domingo, 18 de noviembre de 2018

San Toribio Romo


Por motivos de trabajo visite Ciudad Juárez, Chihuahua. Al terminar mi jornada encontré $20 dólares tirados en la banqueta, esa casualidad me pareció la invitación para cruzar al Paso, Texas.
La ciudad del Paso me sorprendió por la cantidad de ofertas. Entre tantas tiendas encontré una de artículos electrónicos; estéreos, bocinas, etc., en esa tienda también encontré artículos religiosos. En la estantería había muchísimas estampitas con oraciones de distintos santos, escogí una al azar, al mirar el reverso leí “la oración del migrante”, el nombre de aquel Santo fue Toribio Romo. Esto me sorprendió por el antecedente que vivimos en México con la caravana migrante, y más, porque una amiga y yo desde hace tiempo visitamos el Instituto Nacional de Migración. Precisamente, queremos renovar las visitas con una intención bíblica y reflexionar en la sabiduría de las Escrituras al lado de los migrantes detenidos.
El asunto de la tienda lo consideré una simple casualidad –es una ciudad fronteriza, es lógico encontrar cosas así-. Regresé a ciudad Juárez y me dedique a contemplar la ciudad mientras caminaba. Llegada la hora de comer, anduve por varios negocios de comida buscando quien pudiese facturar mis viáticos. Visite varios comercios y ninguno facturaba. Cansado de tanto caminar sin encontrar lugar, me decidí por un negocio que estaba completamente vacío -pensé que aquel lugar no tendría buena comida-, decidí darles la oportunidad y me dispuse a pedir la carta. Pedí un caldo de res, cuando el mesero puso el plato en la mesa no era lo que imagine -volví a creer que me había equivocado de lugar-. Al terminar pedí la cuenta, el mesero contesto “ahorita te la llevo”, al ver que no venia conteste; “no te molestes, voy a caja y pago”. Cuando estaba en la caja me sorprendió ver de lado derecho la misma estampa de Santo Toribio Romo pegada sobre un espejo. Le dije al mesero -Toribio es muy conocido en Ciudad Juárez, ¿verdad?- ¿Quién es ese? –Toribio, el hombre de la estampa, el de los migrantes- No sé quién es, no sabía que era de los migrantes, tampoco se quien pego esa estampa aquí. Aquí está tu cambio-. Al concluir la plática con el mesero entendí que Toribio deseaba estar presente en aquella visita en Ciudad Juárez, su motivo era la migración.
No soy muy devotó de los santos –salvo San Pablo y la Virgen María-. Pero la insistencia de Toribio me pareció como ese hermano que desea sumarse a la iniciativa de otros hermanos. En la casualidad, pude visitar cualquier otra tienda, escoger cualquier otra estampa, otro restaurante, pude recibir la cuenta en mi mesa sin necesidad de ir a la caja, pero tuvo que ser así, porque la actitud del hermano que vive en santidad es esa, buscar la forma posible ó imposible para estar presente y dar ánimo a los hermanos a razón de fortalecer la obra de Dios.
Hay que apoyar el migrante en su necesidad material sin olvidar que hay también necesidades espirituales. Los santos dan testimonio de esa vida, la vida gloriosa.  
Esta anécdota en Juárez con San Toribio me hace recordar aquel texto del apóstol San Pedro, donde él se empeña para guiar a los hermanos siempre, incluso, después de su muerte; “Me parece justo, mientras me encuentro en este cuerpo, estimularlos con el recuerdo, sabiendo que pronto tendré que dejar mi cuerpo, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesús. Pero pondré empeño en que, en todo momento, después de mi partida, podáis recordar estas cosas” (2da de Pedro 1:13-15).