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domingo, 11 de febrero de 2018

Transfigurar a Jesús


Presidente George W. Bush acudió a un kínder, se acerco a los pequeños y dijo “hola, soy el Presidente”, una niña contesto: “muestre su identificación”. Desde entonces los Presidentes de E.U. tienen una identificación que los señala como “Presidente”. Este sencillo evento nos hace ver como los individuos perciben la realidad de distintas formas según su sapiencia.  
Platique con una amiga sobre el tema del divorcio y el segundo matrimonio, antes de compartir la enseñanza del evangelio pregunte “¿crees en Jesús?”, ella respondió “si”, después le argumente que fue Jesús quien se opuso al divorcio y la segunda relación calificando el acto como adulterio. Ella no creyó, intento darme motivos para no valorar estas palabras, solo respondí “no son palabras mías, es una enseñanza de Jesús, en las cartas de San Pablo también podemos encontrar este pensamiento, no es un invento mío”.
Esta plática me hizo recordar mis días cuando desconocía la enseñanza bíblica, en ese entonces tenía un “idealismo” sobre Jesús, no conocía sus palabras, no conocía sus enseñanzas. Leer a solas los evangelios y después estudiar en el Instituto Bíblico Católico me ayudo a transfigurar ese “Jesús idealizado” para ver realmente a ese Jesús que es principio y fundamento de la Iglesia.
Esto me hace asociar la experiencia que tuvieron los judíos cuando vieron a Jesús en Jerusalén; se negaron a creer porque ese Jesús no se asemejaba a la idea que ellos tenían del mesías, sino que era todo lo contrario, un mesías sin dinero y sin afanes bélicos. Desde esa realidad, en la crucifixión, al centurión romano le fue más fácil confesar que Jesús es hijo de Dios por no tener referencia, ni expectativas sobre el mesías, él confeso la realidad que sintió y vivió, pudo transfigurarlo y ver su divinidad.  
Entre los hermanos separados se promueve mucho la idea de un mesías manifestado en gloria, poderoso juez, al cual se le someten principados y potestades en las regiones celestes como se menciona en los textos del Nuevo Testamento. La idea no es equivocada sino desproporcionada, ellos no se convencen de que el Jesús Eucarístico es parte de ese mesías de gloria que rompe con el reinado de las tinieblas para reinsertarnos con Dios, ó, ¿podemos decir que la gloria del mesías no reside también en la Eucaristía?, si reside, la gloria de Jesús esta también en la Eucaristía, él dijo; “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final…” (s. Juan 6:54). Entonces, el reinado de las tinieblas esta vencido por la Eucarística, ahí hay vida y resurrección para vida eterna. ¿Cómo poder apreciar a ese mesías en medio de ese pan?. Hay que pedirle a Dios que aumente nuestra fe.    
Para concluir, es bueno indagar en los misterios de Jesús a razón de ir transfigurando esas percepciones y descubrirlo de un modo más fiel a lo que realmente es él, ser desde muchísimas ópticas; en la gracia de la Sagrada Comunión y sacramentos, en la oración, en el estudio de las Sagradas Escrituras, en el apostolado trabajando con los necesitados. Todas estas formas son útiles, nos ayudan a contemplar ese misterio que es Jesús para que nosotros también nos transfiguremos a su imagen, esto es, la conversión del corazón duro a un corazón divino.