Viendo los partidos de futbol, me llamo la atención la investidura del arbitro, este personaje no juega en ningún equipo, ni su origen esta ligado con la nacionalidad de los dos equipos en disputa, es conocedor de las reglas de juego y es el único que tiene la investidura para aplicarlas. Cuando un arbitro dice que existe: “fuera de lugar” ó “falta”, todos los jugadores, técnicos, incluso la audiencia aunque estén enardecidos respetan aquello señalado por el arbitro. Existirá quienes se opongan a las decisiones del arbitro conociendo también las reglas y las normas del juego, pero dentro del juego nadie podrá omitir al arbitro. Para poder ganar el partido de forma legítima indiscutiblemente el árbitro es la figura de orden, el árbitro jamás tiene el balón, no le interesa anotar algún gol, y las ovaciones jamás serán para el pero los reclamos si. El árbitro no gobierna el partido, sino que lo ordena.
Esta es una parábola sencilla, en el mundo todos nos esforzamos por alcanzar algo, sea pequeño ó grande, y en la vida tenemos pequeños “jueces de línea” que nos dictan las normas y el camino correcto. Existen también las autoridades del Estado que norman nuestra conducta por medio de las leyes, pero también debemos reconocer que dentro del mundo existe la necesidad de un arbitro que señale el camino recto a todas las naciones, pues aunque las leyes civiles sean distintas en cada nación, pienso que si deseamos convivir con otros pueblos necesitamos un común denominador (arbitro) que nos señale como pueblo nuestro error ó nuestra falta para poder construir la paz con todos.
El mundo necesita un arbitro, una figura que exhorte al cumplimiento de las virtudes sin inclinarse a favor de alguna nación mientras el partido esta andando, pues cada pueblo por su imperfección podrá errar en el camino del bien pensando hacer lo correcto, y como en un partido de futbol ninguno reconocerá su error si esto le perjudica en su marcador.
¿Quién llamara al mundo a convivir de modo pacifico, a grandes y pequeños?, siendo que las naciones se unen buscando construir diálogos, pero aun así, la nación poderosa se niega a ser amonestada por las naciones pequeñas, ¿Quién le dirá al poderoso, estas en un error?. ¿Quién proclamara que todos los individuos sin importar su raza ó condición, son imagen y semejanza de Dios? reprobando con así el racismo y la discriminación. ¿Quién podrá defender el derecho a la fe en un mundo que ha perdido la fe? Ó ¿Quien podrá hacer entender aquellos Gobiernos teocráticos fundamentalistas que la fe distinta es un derecho y no un delito?, ¿Quién podrá hacer entender el bien a los que obran el mal sin darse cuenta?.
En la antigua alianza, la vara de Aaron era signo de autoridad para todo Israel mientras que el pueblo se desenvolvía como comunidad bajo la tutela de Aaron. Hoy, el sucesor de San Pedro pastorea el rebaño del Señor (San Juan 21:15-19), cuando los minutos en el campo corren mientras llega el fin. El balón esta en el terreno de juego siendo nosotros los jugadores, hay que jugar bien en equipo y en lo individual, quien obra bien gana.
Esta es una parábola sencilla, en el mundo todos nos esforzamos por alcanzar algo, sea pequeño ó grande, y en la vida tenemos pequeños “jueces de línea” que nos dictan las normas y el camino correcto. Existen también las autoridades del Estado que norman nuestra conducta por medio de las leyes, pero también debemos reconocer que dentro del mundo existe la necesidad de un arbitro que señale el camino recto a todas las naciones, pues aunque las leyes civiles sean distintas en cada nación, pienso que si deseamos convivir con otros pueblos necesitamos un común denominador (arbitro) que nos señale como pueblo nuestro error ó nuestra falta para poder construir la paz con todos.
El mundo necesita un arbitro, una figura que exhorte al cumplimiento de las virtudes sin inclinarse a favor de alguna nación mientras el partido esta andando, pues cada pueblo por su imperfección podrá errar en el camino del bien pensando hacer lo correcto, y como en un partido de futbol ninguno reconocerá su error si esto le perjudica en su marcador.
¿Quién llamara al mundo a convivir de modo pacifico, a grandes y pequeños?, siendo que las naciones se unen buscando construir diálogos, pero aun así, la nación poderosa se niega a ser amonestada por las naciones pequeñas, ¿Quién le dirá al poderoso, estas en un error?. ¿Quién proclamara que todos los individuos sin importar su raza ó condición, son imagen y semejanza de Dios? reprobando con así el racismo y la discriminación. ¿Quién podrá defender el derecho a la fe en un mundo que ha perdido la fe? Ó ¿Quien podrá hacer entender aquellos Gobiernos teocráticos fundamentalistas que la fe distinta es un derecho y no un delito?, ¿Quién podrá hacer entender el bien a los que obran el mal sin darse cuenta?.
En la antigua alianza, la vara de Aaron era signo de autoridad para todo Israel mientras que el pueblo se desenvolvía como comunidad bajo la tutela de Aaron. Hoy, el sucesor de San Pedro pastorea el rebaño del Señor (San Juan 21:15-19), cuando los minutos en el campo corren mientras llega el fin. El balón esta en el terreno de juego siendo nosotros los jugadores, hay que jugar bien en equipo y en lo individual, quien obra bien gana.