lunes, 20 de julio de 2009

El obrero es digno de su salario.

Conozco varios negocios donde emplean estudiantes sin sueldo bajo la propaganda; “intégrate a nuestro equipo de éxito, no podemos darte un sueldo para te garantizamos tu desarrollo profesional”. Tal vez para los jóvenes sea provechoso porque carecen de experiencia pero cuando los años pasan y la empresa sigue reclutando jóvenes sin experiencia y desechando jóvenes que exigen pago, el crimen es demasiado evidente.

Alguna vez en mi vida tuve mi despacho y en una ocasión una mujer llego totalmente apresurada; “arquitecto, ¿está ocupado?, necesito me acompañe porque quiero hacerle unas modificaciones a mi casa”, aquella mujer se presento sin cita y con tal insistencia me movió de mis ocupaciones de trabajo, le dedique por lo menos una semana entre; visitas, anotaciones y bocetos sin que jamás me pagara un peso para que a la vuelta de los años su casa luciera lo más parecida a las imágenes que yo le presente. También recuerdo a un amigo abogado defensor del derecho que buscaba un diseño para construir una casa, él y su esposa una joven de clase media alta cada domingo iban a mi casa a platicarme como deseaban su hogar y para que les mostrara avances del diseño que me pedían, un día me pidieron un boceto para revisión y confiando en su amistad se los entregue y jamás los volví a ver. A la vuelta de unos meses andando por su terreno me percate que habían iniciado la obra y yo no recibir un solo peso por aquellas horas de trabajo.

Estas y otras experiencias me han servido para actuar con más cautela y dejar de obrar tan confiadamente, creo que esta gente se come la hostia cada domingo y espero por su bien que cambien su modo de actuar, pues nadie debe vivir beneficiándose del trabajo ajeno sin dar alguna retribución.

Anécdotas de este tipo pueden encontrarse en cualquier actividad laboral incluso es similar a lo que ocurre dentro de la iglesia y aunque las actividades de apostolado no causen honorarios hay quienes se la viven sentados dentro de los templos beneficiándose del tiempo de los demás sin jamás aportar nada en agradecimiento, estos vienen a ser más bien como una carga pues debiendo ser obreros se convierten solamente en arboles mal enraizados que piden agua y cuidados mas nunca están dispuestos a dar fruto.

Creo que quien obra de ese modo debe sentir vergüenza y tener valor para cambiar su actitud, pues siendo avaros para ofrecer son ingeniosos para exigir, ¿les podrá servir de algo la religión? Creo que Dios mismo es el arquitecto de la salvación y ha dado mucho para concretar su proyecto, si hemos encontrado beneficio de la obra de Cristo es tiempo de retribuirle a Dios por lo que hemos recibido ó acaso como las anécdotas anteriores ¿Que lugar podremos ocupar en el reino de Dios si solo pedimos y no damos?