domingo, 29 de marzo de 2009

Obediencia a la buena ley

El cumplimiento de lo que se manda eso es la obediencia, existen mandatos que se siguen por decisión propia; sea el obedecer a un plan académico ó un contrato entre dos partes. También hay mandatos que son inquebrantables, por ejemplo; el mandato que nuestro cuerpo hace para que lo tratemos de una forma ordenada para funcionar saludablemente. Hay mandatos que ordenan la familia; Las mujeres embarazadas deben obedecer al proceso natural del embarazo, los hombres deben obedecer a la responsabilidad de crear un hijo bajo el matrimonio, los padres de los recién casados deben obedecer los límites y reconocer que sus hijos han formado una familia nueva y tomaran rumbos nuevos. Los niños deben obedecer a los padres y los padres deben obedecer a la responsabilidad de actuar como ejemplo para formar a sus hijos. El esposo debe obedecer a dar trato amoroso a su esposa y esta debe reconocer la jerarquía del marido dentro de la familia. Los adolecentes deben obedecer a los años y dejar de actuar como niños y los jóvenes deben obedecer al tiempo y empezar a actuar como adultos. Quien obedece esto, es porque busca la mejor inversión.


Hay mandatos que ordenan la ética y la sociedad; toda política debe obedecer a la necesidad de un pueblo, todo mandatario debe obedecer a su responsabilidad de poner orden y actuar con justa ley, toda promesa hecha es un mandato que debemos cumplir por obediencia, tratar a nuestro prójimo como deseamos ser tratados es un mandato que ordena las relaciones sociales.
Hay mandatos no dichos de responsabilidad social; los tontos deben obedecer a la ley de la ignorancia y dejar de opinar en las cosas que no entienden y los sabios deben obedecer a la responsabilidad del conocimiento y hablar de lo que conocen.


También hay mandatos que perturban la vida y solo crean conflictos; Hay mandatos del grupo social a obedecer hábitos que van en contra de la obediencia de la ley ó la obediencia a los padres. Hay mandatos no dichos que están dentro la sociedad y obedecen a la vanidad, al consumismo, la mentira y la belleza personal, quien se deja mandar por esto, es como quien está de acuerdo en dejarse envenenar.


Obedecer a la buena ley no siempre es fácil y para esto siempre habrá oposición, quizá por pereza, decidía, orgullo ó ignorancia, sin obediencia a la buena costumbre de nada sirven los mandatos y sin mandato no hay compromiso, ni convivencia sana, ni desarrollo. Sin el buen mandato y sin la obediencia todo será desorden y decidía, porque los buenos mandatos no nos perjudican sino que nos fijan un camino, como los arquitectos que construyen y deben obedecer a los mandatos del proyecto. Sin mandato y sin obediencia cada quien hará lo que desee, también hay un mandato dado por la pereza que nos llama a dejar las cosas sin terminar.


Veo que en estos tiempos, el mandato a la irresponsabilidad, la codicia, los banquetes y las borracheras es más fuerte que cualquier otra ley, muchos la cumplen y no protestan.