Es
común escuchar a personas afirmar: “yo me confieso con Dios”, obviamente,
deciden el día y la forma ignorando y restando peso a la historia de la
salvación. Como analogía, supongamos que un hombre es culpable pero desea ser
exonerado, y como no desea lidiar con las diligencias que le solicita el
sistema de justicia, prefiere tener una cita a solas con el juez cuando a él le
plazca. Esta persona, no solo es culpable sino que posee un ego enorme. En vez
de agradecer que la justicia lo exonerara, prefiere su comodidad para ponerle
reglas al juez.
Si
dudamos de la legitimidad de la confesión de pecados, primero que nada tenemos
que respondernos: ¿Quién nos dijo que el pecado existía? y ¿Quién nos dijo que
Dios estaba dispuesto a perdonarnos?. Estas creencias vienen de la enseñanza
divina desde el antiguo testamento. Entonces, si la revelación nos dijo que el
pecado existe, que cuando pecamos somos culpables pero Dios está dispuesto a
perdonarnos, porque dudamos cuando la misma revelación nos afirma que es
necesario la confesión de las faltas. Lo que sucede es que lo ponemos en duda
porque en el fondo preferimos nuestra comodidad, queremos ponerle reglas al
juez.
Citemos
las creencias del antiguo testamento para comprender la pedagogía de nuestro
juez. Todos los judíos del mundo celebran la fiesta de yom kipur o día del
perdón. En esta fiesta practican la confesión pública de pecados en un rezo conocido
como vidui, en donde no necesariamente reciben el perdón. El vidui es un punto
en el tiempo donde un judío sumado al resto de Israel decide retractarse de sus
malos caminos, seguir los mandamientos de Moisés, confiando en la misericordia
de Dios. Aunque los judíos enseñan que Dios puede otorgar misericordia a Israel
fuera del día de kipur, para el judaísmo, estos eventos no son tomados a la
ligera. Para llegar al día de Kipur es necesario una preparación previa, por
diez días los judíos hacen penitencia, ayunos y se meditan los textos de
Moisés.
Desde
el antiguo testamento, Dios solicito a los judíos un modo y un día distinto a
todos los días para mostrarles su piedad. Esto debe hacernos reflexionar, Dios
manifiesta desde la antigüedad que El decide “como” y “cuando”. Aceptemos que
nuestro pecado nos alejo de Dios, y que por lo tanto, si estamos en pecado no
tenemos derecho dictarle la agenda a Dios, ni las formas. Si la puerta de la
salvación es estrecha como afirmo Jesús, precisamente es para inclinar nuestra
frente y doblar las rodillas.
Citando
las creencias del nuevo testamento, el texto de San Juan pone las cosas en
claro; “A quienes perdones los pecados, les son perdonados; y a quienes se los
retuviereis, les son retenidos” (cap. 20:23).
Dios se
ha hecho presente en la historia de la humanidad, en la antigua alianza
solicito a los judíos un día del resto del año para mostrar su piedad, en la
nueva alianza no solicito un día, sino manifestó con “quienes”. La evidencia
entre ambas alianzas es que Dios manifiesta su piedad de modo colectivo. Si
bien, Dios no se negara a escuchar las suplicas de los hombres que contristan
su corazón en lo individual por su ignorancia, pensemos que, más bien son los
hombres que arrepentidos de sus malas acciones, otorgan mayor honra a Cristo
cuando se añaden a los medios que El estableció.