A mediados de febrero, los medios locales
publicaron una noticia relacionada con los índices de drogadicción y
delincuencia juvenil en el Estado. Sonora tiene el 2do lugar a nivel nacional
en delincuencia juvenil, 70% de los reclusos utilizan algún tipo de droga, 70%
proviene de hogares disfuncionales y solo el 30% es visitado por algún familiar
dentro del penal. La conclusión de los especialistas es que en la mayoría de los
casos, los internos nacieron de embarazos no deseados. Por otra parte, Sonora
posee un número alarmante de embarazos en adolescentes, el 8tavo a nivel
nacional, siendo la edad inicial a partir de los 10 a 14 años. Esta problemática
afecta al 35% de los jóvenes menores a los 19 años.
Sobre las drogas en Sonora, la población de
mayor riesgo para el consumo son jóvenes de 12 a 17 años, esto se distribuye de
la siguiente forma; 57.9% confiesa haber consumido alcohol, 28.3% el tabaco,
11.2% la mariguana, 3.3% la cocaína, 1.1% la heroína, 4.8% los inhalantes y
2.8% las metanfetaminas ò drogas sintéticas. El 50% de los jóvenes en Sonora
tiene acceso algún tipo de droga.
Funcionarios del Instituto Hermosillense de la
Juventud aseguran que no solo basta destinar presupuestos para rehabilitar áreas
deportivas y esparcimiento, sino que, se requiere invertir en la formación espiritual
de los jóvenes hermosillenses. Me sorprende y satisface que representantes de
Gobierno usen el lenguaje religioso: “formación espiritual” para referirse a las
alternativas de solución ante la problemática juvenil. Como católico creo que esta
formación debe ser dada desde los hogares para que se respete la libertad de
culto de cada hogar, una formación espiritual, no puede ser impartida por el
Gobierno porque el Estado es laico. Sin embargo, esta conclusión de los
funcionarios debe hacer reflexionar aquellos padres católicos que creen y dicen;
“no bautizare a mis hijos para que ellos decidan”. La estadística muestra que
los jóvenes sonorenses deciden y lo hacen muy mal, muchos son arrastrados por
las malas costumbres convirtiéndose en esclavos de la droga, ejerciendo imprudentemente
su sexualidad ò terminando en la cárcel.
Una formación religiosa y espiritual iniciando
desde el bautismo no limita al ser humano, al contrario, le da herramientas
interiores y lo ejercita en la sabiduría para poder decir “no” cuando la presión
de grupo lo invita a degradarse. No debemos creer que las cosas del espíritu se
limitan solo a portar crucifijos ò estampas de Santos como si estos fuesen
amuletos, no, al menos en el catolicismo va mucho más allá, existen retiros espirituales
para jóvenes, matrimonios y familias, talleres de oración, grupos de estudio en
Sagradas Escrituras, los Sacramentos, etc. Ojala los padres recapacitaran sobre
su propia formación espiritual para mejorar la salud del alma en sus familia.
La sabiduría que emana de nuestra religión puede
guiarnos en la crianza de los hijos, para ejemplo esta cita; “El que mima a su
hijo vendará sus heridas y a cada grito que dé, se le conmoverán las entrañas. Un
caballo sin domar se vuelve reacio, y un hijo consentido se vuelve insolente. Malcría
a tu hijo, y te hará temblar; juega con él, y te llenará de tristeza. No hagas
bromas con él, para no sufrir con él ni rechinar tus dientes al final. No les
des rienda suelta en su juventud, castígalo sin temor mientras es niño, no sea
que se vuelva rebelde y te desobedezca. Educa a tu hijo y fórmalo bien, para
que no tengas que soportar su desvergüenza” (Eclesiástico 30:3-13).
Nuestro Dios es un padre amoroso, formémonos en
ese amor para poder criar con ese amor a nuestros hijos, pues de la ausencia
del afecto se enraízan sentimientos que desatan el mal.