En una ocasión leí un comentario del Rabino
Andre Cheoraqui que afirmaba que el mundo Occidental tenía prejuicios contra
los fariseos, pero, esta corriente del Judaísmo era la que más se asemejaba a
las creencias cristianas en sus creencias: cielo, infierno, resurrección,
juicio de la carne y purgatorio entre otras. El rabino afirmaba que tales
creencias dentro el cristianismo son parte de la herencia del Apóstol San
Pablo, que antes de su conversión al cristianismo fue un fariseo.
El purgatorio es quizá una de las creencias más
cuestionadas entre católicos y no católicos, algunos dicen: “es un invento
medieval”, “no aparece en las escrituras”, etc., pero vale la pena hacer una
defensa de nuestra fe conociendo el antecedente católico y judío. El “concepto”
del purgatorio es parte de las creencias judías, pero esto no significa que
ellos definan el purgatorio de la misma forma en que la Iglesia Católica lo define.
Primero citemos lo que la Iglesia enseña para después mencionar las creencias
judías. La Iglesia afirma que el purgatorio es el estado transitorio de
purificación necesaria para aquellos que, habiendo muerto en gracia de Dios y
teniendo segura su salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la
santidad necesaria para entrar en el cielo. Esta purificación es totalmente
distinta al castigo del infierno. El purgatorio es doctrina de fe formulada en
los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). “Los que mueren en gracia y amistad de Dios
pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una
purificación, para obtener la completa hermosura de su alma” (Catecismo 1030).
El Rabino David Ben Israel explica la creencia judía:
“el purgatorio es el lugar a donde son enviadas las almas de aquellos que
pecaron. Existen allí siete niveles bien definidos, en los cuales se hospedarán
las almas de los pecadores, de acuerdo a la gravedad de las faltas cometidas. Este
purgatorio es un lugar que permite a las almas purificarse, para luego poder
ingresar al Jardín del Edén y disfrutar de las excelencias que allí hay. La
cantidad de tiempo que deberá permanecer el alma en este sito purificador
depende de las faltas cometidas. Algunos deberán quedarse por espacio de
treinta días, otros sesenta, noventa, seis meses, o un año. (Tana Dbei Eliahu
3: 3)”. Purgatorio en hebreo se llama "Gueinom" ò “Gejena”. Según el
centro de estudios judíos “Tora Emet” de acuerdo al Talmud el proceso de purificación
dura a lo más 11 meses. Por esa razón los judíos acostumbran decir el Kaddish (oración
de duelo) por 11 meses, después de este proceso de purificación el alma se
eleva.
Bajo el antecedente Judío podemos afirmar que la
Iglesia en sus concilios “no invento el dogma del purgatorio”, sino que puso en
claro una creencia heredada por los Apóstoles bajo los fundamentos de la nueva
alianza.
Termino
con la paráfrasis de la respuesta que dio el rabino Jag Urim Sameaj a un joven judío
cuando se cuestiona la similitud entre ambas creencias en torno al purgatorio; “el
hecho de que el cristianismo tenga similitud con la Tradición judía no me
sorprende, ¿acaso ellos no usan el Tanaj y lo llaman Antiguo Testamento?, ò ¿Qué
no sus apóstoles eran judíos de nacimiento y estaban circuncidados según las
leyes de Moisés?, cuando ellos en sus concilios se refirieron al purgatorio
deben saber que nosotros nos referíamos a él con anterioridad porque es parte
de la revelación que recibimos siglos atrás. En parte está bien que adopten a
Abraham, Moisés, a otros profetas y creencias judías como propias, por algo
Israel es llamado el pueblo escogido”.