lunes, 27 de abril de 2020

La biblia y sus líneas


Navegando por redes sociales una imagen llamó mi atención, en ella se citaba un pensamiento de Frederick A. Filby (premio nobel de física): “Ciertamente cuando más procede uno al estudio del Arca de Noé a lo largo de principios simples y sanos de interpretación bíblica y a la luz de descubrimientos científicos y arqueológicos, tanto más razonable se vuelve toda la historia”.
Es verdad que existe algo llamado “arqueología bíblica”, conocimiento especializado en la búsqueda y descubrimiento de sitios descritos en la biblia. Sin embargo, esta ciencia arqueológica es un complemento para entender mejor la realidad histórica de lo que es la Sagrada Escritura. En mi opinión personal, la arqueología bíblica no debiese utilizarse para validar o desacreditar lo que está inmerso dentro de la biblia. Esto lo afirmo desde la óptica de quien busca la sabiduría bíblica, es decir, que dentro de la biblia existen géneros literarios; novelas y cuentos –el libro de Job y Jonás- que no responden a situaciones históricas o reales pero entregan al lector un mensaje importante, así mismo, existen otros libros –Crónicas, Reyes, Evangelios, Hechos de los Apóstoles- que expresan eventos que si sucedieron.
Por ejemplo, dentro de la literatura universal, Esopo es conocido por sus fábulas –la liebre y la tortuga- esta manera de escribir se caracteriza porque su narrativa atribuye cualidades humanas a los animales o a las cosas inanimadas, construyendo historias con estos personajes. El objetivo es entregar al lector un mensaje utilizando una narrativa amena que despierte su imaginación. En los evangelios es común encontrar las parábolas de Jesús; narrativas breves y simbólicas donde se extraen enseñanzas morales. En este tipo de narrativas los detalles no son tan transcendentes, la meta es compartir un mensaje utilizando expresiones y símbolos simples que lleven a la audiencia a la comprensión del mensaje. Es muy importante distinguir el género literario de cada libro de la biblia para evitar así malas interpretaciones o fanatismos absurdos.
Particularmente los primeros capítulos del libro del génesis se caracterizan por dar descripciones simplistas de las situaciones, como si fuesen bocetos de eventos. La narrativa cambia y toma mayor sustancia cuando se da inicio a las genealogías para llegar al origen del patriarca Abraham. Es ahí donde se inicia otro tipo de descripción más puntual y precisa de las situaciones que vendrán sobre los descendientes del patriarca y sus sucesores; Isaac, Jacob y sus hijos. Cabe señalar, el autor de los primeros cinco libros de la biblia fue Moisés. Él escribió tomando como base las creencias de los hebreos que fueron transmitidas de modo oral de generación en generación. Por esta situación, asumir una realidad histórica al relato del Arca de Noé no tendría mucho sentido pues el mismo autor tampoco fue testigo de los acontecimientos (cosa que sí sucede con el libro Hechos de los Apóstoles escrito por San Lucas), y, aunque Jesús en los evangelios citó el relato de Noé (S. Mateo 24, 37-39) debemos comprender que Jesús utilizó una creencia conocida entre los judíos para exponerles el papel del Hijo del Hombre –Cristo, arca de salvación- a esa generación.
Creo que los tiempos actuales requieren una apología bíblica formativa mas allá de una discusión de calle que intente convencer a los incrédulos. Unos desearan evidencias para creer, pero ¿Qué mayor evidencia que la propia sabiduría que emana de la biblia?.