domingo, 16 de junio de 2019

Jesús, el pan de la Presencia.

              Una mujer acudió con el sacerdote para exponerle lo que sentía cuando encendía las velas para adorar al Santísimo. Esta mujer dijo: “en ocasiones, cuando enciendo las velas siento una explosión espiritual en mí, una emoción, pero en otras ocasiones, en el resto del año, no siento nada. ¿Qué puedo hacer para mejorar mi condición espiritual?”. El sacerdote le respondió: “pídele a Dios que mejore tu condición”. Meses después la mujer regreso y le dijo: “he pedido a Dios que mejore mi condición espiritual, ahora al encender las velas no siento nada, pero por la fe y el servicio lo sigo haciendo”. El sacerdote le respondió: “Bien, ha mejorado tu condición espiritual, ahora haces las cosas por fe y amor al servicio, ya no las haces por sentimiento y por la emoción que provoca a ti. Tu condición espiritual es mayor”.
            Muchos de nosotros en algún momento no teníamos fe en los sacramentos porque necesitábamos esa “explosión espiritual” para creer, y, aunque algunos si la reciben y acuden, después de la emoción se olviden y no regresan. Dios nos va otorgando a cada uno esas pequeñas teofanías para invitarnos ó para mostrarnos algo de la fe que no podemos apreciar. Sin embargo, Dios también quiere que maduremos en la fe y hagamos de nuestro servicio algo que no esté fincado en meras emociones corporales, sino, en la confianza de fiarnos de la Palabra de Dios y de sus promesas. No dudemos, Cristo está presente en el pan.
            Para expresar mejor esta idea hare un paralelo entre antiguo testamento y nuevo testamento. El Tabernáculo era un templo temporal que Moisés construyo en el desierto mientras Israel era peregrino. El diseño se basó en el modelo que Dios le mostró en el monte. El templo de Jerusalén fue una réplica del tabernáculo de Moisés. Este diseño de  templo del antiguo testamento contiene un mensaje teológico que fue entendido por cristianos. El antecedente se aprecia en el libro del éxodo: "Y sobre la mesa pondrás perpetuamente delante de mí el pan de la Presencia. Harás también un candelabro de oro puro. Harás de oro macizo el candelabro, su pie y su tallo. Sus cálices - corolas y flores - formarán un cuerpo con él. Saldrán seis brazos de sus lados: tres brazos de un lado y tres del otro". (Éxodo 30:30-32)
            El libro del apocalipsis hace alusiones a estos signos del Tabernáculo de Moisés  bajo una visión neo testamentaria, poniendo al Hijo del hombre –Jesús- en medio de ese candelero: "Me volví a ver qué voz era la que me hablaba y al volverme, vi siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros como a un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, ceñido al talle con un ceñidor de oro". (Ap. 1:12,13)
            En el culto del antiguo testamento, dentro del Tabernáculo de Moisés, estaba el pan de la Presencia y el candelero. En la visión del autor de Apocalipsis, hay una voz que lo llama y a precia al Hijo del hombre en vez del pan en medio del candelero, con una túnica talar que es una vestimenta sacerdotal.
            Los elementos en común entre ambas narrativas de distintos pactos son; el Templo, el pan de la Presencia-Hijo del hombre (Cristo) y la Luz. Estos mismos se encuentran en nuestros templos; las velas perpetuas del sagrario y el pan de la Presencia que es Cristo mismo. Confiemos y comamos.