Hace algunas semanas dentro de las
lecturas de la misa se compartió aquel pasaje donde los fariseos acusan
falsamente a Jesús, diciendo que expulsa demonios por la obra de Belcebú. Esta
acusación desato una retórica contundente de parte de Jesús para defender su
obra, trayendo a esta polémica una revelación, Cristo afirma que existe un
pecado que no será perdonado jamás a ningún hombre, ni en esta vida, ni en la
otra.
La Iglesia en su papel pastoral ha
deseado inculcarnos y guiarnos sobre esta afirmación de Jesús; “el pecado que
no será perdonado…”, señalando que este pecado consiste en negar la obra de Dios
en su papel redentor hacia el género humano. Donde el hombre queda preso de su
propia negación a la conversión, imposibilitado para clamar perdón al creador
porque no le apetece reconciliarse. Mientras la creatura no posea ese don que
lo mueva a buscar la reconciliación, queda excluida del perdón divino.
Es innegable la misericordia divina
para con todos los hombres, desde el mas incrédulo hasta el más soberbio. Dios está
dispuesto a perdonar, y en algunas ocasiones, los hombres lastimados por sus
mismos pecados acceden a modificar su vida en consecuencia y reparación al daño
recibido por su propio mal. Todos en algún momento buscamos de modo genuino la
paz del Espíritu.
Pero, ¿Qué sucede con aquellos
hombres que no son dueños de su voluntad?. Por un lado están quienes tras un
trastorno mental no poseen la capacidad de raciocinio para valerse por sí
mismos. Creo que estos enfermos, de algún modo inentendible recibirán misericordia.
Pero, ¿Qué sucede con aquellos que no son dueños de su voluntad por la acción del
enemigo?, me refiero a los posesos, los endemoniados, aquel hombre que abrió puertas
al demonio volviéndose su esclavo.
Esta realidad es una tristeza, y en
el ámbito espiritual, es decir, en aquel mundo que no puede ser apreciado por
nuestros ojos, es necesario como acto de caridad elevar oración para lograr la liberación
de estos esclavos.
Sin duda, algunos se alarmaran por
estos hechos pero es necesario explicar. Escuchando al sacerdote exorcista, José
Antonio Fortea, señaló que los casos de posesiones deben ser estudiados con
cautela, por ejemplo, un enfermo mental que cree estar poseído por demonios no
necesariamente lo está. Dentro de la obra del maligno hay varios grados; una es,
la influencia diabólica que consiste en la simple aversión a lo sagrado, lo
santo y de buen nombre, el individuo no es un poseído, solo ha creído las
acusaciones del demonio y cree que combatir lo santo y puro, es algo justo y
correcto. El endemoniado es un ser que ha perdido su voluntad.
¿Qué nos toca hacer como discípulos de
Jesucristo?. No omitir esta realidad, sino ser consecuentes con la caridad de
Dios, pues si Dios ha querido advertirnos de esto, no lo hace para que seamos
pasivos, sino para colaborar en la obra de Dios por medio de su voluntad, la
intercesión, la oración, las súplicas, para que estos individuos incapaces de
caminar hacia su propia liberación, sean liberados por la acción de otros,
gracias a los ruegos y ayunos de la Iglesia. Creámoslo posible y pidamos por
estos seres atormentados.