“Dijo Dios: “Llénense las aguas de
seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento”. Dios
creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el
agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo
ello era bueno. Los bendijo Dios, diciendo: “Crezcan, multiplíquense y llenen
las aguas del mar, y multiplíquense asimismo las aves sobre la tierra”. Y
atardeció y amaneció: fue el día Quinto. Dijo Dios: “Produzca la tierra
vivientes según sus especies, animales del campo, reptiles y fieras”. Y así
fue. Dios hizo las distintas clases de animales salvajes según su especie, los
animales del campo según sus especies, y todos los reptiles de la tierra según
sus especies. Y vio Dios que todo esto era bueno. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.
Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre
los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por
el suelo”. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y
mujer los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense.
Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre
las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”. Dijo
Dios: «Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas con semillas
que hay sobre la tierra, y toda clase de árboles frutales. A los animales
salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven
sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman”. Y así fue.” (Génesis
1:19:30).
Si leemos la totalidad del capítulo nos daremos
cuenta que cada vez que Dios crea algo afirma “es bueno”, sin embargo, si nos
fijamos detenidamente esta afirmación no aparece cuando el ser humano es
creado, Él simplemente bendijo y entrego toda su creación. Desde ese momento el
ser humano se vuelve en el administrador de la obra de Dios, y añado, la
Iglesia se convirtió en la administradora de la gracia.
En el relato del génesis, hay un significado muy
simple y muy profundo a la vez, el ser humano tiene poder de decisión, Dios no
decide “quien es bueno ó quien es malo”, es el ser humano quien decide, Dios
nos entrego su bendición y su creación que es buena. Esto es parecido al padre
bueno que por circunstancias ajenas a él tiene hijos malos e hijos buenos, cada
hijo decidió qué camino tomar y qué hacer con lo que el padre le entrego.
Más adelante en los textos del génesis
encontraremos que el Edén tenía toda especie de frutos para ser comidos,
excepto el árbol de la ciencia del bien y del mal. Según el relato, cuando Adán
y Eva comen del fruto prohibido son expulsados del paraíso y Dios hace esta
afirmación “comerás el pan con el sudor de tu frente…”, pero dentro de Edén y
la creación, ¿Dónde estuvo el árbol que producía pan?, jamás estuvo, Dios
introduce la palabra “pan” y es el primer símbolo de una alianza entre el
primer hombre y Dios, porque en el pan se integra la obra de Dios –la tierra,
el agua, la semilla- y la obra del hombre –la manufactura- Entonces, puede entenderse y afirmarse que la
creación nos fue entregada también como una semilla, como una masa inacabada
para que nosotros –la raza humana- la completemos y podamos alcanzar con la
bendición de Dios ese grado; ser buenos, y buenos administradores.
Algunos sectarios afirman: “no tengo una
religión, tengo una relación con Dios”, son ciegos y necios, todo ser humano
desde que nace tiene una relación con aquel que lo creo y si muere tampoco
puede escapar del Padre de los Espíritus. El pan es el primer alimento
mencionado después de la caída de Adán, el pan es alimento que da vida y si
Dios permite que alguien en este mundo siga viviendo es para algo; decidir
entre lo bueno ó lo malo, estamos en proceso. Decidamos hacer el bien para
volver al paraíso.