El primer matrimonio gay en Sonora será
celebrado el próximo día 13 de febrero del presente año. Algunos lo aplaudirán,
otros lo repudiaran y un resto estará indiferente. Se cree que validar este
tipo de uniones traerá una protección legal y a su vez, el reconocimiento
social por manifestar a las partes como cónyuges, sin embargo, hay algo que no
entiendo, ni alcanzo a comprender; la comunidad gay suele ser una elite que se
siente excluida pero a la vez es sumamente cerrada, muchas de sus actividades
se dan en la clandestinidad, suelen auto etiquetarlas como; “fiestas gay”,
“reunión gay”, “clubs gay”, “festival gay”, convirtiéndolas casi en un “club de
Toby”. No es fácil socializar con el mundo gay siendo hetero, mucho menos
siendo un católico formado. Entonces, no entiendo porque buscar la aceptación
pública cuando este segmento es sumamente cauteloso y pocas veces te recibe con
los brazos abiertos si manejas otros ideales. Cualquiera dirá “hay que respetar,
no hay que discriminarlos” (estoy de acuerdo), sin embargo, ellos si pondrán un
letrero que diga “club gay”, “fiesta gay”, mientras el resto de los clubs ò
fiestas no hará alusión a preferencias sexuales para no discriminar a nadie.
En el Distrito Federal, el primer matrimonio gay
solo duro seis meses, aunque en los medios, en el casamiento, la pareja se veía
satisfecha y la noticia fue promovida como un triunfo del derecho e igualdad. La
noticia del primer divorcio gay tuvo menos promoción mediática. En el asunto de
las uniones homosexuales la estadística ya arroga algunos datos, por ejemplo,
en España después de la aprobación de estas uniones en 2014, hoy se puede decir
que existen más casos de divorcio entre uniones homosexuales que entre uniones
heterosexuales, considerando que es baja la probabilidad de que un matrimonio heterosexual
permanezca unido para toda la vida. En Sonora es igual el número de solicitudes
de matrimonio, que el número de solicitudes de divorcio. Existe una crisis
entorno al concepto “matrimonio”, e incluso, el registro civil del D.F. buscando
reducir el número de divorcios, impartirá pláticas prematrimoniales
obligatorias, nadie podrá contraer matrimonio civil solo por la simple emoción,
deberá capacitarse.
Todos
estos intentos de la sociedad por buscar la felicidad con un cónyuge, me hace
pensar en la afirmación que nos da la Iglesia; “el matrimonio es un
sacramento”. ¿En qué sentido debemos entender tal cosa?, es fácil entenderlo
como el matrimonio católico, que se da ante un sacerdote bajo el mandato
divino, pero ante la alta estadística de divorcios, ¿no será que el “matrimonio
monógamo” solo es posible bajo la gracia de Dios?, me refiero a que el ser
humano es incapaz de ser monógamo, fiel hasta la muerte, mientras permanezca
auto-excluido de la gracia.
Si miramos a las generaciones de nuestros
abuelos, mientras la comunidad tenía el juicio social de la obligación conyugal
por su antecedente cristiano, las uniones civiles podían darse y perdurar, mas
ahora que se ha multiplicado el escepticismo social, la incredulidad ante un
credo, también se ha multiplicado el divorcio. El juicio social dio unidad a
los cónyuges desde fuera, no desde dentro, y ahí es donde opera la gracia de
Dios, en la espiritualidad de los cónyuges, siendo Dios quien da vida a tal unión.
¿Cuál será el futuro del matrimonio en lo social?,
mientras pasen los años y veamos las estadísticas de divorcio, el
desmoronamiento de las uniones civiles, en la desilusión social por su incapacidad
para poder perdurar, la palabra de la Iglesia seguirá brillando en aquellos que
encarnan la palabra en sus vidas; el matrimonio es un sacramento y los
sacramentos solo son posibles con la gracia, no sin ella.