Los judíos esperaban un
Mesías que los librara de la opresión del imperio Romano, que restableciera el
Reinado en Jerusalén y purificara el Judaísmo. El discurso de Jesús no cumple
con las expectativas de los judíos, su predicación no suena como la de Moisés
que trastornó los intereses del Faraón de Egipto a favor del pueblo hebreo,
incluso, los romanos enfrentan a Jesús solo por la presión de los judíos, el
Mesías en realidad no atentaba contra los intereses romanos. Jesús es
asesinado, resucita y antes de su ascensión los presentes preguntan; “Señor,
¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” a lo que Jesús responde; “no
les toca a ustedes saber…”, continua pues la interrogante Mesiánica de los
judíos; “¿Cuándo es que Israel recibirá el beneficio de la llegada del
Mesías?”. En el discurso del establecimiento del Estado de Israel en 1948 un
rabino exclamo; “¿Dónde están los enemigos de Israel?, es verdad aquella
promesa de Dios, los enemigos de Israel han sido derrotados”. Ese es el gran
milagro que Dios ha hecho en el pueblo judío, vencer el imperio de las mayorías
siendo en el mundo una minoría.
Jesús tras su partida
no mejoro las condiciones socioeconómicas de los judíos, no se acabaron los
pobres, al contrario, en el relato del perfume caro le dice a Judas Iscariole;
“a los pobres siempre los tendrán entre ustedes, a mi no…”. Jesús tampoco acabo
con la injusticia social, ni con violencia, ni con la esclavitud ó
inmoralidades. Jesús no trae mejoras a Israel, Jesús no viene a cambiarles
algo, sino que viene a exhortarlos para que ellos cambien y opten por su camino.
Esto es fundamental para entenderlo en nuestros días, pues, Jesús no es un
mesías que nos resuelve la vida. Muchos creyentes promueven esa idea equivocada
del Mesías; “cree y tu situación económica mejorara…”, “cree y tu vida se
resolverá…”, como si tuviésemos un privilegio sobre los inconvenientes de la
vida solo por el hecho de “creer” ó como si los no creyentes estuviesen atados
a las amarguras diarias solo por su condición de “no creer”, esto es equivocado
porque niega la cruz del que cree. En el nuevo testamento Dios no hace
distinción de personas, el sol sale para todos, le va bien ó mal al que cree y
al que no cree le va igual. El regalo de la fe y la conversión no están ligados
a beneficios materiales temporales sino a los celestiales, aunque, sí los
beneficios temporales vienen, que vengan de forma lícita.
Jesús no modifica nada
de nuestro entorno, sino que por la gracia comprendemos nuestra realidad de un
modo distinto, nos ejercitamos para el perdón, para la compasión, para la
humildad y aunque esto no exenta a nadie de las calamidades de la vida, si nos
ayuda a vivir la misma vida de una mejor forma. En la reciente visita de Santo
Padre Benedicto XVI a Latinoamérica, hubo una frase que me gusto, mas no
recuerdo quien, ni en donde se menciono; “no vino a cambiar nada, vino a
dejarnos palabras, pero, las palabras son ideas y cuando una idea se siembra en
el espíritu humano es como una flama que arde, trastorna su interior y ya no
puede detenerse sino que crece y así es como se cambia el mundo…”
Tomemos la cruz en
nuestras manos, no seamos como aquellos hombres que preguntaron; “Señor, ¿hasta
cuándo obraras…?”. El gran milagro que Dios obra sobre la Iglesia es que a
pesar de tantos años la Iglesia sigue de pie haciendo planes para el futuro.