Absalón,
hijo del rey David, orquestó una conspiración y se reveló contra su padre buscando
convertirse en rey. Antes de entrar al tema central debó citar algunos
elementos de la vida del rey David para observar el evento con una perspectiva
más amplia. David cayó en adulterio con Betsabé y fue asesino intelectual de su
esposo, Urías. Por este acto, el profeta Natán le advierte “haré que de tu
propia casa se alce el mal contra ti…” (2do libro de Samuel 12:11). La historia
de la salvación asocia ambas circunstancias –el adulterio del rey y la rebelión
de sus hijos- como si el primer evento provocara el segundo.
Haciendo un
paralelo entre la enemistad de Absalón contra el rey David y la enemistad del
rey Saúl contra David, menciono que ambos reyes fueron ungidos por solicitud de
Dios. David como sucesor del rey Saúl jamás se levantó contra él, tuvo
oportunidad de matarlo y no lo hizo, cortó la punta del manto de Saúl y exclamó
“Dios me libre de hacer tal cosa contra mi señor, al ungido de Dios, y de alzar
mi mano contra él, porque es el ungido de Dios” (1er libro de Samuel 24:6). En
la actitud de David vemos algo digno de imitar y es el respeto a lo que Dios
instituyó a pesar de que los hombres que ocupan el cargo no sean ejemplares (Dios
los juzgara). En el caso de Absalón no sucedió así, ni por respeto a su padre,
ni por respeto al ungido de Dios, nada lo limitó para intentar acabar con el
rey David, hasta logró exiliar a su padre. ¿Absalón se creía mas puro que su
padre David?.
La
conspiración de Absalón se basó en hacer la justicia y el bien pero buscando su
propio beneficio. Su táctica se narra en el capitulo quince del segundo libro
de Samuel (v. 1-10).
"Después
de esto se hizo Absalón con un carro, caballos y cincuenta hombres que corrían
delante de él. Se levantaba Absalón temprano y se colocaba a la vera del camino
de la puerta, y a los que tenían algún pleito y venían donde el rey para el
juicio, les llamaba Absalón y les decía: “¿No eres tú de...?” El respondía: “Tu
siervo es de tal tribu de Israel”. Absalón le decía: “Mira, tu causa es justa y
buena, pero nadie te escuchará de parte del rey”. Y añadía Absalón: “¡Quién me
pusiera por juez de esta tierra! Podrían venir a mí todos los que tienen
pleitos o juicios y yo les haría justicia”. Cuando alguno se acercaba a él y se
postraba, le tendía la mano, le retenía y le besaba. Así hacía Absalón, con
todos los israelitas que iban al tribunal del rey. Absalón robaba así el corazón
de los hombres de Israel. Al cabo de cuatro años dijo Absalón al rey: “Permíteme
que vaya a Hebrón a cumplir el voto que hice a Dios. Porque tu siervo hizo voto
cuando estaba en Guesur de Aram diciendo: Si Dios me permite volver a
Jerusalén, daré culto a Dios en Hebrón”. El rey le dijo “Vete en paz”. El se
levantó y se fue a Hebrón. Envió Absalón mensajeros a todas las tribus de
Israel diciendo: “Cuando oigáis sonar el cuerno decid: ¡Absalón se ha proclamado
rey en Hebrón!".
Es
interesante encontrar en la Sagradas Escrituras esta estrategia de
conspiración, pues hasta nuestros días también hay muchísima gente que intenta
hacer la justicia y el bien pero a su vez conspiran contra lo que Dios ha
instituido. Si Absalón hizo el bien en Israel y se gano el afecto del pueblo,
¿Cómo podrá Absalón oponerse a lo que Dios ungió, a lo que Dios escogió?. Cuidémonos para no caer en el acto de hacer el
bien y murmurar, quien murmura a las espaldas no corrige a nadie, quien hace el
bien y murmura contra alguien para quitarle el lugar no ha sabido sanar su alma.
Haz el bien y corrígete a ti y a otros como pide el evangelio; de modo
fraterno, de frente y a solas (S. Mateo 18:15). Aunque hagamos todo el bien
posible siendo inalcanzables y amados por el pueblo, ¿Cómo estar en contra del
ungido de Dios, y vencer, si es Dios quien lo sostiene?, así mismo y en
paralelo, ¿Cómo estar en contra de la promesa que recibió la Iglesia en el
apóstol San Pedro, y vencer, si fue el mismo Jesús quien lo escogió y juro
sobre él?.