Scott Hahn, teólogo y apologista católico, tiene
una reflexión muy interesante sobre San Pablo. El apóstol desarrolla la
teología de la Iglesia como el cuerpo de Cristo, en 1era de Corintios 12:27, se
afirma; “Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno
individualmente un miembro de él”. San Pablo era judío de nacimiento, educado
por Gamaliel (rabino prominente de Jerusalén), de judaísmo farisaico. Su
conversión al cristianismo ocurrió camino a Damasco, buscando apresar a los
discípulos de Jesucristo le fue revelado que al perseguirlos persigue al Señor
(Hechos 9). Scott Hahn asocia ambos pasajes; San Pablo desarrolla la idea de
que la “Iglesia es el cuerpo de Cristo” porque al perseguir a los discípulos
persigue al Señor.
La Eucaristía es el cuerpo del Señor. San Pablo
nacido de una familia judía, es capaz de comprender el significado de las
fiestas judías asociadas a Jesucristo. Los judíos en la pascua hebrea preparan
la cena con varios alimentos, el alimento principal es el pan sin levadura llamado
“Matza”, para comer este pan se requiere de una purificación previa y la
observancia de las leyes de Moisés. Este pan fue el que Jesús utilizo para
establecer la nueva alianza, el convirtió la Matza hebrea en la primer
Eucaristía y la proclamo como su cuerpo (San Lucas 22:7-23). Para San Pablo
esto debió ser sumamente trascendente, para los judíos, Dios establece un lazo
especial con Israel, pero compartir su cuerpo y permitir que todos se alimenten
de El va mucho más allá. Si Israel es el pueblo de Dios, con la Iglesia, Dios
compartió su cuerpo.
Jesús comparte su cuerpo y sus dones, los
fariseos cuestionaban sus enseñanzas, esto puede leerse en San Lucas; “Al ver
él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. Entonces los
escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que
habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?, Jesús
entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué
caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son
perdonados, o decir: Levántate y anda?, pues para que sepáis que el Hijo del
Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A
ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (cap. 5:20-24). El
mismo argumento de los fariseos lo encontramos hoy, la gente no cree que un sacerdote
puede perdonar pecados. Desde los evangelios podemos leer que Jesús se
referirse a sus discípulos como el mismo; “El que a vosotros recibe, a mí me
recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (San Mateo 10:40), y
comparte con ellos los dones que el obraba en Jerusalén; “predicad, diciendo:
El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”
(San Mateo 10:7,8). Pareciera que Jesús pretende hacer de sus discípulos una
réplica de El mismo y San Pablo comprende que los discípulos son el cuerpo del
Señor.
Tras la resurrección, Jesús les compartió; “A quienes
perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los
pecados, éstos les son retenidos” (San Juan 20:23). Pareciera que el pasaje fue
escrito por si algún fariseo se quedaba con la duda, está claro, en el
cristianismo los discípulos perdonan ò retienen pecados, se alimentan del
cuerpo de Cristo y quien los persiga atenta contra Cristo.
Aunque suene increíble ò inverosímil, la Iglesia
en su totalidad es Cristo mismo, encarna la obra de Jesús para perpetuarla en
cada generación, por lo tanto, no debería extrañarnos que dentro de su
estructura existan hombres que perdonen los pecados, sanen enfermos, ò incluso,
considerar la opinión de la Iglesia actual como palabras del mismo Jesús.