Dentro
del libro Números, capitulo treinta y dos, y treinta y tres, se mencionan
eventos relacionados con la migración de las doce tribus de Israel en su búsqueda
por la tierra prometida de Canaán.
En
el treinta y dos se menciona la intención de dos tribus, la de Rubén y de Gad,
en su petición de no cruzar el Jordán, pues encontraron en su travesía las tierras
de Galaad, de condiciones aptas para el pastoreo, esas dos tribus tenían muchos
rebaños; “Si hemos hallado gracia a tus ojos, que se nos dé esta tierra a tus
siervos en propiedad; no nos hagas pasar por el Jordán”. (Números 32:5)
Aunque
la petición molestó a Moisés porque el proyecto consistía en llegar a Canaán y
conquistar la tierra, el acuerdo se resolvió bajo la condición de que ambas
tribus tienen la obligación de acompañar al pueblo de Israel hasta Canaán para
combatir a su lado; “Si los hijos de Gad y los hijos de Rubén, todos los que
llevan armas, pasan con vosotros el Jordán, para combatir delante de Yahvé, y
la tierra queda dominada por vosotros, les daréis el país de Galaad en
propiedad. Pero si los que llevan armas no pasan con vosotros, tendrán su
herencia entre vosotros en el país de Canaán”. (Cap. 32: 29, 30)
En
esta travesía del pueblo de Israel después de salir de Egipto, no puedo evitar
asociar la situación con las caravanas migrantes de centro americanos de la cual
hemos sido testigos, y como por distintas circunstancias los intereses
individuales hacen que estas caravanas se diluyan y se repartan a lo largo de
la travesía por distintos territorios. Algunos grupos prefieren cruzar por Chihuahua,
otros prefieren por Baja California, y algunos, vislumbran en este país condiciones
aptas para buscar un empleo e integrarse ó hacer una pausa para definir el
rumbo, otros deciden regresar, al encontrar aquí las mismas condiciones adversas
de las cuales desean escapar.
Solo
debo distinguir una diferencia entre el éxodo del pueblo de Israel y el éxodo
de nuestros hermanos migrantes; los Israelitas salieron del imperio Egipcio,
los centro americanos desean introducirse al imperio Estadounidense., y
desconozco, qué papel juega dentro de los individuos el deseo de poseer bienes
materiales y homologarse al estilo de vida Norteamericano. Aun así, y –excluyendo
de esta opinión, a quienes tienen familia al otro lado de la frontera, y el que
huye de su país por la violencia- todo individuo tiene derecho a buscar su porvenir,
y a nosotros, los Sonorenses, nos tocó ser el último eslabón de esa lista de
territorios que un migrante tiene que recorrer para llegar a Estados Unidos y
cumplir ese sueño de vida después de tantas pesadillas vividas.
El
capitulo treinta y tres del libro de Números, no es otra cosa que el testimonio
que Moisés escribió por orden de Yahvé, mencionando los puntos, etapa por
etapa, pueblo por pueblo, donde los Israelitas acamparon desde su salida en Ramsés
de Egipto hasta llegar a la frontera con Canaán. Aunque la lectura de este capítulo
es tediosa, sin duda, la mención responde al agradecimiento por dar asilo para
que Israel tuviese un descanso en su largo viaje. ¿Qué papel nos toca a nosotros
como un pueblo fronterizo?, no olvidemos que los pacificadores serán llamados
hijos de Dios.