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domingo, 10 de septiembre de 2017

La formación en los menores

Había un hombre que enseño a sus pequeños hijos amar la vida, y para esto, planto una planta muy pequeñita en una parte del patio. En el inicio los niños estaban interesados pero conforme paso el tiempo perdieron interés por la planta, no querían regarla ni limpiar sus hojas, les daba flojera y preferían hacer otras cosas pero el padre los obligaba y se armaban discusiones por la rebeldía de los hijos. Los hijos crecieron y el árbol también, en los veranos aquella familia disfrutaba la sombra y los frutos de aquel árbol que había crecido fuerte y bien enraizado, y atender al árbol era más fácil por la sobra que tenia.     
El amor en ocasiones es así, es el árbol que todos quieren tener pero nadie quiere atender. Este amor no es solo un amor de pareja, es un amor a Dios, al prójimo, a los hermanos, el amor a la vida y el amor a uno mismo.
Sonora ocupó el cuarto lugar en suicidios este año y cuatro de cada diez son cometidos por jóvenes de 15 a 29 años. Estos jóvenes no amaron su vida como para vivirla ó quizá la vivieron muy rápido, esta realidad parece no conmovernos, los vemos como arboles ajenos.   
Sin duda el papel de la Iglesia debe ser formativo, una escuela para apreciar la vida ajena y la propia, sin embargo, siento que el catecismo para niños culmina en una Eucaristía y desconozco si el modo y la forma en la formación logra trascender en el menor para tener una experiencia con Dios. El despertar al Espíritu no puede darse solo por la experiencia académica de memorizar información y responder correctamente las preguntas de un examen final. Cada formador debe ser sensible y no olvidar que está educando almas y que la experiencia no debe ser a la de un aula de cualquier escuela pública, es una formación de espíritu que no se limita al resultado de un examen, eso hasta lo denigra. Es difícil compartir las cosas espirituales.  
Son el padre y la madre los principales formadores en la fe y el amor a la vida, pero en tiempos modernos parecieran ser el principal obstáculo porque ellos mismos carecen de una formación apta para llevar una vida cristiana, y los más laxos hasta prefieren no bautizar sino dejar que el menor lo decida cuando a él le plazca. Esta idea de libertad es errónea, la formación es necesaria para ser libres. Nadie deja a libre elección del adolescente ir a la escuela ó no ir, todos optaran por no ir. Ellos no son libres para escoger lo mejor porque lo mejor no lo conocen aun, no pueden verlo a su corta edad. La formación espiritual es necesaria para ser libres, la Educación Pública no formara a los menores en cuestiones de afecto, discernimiento y significado de la vida, los menores necesitan una formación que los ayude a vencer las tentaciones promovidas en el mundo; televisión, internet y calles. Dentro de cada  individuo existe una lucha interior entre el bien y el mal, y es necesario cooperar con los menos formados para que el bien en ellos crezca. Como un árbol pequeño que está indefenso ante tormentas y sequias, necesita profundizar en el bien para tener raíces y ramas fuertes.

El catecismo no concluye en la primera comunión, al contrario, es solo el inicio, la formación cristiana abarca todas las etapas del individuo y tiene como meta el convertirnos en un reflejo vivo de Jesús. ¿Qué tanto nos parecemos a él hoy?.