La longitud es la magnitud que se expresa en la distancia entre dos puntos.
Los atletas mantienen la disciplina para poder competir, mas ellos compiten no por discordia sino para alcanzar su meta, siendo la pista, los carriles y el respeto a las normas aquellos elementos que den legitimidad a sus logros.
Desde nuestro nacimiento existen distancias que debemos recorrer, que pueden ser expresadas en meritos propios ó años. De niño veía sumamente distante la longitud entre mi infancia y mi adultez, ahora como adulto y con tantos recuerdos de mi infancia creo que esa longitud fue corta pues parece que fue “ayer”.
De niño suponía que recorriendo la longitud y llegado a la mayoría de edad la madurez vendría por si sola, siendo el cúmulo de años el único requisito para ser una persona madura. Ahora entiendo que la madurez es una meta que se recorre en una longitud de virtudes, donde la vida es como un río lleno de horas y minutos que nos fueron entregados, y así como el agua fluye y trae beneficios, también el agua se desborda y trae la desgracia. Quien desperdicia las horas y los años de su vida es como quien derrama petróleo sin prestar importancia.
Hoy también creo que la percepción de la madurez va redefiniéndose conforme vamos creciendo en sabiduría y entendimiento, ó más bien el entendimiento nos dará ojos para ver lo inmaduro que fuimos cuando pensábamos que no lo éramos. Debo decir que existe la madurez que impulsa al hombre hacia la perfección, y esta perfección no debe ser entendida como hedonista ó de superioridad con respecto al grupo, sino que hablo de la madurez que lleva a la perfección en la excelencia en la calidad de vida, en el interior y en la correlación con la comunidad y la creación.
Salomón concluyo diciendo que “todo en esta vida era vanidad”, quizá porque entendió que cualquier logro ó distancia que recorramos en esta vida no es garantía de plenitud ó satisfacción, y por lo tanto no vale la pena prestar mucha atención aquellos anhelos ú obstinaciones que nos amarguen el corazón, pues aprender a disfrutar la vida de forma honrada es en si la meta, siendo la muerte el tiempo que pone fin a la longitud de la vida.
Hoy, por la sabiduría del evangelio se que existe la Gracia que ayuda al hombre para disfrute la vida de forma plena, que puede ser alcanzada ó degustada a corta edad, ó en la mayoría de edad, ó en la ancianidad ó quizá nunca por ignorancia e incredulidad.
Aquello dicho por Cristo sirve para que cada uno observe el reloj de la vida: “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” y a esta pregunta añado ¿de que servirá recorrer todas las distancias si estoy extraviado? ¿No habré vivido en vano?, en la pregunta de Jesús cada uno de nosotros deberá ver el hoy como el punto de partida, cada día nuevo como una oportunidad que se otorga para procurar la vida del alma y la longitud como aquella diferencia que existe entre el hoy y el fin terreno.
Los atletas mantienen la disciplina para poder competir, mas ellos compiten no por discordia sino para alcanzar su meta, siendo la pista, los carriles y el respeto a las normas aquellos elementos que den legitimidad a sus logros.
Desde nuestro nacimiento existen distancias que debemos recorrer, que pueden ser expresadas en meritos propios ó años. De niño veía sumamente distante la longitud entre mi infancia y mi adultez, ahora como adulto y con tantos recuerdos de mi infancia creo que esa longitud fue corta pues parece que fue “ayer”.
De niño suponía que recorriendo la longitud y llegado a la mayoría de edad la madurez vendría por si sola, siendo el cúmulo de años el único requisito para ser una persona madura. Ahora entiendo que la madurez es una meta que se recorre en una longitud de virtudes, donde la vida es como un río lleno de horas y minutos que nos fueron entregados, y así como el agua fluye y trae beneficios, también el agua se desborda y trae la desgracia. Quien desperdicia las horas y los años de su vida es como quien derrama petróleo sin prestar importancia.
Hoy también creo que la percepción de la madurez va redefiniéndose conforme vamos creciendo en sabiduría y entendimiento, ó más bien el entendimiento nos dará ojos para ver lo inmaduro que fuimos cuando pensábamos que no lo éramos. Debo decir que existe la madurez que impulsa al hombre hacia la perfección, y esta perfección no debe ser entendida como hedonista ó de superioridad con respecto al grupo, sino que hablo de la madurez que lleva a la perfección en la excelencia en la calidad de vida, en el interior y en la correlación con la comunidad y la creación.
Salomón concluyo diciendo que “todo en esta vida era vanidad”, quizá porque entendió que cualquier logro ó distancia que recorramos en esta vida no es garantía de plenitud ó satisfacción, y por lo tanto no vale la pena prestar mucha atención aquellos anhelos ú obstinaciones que nos amarguen el corazón, pues aprender a disfrutar la vida de forma honrada es en si la meta, siendo la muerte el tiempo que pone fin a la longitud de la vida.
Hoy, por la sabiduría del evangelio se que existe la Gracia que ayuda al hombre para disfrute la vida de forma plena, que puede ser alcanzada ó degustada a corta edad, ó en la mayoría de edad, ó en la ancianidad ó quizá nunca por ignorancia e incredulidad.
Aquello dicho por Cristo sirve para que cada uno observe el reloj de la vida: “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” y a esta pregunta añado ¿de que servirá recorrer todas las distancias si estoy extraviado? ¿No habré vivido en vano?, en la pregunta de Jesús cada uno de nosotros deberá ver el hoy como el punto de partida, cada día nuevo como una oportunidad que se otorga para procurar la vida del alma y la longitud como aquella diferencia que existe entre el hoy y el fin terreno.