia a su hermana, insiste aunque propone una forma para asegurar que la menor no despilfarre el dinero, el padre presta oídos a la segunda hermana por considerarla madura, pero su idea no lo convence del todo, la madre al escuchar el alboroto y presenciar la petición de las hijas, conociendo a su marido de un modo profundo, le propone una idea mejor, el padre acepta porque confía en el criterio de su mujer, el sabe que su esposa no permitiría que sus hijas gasten su dinero de forma imprudente. 
Debemos de considerar que para judíos y católicos, el tzadik o el santo, es la persona que tuvo una vida espiritual superior a la nuestra y que por lo tanto conoce con mayor profundidad la voluntad de Dios. Nadie puede pedirle a Dios algo que ignora. Mientras no estemos glorificados consideremos ignorantes.

El Dios del antiguo y nuevo testamento

Es común que las personas que leen la Biblia sin tener preparación académica, encuentren discrepancias entre el Dios descrito en el Antiguo Testamento y el Nuevo, como si fuesen dos seres totalmente distintos uno del otro, el primero justiciero y el segundo piadoso. Es necesario poner en claro el porqué de estas diferencias, pues podemos llegar a pensar que la Escritura se contradice o caer en el fanatismo religioso por nuestra ignorancia.
Pondré un ejemplo análogo; tres hijos hacen una descripción de su padre. El más pequeño, un niño de 5 años afirmo que su papa “lo sabía todo” y era tan fuerte que “podía pelear contra Batman y vencerlo”. El segundo hermano, un chico de 15 años en plena adolescencia respondió que su padre “no sabía nada del mundo moderno” y que “parece alegrarse viéndome encerrado”. El hermano mayor, un joven estudiante de la Universidad afirmo que su padre “es comprensivo” y que “es un hombre tranquilo, que jamás defendería algo con los puños”. ¿Cómo pueden estos tres hermanos dar descripciones distintas hasta contradictorias de la misma persona?. ¿Cómo puede la misma persona “saberlo todo” y a la vez “no saber nada del mundo moderno”?, o ¿Cómo es que puede “vencer a Batman” y la vez “no defender algo con los puños”?, ¿están mintiendo los tres?. Ninguno de los tres está mintiendo, ni hay contradicción. Lo que sucede es que cada hijo distingue a su padre desde distintos ángulos: la niñez, la adolescencia y la edad adulta. El padre es el mismo, la descripción hecha por cada hijo está asociada al raciocinio y entendimiento que cada hijo tiene sobre su entorno.
Algo similar sucede cuando leemos las Sagradas Escrituras. Pareciera que se están describiendo a dos dioses totalmente distintos. Esto nos hace pensar que las Escrituras se contradicen, pero esto no es así.   
Dios siempre ha sido el mismo desde antes de la creación y después de ella. No existe un Dios distinto en el Antiguo y Nuevo Testamento. Dios no cambia, sino que es el pueblo quien escribe por el Espíritu un mensaje bajo el raciocinio y la cultura de su época. Si el pueblo es primitivo, la descripción será el testimonio de un pensamiento primitivo, como el niño de 5 años. En cambio, si el pueblo posee una cultura sofisticada, arquitectura compleja, urbanismo, una estructura de gobierno, ejército y sacerdocio, entonces la descripción que esa sociedad dará de Dios será más compleja y completa si se compara con la descripción dada por una comunidad primitiva.
Pongamos otro ejemplo práctico; todos sabemos que el amor es un pilar fundamental del matrimonio. Si nos trasladamos cien años atrás el amor de la mujer por su esposo se manifestaba en que ella debía permanecer solo en casa para atender el hogar, sus hijos y a el sin tener una vida pública, en cambio hoy, esta sumisión puede considerarse injusta y aunque atender el hogar si es un acto de amor, también es un acto de amor que el esposo respete los deseos de su mujer para su desarrollo profesional. El amor como virtud continua pero cada generación va profundizando en el concepto.
Por lo tanto, no será lo mismo una descripción de Dios dada por Moisés, a una descripción dada por un Apóstol, existen cientos de años de diferencia. Es por ello que nosotros al tener las enseñanzas de Jesucristo como referencia, consideramos al Dios del Antiguo Testamento como violento, pero los hombres de la antigüedad que escribieron tales textos no tuvieron la referencia las enseñanzas de Cristo, sino que escribieron inspirados bajo una óptica de su entorno distinta. La Biblia es la palabra de Dios escrita bajo las limitantes de cada autor. Jesús mostro la imagen perfecta de Dios Padre que estuvo oculta en los siglos anteriores. Considero que el amor de Dios excederá por mucho el raciocinio de cualquier generación. 

Visitando el viejo continente

El verano del año pasado me toco visitar Europa por primera vez. En Londres presencie un culto anglicano. Esta denominación cristiana se separo de la Iglesia Católica en el siglo XVI porque el Rey Enrique XVIII deseo divorciarse y casarse por segunda vez, la Iglesia se lo negó. Curiosamente, mi estadía en Inglaterra coincidió con el nacimiento del nieto de la Reyna Isabel, estando ahí, puede ver un reportaje sobre la comunidad anglicana y el modo en que sus Obispos ungieron a la actual Reyna. Antes del cisma, estas prácticas ocurrían en su momento bajo el amparo de la Iglesia Católica, emulando prácticas del antiguo testamento donde los sacerdotes ungían a los reyes de Israel. Tras el cisma religioso y político de Europa cada denominación ungió reyes según la creencia y el sacerdocio de cada territorio. Para nosotros, los católicos de México, estas prácticas son lejanas, pero en el caso de Inglaterra, el reynado y la unción continúa.
Como católicos debemos saber la diferencia entre “protestantes y evangélicos”.  Los protestantes corresponden al tiempo del cisma. Se le denomina “protestantismo histórico” aquellos grupos que se separaron de la Iglesia Católica; anglicanos, luteranos, calvinistas. El término “evangélico” nace posterior al cisma y es para referirse a “etnias” cristianas, ósea muchas denominaciones.
En Francia conocí Notra Dame de Paris. Ahí vi un nicho de la Virgen de Guadalupe con una réplica del ayate de Juan Diego, y veladoras con la imagen de la Virgen de México con leyendas en francés.
Conocí la opulencia del palacio de Versalles donde “el Rey sol” o Luis “el grande” que celebraba grandes fiestas y en su locura de grandeza construyo un altar en lo alto del palacio, solo él podía mirar al altar, afirmándose el mismo como único mediador entre Dios y Francia. En Versalles, uno de los murales muestra a los indígenas de América. El filosofo Voltiere afirmaba que “los nativos americanos eran gente de pensamientos puros”, y es que, cuando uno visita los palacios europeos y ve tanto derroche, puede pensar que aquello es la locura de un egocentrismo exacerbado. Aquello es una riqueza que da asco, que no pudo ser posible sin la colonización y explotación del resto de los continentes. La expresión de Volteire me hizo reflexionar sobre nuestras etnias sonorenses, lo poco que sabemos de ellas y como hasta la fecha, los caciques y los Gobiernos siguen aprovechándose de ellos de modo injusto, para explotarlos o conseguir el voto. Y de cómo también nosotros alabamos el modo de vida occidental, poniéndolo en la categoría más alta, cuando esta idea de “tener más” y dar culto a las riquezas está acabando con nuestro planeta. Ojala vivamos el evangelio, no vale la pena ganar el mundo y perder el alma.   
Mi travesía concluyo en el Vaticano. Tras haber visto tanta opulencia europea, resulta irónico quejarse de “las riquezas del Vaticano”, y a la vez aplaudir la opulencia de Londres o Paris y catalogarlo como “el desarrollo al cual México debe aspirar”. Se debe entender que toda Europa posee un derroche impresionante. El Vaticano por su ubicación geográfica poseyó ideales europeos. Sin embargo, para mi es de sumo agrado que los “americanos” como Francisco I lleguen a la sede de San Pedro y la gobiernen. Es muy distinta la percepción de “bienestar” entre ambos contenientes, por el contacto que tenemos con la pobreza que se vive en Latinoamérica, su perpetua impunidad y corrupción. Francisco I llego en un momento donde Europa está en crisis, pero el resto del mundo parece haberlo estado desde siempre. El mensaje de Francisco I es sencillo; primero los pobres. 

Un matrimonio católico genuino

Antes creía que las personas que se casaban solo por el civil vivían en pecado porque no estaban casadas por la Iglesia. Sin embargo, mi percepción cambio tras escuchar al director de ACI Prensa, Alejandro Bermúdez decir; “la Iglesia no puede modificar el matrimonio porque esta institución nació antes que la Iglesia”. Hoy simplemente me atrevo a decir “no sé”, pues muchas personas se casan por el civil y tienen otra religión, ósea, no se casan en la Iglesia.  
Recuerdo el caso de una amiga que deseaba casarse, la pareja no creía en la Iglesia pero presionados por ambas familias estaban dispuestos hacerlo. Le recomendé que si no creían en el sacramento, sobre todo en la Eucaristía no participaran de ella. Me sorprende la superficialidad religiosa e ignorancia de ambas familias al desear que esta pareja acuda al altar siendo incrédulos. Comer la Eucaristía en incredulidad es un pecado. Es preferible que se abstengan y el día que tengan fe, se casen por la Iglesia y comulguen dignamente. Esto lo expreso las enseñanzas de San Pablo; “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por lo tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (1era de Corintios 11:27-29). Celebrar una misa para una boda, comer la Eucaristía en incredulidad para celebrar un culto externo y superficial es pecado, mejor no lo hagan. Los incrédulos lo harán sin cargos de conciencia, los que creen no deben permitir tales cosas porque denigramos a Jesús sacramentado.  
Si una persona se casa por la Iglesia sin creer en ello, solo acarrea problemas futuros. Existe la probabilidad de que aunque casado por el civil se divorcie, después nazca la fe y se convierta, desee rehacer su vida con una segunda persona y casarse por la Iglesia. Para esto, tendrá que anular su primer matrimonio, entrar en un proceso de litigio largo y como ahora si anhela el matrimonio religioso, su espíritu no estará tranquilo con el simple matrimonio civil.
A mi juicio, obligar a una persona a casarse por la Iglesia cuando no cree en ello, hace un daño a la persona y a la Iglesia. Dios pide integridad. Es preferible la honestidad de un incrédulo a la hipocresía de uno que se disfraza de creyente para dar gusto a otros. Dios es amor, Padre paciente que espera la conversión.
En cuestiones de matrimonio y divorcio, la enseñanza cristiana es clara y contundente. El evangelio sostiene: “todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera” (San Lucas 16:18). El apóstol San Pablo enseño: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando. Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer” (1era de corintios 7:8-11). Sin embargo, la Iglesia puede anular un matrimonio bajo ciertas circunstancias. El sacerdote José de Jesús Aguilar Valdés afirma; “anular no significa deshacer un matrimonio, sino que, la Iglesia no reconoce la unión por haberse celebrado de forma incorrecta”. Aguilar hace una analogía entre el matrimonio y el futbol: “si tu vez que entra una pelota a la portería pensaras que es gol, pero el árbitro lo puede anular por muchas circunstancias, fuera de lugar, fuera de tiempo, etc”. Para que un matrimonio católico sea válido se necesita plena conciencia y plena voluntad, esto significa que ambos deben estar de acuerdo y acudir por deseo propio ante un sacerdote autorizado por la Iglesia”. Ese es el primer requisito para celebrar un matrimonio católico genuino.