Si desde el nacimiento hasta la muerte, pudiésemos estar
en un constante estado de felicidad, no podríamos notar la existencia de la
felicidad.
Es común que por redes sociales, amigos y familiares compartan
imágenes sobre la felicidad, desde consejos, afirmaciones, definiciones o
reglas para ser feliz. Hace poco leí una; “se feliz a tu manera, la felicidad
no es lo que dicen los demás, sino lo que te hace feliz a ti”, en parte es
correcto, sin descartar el consejo que recibimos de los demás, por ejemplo; “el
borracho es feliz a su modo, tomando, y es infeliz cuando no toma”, la
borrachera lo hace feliz, y esta es la tristeza de su familia. En primera, la
felicidad de unos no debe ser la tristeza de otros, daré más ejemplos; el patrón
es feliz cuando recibe mayor utilidad, esto significa pagar sueldos bajos y estará
la tristeza de sus empleados. Los hijos son felices cuando no se les exige, la
tristeza de los padres estará al ver que sus hijos son incumplidos. La felicidad
del tal mujer estará con algún hombre que por desgracia es casado, y esa
relación será la tristeza de ambas familias, etc.. La felicidad plena no debe
entristecer o lastimar a un tercero. De la felicidad no puede provenir el
perjuicio hacia otros. De la felicidad debe emanar la alegría.
Podemos establecer también, que la felicidad aunque sea
un concepto comúnmente asociado solo al individuo, es un error, el individuo no
puede ser feliz de modo individual, la felicidad no debe descartar lo colectivo.
Si tuviésemos todo aquello que nos hace felices y estuviésemos solos, no
seriamos felices. En la soledad no existe felicidad sino tristeza por la
ausencia. No habrá individuo que pueda ser feliz estando solo, entonces, ¿por
qué buscar la felicidad guiado solo por lo que me hace feliz a mi?. El mundo se
empeña por encontrar la felicidad bajo expectativas individuales, en automático
se crean sueños, metas para alcanzar, y parece que nadie ha planteado, si quiera
la hipótesis, de que la felicidad puede estar en hacer feliz a los demás y la
infelicidad este en buscar mi felicidad.
En resumen, la felicidad de unos no debe ser tristeza de
otros, la felicidad autentica no lastima a nadie. Por la interacción entre
individuos, la felicidad no debe estimarse solo en lo individual sino en lo individuo
y en el grupo.
Termino con un pequeño cuento; Una mujer planto dos
árboles, uno en su patio trasero y otro en el jardín al frente de su casa. Cuando
ambos crecieron, la sombra del árbol, al frente de casa, servía para que los
transeúntes soportaran el calor. Cada mañana, los jóvenes esperaban el autobús
a la sombra de ese árbol, de ahí nacieron amistades. En el patio trasero, la
dueña planto flores a los costados del segundo árbol, todos los días atendía a
las flores, su patio lucia hermoso, con un aroma esplendido y su perro se
alegraba. En las tardes, sus amigas la visitaban para tomar café y platicar en
ese lugar. En las mañanas, aparecían las aves y colibrís que ella alimentaba,
las aves cantaban ahí todos los días. Sucedió que la mujer enfermo y murió, el
patio y el jardín se llenaron de maleza, no hubo quien limpiara las heces del
perro, los olores agradables se volvieron fétidos e insoportables, las flores y
los arboles secaron, las amigas al no tener un lugar de reunión, difícilmente
podían coincidir para reunirse, los jóvenes que esperaban el autobús ya no
platicaban por la incomodidad del sol, y las gentes recordaban y decían; “antes
este árbol nos daba mucha sombra, aquí había un jardín hermoso y cada mañana
los pájaros cantaban”. La felicidad suele ser así, la notamos distante cuando
estamos tristes.