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martes, 26 de mayo de 2020

Religiones formales e informales


            Así como los hombres de ciencia investigan, estudian y dedican su tiempo para leer, comprender y contemplar la ciencia para acceder al conocimiento, de la misma forma, los hombres en la religión dedican su tiempo para leer textos sagrados, comprenderlos, asimilarlos y contemplar la creación para acceder a la sabiduría. Ciencia y religión no son lo mismo porque conocimiento y sabiduría no son lo mismo. La ciencia es un conocimiento que nos ayuda para la comprensión del mundo y la religión es un método que ayuda para el discernimiento entre el bien y el mal.
            Según Mario Bunge dentro de las ciencias existen aquellas que son informales, conocimientos que no son exactos, que se modifican dependiendo de la sociedad., por ejemplo; la filosofía y la sociología son ciencias pero no son exactas como las matemáticas y la física. Esta idea me hace pensar en la distinción que debiésemos hacer en asuntos de fe: religiones formales e informales.
            ¿Qué sería entonces una religión formal e informal?. La palabra “formal” bajo una de las definiciones de la  Real Academia de Española es el uso de símbolos definidos y estipulados en algún sistema. En la construcción de este concepto; religiones formales son el judaísmo, el islam, el hinduismo, incluso, el protestantismo y el pensamiento evangélico cuando poseen una estructura de símbolos ─estos pueden ser símbolos y estructuras para la interpretación de textos bíblicos: la interpretación adventista no es igual a la metodista o mormona─ todas ellas reconocen al lugar de reunión: sinagoga, mezquita, templo, bajo un liderazgo: rabino, imam o iman, sacerdote, pastor, etc. Pero ¿Qué es entonces una religión informal?.
            La palabra religión viene del latín “religio” y su significado se asocia con amarrar, dar unión. En este caso es una unidad entre los seres y Dios. Algo que se une sin fuerza su resultando es informal y no puede perdurar. Por lo tanto, toda religión es formal cuando posee elementos litúrgicos, teológicos, de tradición y de pensamiento para perdurar a lo largo de los siglos; la vida de Dios y la humanidad es eso, algo de siglos que no puede reducirse al criterio individual del “yo” pues Dios nos habla a todos.
            En la actualidad estamos plagados de la informalidad; alguien habla de las energías, de las vibras, del universo y la gente lo cree tras realizar ciertos ejercicios y recibir algún beneficio de paz en su interior. Las creencias informales no pasan de ser eso, creencias fincadas en mi beneficio inmediato; la paz y/o la tranquilidad, son como terapias des estresantes ─analgésicos para la conciencia─ que no profundizan en otras realidades del espíritu humano como la humildad, la castidad, el cumplimiento a la palabra empeñada, etc., virtudes que se logran mediante procesos de estudio y contemplación ejercitándose a lo largo de la vida dentro de doctrinas con cátedras formales. Las creencias informales se caracterizan por exigir poco porque su bagaje es poco y por eso mismo los resultados son pobres, superfluos.     
            Este paradigma de la informalidad se incrusta en muchos católicos ─nosotros también estamos inmersos en esa actualidad. De tal suerte que el creyente deseará resultados a los cinco minutos y de no obtenerlos afirmará que la religión no sirve. Por ejemplo; si usted acude al  gimnasio o la ciencia deberá ser constante para ver resultados. Lo mismo sucede en la religión formal y en todos los procesos de la vida; la constancia es clave de nuestra transformación.