martes, 13 de noviembre de 2012

Dios es amor


San Pablo y otros Apóstoles se reunían los sábados en las sinagogas judías según la costumbre de los judíos para anunciarles el cumplimiento de las Escrituras en Jesús. Esto levantaba discusión y pleito en las sinagogas. Entre los paganos también sucedía algo similar, los Apóstoles aprovechaban los momentos oportunos ó lugares públicos para exponer la resurrección de Jesucristo. Conocido es el discurso de San Pablo en Atenas donde hace uso de un “hito” nombrado por los griegos como “el dios desconocido”, porque los griegos tenían tantas deidades que dieron lugar a la posibilidad de que tal vez exista un dios al cual no conocen. San Pablo encuentra en ese “dios desconocido” la oportunidad de hablarles de Jesús. Los griegos escucharon el anuncio, pero, en el momento en que San Pablo menciona que Jesús fue crucificado, muerto y resucitado, empiezan a burlarse de él y lo corren. Los griegos no concebían a un Dios que se mostró a los hombres como “débil”, fue asesinado por los mismos y resucito. La deidad en ese entonces eran símbolo de poderío y no se asociaba al martirio, ni la debilidad.
Los apóstoles anunciaban el evangelio con libertad, incluso, desde el anuncio del reino de los cielos que es antes de la resurrección y se dio dentro de Jerusalén, los discípulos ya conocían que: si anuncias y eres recibido la paz ha llegado a aquella casa, pero si no, continua tú camino y limpia el polvo de tus pies. Después de la resurrección de Jesús, la evangelización solicita el anuncio a todos los pueblos. Los apóstoles anunciaban de ciudad en ciudad, pero, también se limpiaban “el polvo de sus zapatos”. Así sucedió en el areópago con San Pablo y los griegos, estos lo corrieron, el apóstol partió del lugar, solo un puñado de griegos le creyó y partieron junto con él. En la carta a los Tesalonicenses se menciona como San Pablo en esa comunidad no tuvo necesidad de anunciar algo porque Cristo ya había sido anunciado. La carta a los Romanos afirma que se abstuvieron de anunciar a Jesús porque ya había sido anunciado y prefirieron partir a la búsqueda de lugares donde el evangelio no hubiese sido anunciado. Se comprende que en el tiempo de los Apóstoles el mundo estaba conformado de otra manera, el politeísmo, la filosofía y vida de los pueblos paganos, anunciar a Jesucristo en realidad era una novedad.



Nuestro mundo ha heredado estas prácticas apostólicas. No podemos negar que cualquier secta religiosa que use la biblia como libro inspirado también se dará a la tarea de anunciar e insistir bajo su interpretación. En algunos puntos concordaremos y en otros no. La Iglesia Católica desde su origen ha tenido la tarea de anunciar a Jesús iniciando con los Apóstoles bajo distintos contextos históricos. Por un lado, podríamos sentarnos a discutir punto por punto con cualquier sectario, ateo, incrédulo, apostata, gnóstico, ó de cualquier otro credo cumpliendo así la tarea de “anunciar”, aunque Jesús ya es conocido en occidente. Benedicto XVI afirma que el creyente debe saber cuándo hablar pero también cuando callar. La madre Teresa de Calcuta afirmaba que “hay que evangelizar sin las palabras”, pero “callar” parece contradictorio a la petición de “anunciar”. Recordemos que Dios es amor y en ocasiones el hombre debe callar para que el amor que habita en el hable, porque Dios es amor.