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domingo, 30 de junio de 2019

La viuda pobre


            Uno de los pasajes más conocidos de los evangelios es aquel que describe el donativo de la viuda pobre en el templo. Este episodio lo encontramos en el evangelio de San Mateo;        
            “Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero para el tesoro; pasaban ricos y daban mucho, pero también se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Jesús entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “Yo les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros. Pues todos han echado de lo que les sobraba, mientras ella ha dado desde su pobreza; no tenía más, y dio todos sus recursos” (c. 12, v. 41-44).
            El mensaje principal es la aportación que la gente hace al templo. La novedad que presenta es que, no liga la bondad a la cantidad monetaria sino a la necesidad que el individuo tiene de cosas materiales y aun así –en su carencia- aporta.
            Sin embargo, si revisamos el texto un poco mas y la estructura del culto de Israel encontramos dos puntos muy interesantes. El primero, bajo las leyes de Israel los sacerdotes del templo vivían de lo que se ofrecía en el templo:  
            “Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no compartirán con los demás la herencia de Israel, sino que se alimentarán con las víctimas consumidas por el fuego en honor de Yavé, y las cosas que le fueron consagradas. El levita no tendrá parte en la herencia que reciben sus hermanos, porque Yavé es su herencia, como él se lo tiene dicho. Este será el derecho de los sacerdotes respecto del pueblo. Cuando se ofrezca ya sea buey u oveja, se le dará al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el vientre. Le darás también las primicias de tu trigo, de tus vinos y de tu aceite, así como las primicias de la esquila de tus ovejas. Porque a él lo eligió Yavé de entre todas las tribus para oficiar en su nombre, él y sus hijos para siempre” (Deuteronomio 18:1-5).
            El segundo y quizá más importante, en el tiempo de Jesús solamente había un templo y el gran sacerdote de ese templo fue Caifás, él decide la muerte de Jesús. Tras la resurrección de Lázaro las autoridades del templo se reúnen para confabular y matarlo:
            “Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: “¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación”. Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: “Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?”. No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús” (S. Juan 11: 47-53).
            Como conclusión, es el propio Jesús quien justifica ofrendar al templo donde habita la gente que desea matarlo, ¿esto tiene alguna lógica?, claro que sí, es Jesús quien enseña el amor hacia los enemigos. También, como hombre de Dios, Jesús comprende que el sacerdocio de Israel fue instituido por Dios, no por Caifás, y en atención a Dios se ofrenda al templo.
            ¿Cuál debe ser nuestra actitud hoy en día?, debemos hacer ofrendas al templo porque es parte de la enseñanza de Jesús, no justifiquemos nuestra avaricia en el pecado ó delito de los hombres. Jesús no lo hizo, nosotros hagamos como él.