Cito una parte del evangelio; “Cuando Jesús terminó
de hablar, dijo a Simón: ‘Navega mar adentro, y echen las redes’. Simón le
respondió: ‘Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada,
pero si tú lo dices, echaré las redes’. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad
de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a
los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y
llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se
echó a los pies de Jesús y le dijo: ‘Aléjate de mí, Señor, porque soy un
pecador’...”. Este fragmento corresponde a la lectura del evangelio de la misa
del domingo 10 de febrero (San Lucas 5:1-11). En esa misa, meditaba sobre el
duro oficio de Simón a quien Jesús llamo Cefas que significa “piedra” que
conocemos por San Pedro ó el primer Papa. Del pasaje, llamaba mi atención la
incredulidad de Simón ante la petición del Señor de echar las redes, también,
su cansancio y su decepción: ‘hemos trabajo la noche entera y no hemos sacado
nada’. El texto afirma que, tras una pesca prominente fue necesario la ayuda de
otros, esa cooperación me hizo meditar sobre la cantidad de creyentes al interior
de la Iglesia, en realidad somos muchos y los obreros pocos. Somos alrededor de
1, 118, 992,000 católicos en el mundo.
Tras aquella inspiración del texto dominical, me
sentía motivado para escribir sobre el Papa y su dura labor religiosa, pero, precisamente
al día siguiente, Benedicto XVI haría pública su renuncia. Sin duda, Dios nos
haría meditar sobre el papel del Papa en el mundo. La noticia de la renuncia puede
ser escandalosa para miles de católicos, a firmo que lo será para aquellos que
no están firmes en la fe, para aquellos que son “como rocas donde la semilla
cae y no produce raíces”, sin embargo, para los que son tierra fértil la
noticia de Benedicto puede perturbarlos pero no serán movidos fácilmente de la
Iglesia. Es de esperarse la postura de los hermanos protestantes y anti
católicos que verán la renuncia de Benedicto como un halago hacia sus posturas
religiosas e ideológicas, mirando la paja en el ojo ajeno sin distinguir la
viga que cargan en sus ojos. De mis hermanos ortodoxos tal vez no escuchare
pronunciamiento, y no dudo que miraran con piedad a Benedicto. Esta es una
noticia sumamente importante. Pero, afirmamos que Benedicto ó el hermano
Ratzinger no ha renunciado a Jesucristo, ni a la Iglesia, mas bien, ha decidido
renunciar al oficio de ser Papa para dedicar su vejez a la oración. Para los
que nunca lo supieron, Ratzinger quiso retirarse antes de ser Papa, pero, en su
anécdota confeso que ver a Juan Pablo II siendo Papa con mal de Parkinson superándolo
en edad lo inspiro a seguir adelante. Es muy duro para un hombre mayor de 80
años convivir con un mundo como el nuestro que cambia tan vertiginosamente. Esto
me hace recordar las palabras del padre Humberto Ponce cuando se refirió a las
transformaciones dentro de la Iglesia; "nuestra generación no está
acostumbrada a tantos cambios, uno no termina de adaptarse cuando ya vienen
cosas nuevas, la generación de ustedes vive en un cambio constante…".
La renuncia de Ratzinger es un ejemplo claro
para afirmar que el Reino de Dios no es una dictadura, Dios es amor que libera
para que las personas decidan.
Elevemos una oración para dar gracias por el
servicio del hermano Ratzigner, reconozcamos en él la valentía de su honestidad
y aprendámosle la enseñanza tacita de su acto; dentro de la Iglesia también hay
labores menos apreciadas que pueden lucir ante los ojos de cualquiera como
menos trascendentes, pero, estas pueden llegar a satisfacer el corazón de los
hombres más humildes.