Es común que por redes sociales ò
correos electrónicos se compartan imágenes de Jesús con algún pensamiento ò
frase, incluso, algunos deseando que estas imágenes sean compartidas recurren
al ligero chantaje: “si eres creyente comparte esta imagen, recuerda que ”. Esta frase del evangelio cuando es citada
imprudentemente suena más como una amenaza y no como una invitación a la
fidelidad, desgraciadamente, el asunto quedara solo en una confesión del credo:
“sí creo” ò “no creo” sin trascender, ósea: “compartí tal ò cual imagen
religiosa no por deseo sino para no sentirme amenazado por algo”. Ese no es el
Dios en el cual nosotros creemos.
Dios no actúa moviendo a los
creyentes por medio de las amenazas, sino por medio de la paternidad en el
amor. Quien niega el amor se excluye de él, quien niega la piedad se excluye de
la misma, quien niega el obrar de la justicia se condena y condena al mundo a
vivir en la injusticia, quien niega la resurrección se priva de ir tras los
regalos y los beneficios que están más allá de esta vida. El asunto no es solo
de una confesión de fe, recordemos que la fe sin obras está muerta, no sirve
para nada.
Cito los versos completos: “A
cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me
niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que
está en los cielos” (San Mateo 10:32,33).
Citar el texto a la ligera puede ser
superficial, porque este fue dicho y escrito en los tiempos de la persecución
contra los cristianos. Sigue siendo una invitación para permanecer firmes en la
fe, no fue dicha para hacer proselitismo.
Si abundamos más en los textos
Sagrados, leyendo la totalidad de los evangelios y no solo fracciones, podemos
meditar en el hecho de que el apóstol San Pedro negó tres veces a Jesucristo y
que no por eso Jesús “lo negó” tras la resurrección, mucho menos en el cielo. Si
bien es cierto que el apóstol negó a Jesucristo, también es correcto que fue de
los primeros en irlo a buscar y creer en lo dicho por las mujeres tras la
resurrección. San Pedro no puso objeciones a la predicación de las mujeres que
vieron al Señor resucitado, a diferencia de Tomas: “hasta no ver, no creer”. Entonces,
citar el texto de una forma vana: “si lo niegas, El te negara” puede infundir
temor, cuando no es ese el objetivo. La sustancia del verso se refiere a la
fidelidad de Jesús ante el creyente: El no te olvidara si permaneces fiel, tu
fe tan pequeña, aunque parezca insignificante llega hasta los oídos del mismo
Jesús.
Tratando de llevar más allá la
interpretación literal del texto, si miramos alrededor de nosotros, podemos
encontrar los portadores del rostro de Jesús: los pordioseros, los niños de la
calle, las victimas, los enfermos, los marginados, etc. Cuando los negamos ò
más bien cerramos nuestros ojos, pareciera que caemos en esa incredulidad de
Tomas. Es irónico que como católicos nos pasemos defendiendo correctamente la
Eucaristía: “Cristo está vivo en ella”, nos arrodillemos, rindamos culto, pero
que, cuando un pordiosero nos pida algo para comer no alcancemos a distinguir
el rostro del Señor y nos comportemos tan duros como Tomas: “Si no veo en sus
manos las heridas de los clavos, … no lo podré creer”. Lo correctos es hacer
ambas cosas: reconocer la presencia de Jesús en la Eucaristía y reconocer que
dar ayuda al necesitado es en realidad ayudar al mismo Cristo, por lo tanto,
negárselo es negarle el bien al mismo Cristo.