En una posada entre unos amigos, veíamos una de tantas
peleas en pago por evento, en la frente de un contendiente se leía “San Juan
3:16”, un amigo pregunto el significado del pasaje.
Este versículo es quizá el resumen y conclusión de toda
la biblia; “Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para
que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna”. En los versículos
siguientes Jesús expresa el significado de la fe, las buenas obras y como las
malas acciones pueden condenarnos; “Dios no envió al Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él. Para quien cree en él
no hay juicio. En cambio, el que no cree ya se ha condenado, por el hecho de no
creer en el Nombre del Hijo único de Dios. Esto requiere un juicio: la luz vino
al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras
eran malas. Pues el que obra el mal odia la luz y no va a la luz, no sea que
sus obras malas sean descubiertas y condenadas. Pero el que hace la verdad va a
la luz, para que se vea que sus obras han sido hechas en Dios” (San Juan 17-21).
Sabemos que el ser humano fue creado a imagen de Dios,
sin embargo, a mi modo de ver, somos un reflejo distorsionado del creador, una
imagen deformada por nuestro pecado, esta peculiaridad nos incapacita para
encontrar el correcto significado de la vida. Fuese imposible para la humanidad
conocer lo que pecado es, de no ser por la revelación que nos ha llegado
desde arriba. La palabra “pecado” se traduce como injusticia. La humanidad en
su condición más primitiva entendió, de un modo grotesco, que existen acciones
reprobables (pecados) y aplaudibles (virtudes), pero también de un modo
primitivo y reprobable emitió castigos; lapidación, amputación, etc.
Cristo llega a este mundo como modelo de virtud y piedad,
empezando desde la elección por el pueblo de Israel; el pueblo más pequeño de
todos los pueblos, ó su nacimiento en un pesebre siendo llamado Rey, ó la elección
por la Virgen María que expone la crueldad de la ley de Moisés ante esta situación;
esperar un hijo antes del matrimonio. Toda la vida de Jesús está encaminada a
enriquecer la vida del ser humano en el orden espiritual, emocional y afectivo.
Espiritual al mostrarnos que existe una Vida oculta que transciende más allá de
esta muerte, y que podemos empezar a construirla desde hoy. Emocional al
exponer que las adversidades pueden ser soportadas teniendo la fe como
estandarte, no para librarnos de ellas de un modo milagroso sino para tener
fortaleza y paciencia para esperar, la cruz es signo de ello. Afectivo al mostrar
a la humanidad como una hermandad, y sobre todo, manifestar que existe un Dios
que nos amo a pesar de nuestros insultos, errores e injusticias.
Jesús es la imagen visible del Dios invisible, es el
hombre hecho a imagen de Dios sin las distorsiones causadas por el pecado. Jesús
es el modelo a seguir para construir en nosotros el proyecto que Dios deseo
para Adán; esa comunión entre la Paternidad del creador, la humanidad y la creación.
Jesús en su sacrificio manifiesta que Dios está dispuesto
a perdonarnos, sin crucifixión no tendríamos idea, ni noción para medir la
magnitud de la misericordia de Dios para con el género humano. Sin crucifixión,
la misericordia y el amor de Dios seria un mito, una palabra sin sustento, ni
evidencia, en cambio; por amor a nosotros se entrego sin renegar de la cruz,
por su misericordia perdono esta ofensa al género humano.
Cristo vino a este mundo y por ello celebramos la
Navidad, un tiempo de reconciliación entre nosotros, un momento para emitir un
juicio sobre nuestras vidas; que hicimos bien, que hicimos mal, y creo que no
existe una maldad más infame que insultar al hijo de Dios, desnudarlo y matarlo
clavándolo en una cruz, eso Dios ya lo perdono. Dios está dispuesto a
perdonarnos porque su deseo por nosotros es mayor que nuestra ofensa.