domingo, 24 de enero de 2010

Nadie debe instituirse por sí mismo



Creo que la totalidad de los padres de familia inscriben a sus hijos en primarias registradas, y esto sucede porque al entrar a la secundaria es necesario acreditar los estudios y nadie acredita fuera de la ley, pero ¿no podrán los hijos aprender lo mismo por su propia cuenta?, quizá sí, pero sin excepción necesitan de una autoridad superior que de crédito legal a tales conocimientos si desean seguir instruyéndose conforme al Estado. En cuestiones de Fe Cristiana sucede algo parecido, pues según la biblia nadie debe instituirse por sí mismo.

El fin de este artículo es mostrar que todo “autoproclamado” predicador de la palabra de Dios que se ampara solo en Dios sin otorgar a la iglesia apostólica su lugar va en contra de las mismas sagradas escrituras, convirtiéndose solo en un promotor de la ignorancia y la confusión bíblica.

Si buscamos en la historia antigua podemos ver que el Rey Saúl y David no se proclamaron así mismo como Reyes sino que fue el sacerdote Samuel quien los ungió por mandato de Dios (1 Samuel 9.17; 16.13). Lo mismo los sacerdotes de la antigua alianza, ningún israelita podía ser sacerdote por sí mismo ó intención propia, sino que debía pertenecer al linaje sacerdotal de Levi y ser ordenado como tal (Numero 3.5-12).

Sabemos que el Cristianismo es de raíz Israelita y desde la infancia de Jesús este fue presentado en el templo e instruido en su infancia por los hombres que fueron ordenados para este oficio sin desconocer Cristo la autoridad religiosa hebrea (Lucas 2.46). También cuando inicia su labor, Jesús no solo se sustenta en su vocación personal sino que es a través de la labor de Juan el bautista en el Jordán donde el Espíritu Santo desciende sobre El en forma de paloma (Lucas 3.21,22), por esto dice la carta a los Hebreos que Jesús no se instituyo así mismo sino que una voz de cielo dijo: “Tú eres mi Hijo; te he dado vida hoy mismo” (Hebreos 5.5) y esto sucedió una vez que fue bautizado por Juan en el rio.

Si leemos en el nuevo testamento podemos encontrar que el Apóstol Pedro antes llamado Simón no se proclama así mismo como pilar de los apóstoles, sino que fue el mismo Cristo quien lo instituyo como tal cuando dijo: Ya no serás llamado Simón, sino que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia (Mateo 16.18,19). De igual forma, por los relatos de Lucas sabemos que Dios le anuncia a Pablo que debe acudir a un hombre llamado Ananías discípulo de los apóstoles, y no es antes de este evento que Pablo inicia su predicación, sino después, una vez bautizado por Ananías y bajo la autoridad apostólica (Hechos 9.1-28).

Las mismas escrituras testifican que de entre todos los siervos de Dios que forman la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar a los apóstoles (1º Corintios 12.28), siendo la Iglesia el pilar y la base de la verdad (1º Timoteo 3.15), la biblia nace de la vida de la Iglesia y no al revés, quien no sepa reconocer tal autoridad y solo se escude en su interpretación y vocación personal terminara equivocado, pues ni el mismo Cristo, Pedro, Pablo, ni todos los sacerdotes del Antiguo Pacto y Nuevo se instituyeron a sí mismos como obreros, sino que todos reconocieron la figura terrena para conformar así la unidad en la obra de Dios.