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domingo, 4 de junio de 2017

El hilo negro

Cuando estudie en el Instituto Bíblico Católico me enseñaron que dentro de la biblia convergen un sinfín de creencias y que no necesariamente algunas son apostólicas ó están reconocidas por la Iglesia.
Daré varios ejemplos, el primer caso; el Génesis afirma que hubo gigantes en la tierra (cap. 6. V. 4), segundo caso; del Edén salía un rio que se divida en cuatro ríos; Pisón, Guijón, Tigris y Éufrates (cap. 2 v. 10-14), tercer caso; los discípulos de Jesús sintieron temor y creyeron ver un fantasma cuando lo vieron caminar sobre las aguas (S. Mateo 14: 25,26), cuarto caso; Jesús señala que un hombre murió y fue llevado por los ángeles a un lugar conocido como “el seno de Abraham” (S. Lucas 16:22). Ninguno de los casos son dogmas de fe.  
Para el primer caso, la Iglesia reconoce que el antiguo testamento contiene creencias que corresponden a periodos donde la fe de los hebreos no estaba formada, la creencia en gigantes es un mito antiguo encontrado también en otras culturas como la sumeria ó griega. Sin duda, creencias y mitos de culturas antiguas convergen entre si y esta influencia se plasmo en fragmentos de la biblia aunque estos no sea parte de la revelación.
En el caso de los cuatro ríos que parten del Edén, en ese periodo, la creencia hebrea se limitaba a suponer que el Edén era un lugar físico que podía ser hallado en este mundo. Incluso, en tiempos del descubrimiento de América se pensó que este continente formaba parte del Edén porque los indios estaban desnudos, se creía que no sentían pena por estar libres del pecado original.  
Para el tercer caso, la creencia en fantasmas es más popular, es lógico que los discípulos sientan temor al no comprender lo que sucedía en aquel mar, sin embargo, después de la resurrección y en el desarrollo de la doctrina para el nuevo testamento esta creencia no vuelve a ser señalada por los apóstoles, ni inculcada por la Iglesia. En el cuarto caso, “el seno de Abraham” era una creencia judía que afirmaba que el patriarca recibiría a los hebreos justos, Jesús simplemente uso esta creencia judía para introducir otra enseñanza; el castigo después de la muerte. El seno de Abraham no forma parte de las creencias del nuevo testamento.
Debemos entender que la Iglesia parte de la última revelación, esta es, la resurrección y la cátedra de Jesús, el resto de información que contiene el antiguo testamento solo sirve para complementar, cimentar ó anteceder teologalmente la llegada del Mesías a Jerusalén, cosa que ya paso. Incluso, no debemos olvidar que los evangelios contienen mucha información, creencias y expresiones judías, esto es porque Jesús enseño solo entre judíos e introdujo sus enseñanzas usando la idiosincrasia hebrea. La enseñanza apostólica no compartió creencias hebreas con los pueblos evangelizados porque no lo considero necesario, solo basto compartir la enseñanza de Jesús al modo en que cada pueblo entienda.
Con Cristo la revelación se considera concluida, no hay más que añadir ó que restar. Para desgracia, la Iglesia vive tiempos de confusión, algunos hombres de fe con cargo importante, en sus declaraciones ponen en duda dogmas tratando de conciliar la razón y los tiempos modernos con la revelación. Cuando un religioso introduce sus novedades atentado contra principios y dogmas, en el fondo a perdido la fe pues necesita añadir novedades para sorprenderse y sentirse satisfecho. No caminemos ese camino, menos cuando el mundo experimenta principios volátiles, valores fluctuantes y huecos espirituales. La Iglesia está para anunciar la obra de Jesús, no está para sembrar más dudas. Es verdad que no todo aquello que está en la biblia debe ser creído, pero nada –sin discusión- de lo que recibió la Iglesia en manos de los apóstoles debe ser cambiado. Atengámonos a lo básico como el injerto se sujeta al tronco, por pequeñas desviaciones cualquier oveja se extravía.