domingo, 18 de marzo de 2012

La integridad


Reflexionaba sobre el sacrificio de Jesús, sobre todo cuando se dice de él; “como un cordero fue llevado al matadero…”. Los corderos para sacrificio de la pascua en Jerusalén no debían rebasar el año de edad, porque, hasta esa edad los corderitos no oponen resistencia a sus verdugos. Jesús no opuso resistencia en su captura, incluso, se negó a que otros respondieran con violencia, resistió una gran cantidad de azotes y no se rebeló en contra de su crucifixión.

El valor humano de la integridad es dirigirse en esta vida con rectitud total, con plenitud, con una coherencia entre nuestras palabras y nuestras obras. Los evangelistas describen a un Jesús integro en su discurso y en sus actos, pues, en su tortura estaba también mostrando su integridad personal y la grandeza de su cátedra; “Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra…”, “ama a tus enemigos y reza por tus perseguidores…”, esto es, integridad, no retractarse de la creencia, sino, poner la otra mejilla hasta el final, resistir las agresiones sin que dobleguemos nuestra fe por la presión violenta de los demás, la tentación es responder con violencia, pero, si caemos en el circulo de la violencia: “verbal ó física” quedaremos vencidos ante los antivalores que nos alejan del Reino de Dios. Muchos de nosotros con tal de no incomodar a nadie modificamos el cristianismo y lo adaptamos a la circunstancia, dejamos la integridad de lado, desproporcionamos el mensaje, preferimos un discurso de amor y fraternidad porque ahí no hay discusión, pero, cuando se trata de acoger el pensamiento de la Iglesia en asuntos de ética y moral, muchos ni siquiera prestan atención ó deseos de aprender.

Distingamos la prudencia de la integridad porque Jesús también fue acusado por los fariseos por convivir entre adúlteros, borrachos y prostitutas, pero, aun entre pecadores Jesús permanecía integro a su cátedra, su modo de vivir no cambiaba por el entorno, Jesús seguía siendo el mismo hombre amante de las cosas de Dios, de la oración, de la piedad, un hombre que no se enaltecía por su santidad en medio de pecadores, sino al contrario, Jesús amaba a los pecadores como se atiende a un familiar enfermo. Es importante la integridad y la prudencia, la integridad para no retractarse del acto fraterno y la prudencia para saber corregir de modo fraterno, ser corregidos y contarnos también como pecadores.  

Cuando Jesús enseña: “que tu hablar sea si, si es si y no si es no…” es una referencia a la integridad, a la coherencia entre el pensar, el decir y el actuar. Es oportuno referirnos al famoso verso; “de la abundancia del corazón, habla la boca…”, un corazón que oculta sus verdaderas intenciones por lo general lo hace para aprovecharse de la buena voluntad de los demás, es necesario referirnos al Salmo; “¿Quién subirá al monte de Dios?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?, el de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura, el logrará la bendición de Dios, la justicia del Dios de su salvación” (Salmo 24:3-5).

Es necesario hablar íntegramente y poner la otra mejilla si es necesario para que nuestro hablar sea: “si cuando es si, y no cuando es no…”.