domingo, 13 de mayo de 2012

Vasconcelos, entre Calles y Gorostieta


Aunque Vasconcelos no es un santo, si es un icono intelectual. Nacido en Oaxaca siendo hijo de un agente aduanal, la familia tuvo que cambiarse de residencia en varias ocasiones, por lo que, en 1888 se muda a Sonora para radicar en Sásabe. En su casa predominaban los valores católicos, tanto que su madre le decía de niño; “si vienen los indios por ti, tu nada temas, vive con ellos y sírveles, aprende su lenguaje y háblales de nuestro Señor Jesucristo…”. De alguna ú otra forma esta doctrina marcaría la historia del pensador Mexicano en la misión de su alma: los salvajes han de ser redimidos y llevados al orden, a la trascendencia espiritual por el fruto de las palabras compartidas. De joven pretendió por algún tiempo a una jovencita que no mostraba interés por él, salvo que, un día la joven lo busco para estar todo el día con él, precisamente ese mismo día, el joven Vasconcelos debía presentarse por primera vez a su nuevo empleo, con el dolor de la responsabilidad acudió al empleo, pues, para el joven, faltar el primer día a su nuevo trabajo significaba una ruptura con sus planes futuros en el ámbito profesional. Vasconcelos después distinguiría una superioridad moral y ética en los hombres que sacrifican sus impulsos a favor del deber, y una inferioridad humana en aquellos que se corrompen en el poder siguiendo sus impulsos.



Estando Álvaro Obregón en la Presidencia, Vasconcelos es nombrado rector de la Universidad Nacional, dando un manifiesto para la creación de la Secretaria de Educación Pública, convirtiéndose en un promotor de la lectura en una campaña para alfabetizar al país donde “quien sabía leer debía enseñar a otros” hasta alcanzar lo más recóndito del país, inspirado en la labor de los misioneros franciscanos y jesuitas. Se distribuyen en escuelas los clásicos de la literatura, incluso, los evangelios. Para Vasconcelos la pobreza del pueblo no solo radica en lo material, sino que, es necesario enriquecerlos en los valores humanos por la literatura, más allá de la prosperidad prometida por el capitalismo. En el régimen de Plutarco Elías Calles, Vasconcelos fue candidato a la Presidencia de la República en las elecciones 1929, en su campaña la gente pagaba para verlo y con ese dinero se iban a la ciudad próxima hasta recorrer todo el país. El General Enrique Gorostieta jefe máximo del ejercito cristero invita Vasconcelos a unirse al movimiento, pero, este se niega respondiendo; "si después de las elecciones el Presidente Calles no reconoce mi triunfo dé por hecho que solicitare asilo en su campamento". Dado que existió el temor de que cristeros y vaconcelistas se unieran por la lucha democrática, la guerra cristera fue llevada a su fin por una paz promovida por Washington, Gorostieta es asesinado y el fraude electoral se efectuó imponiéndose la voluntad de Calles. Fue invitado por muchos a levantarse en armas pero se negó. En agosto de 1955 en una conferencia a Estudiantes en Monterrey, da el siguiente mensaje; “El destino de nuestra nación se acoge a vuestras almas. Forjadlo según el albedrío que es don supremo de la conciencia cristiana. Recordando que en cada caso solo es fecundo ese albedrío cuando se pone de acuerdo con Dios”.  



Días antes de su muerte, el director de la revista católica “Señal” le hace una entrevista; “¿usted se ha convertido?”, a lo que responde: “Solo me he reintegrado a la gracia”. Fallece el 30 de Junio de 1959, siendo el padre Brassard su confesor.