domingo, 12 de abril de 2015

El consejo de los ancianos

Actualmente se conoce al “Senado” como un cuerpo legislativo integrado en congresos, cámaras ò parlamentos. En la mayoría de los países democráticos, los miembros que integran el senado, conocidos como “senadores”, son elegidos por los ciudadanos a través del voto.
El Senado romano fue la primera institución de su tipo y por mucho tiempo considerado como el modelo constitucional en el sentido de cámara revisora. La formaban 300 antiguos magistrados que se encargaban de ratificar las leyes votadas por los comicios, aconsejar a los magistrados y dirigir la política exterior y las finanzas.
La palabra senado viene del latín “senex”, “senis”, que significa anciano”. En el significado de la palabra podemos deslumbrar el peso que la sociedad romana daba al consejo de ancianos. Por ejemplo; en el caso de la cultura griega, la palabra es “presbyterion”, es presbiterio y los “présbites” son los “ancianos”, que traducido es “presbíteros”. El nombre fue adoptado por la Iglesia Católica para llamar así a los sacerdotes entendiéndose como ancianos pero no por su edad, sino por la sabiduría y entendimiento en la Palabra de Dios. El significado de estas palabras; senador y presbítero, es importante entenderlo, las sociedades antiguas asociaban la sabiduría con la vejez. Hoy la vejez se asocia al “retiro”, el anciano es casi un exiliado.
En el antiguo testamento, el consejo de los ancianos era importante en la toma de decisiones políticas. Como antecedente, el reino de Israel se dividió en dos porque el rey Roboam, sucesor de Salomón, escatimo en menos el consejo de los ancianos cuando incremento impuestos y servicios. Narra la biblia; “Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?, y ellos le hablaron diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre. Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él. Y les dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?. Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre. Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones” (1era de Reyes 12:6-11). Roboam prefirió el consejo de su generación. El pasaje refleja muy bien como ambas generaciones opinan de un modo distinto en asuntos de Estado. Los ancianos fueron los guías del rey Salomón, también en la cultura griega y romana eran sinónimo de consejo y sabiduría.
En la sociedad actual, los jóvenes viven de un modo degradado e inmoral, quizá llegamos ahí, porque poco a poco fuimos restando peso a la opinión de los ancianos, les quitamos su jerarquía social, negamos su consejo al decirles; “¿Qué saben ellos de los tiempos modernos?”, pero más bien, “¿Qué saben los niños, los jóvenes y los adultos de los años que aun no han vivido?”. Que los ancianos se retiren para jubilarse, pero que no se conviertan en exiliados en medio de nosotros, prestemos atención a su opinión, démosle el peso que se merece.