domingo, 16 de enero de 2011

La creación como teofanía


Un maestro judío exponía el significado de la fiesta hebreas, decía que dependiendo de la fiesta los judíos hacían mandas, ayunos, caminaban descalzos hasta el muro de los lamentos, etc. El rabí exponía que todos estos símbolos debían ser para los judíos una expresión visible de una devoción interna hacia el judaísmo. El judío exponía diciendo que Dios es Espíritu y es invisible para nosotros, y manifiesta su gloria por medio de las cosas visibles. Esto ultimo me hizo reflexionar al grado de pensar que “la creación entera es una teofanía”.

La teofanía es la manifestación de Dios al hombre, una de ellas es cuando el Espíritu desciende sobre Jesús en forma de paloma, la zarza ardiendo con Moisés ó la manifestación de Dios en la brisa con el profeta Elías. San Pablo afirma que el poder invisible de Dios se manifiesta a todos los hombres desde la creación, y que por esta causa ningún hombre tiene excusa, pues el solo contemplar la grandeza de la creación solicita otorgar reverencia. ¿Quién no se maravillo del mar cuando lo vio por primera vez?, ¿Quién no se sorprende de ver un cielo estrellado?.

Las culturas paganas antiguas vieron en la creación elementos de adoración pues la creación refleja la gloria de su creador: “mar, sol y trueno”, “vida, luz y poder”. Nosotros como Cristianos al igual que muchas otras religiones practicamos retiros, y en ellos contemplamos la creación recibiendo salud y descansó. El hombre moderno necesita un descanso de su cotidianidad, retornar ocasionalmente a contemplar la creación para distinguir en ella la gloria de Dios. La sociedad que no contempla la creación y medita sobre ella, a la larga se vacía y se ahoga en su propia obra: “consumo, productos y dinero”, y queda sorda y ciega a la gran “teofanía” de la creación.

Retomando el pensamiento de aquel rabi Judío, esto también me hace pensar de cómo nuestra vida cristiana debe externar de manera visible un amor a un Dios invisible, no hablo de mandas ó ayunos en las fiestas religiosas como los judíos, sino de actos de caridad que externan el deseo interno de agradar a un Dios que no vemos. De esto San Juan ya enseñaba que “aquel que no ama a su hermano que puede ver y tocar, ¿cómo dice amar a un Dios que no puede ver?”.

Dios nos llama usando muchos medios, pero hoy escribí sobre observar la creación entera como una teofanía. ¿Qué clase de aprecio damos a la creación, si es que la consideramos un manifiesto de Dios?, ¿recibimos un mensaje de ella ó queda ignorada por la cotidianidad?, el prójimo también es creación.

Muchos viven pensando: “cuando este viejo haber si me arrepiento…”, les llega la muerte, los entierran y los familiares dicen: “ya murió, lastima, hubiera aprovechado el tiempo”.

Cada día nuevo amanecer es una teofanía, pues Dios nos manifiesta que el tiempo es hoy, se va la noche y llega el lucero de la mañana, vivamos en la luz y despertemos de la obscuridad.